Nicaragua: Managua contra la represión de Daniel Ortega

Maynor Salazar

14/07/2018

Ni el sol, ni el calor, ni la lluvia, ni la amenaza de los paramilitares, detuvieron a las decenas de miles de nicaragüenses que coparon las principales calles de la capital, en la marcha nacional “Juntos Somos un Volcán”. La movilización arrancó en la rotonda Cristo Rey, avanzó por la calle principal de Altamira, dobló hacia la plaza de Las Victorias y culminó en la Jean Paul Genie.

El Himno Nacional marcó el inicio de la caminata: unos 4.5 kilómetros hasta la Jean Paul Genie. Sobre la calle, una comparsa amenizó a la gente. “Soooy puro pinolero, nicaragüense por gracia de Dios”. Pese al insoportable calor (estábamos a 31°C con sensación térmica de 37°C) y los ardientes rayos del sol, de las 10:30 de la mañana, los ciudadanos se mostraron motivados, sonrientes, alegres.

Entre los miles de ciudadanos que marchaban, estaba Martina Téllez, una mujer de cinco meses de embarazo, que cargaba un letrero que decía: “Qué se vayan. Por mis hijos, por Nicaragua. Prohibido rendirse”. Iba vestida de blanco, con una gorra del mismo color y una bufanda con los tonos de la bandera nacional.

Arrugaba su cara, porque la gorra no la protegía del todo del sol. Las gotas de sudor caían sobre sus mejías. Muchos le recomendaron no marchar por su “panza”, pero paso a paso, arropada por los cientos de miles de pobladores, se motivaba para terminar lo que había empezado.

La mujer, que trabaja como docente en una escuela privada, no andaba con su familia. “Yo vine porque quise, porque no deseo que mi hijo crezca en un país dominado por el odio y por un presidente que mata a nuestros hermanos nicaragüenses”, expresó. “Mi familia se preocupa, es evidente, pero seguiré marchando porque es necesario, porque ya no aguantamos a Daniel”, insistió.

Los ciudadanos caminaban y parecía que la rotonda Cristo Rey no dejaba de estar llena. Mientras unos marchaban, otros llegaban, y así siguió, hasta que transcurrieron 15 minutos, cuando poco a poco se logró ver el final de la movilización.

Las calles se pintaron de azul y blanco. No habían banderas de partidos políticos. “Es que aquí estamos por Nicaragua”, gritó una muchacha que iba en la tina de una camioneta. Las vuvuzelas sonaban, los niños, las niñas, los hombres y mujeres gritaban sin cesar. Era una fiesta cívica, la expresión del pueblo, que no ha dejado de exigir la salida del tirano.

“Sobaco peludo, te vas con el trompudo”. “¿Cuál es la ruta? Que se vaya ese hijueputa”. “¿Cuál es el clamor? ¡Que se vaya el violador!”, fueron algunas de la consignas que los ciudadanos gritaban por todo el camino. Todas fueron repetidas una y otra vez. “Es que el mensaje tiene que llegar hasta El Carmen”, dijo Carmen Mendoza, una mujer que asegura ha marchado las veces que se ha convocado a estas actividades.

La marcha fue respaldada por los habitantes de los barrios cercanos a la ruta de la movilización. Todos salieron a las esquinas de sus calles, ondeaban banderas de Nicaragua, agitaron sus manos en señal de victoria, y sonreían al ver la marabunta de ciudadanos.

Una mujer, vestida con una camisa azul y blanco, se acercó a un grupo de jóvenes a pedirles que se unieran. Todos hablaron alrededor de dos minutos. Convencerlos no fue difícil, solo “necesitaban un empujón” y finalmente los muchachos, temerosos, aceptaron y caminaron hasta la plaza de Las Victorias.

“Nosotros estábamos con ganas, pero es que nos daba miedo que salieran los paramilitares, usted sabe que esos ahora no respetan ni a los curas”, afirmó Blanca Castillo, una joven estudiante. “Vamos a seguir hasta el final, ya no vamos hasta la plaza de Las Victorias, es que ya nos sentimos con más confianza”, aseguró.

Los paramilitares a los que se refiere Blanca, son los mismos que han desmontado los tranques y barricadas en los distintos departamentos del país. Los mismos que junto a la Policía Nacional han reprimido al pueblo y cuya violencia cobra, hasta el momento, al menos 264 muertos, según el último informe de la CIDH.

El chaparrón que animó la marcha

Martín Sosa, vendedor de cervezas, gaseosas y agua, salió de su casa, ubicada en el barrio Walter Ferretti, a eso de las 8:30 de la mañana. A las 11:15 ya había vendido la mitad de su producto. “Traje más agua y gaseosa, a la gente no le gusta la cerveza, y fíjese que las pocas que compré, ahí las ando”, aseguró.

La venta de Sosa menguó cuando el cielo se nubló y la lluvia refrescó el ambiente. Un aire frío cruzó por toda la carretera a Masaya. “Ese es Dios que nos está mandando esto para que reaccionemos”, dijo Soraya Gutiérrez, una señora de 50 años de edad que caminaba junto a sus hija.

Gutiérrez aseguró que Dios “está con nosotros” porque la lluvia solo mojó para despertar los ánimos de júbilo y no para “inundar las calles”.

La señora insistió en que los nicaragüenses deben unirse a las movilizaciones y dejar el miedo, pues esta es la única forma de “sacar al dictador de la presidencia”. Asimismo manifestó que ella está dispuesta estar siempre en los plantones, protestas y cuanto paro laboral que se haga en el país.

“Yo tengo una pulpería y mañana voy a cerrar, porque aunque sea un pequeño negocio, todos debemos presionar para que ese hombre se vaya y no nos siga matando”, afirmó Gutiérrez.

