La primera entrevista a Varoufakis como exministro traducida en su totalidad

Yanis Varoufakis

19/07/2015

Entrevista completa con Yanis Varoufakis: nuestra batalla por salvar a Grecia  

Versión completa de la primera entrevista del exministro de Finanzas de Grecia desde su dimisión, realizada por el periodista Harry Lambert para el semanario británico The New Statesman, este diálogo tuvo lugar antes del acuerdo final –de momento- entre el gobierno griego y el eurogrupo.

Harry Lambert: Y bien, ¿cómo se siente?

Yanis Varoufakis: Me siento de maravilla…Ya no tengo que vivir con estos horarios frenéticos, absolutamente inhumanos, una cosa increíble. He pasado los último cinco meses durmiendo dos horas al día…También me siento aliviado de no tener que aguantar más esta increíble presión de negociar una postura que me resulta difícil defender, aunque haya logrado que la otra parte se avenga, si entiende lo que quiero decir.

¿Cómo fue la cosa? ¿Hubo algún aspecto que le gustara?

Ah, bueno, muchas cosas. Pero la información de dentro que consigues…es como para confirmar tus peores temores.  Tienes a los “poderes fácticos” hablándote directamente, y es lo que te temías: ¡la situación es peor de lo que te imaginabas! Así que fue divertido eso de tener asiento de primera fila.

 ¿A qué se refiere?

A la absoluta ausencia de escrúpulos democráticos, en nombre de los supuestos defensores de la democracia de Europa. La clarísima comprensión por parte del otro lado de que coincidimos en el análisis…eso, por supuesto, no sale a la luz en el momento. [Y sin embargo] Tienes a figuras muy poderosas que te miran a los ojos y dicen: “Tenéis razón en lo que decís, pero os vamos a aplastar de todos modos”.

 Dijo usted que los acreedores le ponían objeciones porque “voy y hablo de economía en el eurogrupo, algo que no hace nadie”. ¿Qué pasó cuando lo hizo usted?  

No es que no fuera bien: es que hubo un rechazo sin rodeos a entrar en argumentaciones económicas.  Sin rodeos…Expones un argumento que has estado elaborando de verdad – para garantizar que resulte lógicamente coherente – y lo que te encuentras son miradas con los ojos en blanco. Es como si no hubieras hablado. Lo que dices tú es independiente de lo que dicen ellos. Lo mismo habría dado que te pusieras a cantar el himno nacional sueco…la respuesta habría sido la misma. Y eso resulta alarmante para alguien que está acostumbrado al debate  académico…[donde] la otra parte siempre entra en el juego. Bueno, pues allí no hay juego que valga. Ni siquiera se trataba de irritación, es como si no hubieras hablado.  

¿Cuando llegó usted, a principios de febrero, puede que no fuera una postura unificada?  

Bueno, había gente que mostraba su simpatía en un plano personal, así, ya sabe, a puerta cerrada, de modo informal, sobre todo del FMI. [HL: “¿De las más altas esferas?” YV: “De las más altas esferas, de las más altas esferas”.] Pero después, en el seno del eurogrupo, unas cuantas palabras amables y ya está, vuelta a parapetarse detrás de la versión oficial.

[Pero] Schäuble fue coherente de punta a cabo. Su punto de vista era “Yo no estoy discutiendo el programa, esto lo aceptó el anterior gobierno y lo que no podemos es permitirnos que unas elecciones lo cambien todo. Porque elecciones hay todo el tiempo, somos 19, y si cada vez que hubiese elecciones cambiara algo, los contratos entre nosotros no significarían nada”.

De manera que en ese momento tuve que levantarme y decir: “Bien, quizás lo que hay que hacer simplemente es no celebrar más elecciones en países endeudados”, y no hubo respuesta. La única interpretación que puedo dar [de esta opinión] es: “Sí, sería una buena idea, pero difícil de llevar a cabo. Así que o firmáis donde la línea de puntos u os quedáis fuera”.

¿Y Merkel?

Tiene usted que entender que nunca tuve que tratar con Merkel, los ministros de Finanzas hablan con los ministros de Finanzas, los primeros ministros hablan con los cancilleres. Por lo que yo entiendo, ella era muy distinta. Trató de aplacar al primer ministro [Tsipras], le dijo: “Encontraremos una solución, haced vuestros deberes, trabajad con la troika, no podemos llegar a un callejón sin salida”.    

No es lo que oí yo de mis homólogos, tanto del jefe del eurogrupo como del Dr. Schäuble, ambos fueron muy claros. En un momento dado, me lo formularon de un modo inequívoco: “Esto es lo que hay, o lo aceptáis o se ha acabado”.

