Dan Swain
24/11/2017Sólo una persona ganó las elecciones del mes pasado en la República Checa: el multimillonario Andrej Babiš [1]. Su partido, ANO - que teóricamente significa Acción de Ciudadanos Insatisfechos, pero también “sí” en checo - recibió casi el 30 por ciento de los votos, obteniendo 78 de los 200 escaños de la Cámara de Diputados. Su competidor más cercano, el conservador Partido Cívico Democrático (ODS), consiguió sólo el 11 por ciento y 25 diputados.
El gran éxito de Babiš ha creado una profunda sensación de malestar entre la República Checa y el establishment europeo. Algunos están sugiriendo que representa una amenaza existencial a un estado que no tiene siquiera veinticinco años [2].
Pero Babiš es más frágil que muchos querían admitir. Las divisivas elecciones han producido el parlamento más fragmentado de la historia checa, dejándole pocas opciones a la hora de encontrar socios de coalición. A pesar de ganar el mayor porcentaje de votos en una década, su camino a la jefatura del gobierno sigue sin estar claro. Incluso si se convierte en primer ministro, la acusación de corrupción todavía pende sobre él [3] y un áurea de escándalo se niega a abandonarle.
El segundo hombre más rico en la República Checa, Babiš, que nació en Eslovaquia, posee la cuarta empresa más grande del país, el gran complejo agrícola Agrofert. Recientemente, su compañía extendió su influencia a los medios de comunicación, con la compra de dos importantes periódicos y una estación de radio.
Babiš entró en la política en 2012, presentándose como un tenaz hombre de negocios dispuesto a intervenir y acabar con el desorden dejado por los políticos incompetentes. Hizo una promesa familiar: “Voy a dirigir este país como dirijo mi negocio”.
Pero su vida pública ha estado acompañada durante mucho tiempo por acusaciones de corrupción. Actualmente se enfrenta a denuncias por haber desviado subsidios agrícolas de la Unión Europea [4] , y también ha sido acusado de evasión de impuestos [5] después de la compra de bonos libres de impuestos de su propio negocio. Y persisten las acusaciones de que estuvo involucrado en la policía secreta eslovaca. Él lo niega enérgicamente, pero el gobierno eslovaco ha anunciado recientemente que abriría una investigación [6] . Muchos de sus oponentes tratan estos rumores como si fueran hechos.
Aún así, la victoria electoral de Babiš ha sido previsible desde hace tiempo. En 2013, cuando ANO participó por primera vez en las elecciones parlamentarias, quedó en segundo lugar, con el 19 por ciento de los votos, obteniendo la mayor parte de su apoyo de votantes del ODS. Este último, un partido de derechas fundado por el ex presidente Vaclav Klaus, ha jugado un papel central en la política checa desde la Revolución de Terciopelo. Ha pertenecido a coaliciones de centro-derecha en los dos gobiernos anteriores.
En 2013, formó una coalición con el Partido Socialdemócrata Checo (CSSD) y los democristianos (KDU-CSL). Aunque los socialdemócratas ganaron esas elecciones con el 20 por ciento de los votos, en realidad perdieron cuota de voto. El líder del partido, Bohuslav Sobotka, se encontró frente a una rebelión interna y fue casi destituido antes de que pudiera convertirse en primer ministro. Babiš asumió el papel de ministro de Finanzas.
Cuando ANO ganó las elecciones europeas de 2014 y las elecciones regionales de 2016 parecía obvio que ANO y ČSSD terminarían intercambiando posiciones y Babiš se convertiría en el principal socio.
Pero este verano, Sobotka intentó una maniobra de alto riesgo y perdió. A medida que las acusaciones contra Babiš comenzaron a crecer, el primer ministro anunció que ya no podían trabajar juntos, y se comprometió a renunciar y disolver el gobierno.
Esto produjo un enfrentamiento constitucional [7] entre Sobotka, Babiš, y el presidente Miloš Zeman (aliado de Babiš y ex líder del ČSSD, que muchos creían detrás del intento de destitución de Sobotka). Zeman insistió en que la renuncia de Sobotka no implicaba la de todo el gobierno. Como resultado, Sobotka decidió no renunciar y exigió a Babiš que lo hiciera en su lugar.
