Timor Oriental: detrás de la demonización de Mari Alkatiri

Julie Wark

Estêvão Cabral

18/06/2006

En la mesa redonda sobre la situación de los medios de comunicación en el mundo celebrada en la Universidad de Columbia en Nueva York el pasado mes de abril, el veterano periodista Robert Fisk habló sobre el ultraje de la distorsión semántica que hace imposible comprender los acontecimientos que nos afectan a todos y, aún peor, afectan a mucha gente de formas que son inimaginables (gracias en gran medida a las versiones de los medios de comunicación). Sugirió que el New York Times, tan propenso a citar distintas “versiones oficiales” podría perfectamente llamarse a sí mismo “América según las fuentes oficiales”. La cobertura del reciente conflicto en el joven estado independiente de Timor Oriental es un relevante ejemplo. Los medios de comunicación, especialmente los australianos (Noticias del Departamento de Asuntos Exteriores y Comercio) han ofrecido una visión particularmente distorsionada de la crisis. Estas tergiversaciones son continuamente repetidas hasta que se vuelven “verdades” en la conciencia pública, pero también confirman el viejo adagio que asegura que comparar las mentiras es un camino para la verdad. 

El prisma mediante el cual los acontecimientos de Timor Oriental son presentados es el del “estado fallido”. Estas palabras quieren evocar grandes alarmas y el ministro de Defensa, Brendan Nelson, no desperdició un minuto en señalar que los estados fallidos vienen a ser lo mismo que el terrorismo: “Si se permite a Timor Oriental ser un estado fallido en nuestra región, sabemos que será un objetivo para el crimen transnacional, también para el terrorismo…”. (1)   La etiqueta de "estado fallido" en Australia tiene la ventaja añadida de hacer alusión a los males que vendrán con las legítimas 
aspiraciones a la independencia del pueblo de Papua del Oeste, un tema 
diplomático muy espinoso con Indonesia (aunque nunca se dice, Indonesia ocupa el lugar 32 del índice  de estados fallidos de la revista Foreign Policy, por debajo de Malawi y Burkina Faso y más fallido que Angola y Togo). 

El mal está representado en la figura de una persona. Identificar una cabeza de turco sugiere que su eliminación hará que, mágicamente, las cosas vuelvan a ir bien de nuevo. Mucha gente piensa hoy que “musulmán” y “terrorista” son términos afines, si es que no son sinónimos. El primer ministro musulmán de Timor Oriental, Mari Alkatiri, aparece en la prensa mediante “entrevistas al hombre de la calle” como un “terrorista” (para no mencionar también sus cualidades de “traidor” y “asesino”), una palabra que vuelve verificada y fortalecida por la prensa en la calle. ¿Qué hay detrás de estas caricaturas de Alkatiri? 

La actual situación en Timor Oriental es muy difícil, y Australia tiene mucho que ver con ella al poner a este país literalmente contra las cuerdas con sus tácticas dilatorias en las negociaciones sobre los disputados derechos sobre el gas y el petróleo, negando así los recursos que desesperadamente necesitaba al país en sus cruciales primeros años. Timor Oriental tiene la renta per cápita más baja del mundo, 400 dólares, con el 40% de la población aún subsistiendo por debajo del umbral de la pobreza con menos de 50 centavos al día, a pesar de que los primeros 600 millones de dólares provenientes del petróleo han sido recibidos y se espera recibir miles de millones más en los próximos años. La producción de alimentos es un gran problema en esta fértil y devastada tierra, pero Australia y el Banco Mundial rechazaron reconstruir la industria del arroz (2), cuando las importaciones subieron a unos suculentos 220 millones de dólares por año. Con un desempleo masivo, las calles están llenas de jóvenes alienados y traumatizados con una gran capacidad para la violencia, y susceptibles de ser atraídos por la milicia intransigente, facciones políticas y elementos proindonesios para crear inestabilidad. La media de edad de la población es de 20 años. 

Otro grupo desafecto es el del antiguo Falantil (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Timor Oriental) que luchó por la independencia. Como alianza de diferentes grupos étnicos, el Falantil aguantó durante los 24 años de lucha por la independencia a causa de sus habilidades en la política de base desarrollada en las comunidades por las que operaba. Pero la fuerza de policía “no política”, con su mejor preparación (indonesia) fue prioritaria para el gobierno transnacional de la ONU (UNTAET, 1999-2002), que creó fuerzas de seguridad al estilo europeo. Algunas comunidades estuvieron sobrerepresentadas y otras muy infrarepresentadas en términos de lealtades y reconocimiento en una situación donde los puestos de trabajo son escasos. Aquí yacen las raíces del “nuevo” brote de las hostilidades este-oeste y mucha es la responsabilidad de la ONU y sus consejeros del King’s College de Londres. La desmoralización y la ira del Falintil estaban claras ya a principios del año 2000. “El Falantil se ve a sí mismo como una fuerza que ha triunfado, pero que nunca ha tenido ni un desfile de la victoria”, decía The Australian por entonces (28-6-2000). 

