Sudáfrica: El ANC elige al capitalista negro más rico del país

Patrick Bond

29/12/2017

El Congreso Nacional Africano (ANC) eligió el lunes 11 de diciembre como su presidente a Cyril Ramaphosa - por un 51% de cerca de 4800 delegados -, lo que aplaza pero no resuelve la batalla entre sus dos facciones duramente enfrentadas. En una hay poderosos amigos del llamado “capital monopolista blanco”, y en la otra los aliados del presidente saliente del ANC, Jacob Zuma, dirigidos por Nkosazana Dlamini-Zuma, su ex esposa y ex presidenta de la Unión Africana. Esta última facción incluye a redes clientelares corruptas de “depredadores del presupuesto”, especialmente los conocidos hermanos Gupta y, por lo tanto, normalmente se le llama a esta facción los “Zupta.” (Zuma se mantendrá como presidente del país hasta mediados de 2019).

La moneda de Sudáfrica aumentó rápidamente su valor tras la victoria de Ramaphosa, porque era el candidato de las grandes empresas y los grandes medios de comunicación. Pero también ha tenido el apoyo - debido a las peculiares alineaciones políticas locales- de los sindicatos alineados con el ANC (COSATU) y el Partido Comunista de Sudáfrica, y de la mayoría de los centristas y liberales que desprecian a los Zuptas. Con esta base y algunos procesamientos nominales por corrupción, Ramaphosa probablemente pueda relegitimar a tiempo a un ANC cada vez más desvaído cara a una victoria electoral en 2019. Sin embargo, dada la debilidad de su victoria, probablemente no pueda orquestar una dimisión anticipada de Zuma como muchos esperaban, de la misma manera en la que Zuma depuso a Thabo Mbeki nueve meses antes del término de su mandato en 2009.

Por otra parte, el esperado intento de Ramaphosa de purgar de Zuptas los establos corruptos de varias organizaciones paraestatales y departamentos del gobierno fracasará. Demasiados sistemas clientelares del ANC se han convertido en estructurales. Y otros tres líderes elegidos en el congreso son Zuptas de alto nivel con una reputación de corrupción consolidada, entre ellos el secretario general Ace Magashule y su adjunto Jessie Duarte, así como el vicepresidente del ANC David Mabuza. Un nuevo insulto, “Ramazupta,” puede emerger como el epíteto para el próximo régimen.

Ramaphosa fue un heroico líder minero durante la década de 1980, un astuto secretario general del ANC con Nelson Mandela durante la década de 1990, cuando encabezó las negociaciones que terminaron en muchos pactos semi-democráticos cruciales con el saliente régimen del apartheid, fue el principal redactor de la constitución liberal del país en 1996, y luego - después de perder la vicepresidencia con Mbeki en 1994 - se convirtió en multimillonario gracias al programa de potenciación del empresariado negro a través de empresas mixtas de franquicias de comida como McDonalds y Coca-Cola, de la minería, la banca y el agro-negocio. Se convirtió en vicepresidente del ANC en 2012 y del gobierno con Zuma en 2014.

En la década del 2000, Ramaphosa se hizo una reputación de buscar beneficios a cualquier coste. El peor incidente fue en las minas de platino de Lonmin en Marikana, a dos horas al noroeste de Johannesburgo. El 15 de agosto de 2012 Ramaphosa envió por correo electrónico una solicitud a la policía - de la que se disculpó sin mucho convencimiento hace sólo unos meses - exigiendo “una acción decidida” contra “criminales cobardes”, contra los que la policía debía “actuar sin contemplaciones”.

Se refería a 4.000 mineros desesperados y mal pagados en una huelga salvaje desde la semana anterior, en la que seis trabajadores, dos guardias de seguridad y dos policías murieron en los enfrentamientos. Ni la dirección de Lonmin ni Ramaphosa quisieron negociar. Al día siguiente, cuando los mineros abandonaban el lugar de la huelga camino de sus casas en barrios de chabolas cercanos, 34 hombres fueron asesinados a tiros por la policía, y 78 fueron heridos.

El papel de Ramaphosa fue especialmente inconcebible dada su historia de luchador sindical anti-apartheid. En la película Mineros abatidos, ganadora del premio Emmy (a partir del minuto 13' ), el director Rehad Desai revela el giro de 180 grados operado en su compromiso de clase. En 1987, en medio de una huelga legendaria, Ramaphosa acusó a la “burguesía liberal” de utilizar métodos“fascistas”. Treinta años más tarde, Ramaphosa se habían convertido en el principal inversor local en Lonmin, y en cinco años era un “monstruo”, según los activistas locales, que jugaba un papel familiar descrito por el abogado de los trabajadores, Dali Mpofu:

“En el centro de todo estaba la colusión entre la policía de Sudáfrica y Lonmin a nivel directivo. En un sentido mucho más amplio puede considerarse una colusión entre el Estado y el capital ... en la sórdida historia de la industria minera en este país. Parte de esa historia incluye la colaboración de los llamados jefes de tribus corruptos que fueron utilizados por los gobiernos opresores para convertir a los agricultores africanos negros autosuficientes en mano de obra esclava. Hoy tenemos una situación en la que dichos jefes han sido sustituidos por los llamados socios negros en el programa de potenciación del capitalismo local que son los que en sector minero llevan la iniciativa a la hora de sumar intereses”.