Después de un pulso de una semana, Babiš aceptó, y Sobotka parecía haber ganado. Es decir, hasta que las encuestas mostraron un colapso del apoyo del ČSSD. El partido expulso a Sobotka, convirtiéndole en un primer ministro zombie, y el apoyo a Babiš se disparó.
En ese momento, la mayoría de los analistas pensaban que las elecciones producirían una coalición entre el ODS y ANO, pero, al acercarse las elecciones, las encuestas comenzaron a indicar algo mucho más alarmante. El ODS también se quedaba atrás, mientras los partidos más pequeños, más radicales, fueron ganando apoyo.
Las encuestas de repente comenzaron a predecir que el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSCM), una formación en gran medida sin reconstruir y que sigue contando con un sector sustancial de apoyo, podría quedar en segundo lugar detrás de Babiš. Mientras tanto, el partido de Tomio Okamura, Libertad y Democracia Directa (SPD) virulentamente anti-Islam y anti-inmigrante, comenzó a subir en popularidad.
En respuesta, los políticos de los diferentes partidos de centro derecha trataron de convertir las elecciones en un referéndum sobre la democracia, advirtiendo de los riesgos de una mayoría de las “fuerzas antidemocráticas”, lo que significa Babiš, el SPD y el KSCM.
Al final, los resultados fueron aún más volátil de lo que nadie esperaba. Nueve partidos entraron en el Parlamento. Los socialdemócratas y los comunistas vieron como colapsaba su voto más allá de las previsiones de las encuestas. El SPD de Okamura recibió más del 10 por ciento, pero el Partido Pirata, de izquierda libertaria, quedó en tercera posición. El ODS consiguió finalmente quedar en segundo lugar.
Estos resultados hicieron que el ascenso de Babiš al gobierno fuese muy complicado. De hecho, hay quién sugiere que va a entregar la jefatura del gobierno a otro miembro del ANO. Pero esta semana Zeman encargó a Babiš la formación de un gobierno, un gesto simbólico que probablemente significa que se convertirá en primer ministro. La pregunta pendiente es como lo hará.
La estrategia más obvia es formar una coalición con el ODS, pero el establishment de derechas se ha pasado las elecciones denunciándolo como un enemigo de la democracia. Hay rumores de un cambio de liderazgo en el ODS, lo que allanaría el camino hacia un acuerdo.
El ANO también podría restaurar la vieja coalición con el ČSSD y el KDU-CSL con un cambio del equilibrio de poder significativo. Pero esto también parece difícil debido a la ruptura de las relaciones y la necesidad urgente del ČSSD de hacer balance y reconstruirse.
Otra opción, cada vez más probable, es la formación de un gobierno minoritario, tal vez con nuevas elecciones a principios del año próximo. Para complicar aún más las negociaciones, Zeman debe ser reelegido en febrero y por lo tanto tiene buenas razones para ayudar a Babiš a formar una coalición que se alinea con su propia base de apoyo.
La quimera del populismo
La reacción a la victoria de Babiš era predecible. La prensa internacional la ha incorporado a la narrativa del creciente populismo que barre Europa central y oriental, y se aproxima rápidamente a las elecciones en Alemania y Austria. Los detractores de Babiš en la República Checa parecen casi desesperados para pintarlo como una manifestación checa de este fenómeno pan- europeo, tanto es así que los comentaristas políticos creyeran que estas elecciones representasen el fin de la democracia checa o el nacimiento de una nueva república.
Casi todo el mundo clasifica a Babiš como un populista, pero es difícil encontrar a alguien que pueda definir lo que eso significa. Babiš se presenta a sí mismo como un hombre del pueblo sin pelos en la lengua, que se sitúa por encima de la pequeña política partidista, y utiliza una retórica anti-inmigrante y rechaza las cuotas de la Unión Europea para la acogida de los inmigrantes. Sin embargo, asimilarlo a los gobiernos de Polonia y Hungría, o a la extrema derecha en Alemania y Austria, estira la definición de populismo más allá de su significado. De hecho, a la hora de buscar pruebas de su populismo, el corresponsal de la BBC recurrió a señalar que “reparte donuts en las estaciones de metro”.
