La Teoría Monetaria Moderna, la crisis del capitalismo financiarizado y la catástrofe de las políticas económicas de austeridad. SinPermiso entrevista a Randall Wray

Randall Wray

17/11/2013

Durante los días 8 y 9 de Noviembre se celebró en Atenas la conferencia organizada por el Levy Economics Intitute bajo el rótulo: “La crisis de la Eurozona, Grecia y la experiencia de la austeridad”. El Levy Economics Institute representa uno de los centros académicos que con mayor rigor ha descrito la crisis económica mundial y su concreción en la Eurozona. Esto le ha llevado a acertar en sus predicciones económicas y a ir tomando mayor peso tanto académico como político y en los medios de comunicación. Desde el Levy se ha desarrollado también la llamada Teoría Monetaria Moderna, un penetrante conjunto de hipótesis científicas que viene a sostener, entre otras cosas, que la soberanía monetaria de un Estado le permite poder aumentar el gasto público e incurrir en déficit casi tanto como se esté dispuesto a hacer políticamente, ya que como emisor de moneda, nunca podrá quedarse sin ella. Uno de loss máximos exponentes –y creador en buena medida de este enfoque— es el profesor Randall Wray, antiguo discípulo de Hymann Minsky con el que coincidimos en Atenas y que amablemente nos concedió su tiempo para la entrevista que sigue, realizada para Sinpermiso por nuestros colaboradores, los jóvenes economistas Laura De La Villa y Ayoze Alfageme.

Las conferencias dieron para mucho y no fueron pocos los acertados análisis y las propuestas para solucionar el embrollo al que se ha llevado a los países de la Eurozona. Pero quizá se podría resumir con las propias palabras de quien nos concede esta entrevista: “Lo difícil no es encontrar la solución económica al problema, lo difícil está en encontrar la disposición política para arreglarlo”.

El trabajo de Keynes es fundamental para el desarrollo de la Teorís Monetaria Moderna. ¿Puedes describir cuáles son las principales aportaciones de este autor?

Si se quiere resumir la Teoría General de Keynes, que es su libro más importante, diría lo siguiente: Las empresas producen tanto producto como creen que serán capaces de vender, y dan trabajo a la cantidad de trabajadores que esas empresas creen que necesitarán para producir la cantidad de producto que piensan vender.

Esta es la esencia que podría resumir la Teoría General, y, resulta que es un punto de vista totalmente diferente del de la visión ortodoxa de la economía. Ya que la economía ortodoxa cree que, por ejemplo, el desempleo es causado porque los salarios son demasiado altos, por lo que la solución serían menores salarios. Keynes dice: no; tienes desempleo porque las empresas no quieren emplear más trabajadores ya que no creen que puedan vender más productos. Desde este punto de vista, la solución al desempleo es que tu tienes que incrementar la cantidad de producto que las empresas pueden vender antes de que ellas comiencen a incrementar el empleo. No hay nada que resolver en el mercado de trabajo: la producción no depende del mercado de trabajo; depende de lo que las empresas piensen que pueden vender.

Otra diferencia importante de Keynes tiene que ver con la noción del dinero, muy distinta de la de los economistas ortodoxos. ¿Cuál es esa noción del dinero con la que Keynes trabaja?

El dinero es siempre crédito, IOU [I owe you: pagaré], y el sistema monetario es siempre un sistema de créditos y débitos. Una vez más, esta visión es completamente diferente de la visión de los economistas ortodoxos, la cual es históricamente falsa. Tan lejos como retrocedamos, siempre encontramos que el dinero es IOU, un crédito. Existe la fantasía de que hubo un tiempo en que teníamos la mercancía-dinero, que es la idea de que si tu tienes una moneda de oro, el valor de esa moneda está determinado por la cantidad de oro que contiene, pero esto es falso. Ahora sabemos que las monedas circulaban normalmente muy por encima de su valor en oro. Sabemos que en la corte, si volvemos a los tiempos antiguos, el valor de las monedas era determinado por la corte, y el valor era nominal, no real. Por lo que el valor de la moneda vale por lo que el emisor de esa moneda le da como valor, y no por la cantidad de oro que contiene. Así que esta visión de que tenemos algo llamado dinero-mercancía es falsa.

