Sobre algunas críticas a la renta básica incondicional: ¿miedo a la libertad?

Jordi Arcarons

Daniel Raventós

Lluís Torrens

26/11/2017

La renta básica (RB) sigue despertando exponencialmente el interés de todo tipo de personajes. Estaríamos dispuestos a admitir que el hecho de que se hable tanto ya es bueno. Aunque sea en contra. Porque si la calidad de la crítica es buena, ¡qué duda cabe que ayuda a perfilar los argumentos propios favorables a la RB! Pero desafortunadamente no todo es tan simplón. En fechas recientes han aparecido algunos artículos en distintos medios que pensábamos que sería mejor dejarlos disfrutar de la paz de los muertos, pero algunos amigos y amigas nos han pedido que valía la pena contestar por ser representativos de una forma de entender la RB más o menos extendida. Unos están escritos por algunos autores de la izquierda política (aceptémoslo para no entrar en aspectos que nos despistarían del objetivo) y otros de la derecha. Vamos a comentar dos, de características muy distintas.

El primero, “Sueñan los robots con la renta básica universal” es quizás un ejemplo extremo de charlatanería en la especialidad tan bien analizada por Harry Frankfurt: el charlatán no es necesariamente un mentiroso (que miente sabiendo que miente), simplemente no le interesa si lo que dice o insinúa es verdad o mentira. Frankfurt aseguraba que “una actitud displicente hacia la verdad es más o menos endémica entre el colectivo de publicistas y políticos, especies cuyos miembros suelen destacar en la producción de charlatanería, mentiras y cualquier otro tipo de fraudulencia e impostura que puedan imaginarse.” Añadiríamos entre el grupo de charlatanes à la Frankfurt a muchos polemistas de derechas y algunos de izquierdas, académicos o no, contra o acerca de la RB. Y entiéndase bien, no porque estén en contra de la RB (porque hay quien siendo contrario a la RB no podría en ningún caso ser embutido en este desgraciado grupo), sino por la forma visceral de oponerse que tiene más relación con los prejuicios que con las razones. Y recordaba un gran amigo común y maestro de alguno de nosotros, Antoni Domènech, al respecto: “para esta gente lo de menos es la verdad”.

La calidad del artículo mencionado es deplorable, y como tal mejor sería dejarlo descansar, pero vale la pena prestar alguna atención porque es representativo de un estado de cosas que sí son más merecedoras de atención que el artículo en sí. Resulta que, para los escribidores del mencionado texto, la RB es un proyecto de la derecha ideológica ultraliberal porque la defendió Milton Friedman hace 50 años. Espectacular (in)consistencia analítica: da igual que la hayan defendido otros muchos pensadores de izquierdas y nada ultraliberales, la RB está apestada porque la defendió Friedman. Que la propuesta de Friedman, en realidad defendió un impuesto negativo sobre la renta, se parezca por objetivos confesados con la que proponemos nosotros (en donde gana el 80% de la población por debajo de las dos decilas más ricas) como un huevo a una castaña, ¡qué más da! Además, por esta regla de tres deberíamos estar en contra de la competencia entre empresas y a favor de los monopolios u oligopolios extractivos, ya que, formalmente, es contrario al pensamiento friedmaniano. También deberíamos estar en contra de un montón de economistas keynesianos de la época de Friedman como James Tobin o actuales como Varoufakis que defienden la RB, o deberíamos estar a favor de las tesis de J.R. Rallo de la escuela liberal antidemocrática (Rallo en eso es consecuente: liberalismo y democracia no se han entendido antes ni se entienden ahora bien), que incluso escribió un libro exclusivamente contra la Renta Básica. Rallo, el mismo que cree que el peso del gasto público debería ser el 5% del PIB como máximo. También deberíamos criticar la RB porque la defienden Jeff Bezos, multimillonario fundador de Amazon, o Bill Gates o Mark Zuckerberg. Claro que entonces, siguiendo su mequetréfica lógica, deberíamos estar en contra de la lucha contra la malaria, de los impuestos sobre las herencias o de cualquier otra causa social que defiendan estos malvados. El “argumento” ad hominem es un viejo conocido de los charlatanes: una afirmación es falsa, se da por sentado, porque lo dice determinado emisor. Puede ser efectivo emocionalmente, pero un churro argumentativo. Típico del charlatán à la Frankfurt.