Babiš no es un ideólogo: es, ante todo, un tecnócrata. Llenó su programa electoral de promesas de lucha contra la corrupción y de reducir el peso del gobierno, hacerlo más eficiente y más transparente. Quiere introducir la administración electrónica, cita a Qatar como modelo, y quiere aumentar el número de profesionales y empresarios que participan en la administración pública, aumentar sus salarios para competir con el sector privado. Las palabras “transparente” y “comprensible” se repiten continuamente en esta plataforma, y su campaña le presenta como hombre de acción, a diferencia de otros políticos que solo ‘bla-bla-bla’.
Su metáfora favorita, por supuesto, viene del sector privado, y el preámbulo del programa lo deja claro:
Hoy ya tenemos experiencia, y si nos dan la oportunidad, demostraremos que el gobierno puede ser muy diferente de lo que los políticos tradicionales han hecho hasta ahora. Queremos demostrar que podemos ser empleados activos, económicos y leales de esta gran empresa familiar, que se llama la República Checa y a la usted pertenece.
En esta fantasía, la gente es el empleador, y Babiš es su leal servidor, pero su tono patricio revela su verdadera visión: se ve a sí mismo como el benévolo jefe de una empresa familiar.
Su partido, también, está lleno de tecnócratas. El hombre que lo reemplazó como ministro de Finanzas fue antes el director de Microsoft en la república Checa , y muchos de sus ministros probablemente vengan de las filas de sus antiguos empleados y asesores.
Estos hechos invitan a compararlo con otro partido emergente: En Marche!, de Emmanuel Macron. Los dos hombres difieren en su apariencia - un joven y elegante financiero frente al desenvuelto oligarca mayor - pero la composición y las actitudes de ambos partidos están mucho más cerca de lo que parece. Pero, al menos según los medios de comunicación, Macron es el gran destructor del populismo, mientras que Babiš es una de sus muchas reencarnaciones.
Este punto de vista parte en gran medida de sus diferentes opiniones sobre la Unión Europea: Babiš quiere bloquear los planes a largo plazo para que la República Checa se una al euro, y mantendrá la oposición del gobierno anterior a las políticas de la UE sobre los refugiados.
Pero estas son diferencias de matiz. De hecho, la Unión Europea ha ayudado a que Babiš se haga muy rico, y miembros de ANO ya se sientan en el Parlamento Europeo como parte de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa. Uno de ellos incluso es el actual comisario para la justicia, los consumidores, y la igualdad de género. El hecho de que algunos medios de prensa lo hayan comentado refleja hasta que punto se distorsiona la política europea vista desde el prisma de centrismo versos populismo.
Babiš, sin duda, representa una amenaza a la democracia. Se ve a sí mismo como un patrón benévolo a la cabeza de un estado corporativo poderoso, una visión fundamentalmente divergente con cualquier idea de una sociedad en la que las personas toman decisiones colectivas sobre sus propias vidas. Su concentración del poder económico y político permitirá que cometa abusos graves, y cualquier gobierno que dirija se opondrá a los intereses de los trabajadores y los oprimidos.
Pero comparte estos puntos de vista con una gran parte de sus detractores, tanto domestica como internacionalmente. La concepción de la política como una gestión empresarial, dominada por expertos, profesionales y empresarios es compartida por la mayor parte de la clase política. Esto es lo que hace que sus críticas suenen tan huecas.
“Usted me ha creado”
A Babiš le gusta recordar a la clase política que fue ella quién le creó. Lo quiere decir es que si no hubieran participado en politiquerías y negocios corruptos, él nunca se habría metido en política.
Pero esta afirmación es verdad también en otro sentido: Babiš es en gran medida el producto de un sistema político en crisis profunda. Este hecho constituye gran parte de su fuerza - todos los cargos de corrupción formuladas contra él parecen hipócritas. Por eso, los votantes se preguntan, ¿ por qué los políticos repentinamente se preocupan de que los intereses personales y empresariales dominen la política, cuando siempre ha sido así?
En este sentido, Babiš es un síntoma más general de la falta de apoyo a los partidos políticos tradicionales. Los dos partidos que han dominado la política checa desde los años 1990 - ODS y ČSSD - obtuvieron sumados menos del 20 por ciento de los votos. Una encuesta realizada a estudiantes de secundaria que votan por primera vez subraya que son más propensos a apoyar a los Piratas o al SPD, ninguno de los cuales tenía antes representantes.
