Poner el amianto debajo de la alfombra: encapsulamiento versus eliminación

Paco Puche

09/03/2019

(Banksy, en Londres. Mural en el que se trata de esconder el Muro de Palestina)

 

“No hay nada más poderoso que una idea

cuyo tiempo ha llegado”. (Víctor Hugo).

 

 “En casos de peligro y extrema emergencia,

decidirse por el término medio lleva a la muerte”

(J. Habermas)

 

Lo que quiero, al igual que él (Artaud), es poner

el sufrimiento en el centro, pensarlo políticamente,

y decirlo con una escritura que haga daño al lector,

y por supuesto a mí mismo. (Salvador López Petit).

 

Este título, que viene ilustrado por tres frases famosas, y el Muro que esconde la basura del artista callejero Banksy, es la mejor metáfora para tratar de hacer desaparecer del imaginario colectivo el grave problema del ya invisible amianto, poniéndolo debajo de un encapsulamiento, doblaje, confinamiento o emparedado o lo que sea, pero taparlo por todos los medios, incluido el de la minimización del problema.

Que la idea de la eliminación ha llegado a su tiempo, y tiene una poderosa potencia, al decir de Víctor Hugo, se puede mostrar por un muy reciente trabajo administrativo-científico publicado por INSST (Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, antiguo INSHT) titulado “Análisis sobre el doblaje de cubiertas de amianto-cemento en España”[1] de fecha de diciembre de 2018. Para ahorrarnos esfuerzos de documentación y obvia argumentación, concluye el citado Informe en su página 27 afirmando categóricamente que “El doblaje de cubiertas de amianto-cemento implica una serie de inconvenientes de gran importancia relacionados con la seguridad y salud en el trabajo. Estos inconvenientes, detallados en el análisis técnico de las operaciones de doblaje de cubiertas, desaconsejan el doblaje (…) por tanto el INSST considera que, con carácter general, desaconseja llevar a cabo el doblaje de cubiertas de amianto-cemento”. Esta es la conclusión después de 26 páginas de consideraciones. A estas mismas conclusiones se pueden llegar en tratándose de otros tipos de encapsulamientos o confinamientos o cualquier procedimiento que conlleve depositar el amianto debajo de las alfombras técnicas en vez de proceder a su eliminación y retirada.

El encapsulamiento como atajo

Ya es cada vez más costoso engañar a la gente diciéndoles que el amianto instalado que no se perturba no es nocivo. La necesidad de falsear la realidad proviene tanto de las empresas como de las administraciones. Es obvio, es tal el atraso y la ocultación que se ha mantenido a lo largo de décadas que ahora, cuando, las muertes masivas a causa del amianto inhalado e ingerido por tantos años no se pueden ya tapar por más tiempo, y la conciencia de los afectados y de los asustados es mayúscula, no queda más que minimizar los efectos posibles, porque la población consciente no soporta beber agua potable, por ejemplo, procedente de 40.000 km de tuberías de fibrocemento (que tan generosamente tuvo a bien proporcionarnos la empresa Uralita), o que sus hijos anden entre amianto instalado en sus colegios, día tras día.

Es un gran escándalo, es una bomba de relojería, que amenaza con convertirse en una gran alarma social omnipresente. Y como la gente va sabiendo que la desinstalación de los millones de toneladas de amianto instalado tiene una relativamente fácil solución, no entiende como las administraciones mantienen este grave problema de salud pública sin abordar en serio. Pero ha llegado la hora.

Para hacer el asunto más barato y expeditivo, se están formulando propuestas inaceptables que, básicamente, consisten en dejar el amianto en su sitio procediendo a su tapado, control y señalización como en el caso de los colegios británicos. Las maneras de mantenerlo como bomba de relojería son múltiples, pero las dos más comunes consisten en distintos tipos de encapsulamiento y en fórmulas de cubrimiento (más bien de encubrimiento, como el caso Altza[2] de San Sebastián, o de los vertederos de Ibertubo[3] de Toledo).

Obviamente, estos distintos sistemas tranquilizan a parte de la población, a bajo precio, pero constituyen un atajo inaceptable.

Análisis sobre el doblaje de cubiertas de amianto-cemento en España

Con este título el INSST (Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo), como ya hemos dicho, el pasado diciembre, ha formulado un extenso trabajo con un propósito explícito de hacer unas “propuestas de acción preventiva”, que le han conducido a las conclusiones que ya hemos avanzado.

Pero conviene detenerse en sus argumentos que nos sirven para iluminar otros procedimientos técnicos con lo que la industria y las administraciones se están lanzando a tranquilar a la creciente población que, cada vez más informada y concienzuda, no soporta vivir entre un cancerígeno del Grupo I, el más potente de los conocidos, del que no se conoce dosis mínima segura alguna, y del que se calcula que solo en España matará a entre 100.000 y 130.000 personas en el ámbito laboral, familiar y ambiental, hasta al menos el año 2050; y si no se hace un desamiantado seguro y en condiciones  (con vistas a plazo a su inertización), estas cifras se quedarán cortas. Una masacre ocultada e impune. En el ámbito laboral es responsable de más de la mitad de todos los cánceres ocupacionales que se conocen.

Este trabajo que seguimos se circunscribe al caso de cubiertas frágiles que cierran la construcción por arriba y que todavía se pueden encontrar en muchos edificios y que, dado las décadas transcurridas desde su instalación, gran parte del mismo se encuentra muy deteriorado lo que conlleva a la necesaria retirada de las mismas si queremos evitar riesgos de inhalar fibras cancerígenas, que suponen un grave peligro para trabajadores y ciudadanos. En ello están las instituciones europeas como el Parlamento y el CESE, con el inconveniente de que sus recomendaciones son solo eso, y no tienen el menor carácter coercitivo o normativo.

