Tribunales de Sharía en Gran Bretaña: “Los ‘súbditos’ británicos no gozarán de igualdad ante la ley como sus amos coloniales”. Entrevista

Marieme Hélie-Lucas

30/12/2016

“Lo que ocurre en el Reino Unido de nuestros días no es sino la tranquila continuación de la condescendencia discriminatoria colonial. Unos ciudadanos desiguales pueden ser abandonados a sus usos nativos incivilizados a demanda de sus autoproclamados ‘representantes’. Eso es la ‘tolerancia’ británica [no la tolerancia laica]. “

Los parlamentarios británicos en el Comité de Asuntos Internos de la Cámara de los Comunes han abierto una investigación sobre el funcionamiento de los “Tribunales de Sharía” en el Reino Unido para asegurarse de que sus principios son compatibles con la ley británica. El anuncio de apertura de esa investigación viene luego de que el Home Office abriera e pasado mes una investigación similar. Sin embargo, más de 200 activistas y organizaciones a favor de los derechos de las mujeres firmaron hace poco una carta abierta a la Primera ministra Theresa May criticando la investigación gubernamental sobre los consejos de la Sharía. Aunque hace mucho que habría que haber revisado críticamente los organismos de la Sharía y su impacto en la igualdad de género y en la justicia, la carta expresa su preocupación por el hecho de que la investigación se centre en “la mejor práctica”, cuando el asunto no es, ni mucho menos, unas leyes de la Sharía más o menos “extremistas” o más o menos “moderadas”, sino una cuestión de derechos de las mujeres. El resultado ha sido una disputa entre varios activistas y grupos musulmanes, llevando a acusaciones de racismo e islamofobia. La portavoz de Una Ley Para Todos, la luchadora laicista Maryam Namazie, entrevistó a la feminista socialista argelina Marieme Helie Lucas sobre los “Tribunales de Sharía” y su impacto en los derechos de las mujeres.

Maryam Namazie: Los consejos de Sharía, ¿son sistemas legales paralelos?

Marieme Helie Lucas: Ante de entrar en tu primera pregunta sobre las leyes de Sharía, permíteme hacer un poco de historia. El racismo y la superioridad colonial son lo que sostiene la institucionalización de cuerpos de leyes separados para las “gentes indígenas”.

El Reino Unido lo que hace, simplemente, es aplicar en el Reino Unido de hoy a antiguos “nativos” las normas para ellos diseñadas en los países colonizados otrora sometidos al Imperio Británico. En otras palabras: los pueblo colonizados que vivían bajo dominación británica en época colonial no estaban sometidos a la ley británica, sino que el Imperio Británico seleccionaba y codificaba una amalgama de interpretaciones de costumbres religiosas y tradiciones culturales, a fin de crear de la nada unas llamadas “leyes indígenas”. (Véase WLUML Occasional Paper 7: “Islamic Law and the Colonial Encounter in British India” [La ley islámica y el encuentro colonial en la India británica], firmado por Michael R. Anderson y publicado en junio de 1996.)

Eso apunta claramente al hecho de que los “súbditos” británicos no merecen una igualdad ante la ley con sus amos coloniales. La concesión de sistemas legales paralelos, en vez de la igualdad ante la ley, está en el corazón de la forma de colonización británica.

Ahora, lo mismo que en la época de la colonización, una de las justificaciones capitales de la codificación de la desigualdad formal de los individuos ante la ley era (es) el respeto a la diferencia ontológica del nativo; el amo colonial no quería de ningún modo interferir en las costumbres del pueblo colonizado.

Cuando uno piensa en las violentas guerras de conquista, en las cifras de muertos y heridos arrojadas por las empresas coloniales, en las tierras y en los recursos expropiados por la fuerza, en las aldeas incendiadas, en las poblaciones reducidas a la hambruna, en todas esas cosas que fueron de la mano de la colonización, resultan harto irónicas estas repentinas protestas de “respeto”.

Hoy, la ley británica territorial se aplica a todos los ciudadanos, sean católicos, protestantes, ateos, etc. Ningún ciudadano está más allá de la ley. Salvo los antiguos “nativos”, ya sean ciudadanos realmente británicos o migrantes: éstos y sólo éstos están, una vez más, sometidos a leyes de su propia factura, porque, más allá de su ciudadanía oficial, todavía son vistos como “distintos” de –e inferiores a— sus (antiguos) amos coloniales. “Dejémosles con sus propias costumbres, es su forma de vivir”.