Las monedas siempre fueron emitidas como pagarés, como créditos de la corona, y su valor se determina por el valor que dijese la corona.

Si miras en todas las monedas, nunca está escrito una libra y nada más. Está la fotografía de un rey en un lado y probablemente un figura mística en el otro lado, y vale lo que el rey dice que vale, y son aceptadas por el rey como pago conforme a ese valor declarado. Eso es lo que determina su valor, no el oro.

La pregunta que suscita inmediatamente esta explicación es: ¿si no había nada que soportara el valor de las monedas, por qué eran aceptadas?

Las monedas son siempre redimibles o reembolsables, tal y como lo es un pagaré, un crédito. La redención consiste en que cualquier emisor de un pagaré debe aceptarlo como pago o reembolso. Esta es la ley fundamental de un pagaré, y es cierta para cualquier emisor de pagarés. Los bancos aceptan como pago sus propios créditos o pagarés cuando tu devuelves un préstamo, por lo que el banco crea un pagaré cuando concede un préstamo y acepta como pago lo que llamamos una demanda de depósito, aceptando de vuelta el mismo pagaré, cuando pagas el préstamo. En ese punto, este pagaré se cruza en las hojas de sus balances.

Con el Estado pasa lo mismo: emite un pagaré al que nosotros llamamos moneda, y lo acepta de vuelta como pago. La mayoría de pagos que hacemos al Estado son impuestos, pero en el pasado eran tasas, multas, diezmos y tributos o tarifas. Lo que respalda la aceptación de la moneda es la promesa de que será aceptada en los pagos al Estado, normalmente impuestos. Por eso decimos nosotros que “los impuestos impulsan el dinero”. En otras palabras, es el sistema tributario el que está detrás de la moneda, es lo que le da valor. La gente aceptará esa moneda al menos hasta el valor de pago que tengan que hacer en impuestos, y probablemente bastante más que eso.

Otro autor fundamental para entender la Teoría Monetaria Moderna es Hyman Minsky, quien dedicó gran parte de su trabajo a realizar una interpretación del trabajo de Keynes alejada de la síntesis neoclásica del “keynesianismo bastardo”, aunque también desarrolló sus propias ideas. ¿En qué puntos fue el trabajo de Minsky más allá del trabajo del propio Keynes?

Definitivamente el trabajo de Minsky va más allá de lo explicado en la Teoría General. En ésta Keynes dice que los detalles monetarios quedan en segundo plano. Esto lo deja claro en el libro y se centra en la teoría de la demanda efectiva y en una teoría de la inversión y en cómo la inversión impulsa la demanda (esta es la idea del multiplicador económico, que se ha convertido en uno de los principios básicos en economía). Al ser la inversión impulsora del sistema económico, la teoría de keynesiana del ciclo económico es una teoría del modo en que la inversión determina el ciclo económico. La inversión está, a su vez, determinada por las expectativas a largo plazo, y éstas son realmente volátiles. Por lo que cuando las expectativas son bajas, la inversión desciende y nos encontramos con una depresión.

Esta es una versión muy resumida de la teoría del ciclo económico de Keynes. Lo que Minsky añade a esto es una teoría financiera de la inversión. Si leéis la Teoría General, os daréis cuenta enseguida de que [Keynes] deja fuera cómo se financia la inversión. Lo que Minsky aporta a esta teoría del ciclo económico es la teoría financiera de la inversión, cuyo núcleo es la célebre Hipótesis de Inestabilidad Financiera.

Es verdad que Keynes había hablado antes sobre la financiación de la inversión, pero no en la Teoría General. Así que, de algún modo, Minsky volvió atrás para recuperar la teoría financiera de Keynes y actualizarla para la situación en que él mismo vivió, ya que el sistema financiero había evolucionado mucho desde los tiempos de Keynes. En resolución: la mayor aportación de Misnky es su actualización la teoría financiera.