Ni una lagrima por Lonmin

La semana pasada, los inversores de Londres y Johannesburgo fueron testigos de lo que parece ser la muerte de Lonmin, una empresa que nació como la London and Rhodesian Mining and Land Company Limited en 1909. Lonrho había languidecido durante la década de 1950, pero luego se convirtió en una de las corporaciones más degeneradas del mundo, gracias a la gestión corrupta de su director Tiny Rowland en el África poscolonial. En 1973, incluso el conservador primer ministro británico Edward Heath calificó a Lonrho como “la cara desagradable e inaceptable del capitalismo”.

Una de las razones de la muerte de la compañía fue la reacción en contra de la masacre de Marikana. La Asociación Sindical de Mineros y de la Construcción (AMCU) se convirtió en lo suficientemente fuerte como para emprender una huelga de cinco meses en 2014. La masacre también humilló a uno de los patrocinadores de alto nivel de Lonmin, el Banco Mundial. Su defensa como un ejemplo en 2007-2012 de la llamada “Comunidad inversión estratégica" de Lonmin provocó quejas persistentes de una ONG de la comunidad de Marikana, Sikhala Sonke. Estas feministas rechazaron varios esfuerzos hipócritas de “mediación de conflictos” de Washington, y de su acertada crítica legal del Banco se considerará acertada por un mediador  interno a principios de este mes.

Pero a menos que las objeciones de estos grupos y sindicatos se demuestren abrumadores antes de la reunión general anual de Lonmin en Londres el próximo 25 de enero, la tercera mayor corporación mundial de platino será absorvida por la joven (solo cinco años) empresa minera con sede en Johannesburgo Sibanye-Stillwater. El precio es unos míseros $ 383 millones, lo cual es el 1/7 del valor actual de la acción de Sibanye y una fracción muy pequeña (1,4%) del valor bursátil más alto de Lonmin de $ 28.600 millones hace una década.

El complicado post mortem de la compañía tendrá dos capítulos:

“-suicidio parcial - por una mala gestión instigada por el Banco y por lo menos un político aliado, Ramaphosa; y

 - asesinato parcial - por las leyes de hierro de la crisis capitalista en forma de tendencia a la sobreproducción, combinado con la estafa  de las emisiones de gases de efecto invernadero de Volkswagen, que sumadas elevaron el precio del platino demasiado alto y en 2015 colapsó demasiado rápido".

La maldición de los recursos de nuevo

Téngase en cuenta la rápida reacción a la toma de control de Sibanye por el líder del principal sindicato que representa a los trabajadores de Lonmin, Joseph Mathunjwa de AMCU:

“Estamos dispuestos a unir fuerzas con las comunidades alrededor de Lonmin para asegurar que los intereses de las comunidades de los trabajadores mineros afectadas por las minas son defendidos. Queremos advertir a los nuevos propietarios y accionistas que vamos a luchar y no nos quedaremos sentados en silencio mientras se destruye el futuro de nuestros miembros”.

No sólo el 38% de los 33.000 empleados de Lonmin serán despedidos en los próximos tres años, según el plan de adquisición de Sibanye. Y no sólo su CEO Neil Froneman inmediatamente advirtió  a sus críticos que dejaran de atacar a Lonmin por sus repetidas violaciones de su Plan Social y Trabajo exigido por el estado: “Las comunidades que no están conformes, el Departamento de Recursos Minerales que no está contento tienen que callarse y permitirnos acabar esto para que a largo plazo, podamos hacer más”.

