Paradojas y desafíos de un referéndum

Emir Sader

28/10/2005

  Quienes no creían en la existencia en Brasil de una corriente derechista profunda -conservadora, racista y represora-, deben meditar seriamente sobre la campaña y sobre el resultado del referéndum del pasado 23 de Octubre

ES  PARADÓJICA  la respuesta a la catastrófica situación de la seguridad pública en Brasil –de los que Sao Paulo y Río de Janeiro son los ejemplos más claros: el descontento con la inseguridad generalizada llevó a que los que votaron en el referéndum del domingo pasado prefiriesen no mudar nada, dejar todo como está sin tan siquiera intentar verificar si la limitación de la venta de armamentos puede disminuir la criminalidad.

Se acostumbra a decir que los procesos judiciales son ganados por el mejor abogado no por la culpabilidad o inocencia del acusado. Los procesos de voto, cada vez más sometidos al marketing, eligen la mejor campaña, no necesariamente el mejor candidato,o el mejor partido el mejor programa. Los brasileños fueron convencidos de la ventaja de mantener las cosas como están, condenándolas. Y, si fuesen a ser coherentes –puede que no lo sean- comprarán armas en masa, para matar al lechero imprudente del poema de Carlos Drummond de Andrade, que se arriesga a entrar temprano en el jardín de la casa para dejar la leche.

Triunfarán, en primer lugar los bolsonaros  (familia derechista y tránsfuga) a "bancada da bala" –aquellos del "bandido bueno es bandido muerto", de que "derechos humanos es defensa del bandido"-, gente ligada a los escuadrones de la muerte, a las políticas sistemáticas que diezman a la población pobre –especialmente la joven negra y mulata-, pagadas por empresarios de las periferias de las grandes metrópolis. Triunfarán los que aún piensan que "cuestión social es cuestión de la policía" (y de para -policías), como la UDR, Jorge Bornhausen y la Editora Abril (cuya sede, dicen, es propiedad de una feliz fábrica de cartuchos, contentísima con la campaña de su inquilino, que espera les propicie más mercado).

Triunfarán los marginales que podrán contar con más armamentos comprados legalmente para rescartarlos de sus compradores y asaltarlos (como el 75% de los crímenes son cometidos con armas compradas legalmente y robadas a sus propietarios, se espera que con el aumento de la venta de armas, exista un montante mayor aún disponible para eses marginales).

Se puede acusar a los que votaron por la limitación del comercio de armas de ingenuidad o de inocuidad, más nunca de querer legitimar el estado de cosas existentes. Ciertamente los movimientos sociales, los sindicatos, los movimientos por los derechos humanos, la gran mayoría de los militantes sociales y políticas de las causa humanistas votaron por el sí.

Los que no acreditaban que hubiese en el Brasil una enorme onda derechista –conservadora, racista y represiva- deben considerar con toda atención la campaña y los resultados del referéndum. Aquellos que meten la cabeza, como canguros, en los enfrentamientos inmediatos dentro de la izquierda, juegan ahí toda su energía y se olvidan de que existen derecha, imperialismo, para -policiales, industria de armas, etc. que quieren reducir todo el combate inmediato –de tendencias, o de grupos dentro de la izquierda-, ayudaron a ese resultado, a esa victoria de la derecha, por la óptica completamente equivocada que tienen del país, de la relación de fuerzas entre derecha e izquierda –en el Brasil, en América Latina y en el mundo- y las prioridades tácticas y estratégicas. Por eso acostumbran a quedar al margen de la historia, incapaces de construir alternativas e incidir en el proceso histórico –como fueron capaces los grandes líderes de la izquierda – entre ellos contemporáneamente, Fidel Castro y Hugo Chávez entre otros. Líderes que agregran al revés de dividir, que saben discernir los grandes enemigos y los enfrentamientos decisivos; que saben colocar la ideología al servicio de la política y no al revés.

Algunos llegaron a oponerse a la limitación de la venta de armamentos,  alegando que impediría que el pueblo se armase, como en Rusia, Cuba, China, en  Nicaragua y en  Venezuela,  que los trabajadores se tuviesen armado mediante la compra legal de armas en el comercio autorizado. Otros, con sus infalibles ojos de lince, verán una gigantesca obra del gobierno para distraer a la opinión pública –con una óptica bien al estilo de la "Guerra Fría" –y se ausentaron de la campaña.

Increíble la falta de solidaridad de la gente que se quiere de izquierda, más no se identifica con la posición del MST –víctima privilegiada de la UDR y de sus capataces, armados mediante compras en el comercio legal como ellos mismos confesaron. Increíble la falta de solidaridad con los pobres que son víctimas cotidianas de las masacres en la periferia de las grandes metrópolis.

Más no nos engañemos: el autoritarismo socialmente enraizado consiguió una gran victoria. Descontando la campaña mal hecha por el Sí, la confusa opción del voto, el empeño por bajo de lo requerido por parte de los partidos, de los movimientos sociales, de los militantes, de los estudiantes, de los intelectuales críticos –aparte de eso, es preciso que tiremos lecciones sobre la gravedad del resultado del referéndum.

Es preciso que los partidos de izquierda, los movimientos sociales, los movimientos de derechos humanos, las iglesias progresistas, los militantes de izquierda, los intelectuales de izquierda, las organizaciones estudiantiles, reflexionen profundamente sobre el grado de aislamiento de las ideas y de las fuerzas de izquierda que el resultado de ese referéndum expresa. El impulso democrático existente en el final de la dictadura, se agotó. Hoy lo que se esconde en gran parte de las mentes, es la expresión rabiosa que, en una crisis de sinceridad, Jorge Bonrhausen dejó escapar: el odio de clase traducido en "raza", que gusta o cierra los ojos delante de las barbaridades que la policía y los grupos de exterminio realizan.

La izquierda, las fuerzas democráticas, las personas con valores humanistas, salimos derrotados y la foto que sale del referéndum es muy peligrosa. El fracaso de las políticas actuales de seguridad pública y la ausencia de alternativas en el campo democrático es un alimento de ese autoritarismo racista. Más, el fracaso del gobierno Lula en encarnar valores alternativos  es otra fuente de desengaño, de gente que va a buscar explicaciones y refugio en las visiones naturalizadoras de la violencia, que hacen recaer sobre los pobres el peso de la prueba más grave –de supuestos agentes de la violencia, más en realidad de víctimas privilegiadas de ella.

El aislamiento social de la izquierda es muy grave, los grandes medios privados –el verdadero partido de las clases dominantes- forman y deforman la opinión pública a su placer. Los programas sensacionalistas en la televisión, con el pretexto de pedir justicia para casos de violencia, en realidad insuflan sentimientos ruines, que multiplican la cultura de la violencia. El propio hecho de que grupos de izquierda, que se pretenden "clasistas", no incorporen cuestiones democráticas como la regulación estatal del comercio de armas, revelan como hay un enorme campo a ser trabajado, incluso dentro de la izquierda.

El referéndum no cambia nada en términos concretos en el país, quien compraba armas continuará comprando, quien las robaba para cometer crímenes, continuará haciéndolo, tal vez aumente un poco el comercio de armas. Más la mayor diferencia es la conciencia –de la derecha, y espero, de la izquierda- del enorme potencial del autoritarismo racista presente en la mente de tanta gente, que puede ser explotado por la derecha y debería ser uno de los grandes temas del debate, polémica y formación, por parte de la izquierda.

Traducción para www.sinpermiso.info: Alexandre Carrodeguas

Emir Sader, profesor de la Universidad de Sao Paulo, es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO

Fuente:
Carta Maior, 25 octubre 2005
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