Noviembre 1917- La democracia en el socialismo

Miguel Salas

03/12/2017

Recordad que de aquí en adelante

sois vosotros mismos los que administráis el Estado.

Nadie os ayudará si no os unís por impulso propio

y si no cogéis en vuestras manos todos los asuntos del Estado.

(Lenin)

 

La toma del poder por una nueva clase social es el momento cumbre de todo proceso revolucionario y, al mismo tiempo, solo es el inicio de la titánica tarea de crear una nueva sociedad. Cuando la burguesía se adueñó del poder, en la revolución francesa o americana, previamente había conquistado buena parte de la base económica de la sociedad, sin embargo, para la revolución obrera adueñarse del poder era la condición previa para empezar a cambiar las condiciones económicas y sociales de la mayoría de la sociedad. El nuevo gobierno representativo de los soviets tuvo desde el primer día una tarea inmensa. La situación no dejaba de ser desesperada. La burguesía y los terratenientes no podían creerse lo que estaba sucediendo y confiaban que los bolcheviques no pudieran sostenerse en el poder. Kerensky, que había logrado huir, contactó con generales golpistas para marchar sobre Petrogrado, los oficiales reaccionarios intentaron organizarse y contaron, lamentablemente, con el apoyo de los mencheviques y social-revolucionarios. Al día siguiente de la insurrección, el 26 de octubre, formaron un Comité de Salvación de la Patria y la Revolución, otro intento más de conservar la alianza con la burguesía en contra de la revolución, no para hacer declaraciones formales ni para ejercer el papel de oposición, sino para llamar “a todos los ciudadanos a negar obediencia a los bolcheviques, a resistir de una manera activa a la sublevación, a echar mano del sabotaje y de la desorganización del avituallamiento. Su santo y seña es: Todos los medios son buenos contra los bolcheviques.” (Publicado en el diario Novaia Zhizn del 28 de octubre de 1917) El fracaso militar de los primeros intentos contrarrevolucionarios permitió un pequeño respiro. El 2 de noviembre la insurrección obrera se impuso en Moscú, mientras por toda la extensa Rusia iba prendiendo la llama de la revolución. La contrarrevolución fue sofocada porque no tenía apoyos suficientes entre la población. La guerra civil, que duraría hasta 1920 y causaría millones de muertos y la devastación de todo el país, solo pudo sostenerse por la ayuda e intervención de ejércitos extranjeros. Ejércitos de diez países intervinieron directamente y fueron los gobiernos imperialistas quienes sostuvieron y pagaron esa guerra contra los soviets, sin esa intervención la guerra civil probablemente hubiera durado bien poco.     

Para ganar en la guerra de clases, lo decisivo eran las medidas políticas que el gobierno iba desarrollando. En la entrega del mes de octubre explicamos que las primeras decisiones fueron el llamamiento a una paz inmediata y sin anexiones y la entrega de la tierra a los campesinos. Los Comisarios del Pueblo (los ministros en los gobiernos burgueses) recibirían un sueldo igual al salario medio de un obrero cualificado, además de un suplemento de cien rublos mensuales por cada miembro de sus familias que no estuviese en edad de trabajar. El 2 de noviembre se promulgaba “la declaración de los derechos de los pueblos de Rusia” que ponía en práctica la igualdad y soberanía de los pueblos; el derecho de los pueblos a disponer de su propio destino, inclusive la separación; la abolición de todos los privilegios nacionales y religiosos y el libre desarrollo de todas las minorías nacionales. Esta declaración se complementó el 22 de noviembre con un llamamiento a los obreros musulmanes de Rusia y de Oriente en el mismo sentido. El 5 de noviembre se firmó un llamamiento a la población para combatir el sabotaje, “Poneos manos a la obra -decía- desde abajo, sin esperar que os den señal alguna. Instaurad el orden revolucionario más severo.” El 10, se emite un decreto aboliendo la diferencia de castas, el mismo día se deja a las municipalidades la tarea de proveer el avituallamiento local y de resolver la crisis de alojamiento por los medios que estén a su alcance. El 14 de noviembre, mediante un decreto, se invita a los obreros a que controlen, mediante sus respectivos comités, la producción, los negocios y la situación financiera de las empresas. El 1 de diciembre se crea el Consejo Superior de Economía; el 2, se firma un armisticio con Alemania; el 4, se establece el derecho de revocación de los cargos electos por sus electores, sin la necesidad de esperar a nuevas elecciones; el 7, se decide formar una Comisión extraordinaria para luchar contra el sabotaje y la contrarrevolución; el 9, se inician las conversaciones de paz en la ciudad de Brest-Litovsk (que no finalizarán hasta marzo de 1918) El 11 de diciembre se decreta la jornada de 8 horas de trabajo en la red ferroviaria (en la mayoría de las empresas ya se había conquistado antes de octubre) y se decide la creación de una Comisaría de Instrucción Pública para la enseñanza general, laica y gratuita (hasta entonces buena parte de la enseñanza básica estaba en manos de la Iglesia) El 14, se presenta ante el Consejo Superior de Economía el decreto sobre la nacionalización de los bancos; el 16, se establece la elegibilidad de los grados en el ejército y se decreta la confiscación de los bienes de la Sociedad Metalúrgica ruso-belga; el 17, se hace lo mismo con la Sociedad de Electricidad 1886; el 18, se legalizó el matrimonio civil y el 19, el derecho al divorcio; el 24, se acordó confiscar las industrias Putilov; el 29, se resolvió dejar de pagar el pago de cupones de rentas y dividendos; el 31, se creó un colegio de protección a la maternidad y a la infancia. El 3 de enero, se proclamó la República Federativa de los Soviets de Rusia. Una inmensa tarea legislativa para empezar a construir el socialismo.