Aunque el propio Babiš no es ni de lejos tan hostil a la Unión Europea como algunos sugieren, los sentimientos antieuropeos han jugado claramente un papel importante en estas elecciones. Aunque pocos más allá del SPD quieren salir de la UE, TOP 09, el único partido que abiertamente hizo campaña a favor de la UE, apenas raspó el umbral del 5 por ciento.
Una escisión del KDU-CSL, TOP 09 hizo campaña con lo que parecían anuncios dirigidos inteligentemente a sectores y tema concretos para atraer a su base: un público más liberal, urbano, que apoya la Unión Europea y que quiere un enfoque “sensible”. O bien este grupo era más pequeño de lo que pensaban o se fue a otro partido. La hostilidad al status quo es cada vez más profunda, y la Unión Europea aparece como un elemento más del mismo.
Esta crisis tiene raíces profundas. La República Checa se presenta como una historia de éxito económico, y muchos dude los análisis de la prensa Occidental expresan su sorpresa sobre la victoria de Babiš con una especie de desconcierto sobre porqué los checos han optado por un cambio en tales circunstancias.
Es cierto que la economía checa ha crecido, la corona checa es fuerte, y la gente en Praga habla de escasez de trabajadores en lugar de escasez de puestos de trabajo. Pero esto oculta una gran variación regional, bajos salarios y una desigualdad profunda.
El periodista Saša Uhlová ha publicado varias investigaciones impresionantes sobre la realidad de la industria checa [8], denunciando las largas horas y bajos salarios que sufren muchos trabajadores en la industria y el sector agro-alimentario. Un número considerable de personas no pueden encontrar trabajo y subsisten en una pobreza real. Los políticos los llaman inadaptados o indeseables y diseñan políticas para deshacerse de ellos [9]. Gran parte de esa pobreza recae en las comunidades gitanas, que todavía sufren tanto al racismo informal como institucional.
En este contexto, Babiš no es el síntoma más morboso. Ese honor le corresponde a Okamura y su SPD.
Okamura se convirtió en miembro del Parlamento en 2013, cuando aún pertenecía a Amanecer, el partido que abandonó en 2015. Su ascenso fue inesperado y gracias a una campaña importante, bien financiada, y francamente racista. Antes de las elecciones, Okamura equiparó al Islam con el terrorismo y pidió su prohibición como una ideología del odio. Un cartel destacado decía: “impuestos para servicios, no parásitos,” en una clara apelación al sentimiento anti-Roma.
En gran parte, sin embargo, Okamura se limita a copiar a las clases dirigentes. En respuesta a varios incidentes terroristas, en particular el ataque a un mercadillo de Navidad en Berlín en 2016, varios líderes políticos hablaron del riesgo de que ocurriese algo similar en Praga. En particular, el ministro del Interior Milan Chovanec (ahora líder del ČSSD) buscaba transformar la emigración y los refugiados en temas de seguridad nacional, incluso sugiriendo la idea de flexibilizar las restricciones sobre la posesión de armas para que las personas pudieran defenderse.
Esta retórica parece haber funcionado: el 61 por ciento de los checos creen que los refugiados son una amenaza para la seguridad nacional [10], mientras que el 54 por ciento cree que es probable que aumente la delincuencia. En cualquier caso, Okamura simplemente vio por donde soplaba el viento: el establishment creó las condiciones que le permitieron prosperar.
Lo que queda de la izquierda checa
Esto nos lleva a lo que queda de la izquierda checa. Los dos partidos tradicionales de izquierda han sufrido importantes derrotas. El ČSSD se derrumbó a un 7,3 por ciento, mientras que el KSCM cayó del 14,9 por ciento al 7,8 por ciento, perdiendo más de la mitad de sus diputados.
La historia de los socialdemócratas es bastante familiar: un partido separado de su base, que hace suyas gran parte de las políticas neoliberales, y se divide entre modernizadores y tradicionalistas.
Después de expulsar a Sobotka, dieron una especie de giro a la izquierda, tratando de hacer una capñana electoral en los ejes tradicionales de izquierda-derecha, como los impuestos y la atención médica. Sin embargo, sus principales dirigentes también han adoptado una política anti-emigrantes cuando les ha convenido.
Pasar de cincuenta diputados a quince supone una crisis existencial para el partido, y podemos predecir un período de derramamiento de sangre entre las diversas facciones. El ČSSD comparte esta situación con casi todos los demás partido socialdemócratas en Europa - un hecho que subraya la importancia del éxito de Corbyn en Gran Bretaña.
