Reino Unido: Presupuestos y Brexit

Michael Roberts

26/11/2017
El presupuesto del Reino Unido que se aprueba hoy podría ser el último de un canciller (ministro de Finanzas) conservador británico en esta década. En junio pasado, el gobierno conservador perdió su mayoría después de unas elecciones anticipadas convocadas por la nueva primera ministra Theresa May. En lugar de aumentar la pequeña mayoría que había heredado del anterior PM Cameron, May descubrió que tenía que mendigar y sobornar al grupo de extrema derecha unionista ‘democrático’ de Irlanda del Norte para que respaldase a su gobierno y permanecer en el cargo.
 
Y luego está Brexit. El gabinete está dividido entre los llamados Brexiters duros (partidarios de salir con todas las consecuencias de la UE) y los ‘’Remainers" (que quieren una salida lo más blanda posible) en la negociación con la UE. Como resultado, nada se ha logrado después de un año en las negociaciones para un nuevo acuerdo con la UE. Mientras tanto, la libra esterlina se ha desplomado y la inflación se ha disparado.
 
Incluso antes de Brexit, la economía del Reino Unido ya estaba mostrando signos graves de fragilidad. En un nota anterior, he mostrado algunas de sus causas: la debilidad subyacente del crecimiento de la producción (el crecimiento más lento de una economía del G7); una productividad de las más bajas entre las economías avanzadas (y no en crecimiento); y una inversión en relación con el PIB que ha estado cayendo durante más de 30 años. Este fracaso de la producción capitalista en el Reino Unido ha significado que el hogar medio británico no ha experimentado ninguna 'recuperación' de ingresos desde el final de la Gran Recesión en 2009. El crecimiento del salario real está en su nivel más bajo desde mediados del siglo XIX. De hecho, el Reino Unido es uno (y el mayor) de seis países de la OCDE de los 30 países de la organización en el que los ingresos salariales están todavía por debajo de sus niveles de 2007 (al Reino Unido acompañan Grecia y Portugal).
 
En su discurso sobre el presupuesto, Hammond hizo dos afirmaciones ridículas. La primera fue que se trataba de la “Gran Recesión laborista”. La única parte correcta de esta afirmación fue que hubo una terrible crisis en 2008-9 a nivel mundial que afectó al Reino Unido también cuando estaban en el gobierno los laborista. Pero no fue una recesión laborista, sino del capitalismo global. La crisis financiera, la caída de la producción y el aumento del desempleo, junto con el déficit presupuestario y la deuda galopante fueron un fracaso del capitalismo ante el que el Laborismo fue incapaz. 
 
La otra afirmación absurda de Hammond fue que la desigualdad de ingresos en Gran Bretaña estaba mejorando con los conservadores y ahora la igualdad estaba en su máximo nivel en 30 años. Esta afirmación se basa en el coeficiente de Gini de desigualdad de ingresos. Ha disminuido ligeramente desde 1987 tras alcanzar un máximo histórico bajo el gobierno de Thatcher. Pero la parte principal de esa caída fue después de la Gran Recesión, cuando los ingresos de los ricos (de los activos financieros y la propiedad) sufrieron el golpe.
 
La ligera mejora en la tasa de desigualdad desde su máximo histórico no fue el resultado de políticas gubernamentales sobre los impuestos o los beneficios. Hammond no puede atribuirse el mérito, sobre todo porque los gobiernos laboristas estuvieron en el poder durante casi la mitad de tiempo. Hammond señaló que 1% de los perceptores de ingresos más ricos están pagando más impuestos que nunca. ¡Pero nunca han ganado tanto! El 20% más rico de los británicos tiene cinco veces más ingresos después de impuestos y beneficios que el 20% más pobre.
 
Y en cuanto a la 'recuperación económica' con los conservadores desde 2010, ha sido muy pobre. El Instituto de Estudios Fiscales (IFS)  señala que el ingreso nacional por adulto era un 15% menor en el último debate presupuestario de marzo que si hubiese seguido las tendencias anteriores a 2008. Para el año 2022, se espera que la brecha crezca hasta el 18%, algo que el IFS describe como “asombroso”. La economía del Reino Unido está creciendo actualmente a su nivel más bajo desde el final de la Gran Recesión. Y la previsión oficial de crecimiento del PIB real ha sido revisado a la baja hasta el 1,5% para este año y el 1,4% en 2018. De hecho, el pronóstico a largo plazo (que no asume ninguna caída) hasta 2022 es sólo del 1,4% anual, por debajo de una previsión anterior del 1,9%. El PIB real se espera que crezca un 5,7% entre 2017-18 y 2021-22, por debajo del 7,5% previsto en marzo pasado.
 