Siguen diciendo en este desafortunado artículo la relación entre los robots (la mecanización, para ser más precisos) y la RB. ¡Cómo si todo empezara con los robots! Da igual que haya habido pobreza desde tiempos inmemoriales, da igual que las revoluciones industriales generaran éxodos masivos de población, pobreza y sobreexplotación en los núcleos industriales. Da igual que la globalización y la acumulación del capital financiero estén concentrando la riqueza en unos pocos. Da igual que en 27 de los últimos 39 años en el Reino de España, con lo que este Estado es el campeón entre los países desarrollados de la materia a mucha distancia del subcampeón, la tasa de paro haya superado el 15% y que los sistemas de protección actual basados en las rentas mínimas condicionadas fracasen una y otra vez en sacar a la población de la pobreza. Da igual todo: la culpa es de la RB… que nunca se ha aplicado.

Y da igual la creciente evidencia internacional de que las experiencias de RB o de transferencias incondicionales o de experimentos naturales parecidos a una RB contradigan lo que afirman sobre la estigmatización o la trampa y la cronificación de la pobreza:  lo que debemos hacer, según estos bullshitters, es esperar que el mercado laboral saque de la pobreza a más de 10 millones de parados o subcocupados reales del Reino de España, a base de crear millones de puestos trabajo gracias a los robots, porque a más robots más puestos de trabajo, una extraña ecuación que la copian los autores  de la observación de que Singapur, Corea, Japón y Alemania tienen el paro muy bajo y muchos robots. ¡Gran deducción! ¿Ninguna crítica, por cierto, al trabajo considerado por tantos maestros de los que vale la pena aprender “esclavismo a tiempo parcial”?

Más grave aún es que se nos mencione en los comentarios al artículo escribiendo que nuestra propuesta de financiación se basa en eliminar el estado del bienestar, incluido cualquier tipo de subsidio o pensión, y en todo su importe. Quienes hayan leído nuestros artículos y entrevistas o hayan asistido a alguna de las centenares de charlas o clases que hemos dado los últimos años explicando nuestro modelo saben que están mintiendo o que no se enteran de nada (al menos, no hace muchas semanas, uno de los autores del mencionado escrito sí asistió a una de estas sesiones y tuvimos la ocasión de explicárselo personalmente con detenimiento: pero ¡qué más da! A la que dimos la espalda, volvió a repetir lo mismo que le explicamos que estaba mal entendido, como este artículo que comentamos vuelve a evidenciar). El charlatán es ajeno a la verdad, puesto que la verdad es lo que menos le importa.

La misma Basic Income Earth Network a la que pertenece la Red Renta Básica desde 2002 declaró de manera solemne en el congreso mundial realizado en Seúl el año 2016 que la RB que apoya es:

Una renta básica que sea estable en tamaño y frecuencia y lo suficientemente alta como para ser combinada con otros servicios sociales, como parte de una estrategia política para eliminar la pobreza material y permitir la participación social y cultural de cada individuo. Nos oponemos al reemplazo de los servicios sociales o los derechos, si ese reemplazo empeora la situación de personas relativamente desfavorecidas, vulnerables o de bajos ingresos.

¿Está claro? Creemos que de forma meridiana. Pero ¡qué más da! Como ejemplo de “lógica” autorefutatoria, las dos soluciones que apuntan los autores para no defender la RB como salida a la pobreza, son contradictorias entre ellas: por un lado dicen que hay mucho trabajo (remunerado) por hacer y por lo tanto por crear. Una versión de trabajo garantizado que obviamente no dicen lo que costaría ni como se financiaría. Como si crear la industria de Singapur, Corea, Japón y Alemania, y su parque de robots, se consiguiera por arte de magia. Basta para los autores con que empresas y Estado inviertan (sic). Para a continuación defender el reparto del trabajo existente. Pero tampoco explican cómo evitarán los trabajadores pobres, y se limitan a decir que hay que pagar mejores sueldos, y que si se paga más habrá menos substitución de robots por trabajo y, sorprendentemente, menos paro porque de repente nos volveremos Singapur, Corea, Japón o Alemania y pasaremos a liderar las exportaciones tecnológicas mundiales. Aleluya, se ventilan en cuatro líneas cualquier evidencia del impacto de la automatización y todos los estudios que se están realizando sobre el tema. Propio de bullshitters.