Igual de importante, la toma del control de la empresa por Froneman no ayuda a resolver al menos media docena de maldiciones de recursos subyacentes puestas de manifiesto en Marikana, aunque también afecten en menor medida a todo el “complejo mineral-energético” del país:

+ Política - la subordinación de políticos como Ramaphosa y el aparato de seguridad del Estado a las necesidades del capital multinacional minero;

+ Económica - la tendencia a la sobreproducción intrínseca al sistema capitalista, especialmente en tiempos de un super ciclo de los recursos naturales (2002-11), con el posterior colapso, que dejó a Lonmin enormemente expuesto;

+ Financiera - microfinanciación usuraria sufrida por los trabajadores de las minas, lo que condujo a los deudores a una extrema desesperación en el momento de las huelgas de agosto de 2012, y $ 150 millones de 'financiación para el desarrollo' como inversión del Banco Mundial;

+ Género - en especial la reproducción bajo estrés de la fuerza de trabajo y de la comunidad por las mujeres en los asentamientos de chabolas de Nkaneng y Wonderkop;

+ Ambiental - la degradación extrema por el rápido crecimiento de barrios pobres peri-urbanos, en los alrededores de donde se extraen y se funden minerales usando procesos con gran emisión de carbono que también contaminan el agua, suelo y aire;

+ Relacionadas con el trabajo - los inadecuados salarios de los perforadores de roca de platino y las deplorables condiciones de trabajo y de residencia, especialmente en comparación con las generosas remuneraciones de los ejecutivos de la industria minera: el mantenimiento de las emigraciones de la era del apartheid, que por si mismas separan a los trabajadores de los residentes tradicionales de la zona en términos de clase (propiedad relacionada), étnia y familia; batallas inter-sindicales que dividen a los trabajadores y generaron la violencia inicial en 2012, seguida de más violencia en 2017 incluso dentro de AMCU; y reducciones masivas de empleo debido a un exceso de oferta por el fracaso de la estrategia de automatización del proceso minero del platino.

A menos que haya un cambio radical, el futuro de la industria es sombrío. Como Mining Review Africa reconoció en noviembre de este año, “la demanda de platino, utilizado principalmente en vehículos diesel, continúa sufriendo las repercusiones del escándalo de las emisiones de diesel de Volkswagen”. Con el mercado del platino congelado, la principal razón de Froneman para la compra de Lonmin es consolidar la sobrecapacidad, relativamente más barata, de la empresa de fundición  para su uso por otras empresas. El cierre de los pozos mineros de Lonmin se acelerará.

Estos factores contribuyeron a las masivas huelgas de 2012 (un mes) y 2014 (cinco meses), a los levantamientos sociales periódicos y al descontento actual. La mayor parte de ello se podría haber evitado si la Carta de la Libertad de 1955 que exigía la socialización de los recursos mineros hubiera sido aplicada por el gobernante Congreso Nacional Africano (ANC) después de la liberación en 1994. La Carta, de orientación socialdemócrata, era, después de todo, la biblia ideológica del ANC - y siempre fue rechazada frontalmente por los capitalistas.

Pero cuando el líder de la Liga Juvenil del ANC Julius Malema volvió a plantear la exigencia de la nacionalización de la minería en una conferencia de 2011, un comité de disciplina del partido dirigido por Ramaphosa le expulsó, así como a sus compañeros. Posteriormente fundó el partido Economic Freedom Fighters (EFF) y ganaron una gran parte del voto del cinturón del platino en las elecciones posteriores.

La matanza de Marikana cambió la política sudafricana para siempre. Los hechos fueron investigados por la Comisión Farlam entre 2012-15, creada por Zuma, pero las conclusiones fueron débiles y sesgadas. Es tentador hacer hincapié en la negligencia o la malevolencia de los principales actores. El juez Ian Farlam culpó a una dirección de policía maníaca. Pero hay que recordar, también, que el sueldo del director ejecutivo de Lonmin, Ian Farmer, era 236 veces mayor que el de un operador típico de perforación de roca, que su principal adjunto ejecutivo Barnard Mokwena fue posteriormente denunciado como un agente de la Agencia de Seguridad del Estado, y que la ética financiera de Ramaphosa desapareció en acción.

Ramaphosa se vio implicado en un  escandalo de defraudación fiscal de Lonmin vía el control de Shanduka de la empresa de promoción del capitalismo negro Incwala. Según los abogados de Lonmin, “Incwala durante muchos años se negó a aceptar que la nueva estructura” hiciera una transferencia de 100 millones de dólares al paraíso fiscal de Bermuda con la excusa de gastos de marketing. Como han revelado recientemente los llamados Paradise Papers, la empresa de Ramaphosa mantuvo cuentas en Mauricio con propósitos oscuros y como presidente de la mayor compañía de telefonía móvil de Africa, MTN, ha sido criticado en todo el continente por fugas de capital ilegales.

La resistencia también crece

Contra el capital minero y los políticos se levantaron el sindicato AMCU, Sikhala Sonke, la Fundación Bench Marks de la iglesia (que a principios de este año comenzó a hacer campaña para la desinversión de Lonmin), la Campaña de Apoyo a Marikana, los Combatientes de la Libertad Económica (EFF) de Malema, y activistas solidarios de el Reino Unido y Alemania. Además de mejores salarios e inversiones en la comunidad, sus cuatro reivindicaciones posteriores a la masacre son que Lonmin y el gobierno se disculpen públicamente, pague a los sobrevivientes y viudas reparaciones (se han presentado demandas civiles por más de 75 millones de dólares) y que se declare el 16 de agosto fiesta nacional, levantando un monumento en el lugar de la matanza.

