La plata es lo de menos: el oro de Berlín lo ilustra

Carlos Abel Suárez

10/05/2015

A comienzos del verano, en una coqueta librería de Palermo Soho, nos dimos cita veteranos de batallas y guerras, la mayoría perdidas, para la presentación de El Oro de Berlín /1/, novela de Jorge Yaco, finalista de los concursos Extremo Negro BAN! y del Silverio Cañada, en Gijón.

Guillermo Saccomanno y Javier Sinay, que fueron los presentadores, coincidieron en la dificultad para clasificar esta primera novela de Yaco, autor que ya había cautivado algunos lectores con Hospital Perón, un libro de relatos que da cuenta de las penurias y quebrantos para pacientes y curadores, de nuestra salud pública en caída libre. Salvo etiquetar El oro de Berlín como un thriller político impactante y cuyo ritmo atrapa,  queda abierto el debate sobre sus otras posibles lecturas.

 "Lo leí como un libro de memorias", adelantó Sinay, periodista y miembro del jurado del concurso Extremo Negro BAN. Para añadir que es una novela que trata sobre las bambalinas del poder, con los ingredientes clásicos de un policial: dinero, amor, erotismo, varias muertes, un nacimiento y el paseo por una ciudad que ya no existe: Berlín Oriental. Pero como voz de su generación advirtió también que se trata "de una obra estímulo para conocer un retrato de otra época".   

Saccomanno, a su vez, dijo que El oro de Berlín es una novela policial pero que "nos plantea ciertas disyuntivas en cuanto al etiquetamiento del género".  Señaló que es una novela de espionaje y también confesional.  Una pista la encontramos en los epígrafes, precisó, una cita de El Tercer hombre, de Graham Greene y otra que ilustra un momento funesto de la vida política argentina: "El partido votó ayer por el golpe", de Isidoro Gilbert en El oro de Moscú.

Conocida la militancia de Yaco, que no se cuece en un hervor y que de lo partidario continuó en la actividad sindical como dirigente de los profesionales de la salud y de la CTA, Saccomanno subrayó una virtud del autor: "Yaco no confunde la buena literatura, una literatura que incomoda, con una bajada de línea". Un libro, entonces, de fuerte crítica y de confesión. No obstante todo eso, Saccomanno le da otra vuelta de tuerca: "puede ser leída como una novela de la pérdida de la fe". Un tema sobre el que volveremos.

Crimen delicioso

Petros Márkaris, escritor exitoso y con formación de izquierda, cuando recientemente visitó Buenos Aires, con gran humor preguntó sobre el policial: ¿quién fue el inventor?". "Nosotros los griegos, con Edipo", aseguró, al tiempo que, haciendo historia, refutaba la calificación del género como una literatura menor.

Ernest Mandel, uno de los trotskistas más influyentes de la postguerra, reconocido mundialmente por sus aportes al estudio del capitalismo de finales del Siglo XX, fue un lector apasionado del relato policial.  En Crimen delicioso (1984) /2/, Mandel recorre casi todos los autores relevantes del Siglo XX y sus especialidades, una historia social que intenta - con fuerte determinismo - caracterizar "la ideología de la literatura policial".  Advierte que "el relato policíaco popular, complaciendo a amplios sectores de las clases medias y a los estratos altos alfabetizados de la clase trabajadora, pudo lograr lo que la novela burguesa, con su público restringido, nunca alcanzó. Con la creciente necesidad de la burguesía de defender en vez de atacar el orden social, el bandido noble se convierte en criminal malvado".  Acude a una cita punzante de Marx, en su Teoría de la Plusvalía, "…El criminal produce una impresión, en parte moral y en parte trágica, según el caso, y de este modo realiza ´un servicio´ al estimular los sentimientos morales y estéticos del público. No sólo produce compendios sobre la Legislación Criminal, no sólo códigos penales y, junto con ellos, legisladores en el campo, sino también arte, belles lettres, novelas, e incluso tragedias, tal como la demuestran no sólo el Schuld de Müllner y el Die Räuber  de Schiller, sino también el Edipo y el Ricardo III. El criminal rompe la monotonía y la seguridad cotidiana de la vida burguesa. De esta manera le impide el estancamiento, y permite esa inquietante tensión y agilidad sin las cuales incluso el incentivo de la competencia desaparecería. El criminal estimula las fuerza productivas" Theories of Surplus Value, 1ra. Parte, pp 387-388).

En ese viaje por autores y categorías Mandel llega hasta el crimen organizado, el espionaje, el crimen de Estado, de Empresa y de empresarios, clasificaciones donde no encaja El oro de Berlín, que pienso le hubiese regocijado leer, lo mismo que autores y  obras exitosas, por ejemplo las que han sido analizadas por Louis Proyect  en "Suecia y el renacimiento de la novela negra marxista".  Por su trayectoria política e intelectual, Mandel no desconocía el oscuro mundo que describe Yaco en el Oro de Berlín, sin embargo, hasta lo último que escuché, al final de su días, el líder de la IV Internacional estaba esperanzado de que la implosión de la URSS pudiera tener otro curso del que tuvo. 

La pérdida de la fe

"Las instituciones, si uno quiere acabar formando parte de ellas de manera perenne, exigen una ambición sin límites, una carencia de escrúpulos absoluta y el arte de entretener mientras se conquista el objetivo.  Algo que sólo se puede adquirir por la fuerza de las armas - ¡y qué armas! -, y cuando no es así, por la de las letras".  Gregorio Morán,  El cura y los mandarines. Pag. 640. /3/

El oro de Berlín no sólo estimula el conocimiento de una época, como dijo Sinay en la presentación, sino que aguijonea un debate no concluido: la larga, persistente, a veces informe, sombra del estalinismo, que del siglo pasado se proyecta al presente. La novela, desde la primera a la última página, se mueve en el terreno de los aparatos. Del aparato del PC argentino, del aparato soviético, del aparato cubano, de aparato de la RDA, y de los flecos de codovillismo financiero, que se partió en varios pedazos.  Visto de este modo, condiciona la afirmación de Saccomanno, de que también es posible leer la novela en clave de la "pérdida de la fe", en el sentido de un paralelo de la militancia de los grupos de la izquierda con el sentimiento religioso.

Esa lealtad irracional al partido, que no fue ni es una patente exclusiva del estalinismo, pues la podemos detectar en todos los grupos grandes o pequeños, pienso que vale otra novela y otro debate. El Oro de Berlín ya nos ha dado buen material para entretenernos, pensar y discutir sobre las "instituciones", al decir de Morán, y sobre un tiempo trágico para los argentinos y para la humanidad.

Notas:

1.- Jorge Yaco 2014 El oro del Berlín (Buenos Aires-Del Nuevo Extremo)

2.-Ernest Mandel 1986 Crimen delicioso, historia social del relato policíaco (México-UNAM)

3.-Gregorio Morán 2014  El cura y los mandarines. Historia no oficial del Bosque de los Letrados (Madrid- Akal)

Carlos Abel Suárez es miembro del comité de redacción de Sinpermiso

 

 


Fuente:
www.sinpermiso.info, 10 de mayo de 2015
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