Acaba el artículo hablando de la distopía de una sociedad en donde solo los robots trabajen. Pues nada, a seguir haciendo trabajos de mierda para ganar sueldos de mierda, lo cual no es una distopía sino la cruda realidad actual. 

El segundo artículo, más amable y reflexionado, está escrito por un exministro del PSOE de 2008 a 2011. Este artículo destila desconocimiento básico de algunos aspectos de la RB que proponemos (nosotros y otros autores en distintas partes del mundo), y también critica a RB de que podría recortar el estado del bienestar, ¡cómo si la RB fuera la responsable de los recortes del actual estado del bienestar! Nos lo dice él que era ministro cuando se empezó la oleada de recortes del 2010 en el Reino de España que nos llevó a la segunda recesión de la crisis, y que aún no hemos superado 7 años más tarde.  Aunque tampoco se puede negar desconocimiento absoluto de las políticas universales a quien quiso regalar a todos los hogares del Reino de España un pack de 2 bombillas de bajo consumo, aunque solo alcanzara un 33% de éxito -porcentaje del total de hogares que recogieron el pack-, o realizar contratos de eficiencia  energética a 2.330 edificios públicos. Quizás de allí le viene su aprensión a dichas políticas pretendidamente universales. Aunque para reanimarse también le proponemos que lea la definición aprobada por la BIEN sobre lo que es una RB:

La renta básica es un pago periódico en efectivo entregado incondicionalmente a todos de manera individual, sin requisito de prueba o trabajo.

Es decir, la renta básica tiene las siguientes cinco características:

1. Periódica: se paga a intervalos regulares (por ejemplo, todos los meses), no como una subvención única.

2. Pago en efectivo: se paga en un medio de cambio apropiado, permitiendo que quienes lo reciben decidan en qué lo gastan. Por lo tanto, no se paga en especie (como alimentos o servicios) o en cupones dedicados a un uso específico.

3. Individual: se paga de forma individual, y no, por ejemplo, a los hogares.

4. Universal: se paga a todos, sin prueba de medios.

5. Incondicional: se paga sin el requisito de trabajar o demostrar la voluntad de trabajar.

Vamos, que entregar dos bombillas no es una RB, por muy incondicional e universal que fuera. Desconocemos, no obstante, si Amancio Ortega fue a correos a recoger su pack de bombillas.

Empieza el autor cargando contra la miserable propuesta de renta mínima de la ILP promovida por los dos sindicatos mayoritarios del Reino que se está discutiendo en el Congreso de los Diputados afirmando que su coste puede ser muy alto (hasta 15.000 millones de euros anuales según la AIREF) y a que esta cifra puede quedar corta debido a los perversos incentivos que podría generar:

  1. La gente puede verse “tentada” a no aceptar trabajos cuya remuneración sea por la cantidad de la renta mínima (426 euros para un adulto).
  2. Los ciudadanos inactivos se declararían parados para optar a la ayuda.

Y concluye que esto supondría incrementar el coste de la medida hasta 17.000 millones de euros.

Cuando no se tienen ni 426 euros al mes, la tentación no es dilucidar si uno se queda en la cama sin hacer nada, sino saber si estos 426 euros me van a representar 426, 400, 300 o incluso menos si tengo que desplazarme, si tengo que comer fuera o si tengo donde dejar los niños mientras trabajo, y lo que me representa en gasto adicional. Se llama trampa de la pobreza, señor exministro, no “tentaciones”.

Lo de los ciudadanos inactivos también tiene guasa. Ahora resulta que esta ley podría animar a los que han perdido toda perspectiva de encontrar trabajo a reclamar un mínimo de subsistencia. Claro, es mejor quitarles cualquier ayuda, que eso sí que anima. 

Quizás hasta aquí podría parecerle a algún despistado que nos hemos reconvertido en defensores de las rentas mínimas condicionadas (y hasta de la deplorable ILP de CCOO y UGT), pero no como se verá. Es entonces cuando el exministro inicia su particular exposición sobre la RB.

Coste de la RB: Empieza haciendo los típicos cálculos del coste bruto de la RB: 500 euros al mes para cualquier residente en el Reino de España, con independencia de la edad: coste 279.000 millones, el 25,4 % del PIB. Impagable.

