"Menos finanzas y más industria para eliminar los privilegios". Entrevista

Mariana Mazzucato

05/10/2015

“La clave de nuestro mensaje económico es sencilla: es verdad que Gran Bretaña crece, pero queremos que este crecimiento sea más homogeneo, más inclusivo, con menos finanzas y más industria, y, sobre todo, con menos desigualdades”. Mariana Mazzucato, profesora de Economia de la Innovación en la Universidad de Sussex, forma parte del equipo de asesores económicos de élite, de Joseph Stiglitz a Thomas Piketty, convocados por Jeremy Corbyn para delinear las propuestas de política económica del Partido Laborista en su nueva encarnación, la que disputará a los “tories” el gobierno británico. "Ha sido una sorpresa. Con Corbyn he coincidido sólo en un par de debates y yo nunca he sido miembro del Partido Laborista. Me telefonearon este fin de semana, precisándome que el comité lo formarán consultores independientes que mantendrán su libertad de crítica”.  
 
Ha citado su nombre el canciller [de Economía] en la sombra, John McDonnell, en el congreso laborista, por su trabajo sobre el Estado "emprendedor": algo más que emprendedor, un Estado que tiene la mentalidad y vocación de lo industrial. A nosotros nos recuerda el Instituto para la Reconstrucción Industrial [principal grupo empresarial del Estado italiano en la postguerra, como el Instituto Nacional de Industria español]: ¿no es una receta antigua?
 
En absoluto. Al contrario, aquí se entiende que hay una diferencia con los conservadores: el Estado no es una entidad molesta en los negocios, que andarían mejor si se les dejara a su antojo. Echa por tierra el mito del Estado lento y polvoriento contra la empresa dinámica y moderna. Cameron dejó escapar la expresión "el civil servant [funcionario público] es enemigo de la empresa", que luego ha retirado, pero la mentalidad sigue siendo esa. En determinadas condiciones, el Estado debe ser un socio con igual si no mayor dignidad que los socios privados  y asumir una función de guía en la política industrial,  siempre y cuando sepa adónde ir. Hay que fijar objetivos precisos de política económica, con una visión: Silicon Valley nació con participación pública, se perseguía la excelencia en la alta tecnología, y el volumen actual de inversión en nuevas energías en Alemania se deriva de la opción "verde". Hay una presencia substancial del Estado en las inversiones importantes.

¿Algo parecido a lo que hace en Italia la Caja de Depósitos y Empréstitos?
 
No exactamente. La CDE invierte los ahorros postales que pueden reclamarse en cualquier momento, no tiene un fondo de dotación estable que garantice inversiones a largo plazo. No hay tanto capital por ahí por el mundo, es necesario, eso sí, que no se utilice para especulaciones  financieras sino que aprenda a ser "paciente". Y en esto el Estado puede volver a encontrar un papel: guiar a las inversiones privadas, canalizarlas, impulsarlas también con algo más de “nudging” , el arte de convencer, que sí se utiliza, en cambio, con los ciudadanos. Para entendernos, algo parecido a lo que hacía el gobierno norteamericano con los Bell Labs, "forzados" a invertir en innovación: eran de la AT&T, a la que el Estado concedía a cambio mantener su monopolio, además de inmovilizar parte del capital. En el fondo es lo que le ha dicho Obama a la FIAT: ocupaos de la Chrysler [rescatada por el gobierno de los EE.UU.], pero invertid en motores híbridos. Qué previsión, podríamos decir. Para todo esto valen ministerios, agencias y departamentos, bien estructurados y con personal cualificado, fuertes y coherentes.

Y también bien financiados...
 
Es inútil negar que es un problema. Hay que afrontarlo con pragmatismo: se pueden tolerar algunas décimas de déficit de más si esto se canaliza hacia inversiones productivas con posibilidades de elevar el PIB y, por lo tanto, de volver más favorable la relación deuda/PIB, que es lo que cuenta.  Es un tema delicado para el laborismo, acusado de no tomarse en serio el problema de la deuda. Hace falta demostrar que las inversiones públicas son, si se demuestran racionales, productivas para el sistema. Y que no basta con perseguir el saneamiento de las cuentas a corto plazo si no se interviene sobre la productividad. Italia tiene más en orden sus cuentas que Alemania, y, sin embargo, está parada. En cuanto a los impuestos, se puede trabajar sobre la reducción de los incentivos, sobre los subterfugios de elusión a partir de la de las multinacionales, sobre la evasión, que también es aquí un problema.

Y de subir los impuestos a los ricos ¿hablarán?

No sé si elevará la alicuota máxima [48% para los ingresos por encima de las 100.000 libras esterlinas]. Se actuará primero sobre los impuestos de las grandes propiedades, de los ingresos financieros, de la banca misma. Pero es un discurso que está totalmente por elaborar.

Profesora de Economía de la Innovación en la Universidad de Sussex (Gran Bretaña), es autora de un libro importante y bien conocido, El Estado emprendedor (RBA, Barcelona, 2014).
Fuente:
La Repubblica, 29 de septiembre de 2015
Traducción:
Lucas Antón

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