Crisis de gobierno

En ningún manual estaban escritos los pasos a dar tras la victoria de la revolución. De hecho, muchos la veían como una anomalía histórica que hubiera sido mejor evitar. Los revolucionarios rusos solo contaban con el conocimiento de la revolución francesa y con las experiencias de la Comuna de Paría de 1871 y la revolución rusa de 1905, pero se atrevieron y tuvieron que decidir, improvisar y poner en práctica lo que nadie había hecho en la historia.

Se pretende explicar algunas de las causas de la posterior degeneración estalinista en un primigenio pecado original sobre el supuesto carácter dictatorial del bolchevismo y su rechazo hacia las otras tendencias socialistas, los mencheviques y los social-revolucionarios. Pongamos las cosas en su sitio. Lenin defendió que, dada la fuerza de los soviets que agrupaban a la mayoría de la clase trabajadora y los campesinos, era posible un tránsito pacífico si los partidos mayoritarios en los soviets tomaban el poder. Pero las tendencias socialistas moderadas rechazaron esa posibilidad y prefirieron la alianza con la burguesía, con todo lo que eso significaba, mantener la guerra, no dar la tierra a los campesinos, etc. Cuando en octubre, en el II Congreso de los soviets, los bolcheviques lograron la mayoría, el resto de tendencias socialistas abandonaron el Congreso y rechazaron sus decisiones, sólo se mantuvo una minoría menchevique, encabezada por Martov, y otra de los social-revolucionarios de izquierda, que presionaron para que se formara un gobierno de todas las tendencias socialistas. ¿Un gobierno entre quienes querían avanzar hacia el socialismo y quienes querían seguir manteniendo su alianza con la burguesía? Los bolcheviques propusieron un gobierno responsable de poner en práctica el programa decidido en el Congreso, paz, pan y tierra. “¡Que los conciliadores acepten nuestro programa y entren en el Gobierno!”, repetía Lenin, pero nadie respondió positivamente. Así fue como se conformó el primer gobierno de la revolución.

El vértigo de empezar a construir una nueva sociedad también afectó a la dirección del partido bolchevique. A los pocos días de estar en el gobierno, algunos miembros del gobierno y otros dirigentes del Comité Central decidieron dimitir de sus responsabilidades para presionar a favor de la formación de un gobierno de todos los partidos socialistas. La situación era crítica, pero pudo resolverse democráticamente. En esos tiempos las diferencias políticas solo eran eso, políticas, se debatían y se decidían por mayorías y minorías. Víctor Serge escribió en El año I de la revolución rusa: “No conocemos en la historia del movimiento obrero otro caso de una crisis tan grave que se haya resuelto de una manera tan sencilla y tan lógica.” No será la única ocasión. La cruel guerra civil y la paz de Brest-Litovsk con los alemanes y austríacos pusieron de nuevo al partido ante el abismo de la ruptura. 

La influencia de los mencheviques y social-revolucionarios decrecía conforme se iban estableciendo las primeras medidas revolucionarias. En este cuadro se puede apreciar la evolución de la representación bolchevique en los primeros congresos soviéticos.      

