Palestina después de Abbas: El futuro de un pueblo en juego

Ramzy Baroud

06/01/2016

Aunque la intención era inspirar a sus seguidores de Fatah, el discurso televisado de Mahmoud Abbas, con ocasión del 51 aniversario de la fundación del partido destacó, en cambio, su crisis sin precedentes, que sigue causando estragos en el pueblo palestino. No sólo sonó defensivo y carente de cualquier iniciativa importante o nuevos, sino que su intención última parecía limitarse a la supervivencia política del propio Abbas, y nada más.

En su discurso del 31 de diciembre, Abbas utilizó muchos de los viejos clichés, criticando a Israel, a veces, aunque en un lenguaje cuidadosamente diplomático, e insistió en que todas las decisiones vitales relacionadas con "el futuro de la tierra, la gente y los derechos nacionales" serían "sometidas a elecciones generales y (votadas por) el Consejo Nacional Palestino (PNC), porque nuestro pueblo ha hecho grandes sacrificios y son la fuente de toda autoridad."

Irónicamente, Abbas preside la Autoridad Palestina (AP), con un mandato que expiró en enero de 2009 y su partido, Fatah, que se negó a aceptar los resultados de las elecciones democráticas en los Territorios Ocupados en 2006, sigue comportándose como el "partido de gobierno" a pesar de carecer de mandato, más allá del reconocimiento político que recibe de Israel, los EE.UU. y sus aliados.

En cuanto al PNC, sirvió como órgano legislativo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), hasta que la Autoridad Palestina se creó en 1994. Apoyada con fondos internacionales, la Autoridad Palestina se formó inicialmente como un medio para un fin, es decir, las negociaciones sobre el 'estatus final' y el Estado palestino. En lugar de ello, se convirtió en un status quo en sí mismo, y sus instituciones, que reflejan en gran medida los intereses políticos de un sector específico de Fatah, sustituyó a la OLP, el PNC, así como a todas las demás instituciones que simbolizan un cierto grado de democracia e inclusión.

Todas las estructuras de la OLP que simbólicamente se mantuvieron en su lugar después del golpe suave de la AP son ahora meros títeres que no se limitan a refrendar la voluntad de un solo partido, Fatah (que perdió su mayoría entre los palestinos en 2006), sino de un grupo elitista, de ricos, dentro del antiguo partido dirigente. De alguna manera, el papel actual de Abbas es en gran parte servir a los intereses de este grupo, en lugar de trazar un camino hacia la liberación de todo el pueblo palestino, en casa, en los campos de refugiados o en la diáspora.

Nada es tan revelador de la verdadera misión de Abbas al frente de la Autoridad Palestina que su declaración en su discurso del 31 de diciembre descartando por completo el desmantelamiento de la AP - ahora que ha fracasado en su misión, y a pesar de que existe una compleja estructura política de la OLP, que es capaz de reemplazarla. Curiosamente, Abbas describió a la AP como uno de los mayores logros del pueblo palestino.

 

Digo, 'curiosamente' porque la AP fue el resultado del "proceso de paz" de Oslo, ya prácticamente agotado, que fue negociado por Abbas y algunos otros en secreto con Israel, a instancias del fallecido líder palestino de Fatah, Yasser Arafat. Toda la iniciativa se basaba en el secreto y el engaño y se firmó sin consultar al pueblo palestino. Peor aún, cuando los palestinos intentaron votar para desafiar el status quo resultante de Oslo, el resultado de las elecciones fue rechazado por Fatah, lo que provocó una guerra civil en 2007, en la que murieron cientos de palestinos.

Pero aparte de los lapsos históricos de Abbas, que tiene 80 años de edad, sus palabras - aunque tengan la intención de tranquilizar a sus partidarios - son, de hecho, un recordatorio de que el pueblo palestino, que lleva a cabo un levantamiento violento desde octubre, carece prácticamente de líderes.

Mientras Abbas explica que la razón detrás de la 'habba' o el 'levantamiento' - una referencia a la Intifada actual – son las violaciones continuas de Israel y los asentamientos ilegales, no apoyó el levantamiento actual o se comportó como si él fuera el líder de esta movilización nacional. Constantemente trata de mantener en el medio, para no concitar la ira de su pueblo ni la de Israel.