Minsky habló en sus últimos trabajos de un “capitalismo de gestores del dinero”; otros han introducido el neologismo “financiarización” para referirse al mismo proceso. ¿Cómo podemos analizar desde su perspectiva la creciente importancia de las finanzas en las dos últimas décadas, y qué tiene que ver eso con la actual crisis global?

En el último trabajo de Minsky, de algún modo, volvió a las ideas de su tutor de tesis doctoral, [el economista austriaco Joseph Alois] Schumpeter. Schumpeter tenía un enfoque por etapas de la evolución de la historia económica, de acuerdo con el cual los bancos eran los éforos de la economía. También desarrolló una teoría de la innovación para dar cuenta del cambio en el proceso productivo. Minsky recogió todas estas ideas y elaboró su propio enfoque, porque Schumpeter sólo llegó a prestar atención a la parte no financiera de la innovación, mientras que Minsky se concentró en las innovaciones financieras.

El resultado arrojó una perspectiva analítica en la que las innovaciones financieras determinaban el paso de una etapa a otra. Se puede decir que Minsky adaptó la ideas de Schumpeter a otra realidad, y sacó unas conclusiones diferentes. En el enfoque de Misnky, en el capitalismo temprano se configuró la etapa comercial del capitalismo: unos pocos bancos comerciales eran las instituciones financieras dominantes de la economía y suministraban financiación a corto plazo para cubrir los pagos de la masa salarial y los vencimientos a corto de los préstamos.

Después, en los primeros años del siglo XX, se desarrolló el “capitalismo financiero”, un término acuñado por Hilferding y Veblen, y se desarrolló la teoría del ciclo económico empresarial. Ese capitalismo financiero colapsó con la Gran Depresión. La mejor interpretación de ese proceso la ogreció el libro [clásico] de John K. Galbraith The Great Crash, en donde se describía la financiarización, la manipulación, la corrupción y la especulación que llevaron al desplome. En la visión de Minsky, 1929 fue el final de la etapa del capitalismo financiero. Se salió de la Segunda Guerra Mundial con la entrada en una nueva etapa del capitalismo, a la que él llamó Welfare State Manager, o de gestión del Estado de Bienestar, conocido en Europa como el Estado Democrçatico y Social de Derecho de la socialdemocracia de postguerra.

Una etapa del capitalismo en la que las finanzas casi no tienen importancia y en la que el sistema financiero fue drásticamente reducido y severamente regulado, y en la que fueron estrictamente separadas la banca de inversión y la banca comercial (al menos, en los Estados Unidos). Se acumuló gran cantidad de deuda pública, por lo que las carteras de inversión se mantuvieron seguras y se tenía un gran Estado capitalista donde el gobierno jugaba un papel muy importante en punto a mantener alta la demanda agregada.

Esta estapa del capitalismo fue, y por mucho, la mejor época del capitalismo en términos de crecimiento económico y estabilidad: no hubo una sola crisis financiera en dos dos décadas. Pero, como solemos decir, la estabilidad [capitalista] es desestabilizadora, y un tipo de capitalismo realmente estable fomenta innovaciones financieras que van haciendo el sistema más y más frágil, hasta que encontramos que el capitalismo se convierte en lo que Minsky llamó Money Manager Capitalism o Capitalismo de los Gestores del Dinero. En buena medida, eso es un regreso al capitalismo financiero.

Así que retrocedimos en el tiempo hasta principios del siglo XX. Y cosechamos prácticamente el mismo resultado: ellos tuvieron el 29 y nosotros tenemos el 2007, cuando ocurrió el colapso financiero mundial. La diferencia con el capitalismo financiero es que ahora tenemos bancos centrales y un gran sector público. Es básicamente por eso por lo que no hemos entrado en una gran depresión (todavía).

En los treinta, así pues, se apuntó al corazón del sistema financiero para combatir la depresión…

Así es. En los años treinta matamos al sistema financiero y pusimos brida a los financieros, con lo que no pudieron levantarse: les llevó más de treinta años recuperarse y crear otra gran crisis financiera. El problema ahora es que, en vez de derrocarlos, cerrar las grandes instituciones financieras, reformar el sistema financiero, etc. etc, ahora les hemos dicho que vuelvan a lo mismo y que lo hagan otra vez. Por lo que probablemente nos dirigimos a un nuevo colapso. Las dos grandes diferencias serían: ahora tenemos un gran Estado y grandes Bancos Centrales, y ahora no hemos tocado un pelo al sistema financiero

De manera resumida, ¿cuáles serían los puntos más importantes de la Teoría Monetaria Moderna (TMM)?  