Luego empiezan los (sus) recortes: 

-no se paga a los menores de 16 años. Magnífica propuesta para proteger a las familias. Los niños no comen (o quizás deban ser comidos como defendía la modesta proposición de Jonathan Swift).

-no se paga a los pensionistas y a los parados que ganen más de 500 euros al mes. Y solo se compensa por la diferencia a los que cobran menos de esa cantidad.  Una propuesta más aceptable, si aceptamos que 500 euros mensuales dan para vivir.

-lo mismo con trabajadores asalariados o autónomos: solo se compensa a los que ganan menos.

Este sistema tan peculiar, y rebosante de trampa de la pobreza, reduce los beneficiarios a 10 millones y medio y el coste a 62.800 millones de euros, el 5,7% del PIB. Y concluye que esta magnitud es el límite superior puesto que se podrían eliminar otras ayudas o bonificaciones fiscales, que rebajarían el coste final.

Desconocemos la metodología usada por el autor para alcanzar estas cifras, pero nos parecen muy elevadas para una ayuda tan baja y que en el fondo no es una RB ya que está limitada a las personas cuyos ingresos están por debajo de un umbral. Aun así, ante la evidencia de que un coste del 5% o menos del PIB empieza a ser asumible dado que la presión fiscal en el Reino de España es 7 puntos inferior a la europea, debido a menores recaudaciones en casi todos los impuestos (IRPF, IVA, ambientales, propiedad, etc.), desplaza la discusión a los incentivos.

Contra toda evidencia dice que se trabajará (remuneradamente: los demás trabajos le importan un higo) menos. Da igual que todos los estudios o experimentos sobre renta básica certifiquen justamente una evidencia contraria. Da igual que exista la trampa de la pobreza o de la precariedad en las rentas mínimas condicionadas o garantizadas: una pequeña ayuda de 500 euros reduce las ganas de trabajar. Es sorprendente (o malintencionada) esta afirmación en una economía en donde hay más de 4 millones de personas paradas oficiales y 1,6 millones de trabajadores y trabajadoras a tiempo parcial que quieren trabajar a tiempo completo y no pueden.

También afirma que 500 euros elevan el salario de reserva. O sea, que la gente decidirá no trabajar a sueldos miserables. ¡Vaya desgracia para el cambio de modelo laboral! Sería mucho mejor, suponemos para él,  pagar lo mínimo posible y dar el mínimo de ayudas para forzar a la gente a venderse en el mercado a cualquier precio. Digámoslo claro: es mejor el trabajo semiesclavo para animar a contratar más semiesclavos. Como están haciendo nuestros jóvenes actualmente, cuyos ingresos han caído más de un 25% en términos reales con la crisis. Son opciones políticas, no técnicas. Lo hemos escrito en más de una ocasión: la política económica, tal como indica el orden de las palabras, es primero política y después económica. No hay nada más falso que las cantinelas más repetidas por casi todos los gobernantes europeos del que el autor formó parte en momentos clave: “si no realizamos estas medidas de contención del gasto, toda la población saldrá perjudicada”, “son las medidas que el país necesita”, “son necesarios estos sacrificios para salir adelante”, “la situación económica impone estas desagradables medidas”, etc., etc. Ni una medida de política económica mínimamente importante es neutral en un sentido preciso: que perjudica o beneficia a toda la población. Toda medida de política económica perjudica a unos sectores sociales y beneficia a otros. Ejemplos, meros ejemplos: bajar los impuestos a los más ricos, congelar o bajar las pensiones, facilitar y abaratar los despidos laborales, bajar el sueldo de los trabajadores del sector público, destinar menos recursos a la educación pública, introducir el copago sanitario… ¿Es difícil descubrir quién gana y quién pierde en cada uno de estos casos? Cosa bien distinta es la (supuesta) justificación que se da en cada caso por parte de los responsables gubernamentales. Primero se decide a qué sectores sociales va a favorecerse y después se instrumentan los medios económicos que harán posible lo primero. Así lo hizo, entre otros, el gobierno en los que participó el autor. Facts are facts. En palabras de Joseph Stiglitz: “El gobierno tiene la potestad de trasladar el dinero de la parte superior a la inferior y a la intermedia y viceversa”.