¿Cuándo pasó eso exactamente?

Desde el principio, desde el principio mismo [se vieron por primera vez a principios de febrero].

Entonces, ¿por qué aguantar hasta el verano?

Bueno, es que no había alternativa. Nuestro gobierno salió elegido con un mandato para negociar. De modo que nuestro primer mandato consistía en crear espacio y tiempo para mantener negociaciones y llegar a otro acuerdo. Ese era nuestro mandato: nuestro mandato era negociar, no era acabar a puñetazos con nuestros acreedores... 

Las negociaciones duraban siglos, pero era porque la otra parte se negaba a negociar. Insistían en un “acuerdo en detalle”, lo que venía a ser que querían hablar de todo. Lo que yo interpreto es que cuando quieres hablar de todo, no quieres hablar de nada. Pero proseguimos con aquello.

Y mire, no había ninguna postura formulada por su parte sobre nada. Así que ellos…le voy a dar un ejemplo. Decían, necesitamos todos vuestros datos sobre la vía fiscal en que se encuentra Grecia, necesitamos todos los datos sobre las empresas de propiedad estatal. Así que pasamos mucho tiempo tratando de proporcionarles todos los datos y rellenando cuestionarios y celebrando infinitas reunions para darles los datos.  

Y eso era la primera fase. En la segunda fase nos preguntaban cuáles eran nuestras intenciones respecto al IVA. Entonces rechazaban nuestra propuesta, pero sin avanzar ninguna propuesta por su parte. Y luego, antes de que tuviéramos la posibilidad de llegar a un acuerdo con ellos sobre el IVA, pasaban a otro tema, como las privatizaciones, y presentábamos una propuesta y nos lo rechazaban. Pasaban entonces a otra cuestión, como las pensiones, de ahí a los mercados de productos, de ahí a las relaciones laborales, y de las relaciones laborales a cualquier otra cosa, ¿entiende? De manera que era como un gato tratando de pisarse la cola.

Teníamos la impresión, la tenía el gobierno, de que no podíamos suspender el proceso. Fíjese, mi sugerencia fue desde un principio esta: este es un país que ha encallado, que lleva encallado desde hace mucho tiempo… Desde luego, tenemos que reformarlo, en eso estamos de acuerdo. Dado que el tiempo es lo principal, y debido a que durante las negociaciones el banco central estaba restringiendo la liquidez [a los bancos griegos] con el fin de meternos presión, con el fin de que sucumbiéramos, mi constante oferta a la troika era bien sencilla: pongámonos de acuerdo en tres o cuatro reformas en las que coincidimos, como el sistema impositivo, como el IVA, y apliquémoslas de inmediato. Y ustedes relajan las restricciones del BCE a la liquidez. Ustedes quieren un acuerdo detallado – sigamos negociando – y entretanto presentemos estas reformas al Parlamento por acuerdo entre ustedes y nosotros.

Y dijeron: “No, no, no, esto tiene que ser una análisis detallado. No se llevará nada a la práctica si os atrevéis a presentar alguna legislación. Se considerará una acción hostil al proceso de  llegar a un acuerdo”. Y luego, por supuesto, unos pocos meses más tarde, ¡filtraron a los medios que no habíamos reformado el país y estábamos perdiendo el tiempo! Y así… [risa ahogada] nos hicieron la cama, en cierto sentido, en cierto sentido importante.

De modo que para cuando la liquidez se agotó casi por completo, y estábamos en situación de impago o de cuasi-impago, presentaron sus propuestas, que eran absolutamente imposibles…absolutamente inviables y tóxicas. De forma que lo retrasaron y aparecieron después con el tipo de propuesta que presentas a la otra parte cuando no quieres un acuerdo. 

¿Intentaron trabajar con los gobiernos de otros países endeudados?

La respuesta es que no y la razón es muy sencilla: desde el inicio mismo estos países concretos dejaron sobradamente claro que eran los más enérgicos enemigos de nuestro gobierno, desde el principio mismo. Y la razón, por supuesto, es que su mayor pesadilla la constituía nuestro éxito: si llegábamos a tener éxito en la negociación de un acuerdo mejor para Grecia, eso por supuesto los liquidaría políticamente, tendrían que responder ante su propio pueblo por qué no negociaron como hicimos nosotros.  

¿Y asociarse con partidos que les demuestran simpatía, como Podemos?