La TMM comienza con la descripción del gasto público y explica por qué un Estado soberano que emite su propia moneda no es como un hogar, una empresa o un Estado que no emite su propia moneda. Las opciones políticas de un Estado que emite su moneda son completamente diferentes.

El caso es que, desde los 60, se ha impuesto en la opinión pública la idea convencional de que un Estado es como un hogar: esa falsa idea se ha convertido en un lugar común. Ahí teneís a Obama, sirviéndose tan tranquilo de esta analogía de mal sentido común, y diciendo que el Estado, lo mismo que cualquier hogar privado, no puede incurrir continuamente en déficit, lo cual es completamente falso.

Continuemos con el enfoque de los balances sectoriales usado en la TMM. ¿Podrías explicar de qué se trata y cómo desde esta visión la austeridad no tiene ningún tipo de sentido?

Al final todo se resumen en que los balances deben cuadrar. La idea de que la austeridad, que busca reducir el déficit presupuestario, es buena para la economía carece de cualquier tipo de sentido. No hace falta ser un keynesiano para entender que si recortas el presupuesto público y aumentas los impuestos, te estás empujando a la recesión. Esta es una idea keynesiana muy sencilla.

El volumen del déficit presupuestario del Estado tiene que ser consistente con los balances de los otros dos sectores (sector privado interno o nacional y sector exterior). Esto nunca ha estado en cuestión. Lo que se sugiere ahora es que, si el Estado lo quiere realmente, puede reducir su déficit, lo cual no es cierto. Tu no puedes reducir tu déficit presupuestario, a menos que algo ocurra en uno de los otros dos balances, o en ambos. En definitiva, que el comportamiento de los otros balances te permita hacerlo.

De hecho es muy poco probable que al tratar de reducir el déficit público, los otros dos balances se muevan en la dirección correcta. Si reduces el déficit presupuestario aumentando impuestos y recortando el gasto público, para algunos países puede significar una mejora en la cuenta corriente, probablemente se importe menos y puede que se exporte algo más, siempre a costa de frenar su economía. Lo más probable es que el sector privado se mueva en la dirección que no deseas, porque cuando este sector se asusta, prefiere ahorrar más y gastar menos, pero no pueden ahorrar más si el gobierno está reduciendo su déficit presupuestario. El déficit público es el modo por el cual el sector privado ahorra. Así que esta fórmula de la austeridad no va a funcionar.

Cuando entiendes que el sector privado en su conjunto normalmente quiere tener superávit –quieren gastar menos y ahorrar más— y acumular riqueza financiera, entonces se torna claro que tienes que ser un país como Alemania, que siempre puede tener un superávit por cuenta corriente, o si no, tienes que incurrir siempre en déficit público. O lo uno o lo otro. Estados Unidos no puede tener un superávit comercial, por lo que tenemos un gran déficit público, que debe ser al menos tan grande como para cubrir al sector privado y al déficit por cuenta corriente.

En tiempos normales, en los EEUU el déficit debe ser del 6% del PIB, que es un gran déficit. Muchos economistas ortodoxos, bueno no muchos, pero sí muchos keynesianos ortodoxos aceptarían un 6% de déficit en malos tiempos, pero piensan que, en condiciones normales, eso es demasiado.

Desde esta perspectiva queda claro el fracaso de las políticas practicadas en los países de la zona euro como Grecia o España…

Yo no pondría el énfasis en los países de forma individual. Una vez entiendes la TMM y el enfoque de los balances sectoriales, diría que todo lo establecido es incorrecto.

Se divorció a cada país de su propia moneda (por eso no culpo a los países de manera individual, ya que eso ya estaba hecho), y una vez ahí, ya no fueron nunca más emisores de moneda, fueron usuarios de una moneda: perdieron el espacio político para hacer lo que un Estado emisor de moneda puede hacer. Con lo que no se puede decir que debían haber hecho esto o aquello; simplemente no podían.