En este documento se distingue entre el doblaje de cubiertas, que es lo que propiamente se trata, de la estabilización o confinamiento (encapsulado, sellado o encerramiento físico) de materiales con amianto (MCA), que es una maniobra preventiva con el fin de impedir que se liberen fibras de amianto desde los MCA y se haga duradero el material en buen estado. Esta operación es meramente provisional, solo afecta al muy corto plazo, habida cuenta de que como se advierte en el propio documento (p. 10) que “por razones estrictamente legales, podría considerarse que para 2020 debería estar desinstalado (retirado) y controlado (eliminado como residuo peligroso) de forma segura el 64% de todo el amianto aún existente, para 2030 el 85% y no debería quedar nada instalado para 2040”. Si añadimos a las razones legales a las del deterioro sufrido por las múltiples agresiones que el material haya sufrido, resulta poco razonable encapsular primero para en muy poco tiempo desinstalar y eliminar después, habida cuenta lo difícil que resulta impedir el desprendimiento de fibrillas durante estas operaciones, y lo fracasado que ha resultado el mantenimiento in situ de los MCA, en los países en los que lo han intentado, como es el caso de los citados colegios de Gran Bretaña.

Este atajo tampoco es recomendable en los casos de encapsulamiento, estabilización y confinamiento, lo mismo que en los doblajes de cubiertas como se pronuncia con toda contundencia el INSST. En definitiva, en todos los casos hay que proceder a la eliminación, que implica la retirada y puesta a buen recaudo, en vertederos apropiados, de los MCA que siguen instalados al día de hoy.

Se nos recomienda en el documento que seguimos que, en caso de “planificar su retirada a medio plazo, solo podrán hacerse con aquellos materiales en buen estado … asegurándose de que no emitan fibras al ambiente” (p. 11). Pero tal seguridad no existe. El propio INSST (antiguo INSHT) nos recuerda, en su Guía Técnica “Para la evaluación y prevención de los riesgos relacionados con la exposición al amianto” de 2008, en su artículo 8.1, que:

“la utilización de equipos de protección individual de las vías respiratorias es recomendable siempre, incluso en aquellas situaciones en las que la evaluación de riesgos nos indique que no es probable que se sobrepase el valor límite, por dos razones fundamentales:

* No hay ninguna exposición al amianto, por pequeña que sea, que pueda considerarse segura.

* No es posible garantizar, en la mayor parte de los trabajos, que no se puedan producir exposiciones accidentales no previstas”.

¿Para qué andar dando rodeos peligrosos que a medio plazo han de invalidarse?

Las razones que hemos de hacer extensivas a todos los casos de encapsulamiento de los MCA, es decir a dejarlos in situ y no retirarlo desde este momento, son las mismas que el INSST predica para el doblaje de cubiertas:

-En España el INSST y la mayoría de las CCAA desaconsejan desde un punto de vista preventivo estos métodos como soluciones seguras y definitivas.

- Oculta la existencia de fibrocemento en naves industriales y otros locales, cuya mera presencia puede incrementar el riesgo de inhalación de fibras.

- la presencia de fibrocemento original y el riesgo potencial que ello representa, condiciona cada operación que se efectúa posteriormente.

- El doblaje (y el encapsulamiento, etc.) pospone la retirada del amianto-cemento, “que se deberá realizar, en cualquier caso, al final de la vida útil” (p. 14).

- Que realizar el doblaje sobre una cubierta (y otras operaciones), es muy probable que se produzcan vibraciones y tensiones que provocaría la liberación de fibras al ambiente.

- tanto el doblaje como el encapsulado, cubrimiento, etc. implica que los MCA han dejado de cumplir su funcionalidad y ha terminado su vida útil. La Orden de 7 de diciembre de 2001, de prohibición, es clara: el amianto (y los MCA) “estará permitido solo hasta su eliminación o el fin de la vida útil”. Hay un limite subjetivo que decide el propietario del material cuando lo retira. Y hay un límite objetivo que es el fin de la vida útil, que para el fibrocemento oscila entre 30 y 35 años, según el INSST.  Fecha a partir de la cual la retirada o eliminación es preceptiva. Cuando se decide por el doblaje, la estabilización, el encapsulamiento, etc. es que ya no cumple sus funciones y por tanto hay que retirarlo, no puede ser sustituido por otros MCA, aunque sea el mismo.

Si para estas cuentas, y teniendo en consideración la dinámica del amianto importado, nos encontramos, como ya hemos visto, que para 2030 cerca del 90% de los MCA aún instalados ha de estar retirados y depositado en vertederos adecuados: ¿a qué esperar unos años con gran riesgo, gasto adicional, y transmitiendo alarma social con el atajo de los encapsulamientos o cubrimientos de todo tipo? No tiene sentido económico ni de salud pública.

Conclusiones

Lo que hay que hacer ya, sin rodeos, es formular un Plan Integral de Desamiantado Seguro de todo el amianto instalado, que implique en todos los casos su eliminación y retirada del lugar instalado. Cualquier otra intervención es más cara a la larga, más peligrosa y no tiene justificación legal alguna.

Lo que el INSST razona para los doblajes de cubierta de amianto-cemento es predicable a todos los sistemas de atajos que mantienen los MCA in situ, como la estabilización, el encapsulamiento, los cubrimientos y los cerramientos.

En el dilema que nos planteamos en este trabajo, a partir de ahora tenemos ya suficientes conocimientos, y la suficiente caducidad de la vida útil del amianto instalado, como para que el único procedimiento válido y legítimo sea el de la eliminación y retirada, nunca cualquier tipo de encapsulamiento o mantenimiento in situ.

 

Ingeniero, economista y librero jubilado. Ecologista.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 9 de marzo 2019

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