Hay que añadir a este cóctel (ya de Molotov) de factores involucrados en la crisis actual, las diferencias personales e ideológicas entre el presidente Xanana Gusmao y Mari Alkatiri, las cuales estuvieron pronto representadas, inter alia, en las hostilidades étnicas entre el este y el oeste. Además, el ministro de Defensa, Roque Rodrigues, y el jefe de la Armada, general Taur Matan Ruak, despidieron cerca de 600 soldados (principalmente del oeste) en abril después de las manifestaciones en contra de la discriminación. Fueron aconsejados por peritos legales de la ONU, que no salvaron al primer ministro de ser designado responsable o de ser abiertamente criticado por el presidente Xanana Gusmao, lo que exacerbó la situación aún más.  

El “astuto marxista” (The Australian, 31-5-2006) Alkatiri ha sido responsabilizado por todos los males de su país, excepto en su propio partido el Fretilin, que condujo al país a la independencia. Aquí tiene más de 200.000 seguidores (Timor Oriental tiene cerca de un millón habitantes) relativamente politizados y movilizables, lo cual, sin duda, representa una razón de por qué el ministro australiano de Defensa, Alexander Downer, cambió el tono para echar a Alkatiri. En contraste con el astuto terrorista marxista están sus rivales políticos: el “universalmente admirado y querido” (ibid) presidente Xanana Gusmao, el “siempre disponible” (ibid) premio Nobel y ministro de Exteriores (y nuevo ministro de Defensa) José Ramos-Horta, y las tropas “populares” australianas que llegaron para salvar al país, aunque hayan sido criticadas por su notable pasividad durante los incendios intencionados y saqueos provocados por las ataques sectarios. El líder rebelde, mayor Alfredo Reinado (leal a Xanana Gusmao, agradecido a las tropas australianas, amante de la cerveza australiana VB y enemigo de Alkatiri) es descrito en términos sorprendentemente neutrales: se trata simplemente de un “fantoche” y “entrenado australiano”. 

“Mozambique” significa “marxista” en esta historia. Durante los años de ocupación, la también colonia portuguesa (y no olvidemos los lazos históricos) ofreció a los estudiantes timoreses la posibilidad de estudiar para volver al país como líderes bien preparados. Con un bagaje académico en derecho y economía, su trabajo como arquitecto técnico y su experiencia política en la ONU y en África, Mari Alkatiri fue, debido a sus largos años de exilio en Mozambique, de lejos el mejor preparado timorés para negociar el Acuerdo de Timor Oriental con Australia sobre los recursos de gas natural y de petróleo. Su dureza y evidentes habilidades negociadoras no sirvieron para ser apreciado por los australianos, que dieron como respuesta la retirada del Tribunal Internacional del Derecho del Mar y la concesión unilateral de licencias. 

De nuevo, Alkatiri fue uno de los principales arquitectos de la Magna Carta del Consejo nacional de la Resistencia del Timor, un documento que llevó las futuras políticas del país en concordancia con los estándares internacionales (como este que condujo al Tribunal Internacional del Derecho del Mar). Como economista nacionalista, está interesado en los asuntos de las mujeres y del medio ambiente y contra la privatización de la electricidad. Ve la necesidad de diversificar las opciones económicas del país y cree que una compañía estatal del petróleo asistida por Noruega, Portugal, China, Malasia y Brasil beneficiará a Timor Oriental más que si se concede a Australia el monopolio sobre el gas y el petróleo del país.  Entre otras acciones “no patrióticas”, ha propuesto la gratuidad de las escuelas primarias, ha rechazado los préstamos del banco Mundial (Timor Oriental está libre de deuda) y ha traído médicos cubanos para trabajar en las áreas rurales y establecer una nueva facultad de medicina en la universidad nacional (3). Alkatiri también es condenado, como si fuera el único responsable, porque el portugués es la lengua oficial del país. La lingua franca, el tetum, y el portugués tienen mucho en común después de siglos de contacto colonial, por lo que muchos lingüistas opinan que es una elección lógica, pero mantener este lazo lusófono y diversificar prudentemente las opciones diplomáticas y económicas son medidas que no son vistas muy gratamente por los círculos oficiales australianos. 

