Los franceses apoyan la tormenta social

Paule Masson

05/10/2005

El apoyo es manifiesto. Podría hablarse incluso de plebiscito. En diez años, es la primera vez que una jornada de huelga interprofesional reúne tantas opiniones positivas. En el punto culminante del conflicto contra el plan Juppé, a comienzos de diciembre de 1995, un 62% de los franceses apoyaban el movimiento. Hoy son un 74 % quienes manifiestan su apoyo (42 %) o su simpatía (32 %) a la jornada de huelga y de manifestaciones organizada mañana [martes, 4 de octubre] por todos los sindicatos para defender el poder adquisitivo, el empleo y los derechos de los asalariados. Un récord, que sólo las acciones por categorías habían hasta ahora superado, los investigadores en marzo de 2004 (82 %), los asalariados de Danone contra los despidos provocados desde la bolsa en 2001 (85 %), o los de Moulinex contra la declaración de quiebra del grupo (87 %) ese mismo año. Es la principal enseñanza del Barómetro social realizado el 26 de septiembre por CSA para l'Humanité y la NVO, semanario de la CGT.

Desatrancar el contencioso salarial

Entre los trabajadores ocupados, el acuerdo en la necesidad de frenar la destrucción de los derechos sociales es aún más patente, ya trabajen en el sector público (81 %) o en el privado (77 %). En vísperas de lo que se anuncia ya como una reprimenda mayor a la política gubernamental, los dirigentes sindicales esperan lograr al menos el milón de manifestantes conseguido el pasado 10 de marzo.

Los ingredientes del éxito parecen, en efecto, estar presentes. El Barómetro social revela que sólo el 9 % de la opinión pública declara su oposición o su hostilidad a la jornada del 4 de octubre. La unidad sindical, que no se había realizado a este nivel en un comienzo de temporada social desde hacía treinta años, ha desencadenado una dinámica de confianza sobre el nivel de respuesta a construir. Volcada a escala departamental, ha permitido programar 143 manifestaciones y miles de paros en el puesto de trabajo. Con esta jornada de acción interprofesional, que es la tercera desde comienzos de 2005, los sindicatos se aconsonantan con las expectativas de los asalariados. El barómetro IFOP, publicado ayer por Journal du dimanche, muestra que el 57% de los franceses les otorgan su confianza, una cota que no se alcanzaba desde 2002.

El estado de exasperación social

Mañana, los sindicatos creen que podrán colocarse en situación de lograr un «desatrancamiento» del contencioso salarial. Se aferran a la idea de que el Estado tiene que aceptar el aumento de un punto del índice de los funcionarios, y la patronal poner todos los mínimos convencionales al menos al nivel del SMIC. También denuncian, de una manera muy especial, el tipo de contrato «nuevas contrataciones» (CNE) de Dominique de Villepin, temiéndolo una etapa hacia una generalización de la precariedad. En eso les sigue la opinión pública, un 58% de la cual considera que el CNE es «una medida que trae consigo el riesgo de aumentar la precariedad». El intenso trabajo informativo realizado por los sindicatos está aún por completar, a la vista de que todavía un 34 % piensa que se trata de una medida que incentivará a los empresarios a la hora de contratar, cifra que llega a al 48% en el segmento entre 18 y 24 años.

Después de haber multiplicado los avisos tanto en jornadas de acción como en las urnas, la exasperación social ha llegado a su colmo. «La gente tiene ganas de decirle al gobierno: ¡escúchanos!», afirma Jean-Christophe Le Duigou, secretario confederal de la CGT. «Esto chirría. Por todas partes hay malestar», afirma Jacques Voisin, presidente de la CFTC, mientras que François Chérèque, secretario general de la CFDT, alerta sobre un descontento «mucho más importante» que el que la patronal y los gobernantes «están dispuesto a imaginar». La rapidez con la que los marineros de la SNCM han reaccionado al anuncio de la privatización, y la capacidad que han demostrado para no dejarse atrapar por las maniobras tendentes a desviar el conflicto de su objetivo inicial –impedir la privatización de la compañía marítima— constituye un índice de la fuerza con que abren paso en este reinicio de temporada las expectativas sociales. El portavoz del gobierno, Jean-Fançois Copé, ha declarado sin embargo el viernes pasado que aun si la jornada del 4 de octubre fuera un éxito «importante», el gobierno continuaría desarrollando «las grandes reformas que son buenas para Francia». Pero es precisamente contra esas reformas que los franceses se manifestarán mañana. El gobierno juega con fuego. Tanto más, cuanto que toda la oposición política ha decidido salir a la calle. Los cuatro partidos políticos de la izquierda, PS, PCF, Verdes y LCR, han llamado el sábado, en una declaración común, a apoyar esta jornada intersindical,  «a fin de hacer retroceder al gobierno y al MEDEF».

Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març

Paule Masson es editorialista de l'Humanité, el centennario periódico francés fundado por Jean Jaurès

Fuente:
L'Humanité, 3 de octubre 2005

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