Una peculiaridad de la política checa es el hecho de que el KSCM comunista sigue recibiendo incluso un 7 por ciento de los votos, por no mencionar el 15 por ciento que ganó en 2013. A diferencia de muchos otros estados del bloque del Este, los remanentes del Partido Comunista de la República Checa no participaron en coaliciones de izquierda mas amplias.
También tienen una base leal, en gran medida entre los votantes mayores en el oeste del país, lo que les ha permitido ganar alcaldías y otros cargos regionales. Sin embargo, su anciana base sigue envejeciendo, y estas elecciones pueden ser la señal de que el apoyo al KSCM se está erosionando.
Por otra parte, el partido solo es comunista de nombre. Si bien es reconfortante ver carteles electorales pidiendo la paz en el mundo en el metro, el KSCM también ha atacado a los refugiados y los inmigrantes. De hecho, un análisis preliminar sugiere que perdieron votos a favor del SPD de Okamura, lo que nos debe recordar una vez más el peligro de que la izquierda trate de utilizar la retórica de la extrema derecha.
Las elecciones también fueron una catástrofe para el Partido Verde, que recibió sólo el 1,5 por ciento de los votos, la mitad de sus últimos resultados. Los verdes atraen a los activistas de izquierda más jóvenes, y los Jóvenes Verdes ayudan a organizar las manifestaciones del Primero de mayo en Praga con anarquistas y socialistas. A nivel nacional, sin embargo, todavía están tratando de recuperarse de su participación en una coalición de centro-derecha en 2010, que daño su base de apoyo. Su campaña sosa y no especialmente de izquierdas no mejoró las cosas.
Luego está el otro gran ganador de las elecciones: el Partido Pirata, que es una especie de versión inconformista de la tecnocracia del ANO, con sus plataformas en red como alternativa a la visión de Babiš de una gran empresa familiar. La campaña de los Piratas se centró en soluciones técnicas, como el voto en internet y la democracia directa, mientras que uno de sus carteles más prominentes dice ‘Ecología sin ideología’.
Su líder, sin embargo, es agradable y tiene buenas credenciales antifascistas. Atraen y agrupan a diversos elementos de izquierda, incluidos aquellos que se oponen a la OTAN, quienes piden la renta básica universal, y los que rechazan las leyes de propiedad intelectual. Será interesante ver cómo se adaptan a su repentino status como el tercer grupo parlamentario: ya se habla de una división.
Para los activistas de izquierda checos que están fuera de estos partidos, estos resultados suponen tanto un desafío como una oportunidad. Tendrán que enfrentarse a Okamura y a la extrema derecha, y la manifestación espontánea contra él tras las elecciones fue un buen comienzo.
Pero en medio del naufragio de los socialdemócratas, los comunistas y los Verdes, la izquierda más amplia también debe pensar en alternativas. Los activistas y escritores agrupados alrededor de publicaciones como A2larm [11] y grupos como Socialistická Solidarita [12] pueden sentirse pocos y aislados, pero deben mirar a Polonia, donde Razem comenzó con una pequeña base en una situación en la que la vieja izquierda se había desacreditado y osificado y acabó ganando más de medio millón de votos.
Queda un largo camino por recorrer.
Notas:
[1]https://www.theguardian.com/world/2017/oct/22/anti-establishment-billion...
[2]https://www.nytimes.com/2017/10/17/world/europe/czech-republic-andrej-ba...
[3]https://www.reuters.com/article/us-czech-politics/czech-pm-candidate-bab...
[4]http://abcnews.go.com/amp/Politics/wireStory/leading-czech-prime-ministe...
[5]http://www.dw.com/en/czech-government-to-resign-in-row-over-finance-mini...
[6]https://www.apnews.com/e0e807954132481fae648df50df7544f
[7]http://politicalcritique.org/cee/czech-republic/2017/farcical-political-...
[8]http://politicalcritique.org/cee/czech-republic/2017/doesnt-matter-if-yo...
[9]http://politicalcritique.org/cee/czech-republic/2017/when-the-mayor-turn...
[10]http://praguemonitor.com/2016/03/30/poll-sixty-percent-czechs-against-ac...
[11]http://a2larm.cz
[12]http://organizace.socsol.cz