Lo cierto es que no. Quiero decir que siempre hemos tenido buena relación con ellos, pero nada podían hacer, y su voz no podía llegar hasta el eurogrupo. Y ciertamente, cuanto más hablaban en nuestro favor, más hostil se mostraba hacia nosotros el ministro de Finanzas que representa a ese país.

¿Y George Osborne? ¿Cómo fue su relación con él?

Ah, muy buena, muy agradable, excelente. Pero está fuera del círculo, no forma parte del eurogrupo. Las veces que hablé con él se podía ver que mostraba una gran simpatía. Y desde luego, si se echa un vistazo al Telegraph, [el principal diario conservador británico], ¡el mayor apoyo a nuestra causa lo hemos tenido en los tories! Debido a su euroscepticismo, eh… no es sólo euroscepticismo; es una visión a lo Burke de la soberanía del Parlamento: en nuestro caso estaba muy claro que nuestro Parlamento lo estaban tratando como una basura.   

¿Cuál es el mayor problema de la forma general de funcionamiento del eurogrupo?

[Para dar un ejemplo…] Hubo un momento en que el presidente del eurogrupo decidió actuar contra nosotros y en efecto nos dejó fuera e hizo saber que Grecia iba camino básicamente de salir de la eurozona… Existe la convención de que los comunicados han de ser unánimes, y el presidente no puede sin más convocar una reunión y excluir a un Estado miembro. Y él dijo: “Ah, seguro que puedo”. De modo que pedí una opinión jurídica. Y eso provocó algo de escándalo. Durante cinco o diez minutos se interrumpió la reunión y los administrativos y funcionarios se consultaron unos a otros, y finalmente algún funcionario, algún experto legal se dirigió a mi y pronunció las siguientes palabras: “Bueno, el eurogrupo no tiene existencia jurídica, no hay ningún tratado que dicte la convocatoria de este grupo”.

De modo que lo que tenemos es un grupo que no existe que tiene el mayor poder para decidir sobre las vidas de los europeos. No responde ante nadie, dado que no existe ante la ley, no se toman actas, y es confidencial. Co lo que ningún ciudadano sabe lo que se dice en su seno…Son decisiones casi de vida y muerte, y ningún miembro tiene que responder ante nadie.

¿Y este grupo lo controlan las actitudes alemanas?

YV: Oh, total y absolutamente. No las actitudes, el ministro de Finanzas de Alemania. Es como una orquesta bien afinada. Todo se hace siguiendo esa afinación. Habrá veces en que la orquesta suene desafinada, pero en ese caso él la reúne y se vuelve a la línea de antes.

¿No hay un poder alternativo en el seno del grupo, no pueden los franceses contrarrestar ese poder?

Sólo el ministro de Finanzas francés hizo ruidos que se diferenciaran de la línea alemana, y esos ruidos resultaron muy sutiles. Te dabas cuenta de que tenía que utilizar un lenguaje muy juicioso, hacer ver que no se oponía. Y a fin de cuentas, cuando respondía el Doc Schäuble y determinaba de modo efectivo la línea oficial, el ministro francés siempre se plegaba y lo aceptaba.

Hablemos de su trasfondo teórico y su artículo sobre Marx de 2013, cuando afirmaba usted:

“Una salida de Grecia, o de Portugal o Italia de la eurozona llevaría a una fragmentación del capitalismo europeo, lo que tendría como resultado una región con superávit recesivo al este del Rin y a lnorte de los Alpes, mientras que el resto de Europa quedaría preso de una feroz estanflation. ¿Quiénes creen que saldrían beneficiados de este cambio? ¿Una izquierda progresista que se alce cual Fénix de las cenizas de las instituciones públicas de Europa? O los nazis de Amanecer Dorado, ese surtido de neofascistas, xenófobos y chanchulleros? No tengo absolutamente ninguna duda de a cuál de los dos le iría mejor en caso de desintegración de la eurozona”.

…de modo que un Grexit ayudaría inevitablemente a Amanecer Dorado, ¿sigue creyendo eso?

Bueno, mire, no creo en versiones deterministas de la historia. Syriza es hoy una fuerza muy dominante. Si conseguimos salir unidos de este desbarajuste y gestionar adecuadamente un Grexit… sería posible tener una alterntiva. Pero no estoy seguro de que pudiéramos gestionarlo, porque gestionar el derrumbe de una unión monetaria requiere una buena dosis de pericia, y no estoy seguro de que la tengamos aquí en Grecia sin ayuda de gente de fuera.  

Debe haber pensado en el Grexit desde el primer día...

Sí, totalmente

¿...se habían hecho preparativos?