El primer ministro está tachado también de “arrogante” lo que acepta felizmente en una entrevista con el diario El País (2-6-2006): “¿Arrogante? Mi familia lo dice. Pero tengo sensibilidad. Lo que no tengo es esa cultura javanesa de sonreír a todo y luego apuñalar por la espalda.” Esto también podría ser cualificado de franqueza. Ciertamente, el hombre que transmite esta entrevista es inteligente, agudo e irónico, y patriótico, cualidades que están ausentes en los retratos de segunda mano que de él ofrece la prensa australiana. Por lo que respecta a los contrastes en los estilos personales del presidente y del primer ministro, es justo apuntar una cierta división del trabajo. A diferencia del más visible y cercano a la gente Xanana Gusmao, Alkatiri no precisa del encanto y de otras habilidades de relaciones públicas en su mundo de hechos, números y política. 

El 4 de junio, un editorial de The Australian, a propósito de la posibilidad del cesamiento del primer ministro de Timor Oriental (porque se trata realmente de un “cambio de régimen” para todo el mundo desde el Primer Ministro de Australia, John Howard, el militar rebelde Reinado, Ramos-Horta, la primera dama, Kirsty Sword Gusmao …, todos los cuales lo han dicho clara y públicamente), opinó “y mientras él mande una mayoría parlamentaria, no hay mucha cosa que los australianos puedan hacer más allá de conseguir el corto circuito que su salida comportaría.” El gobierno australiano está empeñado en lograr este “corto circuito” (un extraño eufemismo de golpe de estado) mediante su operación pacificadora. Hay muchos temas en juego en el “mini estado”, otro término que agrada utilizar a los periodistas como si la pequeñez pudiera desviar nuestra atención de las cuestiones importantes: petróleo y gas abundante, con China como socio eventual, rechazo de la ayuda ligada a las políticas de liberalización agrícola y desafío de la política neoliberal de los grandes poderes en general. Ramos-Horta, sin embargo, es muy es muy comprensivo cuando se trata de las consideraciones de seguridad del gran poder, escribiendo (en un anticipo profético de lo que la prensa está ahora diciendo acerca de su propio país) sobre la ocupación de Irak por parte de Estados Unidos. “Retirarse no es una opción viable porque los costes podrían ser demasiado altos para los intereses vitales de Estados Unidos en el Oriente Medio y para el mundo en su conjunto. Irak podría descender inevitablemente como un estado fallido tipo Somalia […]” (Asian Wall Street Journal, 17-10-2005). ¿Entiende igual los “intereses vitales” de Australia? 

El escenario para un “corto circuito” fue fraguado hace mucho tiempo en el nombre de estos intereses. Un documento de la Fuerza de Defensa australiana (ADF) fechado el 10 de mayo de 2001 dice: “La orientación política… esta condicionada por el hecho de que Australia tiene un control directo limitado sobre el desarrollo de la Fuerza de Defensa de Timor Oriental […]. El primer objetivo… es perseguir los más amplios intereses estratégicos de Australia en Timor Oriental, especialmente denegación, acceso e influencia. El interés estratégico de denegación es para que ningún poder extranjero gana gane? un nivel aceptable de acceso a Timor Oriental, y está emparejado con el objetivo complementario de buscar acceso a Timor Oriental para Australia, en particular para la ADF. Los intereses estratégicos de Australia pueden también ser protegidos más efectivamente si Australia mantiene algún grado de influencia sobre las decisiones tomadas en Timor Oriental” (4). Australia ha empezado una larga ocupación de Timor Oriental y está bien posicionada, con mucho “control directo”, para perseguir sus “intereses estratégicos de denegación” y, aunque se parece mucho a un golpe, la prensa perseguirá sus “intereses estratégicos de negacion” de lo que pasa realmente.  

Estêvão Cabral es doctor en Relaciones Internacionales y fue un guerrillero del Falantil. Julie Wark es miembro del Consejo Editorial de sinpermiso  

NOTAS:  (1) Reuters, 4 de junio 2006: http://today.reuters.com/News/CrisesArticle.aspx?storyId=SYD331963 (último acceso 8-6-06).// (2) Véase Tim Anderson 2006, “What is Howard’s Role in the Timor-Leste Coup?” http://www.melbourne.indymedia.org/news/2006/05/113555.php (último acceso 4-6-2006). // (3) Véase Helen Hill, “Stand up, the Real Mr Alkatiri”, The Age, 1-6-2006. // (4) Bulletin, 2006: http://bulletin.ninemsn.com.au/bulletin/site/articleIDs/D5B6AEEEB251FC27CA25717A002BA708?open&ui=dom&template=domPrint (último acceso 6-6-2006). 

Traducción para www.sinpermiso.info : Daniel Raventós

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Fuente:
www.sinpermiso.info, 18 junio 2006

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