Portugal: Dos parece una coincidencia, tres algo intencionado

Francisco Louça

09/06/2018

Si me preguntan si el gobierno portugués quiere provocar crisis y tensiones, la respuesta es sí. Es más, sabe lo que hace y eso es justo lo que quiere. Se trata de una estrategia y debe ser vigilada meticulosamente.

Comenzó el congreso del Partido Socialista portugués (PS), que fue lo que fue: la fiesta de un partido que sueña con una mayoría absoluta, un príncipe para promover el recentraje político con el osado elogio de su tercera vía melancólica y un dirigente que promete un programa para el retorno de los jóvenes inmigrantes, todo ello inaugurado con un apabullante espectáculo como si fuera una feria y servido con las especulaciones sobre las lineas de una sucesión distante. ¿Les parece poco? Al Congreso le gustó.

Nuno Melo, con la indiscreta elegancia de un pterodáctilo, quiso apedrear lo que calificó de Disneylandia. No se ha dado cuenta de lo que ha pasado, no se ha apercibido de que el PS ocupa el centro y satisface todos los criterios que la derecha definió para si misma, empezando por el déficit, que era el santa santorum. Así que si algo sale del Congreso, es confianza. Tanta confianza que el Congreso ignoró la irritante, como ahora se dice, dependencia del Gobierno socialista de sus acuerdos con otros partidos. Pero hubo algo más que cambió tras un Congreso cuya novedad fue que ni siquiera miró hacia atrás o hacia los lados.

En primer lugar, en un visto y no visto el Gobierno llevó a termino las negociaciones con la patronal (y la UGT, que el hábito hace al monje) sobre el Código de Trabajo. Los negociadores encantados y Saraiva todavía más: comprenden que las medidas para limitar el trabajo temporal son manejables y que el impuesto sobre la rotación es letra muerta, y saben que la extensión del período de prueba crea un nuevo tipo de contrato sin contrato y que la aprobación del banco de tiempo en las pequeñas empresas es una victoria para el patrón. El Gobierno también es consciente de la señal política que ha enviado. Si el Código de Trabajo es un expediente tan esencial para la izquierda y el Gobierno ha negociado diligentemente con la patronal, pero se olvida de informar oportunamente a sus socios de algunos de los detalles de sus propuestas, y no de las menos importantes, el mensaje queda ahí.

En segundo lugar, aunque el gobierno acompañaba los trabajos de António Arnaut y João Semedo para una nueva Ley Básica de la Salud, decidió oponerles una comisión, encabezada por María de Belém, con un mandato prolongado y resultados predecibles. Si el Gobierno se negó a acortar ese mandato, es porque ha preferido hacer inviable el trabajo de preparación de un proyecto de ley que representa una convergencia mayoritaria en la defensa consecuente del Servicio Nacional de Sanidad. Así que Mariana Vieira da Silva dio el asunto por cerrado en una entrevista reciente. Van dos.

En tercer lugar, tenemos la reunión de ayer del Ministerio de Educación con los sindicatos de profesores. Percibo que el gobierno negocia a partir de su propuesta de que, en tiempo de congelamiento, solamente cuenten para la progresión de las carreras sus dos años, nueve meses y dieciocho días de existencia en lugar de los nueve años, cuatro meses y dos días debidos. El Ministerio de Hacienda es quien más manda. Pero es inusitado y revelador que, no habiendo los sindicatos aceptado el ultimátum, el gobierno anuncie que va a castigar a los profesores con la perpetuación (ilegal) de no contar el tiempo de servicio para sus carreras profesionales. A menos que sea una rabieta de la ministra, esta agresiva respuesta sólo podía estar decidida de antemano por el Gobierno antes de la reunión. Si es así, es simplemente una provocación.

Dos serían una coincidencia. Tres es algo intencionado. Tan pronto después del Congreso, el gobierno portugués cerró la puerta a toda medidas para recuperar la negociación colectiva, aplazó la discusión sobre la Ley de la Salud y fuerza a los sindicatos de profesores a ir a la huelga (y amplió la autorización para una explotación petrolera en Aljezur sin un estudio de impacto ambiental). El Gobierno quiere un verano y un otoño de conflictos sociales, porque cree que esa estrategia da votos. Esta opción merece vigilancia. Acaba de comenzar así la campaña electoral para las elecciones de 2019 y fue el Consejo de Ministros el que disparo el tiro de salida - y con mucha pólvora.

catedrático de economía de la Universidad de Lisboa, ex parlamentario y miembro del Bloco de Esquerda, actualmente es Consejero de Estado.
Fuente:
Expresso.sapo.pt, 5 de junio de 2018
Traducción:
Enrique García

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