Una advertencia para los Mickeys a propósito de Ucrania

Jean-Luc Mélenchon

16/03/2014

Así pues, creo que es útil precisar, por escrito, mi posición. Lo haré, grosso modo, con el fin de que los espíritus avezados de las salas de redacción puedan entenderlo. Lo haré, pues, empleando sus propias palabras. Diré que ‘apoyo’ y ‘condeno’. Entiéndanme: mi discurso servirá aquí de señal indicadora para los Mickeys de la esfera mediática. Vamos a ver: no apoyo a Putin. Como tampoco apoyo a las autoridades actuales de Ucrania ni a los “cleptócratas” del gobierno constitucional anterior. Pero, contrariamente a Daniel Cohn-Bendit, ¡no soy partidario de la guerra con Rusia! Y lo mismo que opino que los rusos no tienen nada que hacer fuera de sus bases de Crimea, condeno la tentativa de cercar Rusia como pretende hacer la OTAN, verdadera promotora. Condeno el antisemitismo neonazi de los ministros que desempeñan el poder en Ucrania y deseo que sean expulsados cuanto antes de ese gobierno.

Declaro todo esto siguiendo las recomendaciones de la resolución aprobada por el Parlamento Europeo el 13 de diciembre de 2012. Aprovecho la coyuntura para señalar que esta resolución, titulada “a propósito de Ucrania”, emana tanto de los socioliberales así como de la derecha y los Verdes de Daniel Cohn-Bendit. En ella, se afirma sin ambigüedad alguna que «el Parlamento está preocupado por el crecimiento de un sentimiento nacionalista en Ucrania, el que se ha traducido en el apoyo al Partido Svoboda [Unión Panucraniana “Libertad”], uno de los nuevos que han aparecido en la Verkhovna Rada [el parlamento unicameral de Ucrania]. Esto nos recuerda que las opiniones racistas, antisemitas y xenófobas son diametralmente opuestas a los valores y principios fundamentales de la Unión Europea y, consecuentemente, pide a los partidos democráticos representados en la Verkovna Rada que no se asocien con este último ni aprueben o hagan coalición con él». Esto es lo que el propio Cohn-Bendit ha firmado y votado. ¿Apoyará esta vez a Putin ya que el presidente ruso condenó a los neonazis ucranianos? ¡No, por supuesto! Y, sin embargo, esto es lo que él me reprocha.

Aún hay más. Igualmente, condeno las provocaciones del gobierno de Ucrania, en las que se solicita su adhesión a la OTAN o la retirada del ruso como una de las lenguas oficiales de Ucrania, hablada mayoritariamente en Donetsk y Crimea. Creo que los Estados Unidos no tienen nada que hacer en esta zona y condeno su activismo bélico.

Abreviando, mi posición es la de la paz contra la guerra. Pues la guerra en el viejo continente que va encadenando a todo el mundo, uno tras otro, ha vuelto a ser posible. Una de las maneras de evitarlo es no jugar con las cerillas cerca del polvorín. Sin embargo, es lo que se dedican a hacer, en situaciones como ésta, los típicos fanfarrones siempre dispuestos a pelear. Lejos de hacer balance acerca de las que han causado o reclamado desde hace de veinte años, vuelven a pedir guerra. Irak, Libia, Afganistán, Kosovo: no han aprendido nada y ni ganas tienen de hacerlo. No les interesa la paz, tampoco la guerra. Es su atracción atlantista fanática. Mientras tanto, los hechos no son los que nos vendían los belicistas en los papeles concerniendo a la presencia militar rusa. Algo que no supone ninguna ilegalidad, según el general francés Vincent Desportes, quien el 2 de marzo de 2014 declaró en BFM TV: “Rusia no está quebrantando ninguna ley, ni internacional ni de ningún otro tipo. Según los acuerdos firmados con Ucrania, la Federación puede disponer de un refuerzo de 25.000 hombres sobre el territorio ucraniano. Actualmente, e incluyendo los últimos movimientos de tropas, las fuerzas rusas no cuentan con más de 15.000 hombres en Crimea, por lo que nada más lejos de la realidad. Además, Ucrania no forma parte ni de la Unión Europea ni de la OTAN. De hecho, ni una ni otra están dispuestas ni autorizadas a intervenir en Ucrania”.