Los ciudadanos británicos “propiamente dichos” se rigen por leyes que han votado, que pueden llegar a modificar si se juntan y presionan a su diputado de distrito. Pero ¿cómo modificar las “leyes de Sharía” con la voluntad y el voto de los ciudadanos? Una proporción significativa de ciudadanos británicos se halla ahora bajo leyes supuestamente religiosas que ni han votado ni pueden modificar a través de un proceso democrático. ¿Democracia para ciudadanos británicos “propiamente dichos” pero “costumbres tribales nativas” inmodificables para los demás?

En la medida en que las “conclusiones” o las “sentencias judiciales” emitidas por los “consejos” o “tribunales” quedan automáticamente registradas –como las verdaderas sentencias judiciales— en el sistema oficial de justicia (salvo que una parte insatisfecha apele la sentencia), los “tribunales de Sharía” forman en realidad parte de un sistema legal paralelo incipiente. ¿Tendrás que recurrir ante tribunales contra el “consejo” que alguien te da? El hecho real es que las “conclusiones” de los llamados consejeros se equiparan a y son transformadas en una sentencia legal, lo que las convierte en un sistema legal paralelo.

Varios artículos publicados en los medios de comunicación viene apuntando a ese problema desde mediados de la década pasada. Así, por ejemplo: los tribunales islámicos de Sharía en Gran Bretaña son ahora “jurídicamente vinculantes”, y el propósito de crear un sistema legal paralelo fue confirmado por algunos de los propulsores de esos consejos-tribunales:

“Los tribunales islámicos de Sharía en Gran Bretaña están explotando una cláusula jurídica poco conocida para hacer que sus sentencias resulten vinculantes bajo la ley del Reino Unido en casos como divorcios, disputas financieras e incluso violencia doméstica. Una nueva red de tribunales en cinco grandes ciudades atiende a casos en que los musulmanes implicados acuerdan someterse a la ley tradicional de la Sharía, y, acogiéndose a la Ley de Arbitraje de 1966, las decisiones de los tribunales pueden ser validadas para su entrada en vigor por los tribunales del condado o por el Tribunal Supremo.

“El señor Siddigi, el iniciador del Tribunal Musulmán de Arbitraje, dijo: ‘Nos percatamos de que, amparándonos en la Ley de Arbitraje, podíamos dictar resoluciones que podían ser validadas para su entrada en vigor por tribunales de condado y por el Tribunal Supremo. La Ley de Arbitraje permite resolver disputas usando alternativas a modo de tribunales. Ese método se llama resolución alternativa de disputas, que para nosotros, los musulmanes, es lo que son los tribunales de Sharía’.”

Si individuos o empresas son incapaces de conciliar sus diferencias y no desean empezar un pleito judicial, pueden acordar resolver sus disputas acudiendo a un árbitro, una especie de juez privado.

A menos que haya irregularidades procesales, la decisión de ese árbitro –conocida como award, fallo— entrará en vigor igual que una sentencia judicial.

La actitud benevolente del gobierno británico convierte en legal el “consejo privado”, aun si el “acuerdo” alcanzado entre las partes contradice, pongamos por caso, las cláusulas jurídicas de igualdad entre lo sexos blindadas por las leyes del país. Así, acuerdos privados en el reparto de propiedades en un divorcio unilateralmente iniciado por el marido, o el desigual reparto de la herencia entre hermanos y hermanas en los testamentos, etc., que son ilegales bajo la ley británica, son oficialmente sancionados a través de los “tribunales de Sharía”.

Lo que ocurre en el Reino Unido de nuestros días no es sino la tranquila continuación de la condescendencia discriminatoria colonial. Unos ciudadanos desiguales pueden ser abandonados a sus usos nativos incivilizados a demanda de sus autoproclamados “representantes”. Eso es lo que explica la “tolerancia” británica.

Maryam Namazie: ¿Son los “tribunales” de Sharía parte de un proyecto político islamista? ¿Qué pruebas empíricas hay de eso? 