 

Congresos Soviets

Total delegados

Bolcheviques

% de bolcheviques

Primero (junio 1917)

790

103

13%

Segundo (octubre 1917

675

343

51%

Tercero (enero 1918)

710

434

61%

Cuarto (marzo 1918)

1.232

795

64%

Quinto (julio 1918)

1.164

773

66%

Los socialistas moderados nunca quisieron colaborar con el poder soviético, mientras que los social-revolucionarios de izquierda se incorporaron posteriormente, especialmente para defender y aplicar el programa campesino. El cuaderno de los procesos revolucionarios no está escrito por adelantado, se va escribiendo en función de los acontecimientos y, a veces, las revoluciones se ven obligadas a tomar decisiones que no formaban parte de las previsiones. Trotsky escribiría: “Nada puede hacerse sin errores, y menos aún la revolución. No estaría mal, sin embargo, reducir los errores al mínimo.” (Prefacio a una recopilación de artículos titulado A los cinco años) Es una tergiversación interesada presentar al bolchevismo como un sistema autoritario y contrario al ejercicio de la democracia, eso sí, la ejercieron en el proceso de construir un régimen político y social diferente y enfrentado al de la burguesía.

La Asamblea Constituyente

La experiencia histórica hizo compleja la relación entre las libertades y derechos en el desarrollo de una nueva sociedad socialista. Dicha complejidad tiene al menos dos aspectos: primero, reconocer la ruptura con la sociedad burguesa y la necesidad, por tanto, de construir una nueva democracia; y, segundo, que la degeneración estalinista posterior y su negación de las libertades nada tiene que ver con la construcción de una sociedad socialista.

La cuestión de la Asamblea Constituyente está en el centro de ese debate. Ya antes de la caída del zarismo, para los revolucionarios rusos el proceso revolucionario debía confluir en la convocatoria de una Asamblea Constituyente que estableciera un régimen republicano, una nueva Constitución y garantizara los derechos y libertades que se hubieran conquistado. De febrero a octubre fue importante la lucha por la convocatoria de la Asamblea, para el gobierno de coalición entre los socialistas moderados y la burguesía todas las reformas debían esperar a la Constituyente, pero no hacían nada para convocarla; mientras, los bolcheviques presionaban para su convocatoria al tiempo que animaban la organización en los soviets y a no esperar para poner en práctica las transformaciones revolucionarias.

Las elecciones se celebraron entre el 12 y el 25 de noviembre, aunque debido a la situación del país en algunos distritos no llegaron a elegir diputados. Los datos que existen son solo aproximados y no coinciden todas las fuentes.  Aproximadamente votaron más de 40 millones de electores. El 39,5 de los votos fueron a los social-revolucionarios; el 24% a los bolcheviques; un 4,5% a los kadetes (partido burgués); un 3,2% a los mencheviques; un 14,5% a grupos nacionalistas socialistas (ucranianos, musulmanes, etc.); un 9,6% a otros partidos de derecha y el resto a otros partidos de distinto tipo. Se eligieron 703 diputados y diputadas, de los cuales 380 eran socialistas-revolucionarios (divididos entre ellos) 168 bolcheviques, 17 kadetes, 18 mencheviques y 120 a otros. El triunfo electoral de los social-revolucionarios se explica por la influencia que todavía mantenían entre el campesinado (recordemos que el 70% de la población era campesina), pero esa influencia ya no correspondía a la de los soviets y, además, el partido se había escindido y una parte importante, el ala izquierda, apoyaban el régimen soviético. Por el contrario, en las ciudades se impusieron los bolcheviques. En Petrogrado, sumaron 424.000 (45%) seguidos de los kadetes con 246.500 (26%) y de los socialistas-revolucionarios de izquierda con 152.200 (16%). En Moscú, los bolcheviques lograron el 47% del total de votos.

La victoria de la revolución planteaba el problema de la relación entre la Asamblea Constituyente y el poder los soviets. La Asamblea se reunió el 6 de enero de 1918 y el gobierno soviético propuso que se aprobara una Declaración de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado (https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1918/enero/03.htm) por la que se sancionaban las decisiones acordadas por el Congreso de los Soviets. [Un documento poco conocido, pero de recomendada lectura, representativo del inicio de una nueva sociedad, como la Declaración de los Derechos del Hombre representó a la revolución francesa.] Sin embargo, la mayoría de la asamblea rechazó la declaración, o sea, rechazó el poder de los soviets que hacía poco más de un mes había tomado el poder, y pretendió erigirse como un poder contrapuesto. Continuaba la colaboración entre los partidos burgueses y los socialistas moderados que se pusieron de acuerdo para defender la consigna de “Todo el poder a la Asamblea Constituyente”, que en realidad encubría la consigna de “Abajo el poder soviético”. Ante esa situación, el gobierno soviético decidió clausurar la Asamblea.

