Moderación infinita

Marco d'Eramo

22/01/2007

 

Nadie más extremista que el verdadero moderado: porque nunca se es lo bastante moderado. Siempre habrá alguien más moderado que el moderado, que lo reprenderá por no ser lo suficientemente moderado: no se puede ser moderadamente moderado. Para la moderación no vale la única frase memorable pronunciada por el ex-secretario de la URSS, Gorbáchov, cuando se le preguntó por sus convicciones religiosas: “Soy un ateo no practicante”.

Es curioso que en política el término “moderado” haya adquirido una connotación positiva, mientras que resulta negativo en otros ámbitos de la vida, sobre todo en forma adverbial: si una persona es “moderadamente inteligente”, no queremos decir que es un genio. Y si es “moderadamente simpática”, no es que nos rinda de amor. En política, no. El moderado está por encima de las partes: está el moderado de derecha, el moderado de izquierda y el de centro. El moderado es por naturaleza bipartidista, incluso tripartidista. De aquí el fin, inevitable, del “reformismo moderado”: cualquier reforma les parecerá demasiado poco moderada. Un ejemplo genial lo ha dado el centroizquierda italiano en el asunto de los taxis. Las licencias primero tenían que liberalizarse: ¡demasiado jacobino! Vino entonces un primer compromiso con las corporaciones, y se iniciaron negociaciones con los consistorios. En julio, el alcalde Walter Veltroni –campeón del reformismo moderado, al punto que aspira a convertirse en su líder político— prometía 3.500 licencias más en Roma para septiembre: lo que habría llevado a que la relación taxi/habitantes quedara en la mitad de la de Londres. Pero aún era demasiado extremista. En diciembre se hablaba de 1.500 licencias más para enero. Ya no se menciona el asunto. La reforma se ha evaporado, pero con moderación.

Hay un sólo grupo social sobre el que la moderación se permite la desmesura. Aquí todo es cargar costos a los dependientes asalariados, a los precarios, a los pensionistas, a los enfermos, a los estudiantes. Sobre ellos los peajes y gravámenes (llamados cupones), sobre ellos los cobros, los agravios, los burocratismos, los subidones. Que nunca son lo bastante incisivos, quirúrgicos, estructurales. Está claro: la moderación del moderado es la que modera las expectativas ajenas y el nivel de vida ajeno. Modera nuestra confianza en el futuro.

Marco d'Eramo es un analista político que escribe regularmente en el cotidiano comunista italiano Il Manifesto

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench       

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Fuente:
Il Manifesto, 20 enero 2007

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