Marieme Helie Lucas: Sí, claro que hay pruebas. No sólo en la Gran Bretaña, sino en todo el mundo, el proyecto musulmán fundamentalista pasa resucitar los usos y costumbres patriarcales y la subyugación de las mujeres, entre otras cosas. Primero y principal: eso está ocurriendo en países de mayoría musulmana. Uno puede observar las tendencias globales por todo el Oriente Próximo, por África, el Asia meridional y, más recientemente, en el Sureste asiático y en las repúblicas asiáticas de la antigua Unión Soviética.

Por ejemplo, la extrema derecha musulmana no deja de presionar para que la edad legal del matrimonio para las niñas sea de 9 años, y allí donde no consiguen alterar a su favor la ley, se aseguran de que la práctica sea cada vez más tolerada por el estado.

Los horrores que Europa observa en las acciones del Daesh [o Estado Islámico] no son sino la puesta por obra de lo que la extrema derecha musulmana pretende que es la “Ley de la Sharía”. Los antecesores de Daesh en la Argelia de los años 90 hicieron exactamente lo mismo: esclavitud sexual y doméstica, matrimonio infantil, decapitaciones, etc.

Europa se halla ahora también en la agenda de la derecha fundamentalista musulmana: cambiar las leyes para hacerlas conformes a su idea de las “leyes de la Sharía” (o promover un sistema legal paralelo) y controlar la educación son los medios capitales de que se vale su entrismo en Europa.

Por ejemplo, en Francia, en 2008, un marido musulmán buscó la anulación de su matrimonio arguyendo que su esposa no era virgen ; ella se mostraba dispuesta a ir a un divorcio inmediato consensuado, pero él y sus abogados querían una anulación; a través de ese procedimiento, trataron de crear jurisprudencia en la ley francesa, a fin de que la “virginidad” fuera considerada –palabras textuales— “un componente esencial del matrimonio”. Lo cual, ni que decir tiene, es ilegal en Francia.

También a través de esa luz se deben entender los esfuerzos musulmanes fundamentalistas para enmendar las leyes laicas que prohíben cualquier signo de afiliación política o religiosa en el ámbito de las escuelas primarias y secundarias públicas (que, dicho sea de paso, son totalmente gratuitas para los niños, tengan o no la nacionalidad francesa) tanto a los alumnos menores de 18 años como al personal docente o administrativo. La negativa de las autoridades francesas a plegarse a eso fue estigmatizada como “ley antimusulmana”, no obstante el hecho, público y notorio, de que se trata de una ley promulgada en 1906.

Francia tuvo que enfrentarse a otros intentos de alteración profunda de sus leyes, por ejemplo, en asuntos como la poligamia, la segregación por sexos en los servicios públicos o el control sobre el contenido de las materias enseñadas en las escuelas laicas de la República.

Permíteme hacer también aquí una referencia al caso de una mujer de origen marroquí que, en 2007, trataba de divorciarse en Alemania y a la que se negó el derecho a iniciarlo por la razón de que “en su país” sólo los maridos pueden iniciar el tramite del divorcio. El caso mereció la cobertura del New York Times y del Spiegel. En Serbia, en el enclave musulmán de Sanjak, se realiza la mutilación genital femenina, se practica la poligamia, se ha disparado el matrimonio infantil, y todo ello sin la menor interferencia por parte del estado.

Lo que ahora está pasando en el Reino Unido es parte de esa estrategia global para imponer particulares leyes (regresivas) a categorías específicas de ciudadanos. Diríase que no hay la menor consciencia en el Reino Unido de que todas esas leyes y todas esas prácticas promovidas por la extrema derecha fundamentalista musulmana ni siquiera son necesariamente leyes religiosas, sino que tienen diversos orígenes, incluidas normas consuetudinarias.

Basta una simple comparación de la vasta diversidad de leyes vigentes en los distintos “países musulmanes” para demostrar inmediatamente que, a pesar de las protestas de los distintos gobiernos de que sus leyes están en perfecta conformidad con el Islam, conceden en cambio derechos muy distintos a las mujeres. (Véase: Knowing Our Rights, WLUML).

Es definitivamente incierto que las mujeres de todos los países de mayoría musulmana no puedan iniciar un divorcio; tampoco es verdad que tengan todas que cubrirse, o que tengan una desigual participación todas en la herencia, o que haya en todas partes segregación por sexos.