Como un político astuto, también está tratando de obtener múltiples beneficios, situándose con la gente, a veces, como si fuera un líder revolucionario, pero recordando al mismo tiempo a Israel y los EE.UU. su importancia como representante del ala no violenta de la política palestina, mientras cabalga la ola de la intifada hasta que se restablezca el viejo orden. De hecho, los signos de ese viejo orden – las interminables negociaciones - siguen bien presentes. El principal negociador de la Autoridad Palestina, Saeb Erekat, ha anunciado recientemente que las conversaciones entre la Autoridad Palestina e Israel siguen su curso, un terrible augurio en momentos en que los palestinos tienen una necesidad desesperada de revisar por completo su fallida orientación política y de liberación nacional.

Sin embargo, el problema desborda con mucho a Mahmoud Abbas. Reducir el fracaso palestino al carácter de una sola persona es algo profundamente arraigado en la mayoría de los análisis políticos sobre Palestina desde hace muchos años. (En realidad de forma más pronunciada en los medios de comunicación occidentales que en los árabes). Por desgracia, una vez que el envejecido Abbas ya no esté en la escena política es probable que persista el problema, si no se abordá.

Aunque Fatah ha aportado contribuciones decisivas a la resistencia palestina, su mayor contribución ha sido la liberación de la causa palestina, en la medida de lo posible en la práctica, de las imposiciones y las manipulación de la política árabe. Gracias a esa generación de jóvenes líderes palestinos, que también incluía a los dirigentes del FPLP y otros grupos socialistas, hubo, por primera vez, una plataforma palestina relativamente unificada que representó las prioridades y los objetivos de los palestinos.

Pero esa relativa unidad se dividió en las facciones palestinas: dentro de la propia OLP, y luego fuera de la OLP, donde los grupos y subgrupos se convirtieron en una multiplicidad de direcciones ideológicas, muchas de las cuales fueron financiadas por los regímenes árabes que utilizaron la lucha palestina al servicio de sus agendas nacionales y regionales. Siguió un largo y trágico colapso nacional. Cuando la resistencia palestina fue expulsada del Líbano en 1982, tras la invasión israelí de ese país, la OLP y todas sus instituciones fueron gobernadas en su mayoría por un solo partido. Fatah, entonces, se hizo viejo y más corrupto, operando desde ámbitos geográficos que estaban muy lejos de Palestina. Dominó la OLP, que se convirtió en una institución corroida en el tribalismo político y la corrupción financiera.

Es cierto que Abbas es un personaje esencial en ese lamentable episodio que llevó a la debacle de Oslo en 1993. Sin embargo, la nueva cultura política que en parte alentó continuará operando independiente de las aspiraciones del pueblo palestino, con o sin Abbas.

Es esa clase, que se alimenta del dinero y las prebendas de Estados Unidos y sus aliados occidentales y es tolerada por Israel, la que los palestinos deben confrontar, si se quieren tener una oportunidad real de recuperar sus objetivos nacionales, una vez más.

La sensación de algunos de que la actual Intifada ha superado a la Autoridad Palestina, es un completo disparate. Ninguna movilización popular tiene la menor oportunidad de éxito si se ve bloqueada por un grupo tan poderoso como el que controla la AP, todos unidos por su interés propio.

Por otra parte, esperar que Abbas sea capaz de articular un mensaje más convincente también es una pérdida de tiempo, ya que el problema no reside en el uso de vocabulario de Abbas, sino en la negativa de su grupo a ceder una sola pulgada de sus inmerecidos privilegios, que permita abrir un espacio más democrático - de modo que todos los palestinos, los laicos, los islamistas y los socialistas, puedan participar en igualdad de condiciones en la lucha por Palestina.

Un punto de partida sería una dirección unificada en los Territorios Ocupados que dirigiese la Intifada por encima de las facciones, junto con una visión de modernización de las instituciones de la OLP para que sean más inclusivas y capaces de reagrupar a todos los palestinos.

Abbas abandonará pronto la escena política, ya sea a causa de un golpe interno en Fatah, o como resultado de su edad. De cualquier manera, el futuro de Palestina no puede depender de sus seguidores, para que lo gestionen como mejor les parezca y para proteger sus propios intereses. El futuro de toda la nación está en juego.

profesor de historia de los pueblos en la Universidad de Exeter. Es editor general Middle East Eye y fundador de PalestineChronicle.com. Su último libro es My Father Was a Freedom Fighter: Gaza's Untold Story (Pluto Press, London).
Fuente:
http://www.counterpunch.org/2016/01/06/palestine-after-abbas-the-future-of-a-people-at-stake/
Traducción:
Enrique García

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