Los agrocombustibles y la ofensiva del gran capital transnacional

Joao Pedro Stedile

09/09/2007

 

La prioridad del agrobusiness es el monocultivo a gran escala a través de la expulsió del hombre del campo mediante la mecanización, el uso sin brida de agrotóxicos y la agresión al medioambiente. El resultado es la concentración de la propiedad de la tierra.

Por eso vemos con gran preocupación los programas de desarrollo de los agrocombustibles en Brasil y en otros países.

Estamos bajo la ofensiva de una triple alianza del capital internacional: las compañías petroleras (que quieren disminuir la dependencia respecto del petróleo), las compañías automovilísticas (que quieren seguir promoviendo el modelo de transporte individual) y las empresas agroindustriales, como Cargill, Monsanto y Bunge (que quieren seguir teniendo el monopolio del mercado mundial de semillas y de productos agrícolas). Y ahora este imperio del capital internacional quiere cerrar una alianza con los grandes terratenientes del sur, especialmente aquí, en Brasil, para usar grandes extensiones de tierras para producir agrocombustibles. Nada que ver con nuestras preocupaciones, simples seres humanos que somos, respecto del medio ambiente y al efecto invernadero global: a ellos sólo les interesa mantener y aumentar las tasas de beneficios. La manipulación a que, a tal efecto, nos vemos sometidos es enorme: llamar a los combustibles de origen vegetal "biocombustibles" es una aberración. Con el prefijo "bio" quieren ofrecer la imagen de algo bueno, políticamente correcto. Pero el único objetivo del capital es el beneficio, y los efectos no serán desde luego nada buenos. El primero de ellos será la inevitable migración de los cultivos alimentarios –que en general tienen márgenes de beneficio muy bajos— hacia el cultivo de agrocombustibles (ya se ven los efectos sobre los precios de los cereales); el segundo será la ampliación de las áreas destinadas al monocultivo –cereales, caña de azúcar, soja— para la producción de etanol o de carburantes diesel; el tercero, una fuerte presión a favor de la ulterior concentración de la propiedad de las tierras.

La experiencia del Brasil es elocuente. La producción de alcohol para autos a partir de la caña de azúcar ha tenido un impacto positivo en la balanza comercial, disminuyendo los gastos en petróleo. Pero las consecuencias sobre el medio ambiente han resultado devastadoras: muchos países se han transformado en inmensos campos de caña, totalmente dependientes de la importación de alimentos del exterior. E incluso en relación con la contaminación, los resultados han sido negativos, porque la producción de caña necesita a su vez diesel y derivados del petróleo para los fertilizantes.

Es necesario que consigamos cerrar el paso al progreso del monocultivo de la caña y de la soja. Y más en general, es necesario que consigamos detener la ofensiva del gran capital transnacional.

João Pedro Stedile es el principal dirigente del movimiento campesino brasileño de los Sem Terra.

Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març

Fuente:
Il Manifesto, 25 agosto 2007

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