La respuesta es que sí y que no. Teníamos un grupito, un ‘gabinete de guerra’ dentro del ministerio, de unas cinco personas que se dedicaban a esto: de modo que elaboramos en teoría, sobre el papel, todo lo que había que hacer [prepararse para/en caso de Grexit]. Sólo que una caso es hacerlo a escala de cuatro o cinco personas y otra muy distinta preparar al país para ello. Para preparar al país tenía que adoptarse una decisión ejecutiva y esa decision nunca se adoptó.

¿Y la semana pasada, se trataba de una decisión hacia la que sentía que se iba inclinando [prepararse para el Grexit]?

Mi opinión es que teníamos que ser cuidadosos para no activarlo. No quería que esto se convirtiera en un una profecía autocumplida. No quería que fuera como la famosa sentencia de Nietzsche de que si miras al abismo un tiempo suficiente, el abismo te devolverá la mirada. Pero también creía que en el momento en que el eurogrupo nos cerrara los bancos, teníamos que revitalizar este proceso.

Exacto. Así que por lo que veo había dos opciones: un Grexit inmediato o imprimir pagarés y hacerse con el control bancario del Banco de Grecia [precipitando potencial, pero no necesariamente un Grexit]?

Cierto, cierto. No creí nunca que debiéramos pasar directamente a una nueva divisa. Mi opinion era – y así se lo manifesté al gobierno – que si se atrevían a cerrarnos los bancos, lo cual yo consideraba una medida agresiva de increíble potencia, debíamos responder agresivamente, pero sin ir más allá del punto de no retorno.

Debíamos emitir nuestros pagarés o anunciar por lo menos que íbamos a emitir nuestra liquidez con denominación de euro; debíamos recortar los bonos griegos de 2012 que el tenía el BCE, o anunciar que lo íbamos a hacer; y debíamos hacernos con el control del Banco de Grecia. Este era el tríptico, las tres cosas, con las que pensé que teníamos que responder si el BCE nos cerraba los bancos.

…Yo iba avisando al gabinete de que esto iba a suceder [que el BCE cerrara nuestros bancos] durante un mes con el fin de arrastrarnos a un acuerdo humillante. Cuando sucedió – y muchos de mis colegas no podían creerlo – mi recomendación de responder  “enérgicamente”, digamos, quedó en minoría.

¿Y hasta qué punto pudo pasar?

Bueno, déjeme decirle que, de un total de seis personas, estábamos en una minoría de dos …Visto que no sucedió, recibí la orden de cerrar los bancos consensuadamente con el BCE y el Banco de Grecia, algo en contra de lo cual estaba, pero que llevé a cabo,  que hice porque juego en equipo, creo en la responsabilidad colectiva.

Luego tuvo lugar el referéndum y el referéndum nos dio un impulso asombroso, que habría justificado este tipo de enérgica respuesta [su plan] contra el BCE, pero después,  esa misma noche el gobierno decidió que la voluntad popular, este resonante ‘No’, no debía ser lo que le diera energía al enérgico enfoque [su plan].

Por el contrario, tendría que llevar a concesiones importantes de la otra parte: la reunión del consejo de líderes políticos, con nuestro primer ministro aceptando la premisa de que, pasara lo que pasase, fuera lo que fuese lo que hiciera la otra parte, nunca responderíamos de modo que los desafiáramos. Y en lo esencial eso significa plegarse…Dejas de negociar.

De manera que no puede usted albergar mucha esperanza de que este acuerdo vaya a ser mucho mejor que el de la semana pasada, ¿será, si acaso, peor?  

Si acaso, será peor. Confío y espero que nuestro gobierno insista en la reestructuración de la deuda, pero no me imagino al ministro alemán de Finanzas apuntándose a eso en la próxima reunión del eurogrupo. Sería un milagro que lo hiciera.

¿Exactamente, porque, como explicó usted, en ese momento su ventaja habría desaparecido?

Eso creo, eso creo. A no ser que él [Schäuble] lo despida la canciller. Eso está por ver, que ella se meta en eso.

Por volver a insistir, sería posible que nos explicara usted, en términos profanos para nuestros lectores, sus objeciones al Capital de Piketty?

Bueno, déjeme decir en primer lugar que me siento avergonzado, porque Piketty nos ha mostrado un enorme apoyo, a mí y al gobierno, ¡y yo me porté horriblemente con él en mi reseña de su libro! Aprecio de verdad su postura de los últimos meses, y esto se lo voy a decir cuando le vea en septiembre.