No pocas mujeres musulmanas son y han sido jefes de estado, empresarias, políticas, taxistas, brillantes intelectuales, investigadoras, etc. en algunos países de mayoría musulmana, mientras que, en otros, las chicas son obligadas a casarse a edad temprana, se les niega educación, se las encierra entre cuatro paredes.

La agenda política promovida por la extrema derecha musulmana fundamentalista debería reconocerse por lo que es: el programa de acción de un movimiento político conservador, que no puede arrogarse la representación de todos los musulmanes de todos los tiempos en todos los rincones del planeta.

En otras palabras: las “leyes” usadas por los llamados “tribunales de Sharía” no están particularmente inspiradas en la religión; son simplemente la opción que los fundamentalistas eligen entre usos, costumbres e interpretaciones religiosas contradictorios (y hasta antagónicos).

Para decirlo todavía más claramente: la “Ley cristiana”, ¿cuál sería? ¿La que impera en los países de mayoría cristiana y que permite el divorcio, o la que impera en los que prohíben el divorcio? ¿La que impera en los países de mayoría cristiana que niegan el acceso a la contracepción, o la que impera en los países que la criminalizan? ¿Cuál es la verdadera “Ley cristiana” y “quién tirará la primera piedra”?

Al estimular y ceder ante esas demandas supuestamente religiosas en nombre de la tolerancia religiosa, lo que de hecho promueve el Reino Unido es un muy específico programa político derechista escondido tras una máscara religiosa. Percatarse de eso ayudaría a liberarse del temor a la acusación de “islamofobia”, acusación que lo único que busca es silenciar la oposición de las mujeres al recorte de sus derechos fundamentales que trae consigo aquel programa.

La oposición de las mujeres a cambiar las leyes a peor bajo presión fundamentalista se da en todas partes, en todos los países de mayoría musulmana, y es muy audible. Y, ni que decir tiene, se da también en países en los que los musulmanes son una minoría y en la diáspora en Europa y la América del Norte.

No puede sorprender que la resistencia de las mujeres es más expresa y audible en los países de mayoría musulmana que en los países en los que la extrema derecha fundamentalista puede jugar con la “necesidad de defendernos”, pretendiendo que el recorte de los derechos de las mujeres servirá para la supervivencia de “nuestra oprimida comunidad minoritaria”.

Son los fundamentalistas quienes crean, a veces de la nada, el dilema “entre fe y derechos de las mujeres”, mientras que muchos teólogos musulmanes afirman no ver la menor contradicción entre su fe y los derechos humanos universales y la total igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Las autoridades del Reino Unido deberían hacerse conscientes de que, al instituir –o permitir instituir— “tribunales de Sharía”, lo que hacen en realidad es tomar un partido favorable a la agenda de la extrema derecha musulmana fundamentalista en detrimento de los derechos universales defendidos por doquiera, en los países de mayoría musulmana, por todas las fuerzas progresistas, incluidos creyentes musulmanes, teólogos progresistas y abogados de los derechos de las mujeres. Y deberían tomar consciencia de que se les pedirán responsabilidades por esa toma de partido

Maryam Namazie: Algunos abogados de la Sharía han dicho que el grueso de las mujeres musulmanas quieren “tribunales” de Sharía, y que prohibirlos lo único que haría sería incrementar los abusos contra las mujeres. ¿Es verdad?

Marieme Helie Lucas: ¿Cómo podría resultar perjudicial para las mujeres beneficiarse de leyes que pueden votar y ayudar a modificar conforme a su voluntad y a sus derechos como ciudadanas? ¿Cómo podría resultar beneficioso para las mujeres quedar sometidas a leyes que no pueden votar, ni a favor ni en contra, leyes que no pueden cambiar y que persisten sujetas a las interpretaciones exclusivas de los hombres más conservadores que se autoproclaman intérpretes de la voluntad de dios?

Es como decir que el ejercicio de los derechos democráticos de uno es perjudicial para los derechos de las mujeres. ¿Cómo podría incrementar los abusos?

Por mor de la estricta lógica, me gustaría saber cómo puede demostrarse que el ejercicio de los derechos de uno es perjudicial para los propios derechos.