Quizás el exministro debería reflexionar (es un decir) si no sería mucho mejor para el futuro de la población no estrictamente rica proteger a los trabajadores mediante el fomento de mejores salarios, mejor red de protección en caso  de estar en el paro (ya algo habitual para un inmenso número de personas) y mejores políticas activas para ocupar a los parados, en donde el incentivo para los poderes públicos es esforzarse en darles oportunidades dignas a la gente, no en lanzarlos al mercado laboral a venderse a cualquier precio bajo la amenaza de quedarse sin nada. Alguna cifra viene al caso. Son 428.000 las personas que en el 2016 disponen más de un millón de dólares en el Reino de España, según el periódico informe de Credit Suisse. Son los más ricos, una cantidad que representa el 0,9% (menos aún del 1% famoso, por cierto) del conjunto de la población comprendida en las fronteras del Reino de España. Mientras, la mayoría de la población vive mucho peor que hace 10 años. Esto es el resultado también de políticas económicas concretas del partido hoy en el gobierno y del que le precedió, el gobierno del PSOE del cual formó parte el autor del artículo que comentamos.

Más estrambótica es que la pseudoRB que propone el exministro reduciría el incentivo a ahorrar. Pues nada, con menos de 500 euros al mes, lo mejor para la gente debería ser, para esta visión común en las escuelas de estudios empresariales, reducir las pensiones. Creemos que aquí le ha traicionado su pasado profesional en el servicio de estudios de un gran banco, muy interesado en promover los planes de pensiones privados, básicamente por las comisiones que les generan. Ya puestos, le falta afirmar que la sanidad pública desincentiva a la gente a cuidar de su salud y que lo más razonable sería eliminarla y pasar a un sistema de sanidad privada en donde pagas en función de tus riesgos. Son opciones de política económica. Las suyas. No las únicas.

También es curioso el argumento de que su pseudoRB fomentaría la economía sumergida ya que sería incompatible con otros ingresos. Esta afirmación muestra su desconocimiento de la condición de universalidad de la verdadera RB (aunque él la abrevia como RBU), en dónde se cobra con independencia de lo que se gana. Claro que entonces sus aparentemente sencillos cálculos sobre el coste de la RB ya no serían posibles y debería adentrarse en otros cálculos más complejos como los que por ejemplo hacemos nosotros. Nada es gratis. También obvia que en el Reino del que ejerció como ministro, más de tres millones de adultos están en este momento fuera del radar fiscal de la AEAT, que no dispone ni de un solo dato de sus ingresos o medios de subsistencia, probablemente porque están subsistiendo al margen de la economía formal. Una verdadera RB, que fuera a por los 46 millones de residentes, es obvio que haría aflorar, no esconder, esta parte oculta.

Más escandalosa es su afirmación de que la RB generaría menor inversión en capital humano. De nuevo, ¡qué inmenso error! El autor desconoce u oculta que el fracaso escolar tiene su primera y más importante causa en la pobreza de las familias (de allí aún más grave el doble error de excluir a los menores de su pseudoRB) y que ésta es la principal causa de la transmisión intergeneracional de la pobreza: padres poco formados, padres pobres, niños con fracaso. Así funciona el ciclo. En la ciudad de Barcelona por ejemplo la tasa de fracaso escolar de los barrios de menor renta multiplica hasta por ocho la de los barrios de los distritos ricos. Todos los estudios realizados concluyen que la RB incrementa el interés por los estudios y reduce el fracaso escolar (con ejemplos muy contundentes en niños de países en desarrollo). ¡Hasta la RB de las naciones indias norteamericanas que reparten entre sus miembros gracias a los ingresos recibidos por la explotación de los casinos ha incrementado el nivel de estudios de sus hijos! No solo esto, la RB incrementa la capacidad de lanzarse a activarse y crear empresas, ya que reduce el riesgo al fracaso, justo lo que ya disfrutan los hijos de los ricos, dado el colchón familiar.

Finalmente, el último apartado sobre pobreza y desigualdad redunda en los errores anteriores como el supuesto efecto negativo de la RB sobre la formación y su capacidad de “gozar” de los incrementos de productividad del conjunto de la economía. Como si actualmente este goce se estuviera produciendo, cuando los salarios están cayendo y el desenganche de productividad y salarios se está constatando desde hace décadas a causa del triple proceso de automatización-globalización-financiarización de nuestra economía.

