Relato de dos tragedias

Tariq Alí

13/11/2005

 En un mundo privatizado donde las prescripciones de las instituciones financieras globales son tomadas como escrituras sagradas por los gobernantes, el Estado no es alentado a intervenir: ¿Serán reconstruidas ciudades y pueblos diferentes para evitar otra calamidad?

Los números difundidos por el gobierno tres semanas después del terremoto de Pakistán están probablemente en gran medida disminuidos, pero indican la escala de la catástrofe: 50000 muertos, 74000 heridos y al menos 3.3 millones personas sin hogar (muchos más que después del Tsunami). Prácticamente todos ellos viven en las montañas, donde comienza a nevar en noviembre.

La pobreza de la abrumadora mayoría de las victimas es tremenda. Bagh, un pueblo al norte de Muzaffarabad, prácticamente ha dejado de existir.  En Islamabad un trabajador social me dijo que "hay olor a cadáveres en descomposición por todos lados. Entre los cuales están los sobrevivientes buscando comida.  La gente del lugar señala que  sólo en ese pueblo han muerto 50000 personas. Y más van a morir si las medicinas y los alimentos no son distribuidos equitativamente".

La continua reducción de helicópteros en Pakistán ha imposibilitado el rescate de sobrevivientes en los pueblos más remotos de las montañas en Kashmir, el límite con India. En la vecina Afghanistan, donde hay una concentración de helicópteros,  la OTAN no quiso desafectar muchos de la zona de guerra, pese a las declaraciones de Robert Kaplan en el Herald Tribune internacional, quien habló de las benévolas misiones de rescate de US-OTAN: "Las distinciones entre guerra y ayuda, entre desplazamientos domésticos y extranjeros, están cayendo... cazar Al Qaeda en sus guaridas será imposible sin la buena voluntad de la población local.  Esta actitud puede ser estimulada por el trabajo de socorro como que se está realizando en Kashmir. Es el clásico modelo contrainsurgente: ganar sin disparar una bala".

Pese a la situación desesperada, el gobierno paquistaní rechazó la oferta de helicópteros por parte de la India.  El orgullo nacional o la estupidez, es imperdonable cuando vidas están en peligro.  El establishment uniformado en Pakistán teme una paz duradera, que pueda eliminar la justificación de mantener un complejo gigante militar-industrial.  La imposibilidad del ejército de centralizar y distribuir ayuda ha significado que las milicias locales, jihadi, tiendan a monopolizar la entrega de alimentos y carpas.  Las plegarias, reforzadas en esas condiciones, han pasado a ser parte del problema.

Este es, de lejos, el peor desastre que ha golpeado el país.  Cuando un ciclón devastó Bangladesh (en el este de Pakistán) en 1970, medio millón de bengalíes murieron.  La indiferencia de la elite dominante paquistaní indudablemente ayudó a arder las llamas del nacionalismo y el país se dividió un año mas tarde.  El terremoto del 8 de octubre pasado no puede ser ignorado tan fácilmente porque Islamabad mismo fue golpeado.  Hubo un derrame de ayuda y soporte a las victimas, pero ¿cuánto tiempo va a durar?  ¿Y que pasará cuando las luces de las cámaras de TV se vayan?

Esta última herida ha traído otras a la superficie.  Un malestar más profundo y oscuro, apenas notado por la elite pero tenido en cuenta por la mayoría de los ciudadanos, ha infectado el país por décadas.  El balance comprende a burócratas  y oficiales del ejército corruptos, políticos sucios,  privilegios sin fin, mafias protegidas y las ganancias escandalosas de la heroína y de la industria armamentista.  Sumados a la brutal hipocresía de los partidos islámicos y el cuadro se completa.

Es en este contexto que mucha gente del pueblo ve el reciente desastre.  En una escuela estatal en Lahore los estudiantes recolectaron juguetes para los niños que sobrevivieron la tragedia; cuando se les preguntó quien les gustaría que distribuya los juguetes, los estudiantes eligieron a un médico, votando unánimemente contra los políticos, el ejercito o los burócratas: Hay muchos discursos en Islamabad de reconstrucción,  incluso el primer ministro Shaukat "Shortcut" Aziz habló de un plan de 5 años para reconstruir las ciudades destruidas  e indemnizar a las victimas. ¿El alto mando militar tiene la voluntad de imponer esta solución?  Incluso en tiempos normales los pobres tienen acceso limitado a médicos y enfermeras.  El acceso a la salud en los hospitales de las grandes ciudades es solo para los ricos.  En el curso de los últimos 50 años se registró una reducción de  los cuerpos médicos (de la salud pública).  Ningún régimen, militar o civil ha tenido éxito en crear una infraestructura social apropiada, una red de contención para los mas necesitados, quienes son la amplia mayoría de la población.  En tiempos como éstos el país entero siente la necesidad, pero la elite pronto se olvidará hasta que la memoria se despierte en el próximo gran desastre.  En un mundo privatizado donde las prescripciones de las instituciones financieras globales son tomadas como escrituras sagradas por los gobernantes, el Estado no es alentado a intervenir: ¿Serán reconstruidas ciudades y pueblos diferentes para evitar otra calamidad?  Edward Durrell Stone, uno de los arquitectos que construyó Islamabad al final de los ´60 estaba descontento con el lugar,  porque se ubica sobre una falla geológica y un terreno débil.  Aconsejó que no se construyan edificios de más de 3 pisos, pero fue ignorado por el dictador de turno.

¿Que pasará con los huérfanos y las viudas?  El partido Jamaat-i-Islami ha sugerido que los huérfanos sean puestos bajo su control, así ellos pueden cuidarlos apropiadamente, alimentarlos y educarlos en sus "madrassahs".  Hay peores destinos para los chicos, los campos de refugiados de Islamabad se han convertido ya en un área de sexo infantil por parte  de las mafias y cafishos, que buscan reclutas fáciles. Pero el gobierno paquistaní debe resistir esta demanda y construir una red de escuelas estatales y orfanatos donde los chicos puedan estar mejor protegidos.  Dejarlos a la merced de grupos islámicos puede resultar en la pérdida de otra generación.
Los líderes de Pakistán habitualmente arrojan lejos los temas complejos y substanciales de cara al pueblo.  Temo que esta tragedia no los haya conmovido lo suficiente como para abandonar su complacencia. Como siempre, es el pobre el que continuará sufriendo.-

Traducción para www.sinpermiso.info: Pablo Suárez

Fuente:
The Nation, 14 noviembre 2005

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