En cuanto a la afirmación de que las mujeres musulmanas quieren los “tribunales de Sharía”, podría ser en algunos casos… mientras no se den cuenta de que en esos tribunales se les negarán los derechos de que podrían disfrutar ante los tribunales británicos bajo la ley del país. El conocimiento es un componente importante, crucial incluso, para la elección libre e informada.

Personalmente, yo no puedo comprender que ningún país democrático pueda siquiera llegar a pensar en ofrecer a las mujeres una elección en los siguientes términos: “¿quiere usted más o menos derechos? Tener menos derechos es mejor para usted.” Hay algo manifiestamente incorrecto aquí.

Como dicho antes, la extrema derecha musulmana fundamentalista juega la carta comunitaria y presiona a las mujeres para que tengan en cuenta las necesidades de la comunidad antes que las propias. Sin embargo, lo que se les propone honrar ni siquiera son necesidades de la comunidad; son necesidades políticas de la extrema derecha dentro de esa comunidad.

Permíteme dudar de que eso se les haya expuesto claramente a las mujeres que supuestamente “quieren” los “tribunales de Sharía”.

Maryam Namazie: ¿Es islamofobia la oposición a esos “tribunales” por parte los activistas laicos? ¿Tienen éstos una agenda antirreligiosa? 

Marieme Helie Lucas: Los laicistas no son lo mismo que los ateos. Los laicistas pueden ser ateos o no. Muchos laicistas son creyentes en una u otra fe religiosa. ¿Por qué deberían todos esos creyentes tener una agenda antirreligiosa? Iría contra sus propios intereses.

Mucho creyentes en el Islam mantienen robustas convicciones laicas y están persuadidos de que el laicismo protege mejor su libertad de conciencia y su libertad de culto. Eso argumentó elocuentemente Soheib Bencheikh, un bien conocido e inteligente teólogo progresista musulmán, en su libro sobre el laicismo en Francia: Marianne et le Prophète.

La separación de religiones y estado permite a los ciudadanos creer y practicar libremente (artículo 1 de la ley de 1906 en Francia); no permite a las religiones –esos cuerpos no electos— interferir como tales en la vida política. En otras palabras, los cristianos católicos tienen el derecho de votar y de configurar la política de sus gobiernos; pero los representantes del catolicismo, o del propio Vaticano, no pueden dar un paso al frente y decir al gobierno lo que hay que hacer o dejar de hacer, qué leyes han de aprobar o qué derechos han de garantizar conforme a su visión de la voluntad de dios (artículo 2 de la ley francesa de 1906 sobre separación).

Obviamente, el Reino Unido (cuyo Jefe de Estado es también cabeza de la Iglesia Anglicana) tiene problemas con el concepto de laicismo, y a punto tal, que ha llegado a distorsionar su significación originaria cambiando la “separación” entre religiones y estado por una “igual tolerancia, por parte del estado, de todas las religiones”.

Pues bien; lo que la extrema derecha musulmana fundamentalista pide ahora, pretendiendo representar al Islam y a los musulmanes, es igual tolerancia. ¿Qué hará la Inglaterra anglicana? ¿Sancionar legalmente sus prácticas discriminatorias contra las mujeres a través de los llamados “tribunales de Sharía”? ¿Acaso no ha ratificado Gran Bretaña la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres (CETFDCM)? ¿Debería alguien llevar a Gran Bretaña ante los tribunales por violar su compromiso con la CETFDCM?

Yo creo que los laicistas en el Reino Unido estáis y seguiréis en una trampa hasta que no impongáis una redefinición del laicismo como separación entre el estado y las iglesias y religiones institucionalizadas. El concepto de “igual tolerancia” es lo que alimenta al comunitarismo, los efectos perversos del cual vemos ahora en la puesta por obra del sistema legal paralelo de los “tribunles de Sharía”.

veterana revolucionaria socialista argelina, internacionalmente reconocida por su defensa del feminismo republicano laico.
Fuente:
http://www.sedaa.org/2016/12/british-subjects-did-not-deserve-legal-equality-with-their-colonial-masters-interview-with-marieme-helie-lucas-on-sharia-courts-in-britain/
Traducción:
María Julia Bertomeu

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