Mucho se ha escrito y polemizado en torno a esta decisión. Se ha presentado como si todos los males posteriores de la revolución tuvieran aquí un punto de partida, pero la verdadera discusión estriba en decidir si el poder y las instituciones de la nueva sociedad socialista debían coexistir con instituciones de la sociedad burguesa, aceptar que fueran su contrapeso, o no. En un artículo sobre este debate, Lenin respondía: “Quienes señalan que antes defendimos la Asamblea Constituyente y ahora la “disolvemos”, no tienen ni una pizca de entendimiento […] Pues antes, la Asamblea Constituyente era para nosotros mejor que el zarismo y que la república de Kerenski […] Pero a medida que surgieron los soviets, por ser organizaciones revolucionarias de todo el pueblo, indiscutiblemente se transformaron en algo infinitamente superior a cualquier parlamento del mundo.” El nacimiento de nuevos regímenes sociales lleva siempre aparejado la creación de instituciones que les representan, no son neutras ni ahistóricas. En la Grecia y Roma del pasado o en las ciudades de la Edad Media la democracia tenía sus propias características, diferentes de las necesidades del capitalismo. La revolución francesa creó las suyas, superadoras y opuestas a las del régimen feudal y absolutista de la época; lo normal era que la revolución rusa hiciera lo mismo. La revolución socialista fue posible por el hundimiento del zarismo y la incapacidad de la burguesía de dar respuesta a las exigencias de la sociedad, el sufrimiento creado por la guerra permitió las condiciones para que siguiera adelante el proceso revolucionario y encontró en la democracia de los soviets su expresión más genuina. No era posible la coexistencia, o los soviets gobernaban o se producía una vuelta atrás si se imponía la Asamblea Constituyente, hacia una nueva dominación de los capitalistas. En otras revoluciones se vivió un proceso parecido. En noviembre de 1918, la revolución alemana se encontró con el dilema de elegir entre los comités de obreros y soldados y la Asamblea Nacional, la socialdemocracia reformista pretendió que coexistieran ambos y finalmente fue la Asamblea Nacional burguesa quien se impuso sobre los comités para mantener el poder de la burguesía.  

El ejercicio de la democracia, de los derechos y libertades, no es ajeno a la clase social que dirige la sociedad. Quien tiene el poder económico y los resortes del Estado tiene la capacidad para imponerse. En el Estado español, el 15 M y otros movimientos sociales pusieron en cuestión la deficiente democracia en nuestro país. Está en cuestión que la democracia se limite a ir a votar cada 4 años, que el parlamento apenas pueda controlar al ejecutivo, que se imponga la Ley Mordaza, que los ricos tengan la justicia a su favor… La democracia soviética representaba la elección directa de los representantes del pueblo, el derecho de los electores a revocar a los elegidos, que el salario de los elegidos no excediera al salario medio de un obrero cualificado, que fuera desapareciendo la distancia entre el poder legislativo y el ejecutivo, que pueblo tomara y ejerciera las decisiones, que se estableciera una relación real entre libertad política e igualdad social, la libertad de los partidos soviéticos (aunque por las circunstancias de la guerra civil solo duró unos años) y, sobre todo, a que no es una minoría de capitalistas quien tiene el poder económico sino que la tierra, las fábricas, el poder está en manos del pueblo trabajador.

La revolucionaria alemana, Rosa Luxembourg, en su polémica con los bolcheviques situaba el problema de la siguiente manera: “siempre hemos diferenciado el contenido social de la forma política de la democracia burguesa; siempre hemos denunciado el duro contenido de desigualdad social y falta de libertad que se esconde bajo la dulce cobertura de la igualdad y la libertad formales. Y no lo hicimos para repudiar a estas sino para impulsar a la clase obrera a no contentarse con la cobertura sino a conquistar el poder político, para crear una democracia socialista.” Las revoluciones tienen sus leyes que los revolucionarios están obligados a aprender, pero eso no significa que todas las revoluciones tengan que repetirse de igual manera. Rusia era una sociedad atrasada que dio un salto enorme iniciando la construcción del socialismo, los soviets fueron la representación más popular y democrática, como luego sucedió en otras revoluciones, pero quizás el siglo XXI encuentra una forma mejor y aún más democrática. Lo que no habrá forma de evitar será el choque entre las nuevas formas democráticas que representen a la nueva sociedad con las existentes, expresión de una burguesía en decadencia y con formas democráticas cada vez más limitadas que ya no representen la voluntad mayoritaria del pueblo.