El segundo punto es que cuando tu creas una unión monetaria, sabes que dentro de la unión, por cada país que tenga un superávit comercial debe haber al menos otro incurriendo en déficit para compensarlo. Se estableció un sistema en el que, a través de la eurozona, los balances deben cuadrar. Es cierto que se podría tener un superávit contra el resto del mundo; sin embargo, esto no va a ocurrir; no, al menos, con un volumen significativo. Porque Europa es demasiado grande y se enfrenta al mismo problema que EEUU y al mismo problema con que se encontrará China en los próximos cinco años. El mundo no es suficientemente grande como para que la Eurozona tenga un superávit comercial suficientemente grande.

La demanda mundial no es ni de lejos tan grande para que la Eurozona sea un exportador neto…

Además, debe competir con 2 mil millones más de trabajadores que se han unido a la fuerza de trabajo mundial en India y China. No solo no hay suficiente demanda; es que no puede competir tampoco basándose en los salarios. Ahora mismo, cualquier cosa que en Europa se pueda fabricar, China lo puede hacer mucho más barato, y mientras siga habiendo más o menos un libre mercado comercial, no hay modo de poder competir con China. Simplemente, no hay modo de que Europa pueda llegar a ser un exportador neto. De modo que los superávits exportadores serán en contra de los Estados miembros de la Eurozona.

En la Unión Monetaria Europea, su mayor economía, Alemania, quiere tener siempre, continuamente, un superávit comercial, y seguro que lo querrá en el futuro y que actuará en consecuencia. Ese superávit es muy grande: el 6% de su PIB. Por lo que, siendo Alemania un 40%, más o menos, del total de la economía de la Eurozona, y sabiendo que solo el 50% de una economía puede estar en superávit, y que, por lo tanto, el otro 50% tiene que estar en déficit, se ve claro que se tendrá a unos cuantos países de la Eurozona incurriendo perpetuamente en déficit comercial.

Supongo que con esto ya está el fracaso asegurado. Una vez has cedido el espacio para tu política fiscal y teniendo presentes los balances de los tres sectores, no hay modo de que el sector privado de los países de la periferia puedan tener un superávit. Justamente es lo contrario. Habéis tenido un gran déficit del sector privado, una gran acumulación de deuda privada y una gran crisis financiera. No se puede tener un déficit comercial y un sector privado ahorrando, a menos que se incurra en un fuerte déficit público.

Así que un déficit del 10% del PIB en los países de la periferia debería ser la norma. Igual que en EEUU lo normal es un déficit del 6%. Vuestro déficit debe ser mayor, porque tenéis esa gran economía alemana que insiste en tener un perpetuo superávit comercial. Entonces, si tenéis un gran déficit comercial y el sector privado queriendo ahorrar, el sector público debe incurrir en déficit, pero tenéis una restricción política que os impide poder hacerlo: el sistema no debería poder funcionar.

Bueno, ¿qué ha estado pasando entonces?

Durante la última década, los españoles han estado dispuestos a incurrir en un déficit privado y acumularon un gran montón de deuda, peor que en los EEUU. Lo que tenemos, pues, es una economía que incurrió de manera insostenible en un déficit del sector privado. Luego está Italia, que solía tener un gran superávit privado, pero estuvieron dispuestos a reducirlo considerablemente. Aquí está otro punto que le permitió a Alemania continuar con su gran superávit. Los españoles dispuestos a comprar, Italia reduciendo su ahorro para comprar más y enviando toda la producción a Alemania. Por otro lado estaba Grecia, una pequeña economía, incurriendo en un gran déficit exterior y el gobierno incurriendo en déficits mucho mayores de los que habían reconocido, igual que Italia. Con esta situación podías ir tirando un tiempo, pero no demasiado, ya que era insostenible. Y sigue siendo insostenible, ya que nada ha cambiado realmente.