La razón principal es que la previsión oficial de crecimiento de la productividad se ha reducido después de sucesivas previsiones optimistas equivocadas. Aun así, la previsión del crecimiento de la productividad para los próximos cinco años se mantiene muy por encima de la tasa actual (que es prácticamente estática). E incluso eso significa una tasa de crecimiento per cápita de menos del 1% al año hasta 2023, o la mitad de la media a largo plazo.
 
Como resultado, el gran objetivo de los conservadores de reducir el déficit presupuestario anual a cero ha sido aplazado una vez más a 2023 y más allá, unos 20 años después de que la Gran Recesión lo situara hasta un 10% del PIB. Y la relación deuda neta del sector público con el PIB, que se ha duplicado durante la recesión, sólo llegará a su máximo este año (si Hammond no se equivoca) situándose alrededor del 86,5% del PIB (cerca del 100% en términos brutos). Y va a caer de nuevo sólo un poco hasta un 79% en 2023 - siendo el doble de su nivel anterior a la crisis en 2006.
 
Por otra parte, la previsión de la deuda del gobierno incluye 15 mil millones de £ibras de la venta de la participación de los contribuyentes en el Royal Bank of Scotland (con pérdidas, ya que el precio actual de la acción es de 271p en comparación con el precio de salida de 502p) - y dejando fuera de los cálculos la deuda local de las asociaciones de vivienda. Así que la pequeña reducción de la deuda se logra mediante la venta de activos públicos a pérdida y cambiando las reglas de contabilidad.
 
E incluso, que la recuperación requerirá aún más medidas de 'austeridad', es decir, la reducción del gasto y los servicios públicos. La austeridad continuará en la próxima década si este gobierno se sale con la suya. El análisis del IFS considera que los planes existentes implican que los servicio de bienestar y salud y las prisiones se enfrentan a recortes más profundos, independientemente del presupuesto, dejando a departamentos tales como justicia, trabajo y pensiones ante recorte de hasta un 40% durante la década 2020. Habrá más 12 mil millones de libras en recortes en el gasto social  para 2020/21, y el NHS (el sistema de salud pública) se enfrentará a su período de financiación más ajustado desde la década de 1950 y las prisiones verán un recorte del 22% en su presupuesto.
 
Hammond anunció algunos fondos adicionales para el Servicio Nacional de Salud, sobre todo para superar una importante crisis este invierno que afecta a los enfermos crónicos y la tercera edad. Sin embargo, el gasto adicional de alrededor de 3 mil millones de libras en más de dos años es poco más que el gasto de la planificación de Brexit. Sin Brexit, el gobierno podría haber duplicado su financiación. Y aun así, el NHS seguirá teniendo una financiación deficitaria y, de acuerdo con el IFS, “en todo caso, parece que los aumentos de fondos en los próximos años serán un poco más difíciles en lugar de un poco más fáciles”. Por ejemplo, el  presupuesto del NHS se incrementó  en un 8,6% entre 2001/2 y 2004/5, pero  el aumento solo supondrá un promedio de sólo un 1,1% anual a partir de 2009/10 a 2020/21. Los fondos públicos para el cuidado de la salud en relación al PIB sufrirán previsiblemente un descenso del 7,6% en 2009/10 al 6,8% en 2019/20. El crecimiento del gasto en salud no va a seguir el ritmo del crecimiento y envejecimiento de la población, por lo que el gasto del NHS por persona caerá un 0,3% el próximo año.
 
Hammond anunció la eliminación de los impuestos sobre la compra de viviendas por debajo de las 300.000 libras, supuestamente para ayudar a los primeros compradores. Pero la ley tendrá consecuencias no intencionadas: subir los precios aún más.
 
En general, el presupuesto de Hammond inyecta alrededor del 0,4% del PIB en la economía, principalmente a través del gasto público en I + D, infraestructuras e incentivos a la vivienda. Eso está muy lejos de compensar las revisiones a la baja de las perspectivas de crecimiento económico cuando la inversión empresarial y la productividad se estancan.
 
Gran Bretaña ha sido una economía rentista excepcional, con la mayor dependencia del sector financiero de todas las principales economías. Y la mayor caída en el crecimiento de la productividad ha sido en este sector desde 2007.
 
Por otra parte, con el Brexit, la ciudad de Londres está a punto de perder muchas facilidades y experiencia hacia Europa. Y se espera otra recesión antes del final de esta década. Incluso las previsiones de crecimiento corregidas a la baja parecen optimistas.
es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Traducción:
G. Buster

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