Distanciarse del gobierno actual ucraniano no supone hacer lo mismo respecto del movimiento insurreccional que derrocó al poder “cleptócrata” precedente. Más bien, al contrario. Desde mi punto de vista, este movimiento está lleno de resurgimientos, los cuales servirán de trampolín para las fuerzas que quieran constituir una alternativa política. Suscribo las manifestaciones y el levantamiento en masa alzados contra el poder. Que los elementos más dudosos hayan encabezado el proceso contra los poderes gobernantes es, simplemente, un hecho de la lucha común en cualquier periodo revolucionario. Quizá solo es un mal momento. Pues bien parece que los ucranianos, del color político que sean, mantienen intacta una gran energía revolucionaria, pues ha habido muchas secuencias insurrectas encadenadas sin que esta energía acabara dispersándose. Ahora bien, ¿qué deben hacerse las nuevas autoridades? ¿Una política impopular en sumo grado que permita reembolsar la deuda y hacer frente a las obligaciones del país?

No crean que la cosa acaba aquí. Los intereses implicados tienen demasiado peso. Reino Unido, Francia, Austria, Alemania: las primeras economías europeas están fuertemente comprometidas en Ucrania y Rusia, y de todas las maneras posibles. Y me he dado cuenta de que, de ahora en adelante, en Europa se acepta la caza a bastonazos de un presidente electo y de su gobierno cuando éste sea impopular, tenga ministros corruptos y al pueblo se le haga padecer sacrificios indignos mientras una pequeña minoría se enriquece. ¡Puedo asegurar que aquí hemos recibido el mensaje! En efecto, en la manifestación de ferroviarios europeos, a la cual me uní en Estrasburgo, perdí la cuenta de cuántos me dijeron: “¿Tenemos que hacer como en Ucrania para que nos escuchen?”. Es la primera vez, en mis treinta años de vida profesional política, que he escuchado a unos trabajadores referirse a una insurrección popular fuera de nuestras fronteras. ¡Gracias de todo corazón a los revolucionarios ucranianos!

Pero volvamos a los Mickeys mediáticos. En resumen, he aquí mi punto de vista. La revuelta popular de Ucrania era legítima. Ésta fue confiscada por un gobierno ilegítimo e ilegal en el que la extrema derecha cuenta con cuatro ministros. La energía revolucionaria de los ucranianos no se ha agotado. La próxima ola será de carácter antieuropeo, es decir, hostil frente a las políticas que la Unión Europea quiere imponerles con el fin de recuperar sus inversiones.

Hoy por hoy, el objetivo número uno es evitar la guerra. Esto significa impedir, por encima de todo, la desmembración del país: ¡las fronteras de Europa no se tocan! Ni aquí ni en ningún sitio. Francia debería hacer de mediador. En lugar de eso, sigue encadenado detrás de Merkel y de los Estados Unidos. Ella se ha desautorizado al aliarse contra sus propios intereses en la posición atlantista. El régimen actual es de carácter provisorio. Desacreditará la política de la Unión Europea y provocará nuevas oleadas revolucionarias. Pero más vale ser alcanzado por la onda expansiva de un levantamiento popular que por la de una guerra.

Jean-Luc Mélenchon fue el candidato del Frente de Izquierdas a las elecciones presidenciales francesas del 22 de abril de 2012 y es copresidente del Parti de Gauche

Traducción para www.sinpermiso.info: Judit de Diego

Fuente:
http://www.jean-luc-melenchon.fr/2014/03/05/la-strategie-de-loutrage-permanent/#article2

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