Durante las conferencias, entre otras, se han presentado dos soluciones. La propuesta de Jörge Bibow, con la creación de un Tesoro público Europeo, que emita bonos y reparta la recaudación entre los Estados miembros de la Eurozona en proporción a su PIB. Por su parte, Robert Parentau presentó la opción de emitir por parte de los gobierno lo que llamó Títulos G, una especie de bonos estatales, con cero por ciento de intereses, transferibles para hacer pagos, pero denominados en euros y que serían utilizados para financiar programas de creación de empleo. ¿En tu opinión, cuáles serían las mejores soluciones?

Las dos propuestas van en la dirección correcta. El plan de Bibow es tener una autoridad fiscal central que financie la construcción de infraestructuras públicas, y que todos los países obtengan un 3% de su GDP. Por lo que sería una financiación de infraestructuras y consumo desde la autoridad central que incurriría en déficit. Por lo que los países se evitarían el tener esos déficits, ya que el gasto viene de la autoridad central. Gastaría deficitariamente, emitiría bonos y no sería la deuda de las naciones individuales, sería la deuda de la Unión Monetaria Europea. Es un plan en la buena dirección, pero el 3% del PIB no es suficiente, si no se resuelve el problemón que significa tener a Alemania con un superávit comercial de 6%. De media, necesitarás un 6% del PIB como déficit para cubrirlo: el 3% no es suficiente.

También estimularía la economía en Alemania, porque ellos también recibirían ese 3% del PIB, y Bibow espera que esto pueda presionar los salarios al alza y puede que también la inflación y hacer así a los otros países más competitivos y, al final, puede que también reducir el superávit comercial alemán.

En cualquier caso, ese 3% no es suficiente, y con total certeza no es suficiente cuando estás en una depresión económica. Se necesita un déficit mayor, y una inversión sólo en infraestructuras no es suficiente. Si eres una sociedad envejecida, necesitarás también infraestructuras públicas para facilitar el cuidado de las personas mayores. Necesitarás hogares para los ancianos, un mejor transporte público que las personas mayores puedan usar, más hospitales, etc. Todo esto será necesario, y se puede usar el plan de Bibow para comenzarlo.

Pero no será suficiente, porque necesitáis empleos y solo con la construcción de infraestructuras no se pueden crear empleos bastantes. Si tienes un desempleo del 30% en Grecia o de más del 25% en España, esto no se resuelve con infraestructuras. Necesitas un garantizador de empleo o empleador de último recurso (Job Guarantee o Employer of Last Resort), y debe ser financiado por una autoridad fiscal sin restricciones que pueda financiar pleno empleo en todos los países.

La propuesta de Parentau era usar eurobonos para mucho que para infraestructuras, haciendo posible que una autoridad central financie el gasto necesario. Probablemente también necesitáis una autoridad central que, además de gastar, pueda recaudar impuestos de manera centralizada en la Unión Monetaria. En EEUU, la autoridad fiscal central gasta y recauda impuestos por un montante en torno al  20-25% del PIB, pero la autoridad fiscal Europea gasta y recaude menos del 1% del PIB. Sería necesario aumentarlo al 10%, y con esa autoridad fiscal incurriendo en déficit, igual que en Washington.

Seguramente conoces la Modesta Proposición para la Eurozona presentada por Yannis Varoufakis, Stuart Holland y tu colega Jamie Galbraith. Si consideramos atractiva esta propuesta, entre otras cosas, es porque propone recuperar el crecimiento y competitividad de las economías de la periferia mediante la inversión del Banco Europeo de Inversiones financiado con sus propios fondos, sin restricciones presupuestarias, pero de una manera centralizada, atendiendo a los desajustes comerciales de los países. Por otra parte, no implica cambios institucionales importantes en la Eurozona, por lo que sería de implementación inmediata. ¿Qué opinas de esta propuesta?

En los EEUU tenemos una unión monetaria, tenemos el dólar. Tenemos estados miembros, 50, y no tenemos dudas de que hay algunos con déficits comerciales y otros con superávit, pero no recogemos los datos. Podrías hacerlo, pero sería algo complicado. El punto importante es que te puedes imaginar que Nueva York será un exportador neto y Mississippi será un importador neto. Tenemos también doce Bancos Centrales por distritos y, en substancia, en Europa tenéis lo mismo con Bancos Centrales del Banco Central Europeo. Pero vuestro Bancos Centrales están en cada nación.