Más torpe es considerar que la RB incentivará a las empresas a desprenderse de los trabajadores menos productivos, como si ahora las empresas tuvieran actitudes paternalistas y mantuvieran a “inútiles” en sus plantillas. No discutimos que pueda haber empresas socialmente responsables, pero los millones de parados que tenemos y los que vendrán se van a producir “a pesar” de estas empresas. Son los cierres de empresas, las reestructuraciones las que ya están creando parados de manera masiva. El capital invierte para ganar dinero, no para crear puestos de trabajo. Lo segundo es un medio para lo primero. Y si con una RB podemos eliminar unos cuantos trabajos de mierda y que los trabajadores desempleados puedan hacer otras cosas más útiles para ellos y para el resto de la sociedad, aunque el mercado no las retribuya, bienvenida sea la RB. Lo hemos también escrito muchas veces: la RB aumentaría el poder de negociación de los trabajadores y las trabajadoras. Es una opción, que entendemos no comparta el exministro porque tenga otras prioridades más favorables al 0,92%. Pero sería decente explicitarlo para no estar escondiendo con el humo de determinados argumentos supuestamente técnicos lo que es una prioridad social clara.

El artículo que estamos comentando acaba con que el coste fiscal (indeterminado, pero que según el autor puede estar por debajo del 5% y sin tener en cuenta beneficios adicionales que pueden reducir el coste, por ejemplo, mayor consumo y por tanto más recaudación fiscal, menores costes sanitarios en enfermedades mentales, menores costes sociales en cubrir situaciones de emergencia, etc.) puede repercutir en menor estado del bienestar que empeoraría la distribución de la renta. Volvamos a recordar que una RB progresista como la que proponemos debe respetar el mandato de la BIEN de que:

 Nos oponemos al reemplazo de los servicios sociales o los derechos, si ese reemplazo empeora la situación de personas relativamente desfavorecidas, vulnerables o de bajos ingresos.

Y recordemos también que todas las simulaciones realizadas con nuestra simple propuesta de financiación de RB con IRPF (que podría ser complementada con otras fuentes de ingresos como mostraremos en un libro[1] que está a punto de publicarse) resultan en una reducción espectacular de la desigualdad de la renta, que nos haría pasar de una de las sociedades más desiguales de Europa a una con niveles parecidos a los países nórdicos. La afirmación según la cual la RB  no sería una buena medida contra la desigualdad (“El impacto sobre la desigualdad, sin embargo, es más discutible”, dice el exministro) es precisamente contraria a los estudios que han abordado la cuestión. Por ejemplo, en nuestra propuesta base, se consigue una drástica reducción de la desigualdad de renta, el índice de Gini disminuye más de 11 puntos, situándose en un nivel muy similar al de los países escandinavos.

En resumen, no existe incompatibilidad entre pobreza y desigualdad por culpa de la RB. Se puede acabar con la pobreza y con la desigualdad, otra cosa es que el exministro lo entienda o lo quiera entender. Sí que existen, y en esto agradecemos al autor la sugerencia de una reflexión sosegada, tentaciones de alterar la RB y acercarla a otro tipo de modelos que sí pueden tener consecuencias indeseables.

Para acabar, las condiciones materiales de existencia de gran parte de la población son muy deficientes, peores que las que tenían hace unos pocos lustros. Ante esta situación, a algunos les preocupa dos posibles situaciones: 1) que con una RB estas personas fueran unos vagos, que no tuvieran incentivos para trabajar (remuneradamente), que aumentara la carga fiscal a los “emprendedores” y tutti quanti; y 2) que los “costes” de la RB sean excesivos. Proponemos un análisis que conlleva una política económica diferente: 1) la libertad está amenazada o ya destruida para estas personas que no tienen la existencia material garantizada; y 2) los costes sociales de no implantar una RB ¿no tienen importancia?

Bien es verdad, que al final se trata de decidir la opción social que favorezca al 0’92% y sectores cercanos o al resto. Es decir, seguir como hasta ahora o cambiar aunque sea un poco.

 


[1] Renta básica incondicional. Una propuesta de financiación racional y justa. Ed. del Serbal.

 

es catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Es miembro de la Red Renta Básica.
es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, editor de Sin Permiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC.
es economista, Director de servicios de planificación e innovación en el Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Barcelona y profesor asociado de la Escuela Superior de Comercio Internacional-Universitat Pompeu Fabra. Es miembro de la Red Renta Básica y de la Asociación REVO prosperidad sostenible.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 26-11-17

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