Pero ahora se presenta una oportunidad mucho mayor de solucionar los males que aquejan a Lonmin, sobre todo si la oferta de Sibanye es rechazada. Después de todo, la nacionalización de Lonmin a precio de ganga debería ser eminente, razonable y asequible. El estado también debe hacer pagar a los accionistas de la empresa los costes - responsabilidades legales y multas - de décadas de mala gestión a costa de la economía, la sociedad y el medio ambiente. Por otra parte, con el fin de reducir la vulnerabilidad frente a los volátiles mercados capitalistas mundiales, hace mucho tiempo que Sudáfrica (con un 88% de las reservas mundiales) debería haberse unido a Rusia y Zimbabwe en un cártel mundial del platino, cuyas discusiones formales comenzaron hace casi cinco años.

En el proceso, una verdadera estrategia verde para la región debería desarrollar la economía lejos de la dependencia excesiva del carbón tradicional, el mineral de hierro, el manganeso, las exportaciones de oro y diamantes, y asegurar una 'transición justa' a las 'actividades económicas post-extractivistas’, en línea con las crecientes necesidades de Sudáfrica para hacer frente al cambio climático. Como Sikhala Sonke y sus aliados señalan, esta transición debe ser muy atenta con las necesidades de las mujeres, no sólo dentro de la esfera de la producción, sino también de la reproducción de la sociedad. A modo de ejemplo, la campaña con sede en Ciudad del Cabo “Million Climate Jobs” produjo recientemente otro folleto que explica en que consiste un proceso de transición justa.

Este tipo de reivindicaciones imaginativas contrastan con la ideología de mínimo común denominador del ANC de un nacionalismo-neoliberal, ahora que las peores tendencias tanto de la fracción “WMC” (capital monopolista blanco) como de los Zupta se han activado y actúan al descubierto en la dirección del partido. Más allá de la gran conquista de la campaña #FeesMustFall cuando Zuma defendió la educación terciaria gratuita al comienzo del congreso del ANC, es probable que 2018 sea un año de austeridad presupuestaria y aumento del impuesto sobre el valor añadido. Mientras tanto, los dirigentes del ANC continuarán con su discurso de izquierdas mientras aplican sus políticas de derecha, y preparan un posible estado de emergencia si las protestas socioeconómicas continúan en aumento.

En medio de un indisimulado apoyo a Ramaphosa en los medios de comunicación (incluido el popular Daily Maverick), se puede constatar, sin embargo, el nerviosismo de los medios empresariales que le patrocinan tras el “cáliz envenenado” de su elección, porque ahora se están dando cuenta que “los mercados se han equivocado al anticipar ya la victoria de Cyril y rentabilizar su valor bursátil”, sin comprender los nuevos peligros implícitos en la fusión de las facciones WMC y Zuptas del ANC. Las preocupaciones de los sectores liberal-burgueses sobre el nuevo líder también se han expresado a través de las acidas críticas al “ Gran Consenso" alrededor del “hombre de todos" por el columnista Gareth van Onselen, de Business Day. Ya señalé hace tiempo que otro conocido comentarista liberal, Richard Calland era pro-Ramaphosa por todas las razones equivocadas.

Ni el ANC ni Lonmin van a resolver sus respectivas crisis en un futuro inmediato. La noción de crisis siempre implica tanto destrucción como oportunidad. Los magnates mineros y las élites políticas tienden en general (excepto en 2015) a evitar la primera y se están aprovechando de la segunda. Por lo tanto, incluso si el estado sudafricano bajo Ramaphosa nunca será un aliado confiable de la izquierda, la resistencia desde abajo, sin duda, ampliará los horizontes de los activistas cuanto más daño haga Lonmin, en especial en su su caótica agonía.

El mensaje a recordar es la amenaza que “Cyrilina Ramaposer” lanza en su inquietante Makarena en Marikana : “Esta mierda no ha terminado”.

Profesor de economía política de la Escuela de Administración Pública de la Universidad de Wits (Johannesburgo) y Director del Centro para una Sociedad Civil de la Universidad de KwaZulu-Natal (Durban). Su libro más reciente es BRICS: An Anti-Capitalist Critique (co-editado con Ana Garcia), Pluto Press (London).
Fuente:
https://www.counterpunch.org/2017/12/20/in-south-africa-ramapho...pires-workers-women-and-communities-prepare-to-fight-not-mourn/
Traducción:
Enrique García

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