La lluvia solo tardó 15 minutos. El sol se escondió un buen rato y los ciudadanos llegaron, mojados, a la Jean Paul Genie, al ritmo de “Vivirás Monimbó, llama pura del pueblo, oigo tu corazón, atabal guerrillero, donde el indio cayó, floreció el Granadillo, para hacer la marimba que tocan los sones de liberación”.

La rotonda no dio abasto para tantas personas. Eugenio López, ingeniero civil, expresó su apoyo a la histórica ciudad de Monimbó, en Masaya. Expresó que ese pueblo es “el ejemplo a seguir porque han resistido toda la violencia del régimen y sus paramilitares”.

“No reconocemos a Ortega como presidente”

“Yo sé que el diálogo es una salida, pero siento que la Alianza Cívica debe escuchar lo que dice el pueblo, irnos a paro, pero no de un día, sino de más. También organizar más actividades como estas. Lo de la caravana está perfecto. Aquí tenemos que darle con todo, pero cívicamente hablando, a Daniel”, insistió López.

El ingeniero civil manifestó que Daniel Ortega ha reprimido al pueblo porque “tiene miedo” y porque está “claro de que nosotros ya no lo reconocemos como presidente, ya su tiempo pasó y debe entender que no lo queremos más” en el poder.

Las nubes se apartaron y el sol regresó, pero era un sol menos insolente, más tolerable, sus rayos no quemaban, al contrario, iluminaban los rostros de los ciudadanos que seguían llegando con sus pitos, en sus motos, en sus carros, solos, acompañados, del norte y también del sur, de la ciudad.

Desde Monimbó llegó un grupo de ciudadanos, con máscaras que usualmente se ven en “Los Agüizotes”. No era complicado reconocerlos. Ese júbilo se nota a cien metros de distancia, pues sobresalen con sus gritos, con su algarabía, con su forma de ser, es que ellos llevan el güegüense en la sangre.

“No te puedo dar mi nombre, pero sí puedo asegurarte que el pueblo no se va a rendir. Hemos demostrado que no queremos más a ese hijueputa asesino”, mencionó el monimboseño, que andaba acompañado de otros, que con máscaras y trajes vistosos, dieron el sazón que solo los masayas pueden poner.

Juntos somos un volcán

Con la Jean Paul Genie desbordada por los manifestantes, y los parlantes sonando las nuevas canciones de los hermanos Mejía Godoy, el acto de culminación de la marcha “Juntos Somos un Volcán” dio inicio. Primero habló Ana Quirós, directora del Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud (CISAS).

Dio la bienvenida a los cientos de miles de ciudadanos. Probó el ánimo de las personas que estaban cerca de la tarima y las que estaban casi por el edificio de Movistar. “Saludamos a los hermanos de Monimbó, a los de Jinotepe… a los de la UNAN”, dijo Quirós, en medio de la algarabía que esto representó para los presentes.

“Que se vayan, que se vayan, que se vayan”, decían los pobladores al unísono, apoyados con sus vuvuzelas y moviendo sus banderas de un lado al otro.

En medio de la bienvenida de Quirós, un estudiante, de los atrincherados en la UNAN, tomó la palabra para decir que el Movimiento 19 de Abril “no nos representa. Respaldamos algunos ideales de la Alianza… le pedimos al pueblo que no nos dejen solos, que nos apoyen”, insistió el joven.

El micrófono fue entregado a Azahálea Solís, miembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia. “Monimbó presente, Sébaco presente, Jinotepe presente… juntos somos un volcán, justicia sin impunidad, democracia para vivir en paz”, dijo Solís.

Solís reconoció que los estudiantes abrieron el camino para la insurrección cívica, en la que ahora participan nicaragüenses de todas las edades, y que el pueblo quiere y necesita un país en el que se respeten los derechos humanos y exista democracia.

“La respuesta del régimen a los reclamos de justicia ha sido asesinar, secuestrar, torturar y criminalizar la protestas. Centenas de nicaragüenses ya no están en sus hogares… muchas madres reclaman justicia y liberación de sus familiares. Reafirmamos que nadie va a quedar en impunidad, todos los responsables de los crímenes serán castigados”, aseguró Solís, quien agregó que seguirán demandando a Ortega que acuda a la “mesa de salida” porque se tiene que ir, “aunque sea contra su voluntad”.

Los presentes escucharon una a una las intervenciones de los demás miembros de la mesa de diálogo, asimismo, a los estudiantes de otros recintos, que también quisieron solidarizarse con las familias que han perdido algún ser querido, producto de la represión del Gobierno de Ortega.

“En nombre de los estudiantes de la UNA, nosotros no damos un paso atrás, no nos rendimos, ni un paso atrás, ni un paso atrás, porque no somos ni de izquierda ni de derecha, es toda Nicaragua que está arrecha”, mencionó un líder de la Agraria.

Uno de los últimos en dar unas palabras fue Medardo Mairena, Coordinador del Movimiento Campesino, quien agradeció la presencia de los manifestantes y externó los saludos que envían los campesinos en las trincheras del centro de Nicaragua.

“El pueblo de Nicaragua tomamos una sola decisión. No queremos que Daniel siga en el poder. Queremos decir a este régimen que nos podrá matar o quitar las trincheras, pero de algo estamos seguros, con bala o plomo, no se va a ganar al pueblo. No queremos seguir con un presidente genocida que mata al pueblo”, afirmó Mairena.

El corto acto finalizó a cómo empezó la actividad: entonando las notas sagradas del himno nacional. Con todos los presentes cantando a una misma voz, exigiendo que los que “están en El Carmen” dejen el poder.

Periodista. Es corresponsal de "Confidencial" de Nicaragua.
Fuente:
https://confidencial.com.ni/, 13 de julio 2018

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