"Los destinos de un pueblo no puede decidirlos un grupo de jueces". Entrevista

Josep Fontana

15/07/2007

El periodista A. Vives entrevistó para el diario El Punt Diari al historiador Josep Fontana, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, que acaba de ser galardonado con el Premi Nacional De Cultura de la Generalitat de Catalunya.

El catedrático de historia e instituciones económicas y durante diez años director del Instituto Jaume Vicens Vives, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ha sido el primer catalán que ha recibido el Premio Nacional de Cultura  de la Generalitat de Cataluña a la trayectoria profesional y artística.

El historiador Josep Fontana muestra su “sorpresa” por haber sido el primero en recibir el Premi Nacional de Cultura a la trayectoria profesional y artística que desde este año concede la Generalitat. “Ni te lo esperas, ni sabes bien por qué te han elegido”. Y añade, desconcertado, “nunca he ido a visitar ningún despacho para hacer currículum”. Pero, en el fondo, se muestra agradecido.

¿Cómo se explica que le concedan este galardón por la aportación relevante que ha hecho a la cultura catalana y, en cambio, no lo inviten a ir a Francfort (la cultura catalana es la invitada de honor este año en la feria del libro de esta ciudad, NT)?

Posiblemente sea porque la idea de literatura, en principio, se asocia a la creación y no a lo que pueda representar el ensayo o el estudio. A los que no somos ni poetas ni narradores nos afecta muy negativamente esta especie de fijación por el uso de la lengua catalana en el ámbito estrictamente literario. Cualquier obra que publicas en catalán fuera del ámbito literario, en mi caso como historiador, esperas que reciba la atención de nuestro propio mercado, pero la respuesta se produce solamente cuando los libros se refieren a Cataluña, si no es así normalmente no tienen salida. Y los historiadores aún tenemos la suerte de que una parte del trabajo que hacemos, si lo hacemos referido al país, recibe atención. Para las ciencias sociales y las otras ciencias es evidente que no hay un mercado en lengua catalana. Me he encontrado en casos como el siguiente: publicar un libro en catalán un año y al siguiente sacar la versión castellana y, cuando ésta sale al mercado, la edición catalana muere. Yo he tenido la suerte de que mi editor siempre ha aceptado esperar un año o dos a sacar la versión castellana.

¿Qué deberíamos hacer para crear este mercado?

Son problemas que tienen que ver con la normalidad de nuestra cultura. Evidentemente, aún tenemos camino por hacer. Entiendo que en tiempos del franquismo se considerase que lo que era necesario publicar en catalán, en mi campo, fundamentalmente fuera lo que se refería a la historia de Cataluña. Ahora ello no basta. Para ser una cultura normal, lo que se precisa es asumir un grado de desarrollo en el terreno de la historia en general, no solamente de Cataluña. Por ejemplo, bajo el franquismo un grupo de gente decidimos hacer una revista de historia general, Recerques (“Investigaciones”). Nos pareció que lo que necesitaba el país era una revista de historia, no una revista de historia de Cataluña, no era suficiente. Me parece a mí que algunas de estas limitaciones de lo que podríamos llamar una etapa resistencialista aún duran y nos hemos de curar. Un país normalizado debería leer libros de historia general en catalán.

¿La ley de la memoria histórica es un buen camino para cerrar esas heridas?

No lo sé. Yo creo que no se acaba de entender bien la ley. La gente piensa que se ha hecho para que nos hagamos la puñeta unos a otros. A mi me parece que hay una cuestión fundamental, se ha intentado conocer bien los hechos justamente para entender qué pasó. Hay un personaje que pasa y circula por el mundo del periodismo después de haber sido espía de Franco…

¿A quién se refiere?

La ficha del señor Carles Sentís en el Archivo de Salamanca dice literalmente que fue espía de Franco, bien, pero esto es una obsesión mía particular. Lo que quiero decir es que el conocimiento no lo necesitamos para hacer la guerra, lo necesitamos para entender lo que pasó. Si el problema fuera que pura y simplemente aquí fuimos agredidos desde fuera, no pasaría nada. Pero el problema es que esta sociedad también se dividió y esto es un problema nuestro, es un problema gravísimo, en Mallorca y en todas partes. Cuando pensamos, por ejemplo, en las bendiciones de la iglesia a la cruzada vemos que participaron obispos catalanes. No se trata de remover, se trata de conocer y de entender por qué, si no vamos mal, y he puesto el ejemplo de Mallorca porque es un lugar donde durante mucho tiempo se supuso que allá nunca pasó nada.

Así, ¿cree que una ley de este estilo no ayuda mucho?

No, yo no pienso que sea una gran ley, en todo caso es el esfuerzo que se hace por recuperar la memoria, que sí que pienso que es importante. Lo que sorprende es la timidez con que se enfrenta este problema. Aún ahora, el gobierno español, de izquierdas, tiene miedo de plantear la recuperación de la memoria histórica. Cuando estaba investigando para mi tesis doctoral en el archivo de la presidencia de gobierno, por ejemplo, no me permitieron que copiase las actas de los consejos de ministros de 1824 y 1833, y la justificación que me dieron fue: “debido a la naturaleza reservada de los documentos”. Ahora parece que aún tenemos miedo de conocer. ¿Qué debemos esperar, 200 años más para no tener miedo?

¿Impedirá este miedo que vuelva el resto de papeles que aún están retenidos en el Archivo de Salamanca?

No, yo creo que aquí hay viejos rencores que responden a una idea, que creo que es una idea equivocada. Conservar los papeles no tiene el menor sentido en la actualidad, lo importante es que puedas ver la documentación. Supongo que en Salamanca no se percatan que tampoco es verdad que ellos ganasen la guerra. También padecieron mucho allá, hubo destrucción. Unamuno descubrió, poco antes de morir en diciembre de 1936, que aquello era un desastre. Supongo que el día que en Salamanca también se percaten de ello pondrán fin a esta especie de hostilidad sistemática; por eso es útil la educación colectiva.

¿Cómo cree que reaccionaría el pueblo catalán si los recursos de inconstitucionalidad contra el Estatuto catalán salen apara adelante?

Si esto sucede, como parece que sucederá, será por cuestiones que no tienen nada que ver con la razón, sino con la hostilidad y los prejuicios de un sector de la derecha española que siempre ha concebido España como una especie de cárcel en donde todo el mundo está obligado a mantener las mismas reglas y donde debe condenarse cualquier intento de pensar diferente. Si los recursos prosperan… Yo creo que hay una cosa intolerable: una medida que ha sido aprobada por diputados elegidos y ratificada en referéndum, no puede ser que un grupo de jueces que no han sido elegidos por el conjunto de la población sino designados y que lo que representan es sencillamente el resultado de la lucha de los dos partidos mayoritarios tengan derecho a decidir por todos nosotros. En este sentido, la sociedad catalana debería reaccionar con alguna forma de desobediencia civil y expresarlo movilizando al país. Los derechos y libertades de un pueblo no deben decidirlos un grupo de jueces.

Josep Fontana es catedrático emérito de Historia y  dirige el Instituto Universitario de Historia Jaume Vicens i Vives de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Maestro indiscutible de varias generaciones de historiadores y científicos sociales españoles, investigador de prestigio internacional e introductor en el mundo editorial hispánico, entre muchas otras cosas, de la gran tradición historiográfica marxista británica contemporánea, Fontana fue una de las más emblemáticas figuras de la resistencia democrática al franquismo y es un historiador militante e incansablemente comprometido con la causa de la democracia y del socialismo. Es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO.

Fuente:
El Punt Diari, 9 julio 2007

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