Rosa Luxembourg

En las polémicas sobre la revolución rusa suele utilizarse un breve ensayo de Rosa Luxembourg titulado La revolución rusa [https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf] para enfrentar sus opiniones a las del bolchevismo. Rosa, junto a Karl Liebneckt, fue una de las pocas revolucionarias que en Alemania denunció desde el primer día el carácter imperialista de la guerra y la traición de los dirigentes de la socialdemocracia alemana. Por su denuncia fue juzgada y condenada en junio de 1916. La revolución de noviembre de 1918 la liberó, pero en enero de 1919 fue asesinada por las fuerzas policiales que dirigían sus ex camaradas socialdemócratas.          

Rosa escribió el ensayo en las duras condiciones de la cárcel y con poca información, como también se quejaba Liebneckt “incapaz una vez más de enterarme como es debido de los problemas rusos”, pero cuando recibió la noticia de la caída del zarismo no pudo más que exclamar: “una ventana se ha abierto al fin bruscamente y ha penetrado una corriente de aire puro y vivo.” En su trabajo polemizó con los bolcheviques sobre la política agraria, sobre la autodeterminación de las naciones y sobre la Asamblea Constituyente, pero, curiosamente, quienes pretenden utilizarla contra el bolchevismo solo suelen referirse a esta última cuestión. Efectivamente, Rosa plantea toda una serie de críticas y reservas sobre la política de los bolcheviques, en el sentido de que sus medidas ahogan la vida democrática y defiende “la participación más activa e ilimitada posible de la masa popular, la democracia sin límites.” Es más que probable que los bolcheviques apoyaran esa afirmación y, de hecho, son numerosos los llamamientos a la iniciativa audaz de las masas, a que sean ellas mismas quienes gestionen el Estado, “la organización proletaria tiene que hacer prodigios”, repetía Lenin. Pero todo eso sucedía con una guerra civil en marcha y con el retraso y posterior fracaso de la revolución en Europa.

Y como la polémica de Rosa se desarrolla a partir del reconocimiento y la importancia de la revolución rusa, expresa sus críticas teniendo en cuenta esas circunstancias. Se lee en su ensayo: “Todo lo que sucede en Rusia es comprensible y refleja una sucesión inevitable de causas y efectos que comienza y termina en la derrota del proletariado en Alemania y la invasión de Rusia por el imperialismo alemán” y, continúa más adelante, “pues una revolución proletaria modelo en un país aislado, agotado por la Guerra Mundial, estrangulado por el imperialismo, traicionado por el proletariado mundial, sería un milagro.” No pretendemos negar las diferencias de Rosa, que no tuvo ocasión de compartir con Lenin o Trotsky, y sobre las que no volvió a insistir desde que salió de la cárcel en noviembre de 1918, pero sí denunciar el abuso interesado de sus opiniones para desprestigiar la revolución. En la biografía de Rosa Luxemburg, escrita por Peter Nettl, escribe que ese ensayo “cumpliría mejor su objeto si lo viéramos como un análisis de la revolución ideal basado, como buena parte de la obra luxemburguiana, en una forma de diálogo crítico […] Los que se sienten felices con las críticas a los fundamentos de la revolución bolchevique harían mejor en dirigirse a otra parte.”

PD.  En el suplemento cultural de El País del 2 de diciembre, el escritor Antonio Muñoz Molina ha publicado un artículo titulado "Un retrato de Lenin". Más que un retrato se ha limitado a recoger las más burdas calumnias e intoxicaciones. Dice que “La obsesión de Lenin no era la justicia social ni la igualdad, sino el poder político absoluto.” ¿Alguien podría explicarle la diferencia entre Lenin y Stalin? Escribe también: “No habría llegado a Rusia sin la asistencia directa del Alto Mando alemán, que organizó su viaje en tren y le dio todo el dinero que necesitaba para la organización y la propaganda.” ¿Este es el nivel de conocimientos de la intelectualidad actual? Hace cien años que corren tales calumnias y está visto que no cesarán nunca. No se trata ni de cultura ni de conocimientos, sino de la estupidez de quienes sencillamente no pueden reconocer la verdad y tienen la posibilidad de seguir publicando mentiras.   

Sindicalista. Es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 3 de diciembre 2017

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