Una nota epistolar a propósito del texto de Rossana Rossanda

Joaquín Miras

31/08/2008

 

El traductor del texto de Rossana Rossanda que reproducimos en esta misma entrega de SinPermiso, Joaquín Miras (miembro del Consejo de Redacción), acompañó su traducción con una cartita personal al editor de la revista, comentando el texto. El autor y el receptor de la epístola han considerado oportuno hacerla pública, reproduciéndola en esta misma entrega semanal.

Querido Toni: cuando te telefoneé para cerciorarme de que te había llegado la traducción, apenas pudimos comentar el excelente texto de Rossana Rossanda. Estoy completamente de acuerdo con los dos objetivos que ella propone: la creación, como medio o instrumento formal, de un amplísimo sujeto político o Bloque Social democrático, que consiga aislar a la oligarquía plutocrática financiera, cosa que sólo se puede hacer en el plano internacional, para devolver el protagonismo a la política y conseguir, como objetivo, la reforma intelectual y moral de las sociedades. Es un proyecto claramente inspirado en Gramsci; parte de la consciencia del nivel de derrota y destrucción social en el que nos encontramos, semejante a la ocasionada por el fascismo de los 20 –en España, de los 40—, y propone la reconstrucción de una cultura moral y política, democrática e ilustrada, una “Reforma Moral”, para la cual se propone como medio político la “Constituyente”. Y luego, desechar toda veleidad extremista como consigna política, o sea, todo proyecto de revolución en el sentido convencional, que no cabe. De hecho, el grado de reconsideración de la posibilidad de una revolución tradicional, la cierra el propio Gramsci en 1871. Hasta aquí, todo bien, y ese “bien”, me parece bien en grado de excelencia. El problema es el del instrumento o “causa eficiente”. En ocasiones en Il Manifesto se ha criticado a ciertos teóricos que proponían políticas muy radicales y muy desde la base como callejones sin salida. RR  misma critica a la opción mayoritaria de Ferrero –Refundazione— por proponer como medio político el conflicto “dal basso”. Pero ella misma emite un juicio certero sobre Veltroni y los suyos, sobre D´Alema y los suyos… sobre Ferrero y los suyos. Quiero decir, una vez hemos hecho el análisis sobre el poder del enemigo, y una vez  hemos establecido cuál es el objetivo posible y cual “debe” ser la alianza posible, estamos ante una idea muy dura que ella no se plantea: que aún así se hace imprescindible una “travesía del desierto” –esta es la idea, a la que me refería,  varias veces criticada en Il Manifesto—. Se puede decir de forma más suave o digerible: la clase política de la II República española surgió del ateneo republicano, no de la mafia de la Restauración. Sea como sea, no se puede contar con la clase política italiana –análisis de RR— … ni de la española, que es, no como Berlusconi, pero sí como Veltroni, D ´Alema y Prodi. Normalmente cuando me veo en alguna conversación entre gentes de izquierda, en las que se critica a esos tipos activos, profesionales, monocráticos, de la política actual, suelo decir que ni roban ni matan, porque los ataques que se les hacen –en ocasiones, para defender el “honore” y la “virtú” de otros políticos también profesionales, que son “los suyos”— son desconsiderados, cuando no desapoderados. Pero, desde la catequesis católica, sabemos que sólo el carbonero cree que basta con no robar y no matar para salvarse. Toda esa clase profesional que patrimonializa la política de forma “monocrática”, por seguir con el italianismo, es el primer obstáculo –en el orden de inmediatez, no en el de importancia— para conseguir constituir algo. (Ése es un asunto al que, a veces con matices distintos, según las épocas, que ya acumulamos varias, siempre hemos dado importancia capital, tú yo, desde nuestros años mozos, cada vez más lejanos…). Gramsci creía que, a pesar de todo, el Príncipe, sería il partito –a pesar de sus dudas, no creo que pudiese dar el salto de vértigo, suicida, de desechar esa idea, en sus condiciones desesperadas de vida—. Pero nosotros no podemos, o mejor dicho, no hay organización que esté en las mínimas condiciones de marearnos la perdiz, de enseñarnos desde lejos –aunque sea desde muy lejos— el señuelo, y hacernos creer que tras él se esconde algo deseable,  el ex oriente, lux. Bueno, esto es lo que quería compartir contigo. Un abrazo, Joaquín.

Joaquín Miras es miembro del Consejo de Redacción de SINPERMISO.

Fuente:
www.sinpermiso.info, 31 agosto 2008

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