Pero mi crítica de su libro la mantengo. Su impresión es correcta. Su abominación de la desigualdad… [inaudible]. Su análisis, sin embargo, mina su argumento, por lo que a mí respecta. Puesto que en su libro el modelo neoclásico de capitalismo deja muy poco espacio para la demostración que desea hacer, salvo que sobre el modelo se erija un conjunto muy concreto de parámetros, lo que mina su propio razonamiento. Dicho de otro modo, si yo me opusiera a su tesis de que la desigualdad está inscrita en el capitalismo, podría desmontar su supuesto atacando su análisis.

No quiero que entre mucho en detalles, porque no va a poder, si no, salir en la entrevista…

Sí…

...pero ¿tiene que ver con su medición de la riqueza?

Sí, utiliza una definición de capital que hace imposible de entender el capital, de manera que es una contradicción en los términos.

Volvamos a la crisis. La verdad es que entiendo muy poco de su relación con Tsipras…

Le conozco desde finales de 2010, pues yo era un crítico destacado del gobierno por aquel entonces, aunque durante un tiempo estuve cerca del mismo. Me sentía próximo a la familia Papandreu  – todavía lo sigo estando – pero me convertí en alguien conocido, destacado…era una notición que un antiguo asesor dijera: “Estamos fingiendo que la bancarrota no se ha producido, estamos tratando de taparla con nuevos préstamos insostenibles”, ese tipo de cosas.

Con eso provoqué entonces cierta agitación, y Tsipras era un líder muy joven que trataba de comprender lo que estaba pasando, de qué iba, y cómo debía situarse.

¿Hubo una primera reunión que usted recuerde?

Oh, sí. Fue a finales de 2010, nos fuimos a una cafetería, estábamos allí tres y mi recuerdo es que no estaba claro entonces cuáles eran sus opiniones, sobre el dracma frente al euro, sobre las causa de las crisis, y yo tenía, bueno, cómo lo diría, puntos de vista muy… “puntos de vista bien fijados” sobre lo que estaba pasando. Y empezó un diálogo que se ha ido desarrollando con los años y que…creo que contribuí a dar forma a su visión de lo que había que hacer.

Entonces, ¿cómo se siente ahora, cuatro años y medio después, al no estar ya trabajando a su lado?

Bueno, no tengo esa impresión, me parece que nos sentimos muy próximos. Nuestra despedida fue extremadamente amistosa. Nunca hemos tenido un problema serio entre nosotros, a día de hoy. Y me siento extremadamente próximo a Euclides Tsakalotos [el nuevo ministro de Finanzas].

¿Y hablará supuestamente con los dos esta semana?

No he hablado con el primer ministro esta semana, en los últimos dos días, pero hablo con Euclides, sí, y considero a Euclides como alguien muy cercano a él, y viceversa, y no le envidio en absoluto [Risa ahogada.]

¿Sería una conmoción para usted que dimitiera Tsipras?

Nada me conmociona ya en estos días, nuestra eurozona es un lugar muy inhóspito para la gente decente. No me conmocionaría que nos quedásemos y aceptáramos un acuerdo muy malo. Pues puedo entender que siente que tiene una obligación con la gente que le apoya, nos apoya, de no dejar que este país se convierta en un Estado fallido.  

Pero no voy a traicionar mis puntos de vista, que ya había elaborado en 2010, de que este país debe dejar de prorrogar y fingir, de que debemos dejar de pedir nuevos préstamos fingiendo que hemos resuelto el problema, cuando no lo hemos resuelto; cuando hemos hecho de nuestra deuda algo menos sostenible a cambio de una mayor austeridad que empequeñece aún más nuestra economía y desplaza el peso sobre los hombros de los que no tienen nada, provocando una crisis humanitaria. Es algo que no voy a aceptar. No voy a formar parte de ello.

Pregunta final: ¿seguirá manteniendo un contacto cercano con alguna persona de aquellas con las que ha tenido que negociar?

Uum, no estoy seguro. ¡No voy a dar nombres, no vaya a ser que destroce la carrera de alguien! [Risas].

Yanis Varoufakis, exministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es un reconocido economista greco-australiano de reputación científica internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza. Fue recientemente profesor invitado en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.

 

Traducción para www.sinpermiso.info : Lucas Antón

 

Fuente:
The New Statesman, 13 de julio de 2015
Temática: 

Subscripción por correo electrónico
a nuestras novedades semanales:

El responsable de tratamiento de tus datos es Asociación SinPermiso y la finalidad del tratamiento es hacerte llegar nuestras novedades. Puedes ejercer tus derechos en materia de protección de datos contactando con nosotros*. Para más información consulta nuestra política al respecto (*ver pie de página).