Se puede seguir recolectando los datos y ver cómo van los flujos desde Italia, España o Grecia hacia Alemania. Nuestros Bancos Centrales están repartidos a través de toda la unión. Podríamos hacerlo como en Europa y ver cómo van los flujos de dinero desde Mississipi hacia New York y después compensar el desajuste. Pero no nos fijamos en esto.

Nos fijamos en la pobreza, niveles de educación, desempleo y vemos que hay diversidad, igual que en Europa. Tenemos regiones que son pobres regiones que son ricas, o regiones con mayor nivel de educación y otras con menor. Por lo que tenemos el mismo tipo de diferencias que podéis ver entre Portugal y Alemania.

En definitiva, nosotros gastamos más en Mississippi y vosotros debéis gastar más en Portugal. Debéis tener una autoridad fiscal central, la cual es el Parlamento Europeo, con capacidad de gastar en Portugal. En realidad eso ya se hace, pero el problema es que el presupuesto para hacerlo es menos del 1% del PIB de la Eurozona, que está muy lejos de lo que se necesita.

El punto relevante para esto no es si Alemania tiene un superávit comercial; el punto relevante es qué nivel de pobreza hay en Portugal o en España y decidir gastar más allí para crear empleos, aumentar el nivel de educación o crear más infraestructuras públicas.

Así es como se debería lidiar con este problemas. Esta es mi visión. En lugar de decir que se debe transferir dinero. Si nosotros decimos que vamos a transferir dinero de Nueva York a Mississippi, automáticamente estamos enfrentándolos. ¿Quién en Nueva York dice “¡Sí, quiero enviar dinero a Mississippi!”?. Nadie quiere hacerlo. Creo que ese el modo equivocado de encarar el problema. Así se enfrentará a los alemanes con los griegos, y ya se odian entre ellos. Se debe olvidar la idea de las transferencias, y seguro que políticamente no debéis llamarlo así.

En EEUU es la derecha la que habla de transferencias de riqueza entre Estados. Desafortunadamente solía ser la derecha, pero ahora también en la izquierda hay quien dice: “tenemos que subir los impuestos a los ricos para dárselo a los pobres”. Esto es incorrecto, tu no necesitas captar impuestos de los ricos para dárselo a los pobres; simplemente necesitas gastar más dinero en los pobres. Puede que tengas que subir los impuestos a los ricos, porque son demasiado ricos. Pero no se deben unir los dos problemas, ya que inmediatamente se está creando un problema político entre las dos partes. Los ricos dirán que no se les suban los impuestos a ellos para dárselo a los pobres, que son demasiado vagos como para trabajar.

Lo único que hay que hacer es decir que hay gente pobre a la que necesitamos mejorar sus condiciones de vida. Y después, si se quiere, debatir si subir los impuestos a los ricos, si los ricos tienen demasiado dinero y se necesita recaudar más de ellos. Se debe tener el debate de este modo, en lugar de seguir la lógica de sacar dinero a los ricos para dársela a los pobres, ya que es falsa. No se necesita tomar nada de los ricos para gastar más en los pobres.

Randall Wray es uno de los analistas económicos más respetados de Estados Unidos. Colabora con el proyecto newdeal 2.0 y escribe regularmente en New Economic Perspectives y en Economonitor.com. Profesor de economía en la University of Missouri-Kansas City e investigador en el “Center for Full Employment and Price Stability”. Ha sido presidente de la Association for Institutionalist Thought (AFIT) y ha formado parte del comité de dirección de la Association for Evolutionary Economics (AFEE). Randall Wray ha trabajado durante mucho tiempo en el análisis de problemas de política monetaria, macroeconomía y políticas de pleno empleo. Es autor de Understanding Modern Money: The Key to Full Employment and Price Stability (Elgar, 1998) y Money and Credit in Capitalist Economies (Elgar 1990).

Entrevista realizada, transcrita y traducida para www.sinpermiso.infopor: Laura De La Villa y Ayoze Alfageme

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Fuente:
www.sinpermiso.info, 17 noviembre 2013

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