URSS: Disidentes entre los disidentes. Entrevista

Ilya Budraitskis

20/11/2017

Cabría esperar que el Centenario de la Revolución rusa hubiera permitido una seria reflexión tanto sobre el acontecimiento en sí mismo, como sobre el legado y la historia que emerge de este monumental evento. En el mundo de habla inglesa  se han publicado recientemente muchos libros en un intento de volver a interpretar este  evento desde diferentes puntos de vista. Octubre, de China Mieville  es sin duda el mejor de los dedicados a aquel año revolucionario. Es un tema de debate si muchos de estos libros han contribuido de verdad a repensar 1917 o se han limitado a repetir los mitos contemporáneos de la revolución. Para muchos (especialmente entre la izquierda occidental) la necesidad de adaptar el mito de Octubre a la propia posición política ha contado más que una re-evaluación general de la Revolución rusa o de la experiencia soviética per se.

Lo que es evidente, sin embargo, es que el debate sobre la Revolución y su legado dentro de la izquierda occidental ha tenido lugar en la ignorancia completa de las discusiones de la Izquierda rusa crítica. Esta 'falta de comunicación' no es, por supuesto, nueva. Siempre ha habido una divergencia significativa entre los discursos de la izquierda y los marxistas rusos y de Occidente. Sin embargo, algunas de las barreras de la época soviética que fueron  eliminadas posteriormente se han metamorfoseado en otros obstáculos paralelos. Ciertamente existe un intercambio más bien unilateral: un izquierdista culto ruso conoce a los escritores occidentales sobre Rusia del siglo XX y la historia contemporánea y, en general, ha leído a un amplio espectro de pensadores occidentales contemporáneos, lo que muy rara vez ocurre en el caso de izquierdistas occidentales en relación a similares autores rusos. Es evidente que esto tiene mucho que ver con la falta general de traducciones de autores rusos de izquierda (y la falta de interés de revistas y editores occidentales a la hora de descubrir autores rusos), y así el tráfico unilateral en el pensamiento intelectual se ha reafirmado aún más si cabe. En las últimas décadas, un pequeño conducto se ha abierto a través del mundo del arte: de hecho, muchos izquierdistas rusos publican con más frecuencia en revistas de arte que que en ámbitos públicos de izquierda convencionalmente políticos. Cualquier otro contacto se limita a la esfera académica.

La colección de ensayos de Ilya Budraitskis, Disidentes entre los disidentes, publicada por Kirill Medvedev en Free Marxist Press es una importante contribución a este diálogo. De hecho, varios de sus ensayos, han sido publicados en inglés, ya sea en LeftEast o en la revista de arte e-flux . Vasile Ernu de CriticAtac entrevista a Ilya Budraitskis. Traducido del ruso por Joseph Livesey.

Vasile Ernu: En su libro, recientemente publicado, sobre los disidentes soviéticos ofrece una narrativa muy diferente a la que estamos acostumbrados a leer. ¿Qué desea investigar en este libro? ¿Cuál era su propósito?

Ilya Budraitskis: Disidentes entre los disidentes es una colección de textos que escribí en los últimos años que reúnen mis pensamientos sobre la herencia soviética en la sociedad, la política y la cultura. Trato de rechazar tanto anticomunismo liberal como la defensa nostálgica de la URSS. Estos enfoques aparentemente dicotómicos convergen en el tratamiento de la herencia soviética como algo homogéneo, desprovista de su propia política. Simplifican o considerándola una encarnación del mal totalitario, o una edad de oro, robada por traidores y espías occidentales.

El espectro de este pasado mitificado sigue desempeñando un papel activo en la sociedad post-soviética de hoy. Los llamamientos a “superar el pasado criminal”, o, por el contrario, a su restauración histórica, se han convertido en un medio sumamente eficaz para la manipulación ideológica ejercida por quienes están en el poder. Como resultado, en Rusia, un país que ha establecido nuevos niveles mundiales de desigualdad social y globalización del capital, las autoridades han conseguido presentarse como los herederos legítimos del pasado soviético. Las élites económicas y políticas de Rusia llegaron al poder mediante la destrucción de la sociedad soviética, sin embargo un elemento esencial de su hegemonía ideológica consiste en declarar lealtad a la tradición del Estado soviético.

Por lo tanto, la cuestión de lo que entendemos por “Soviet”, en términos de la sociedad, la política y la cultura, no es sólo una cuestión histórica, sino también una búsqueda de las contradicciones fundamentales del presente.

El capítulo más largo del libro es un estudio de la historia de los disidentes socialistas en la URSS desde mediados de la década de 1950 hasta principios de 1980. La comprensión de este movimiento -los distintos críticos de izquierda de la URSS, predominantemente marxistas, los intentos de crear divisiones entre sus corrientes pro-liberación y autoritarias, así como el conflicto suprimido entre la mayoría y la reinante burocracia- es extremadamente importante en la actualidad para resistir las diversas formas en que se manipula el legado soviético.

Vasile Ernu: Cuando hablamos de la disidencia, por lo general sólo tenemos en mente a los grupos liberales. Usted afirma que también hubo disidencias sustancialesa la izquierdaen relación con el régimen soviético. Hubo realmente una disidencia de izquierdaen la URSS?

Ilya Budraitskis: Es cierto que, cuando se habla de disidentes, se ha convertido en la norma identificarlos con el movimiento de derechos humanos que se formó en la segunda mitad de la década de 1960. Sin embargo, a pesar de que los liberales actuales se apropian descaradamente de esta tradición, en la década de 1960 prácticamente no había gente que directamente se identificase con el liberalismo político, sus principios de mercado, el concepto de “libertad negativa”, y todo lo demás. Los defensores de los derechos humanos, básicamente, se negaron a participar en “la política”, en el sentido de concebir alternativas a la situación presente, ya que trataban de defender los derechos humanos en lo que entonces era el aquí y ahora. El socialismo, desde la perspectiva de muchos defensores de los derechos humanos, no era contradictorio con la libertad individual. Por el contrario, lograr esa libertad era un principio programático del socialismo. Muchos pensaron que el nivel de desarrollo técnico alcanzado por la Unión Soviética a finales de la década de 1950 permitiría al socialismo soviético evolucionar de sus manifestaciones vulgares, represivas, y acercarse a  sus objetivos humanistas. Para aquellas personas que distribuían samizdats o firmaban cartas colectivas en la década de 1960, el “socialismo con rostro humano” suponía el consenso. Sin embargo, durante los años 1970 y 1980, un número significativo de disidentes de derechos humanos se desilusionaron con el socialismo y giraron a la derecha.

Sin embargo, durante ese tiempo, - desde el período del “deshielo” en los años 1950 y 1960, hasta el inicio de la década de 1980, hubo disidentes soviéticos que fueron marxistas, cuyo enfoque era poner de relieve la situación paradójica del marxismo en la URSS: a saber, que si bien se mantuvo como el dogma oficial, la utilización de la teoría marxista para analizar el estado soviético, y la naturaleza de la sociedad soviética y sus contradicciones, era castigado. En mi ensayo, se describen los principales grupos que proporcionaron una crítica de la URSS desde la izquierda, así como ciertos escritores importantes de samizdats socialistas.

Vasile Ernu: ¿Quiénes fueron los disidentes más conocidos a la izquierda?” ¿Cuáles fueron los grupos importantes? Y cuáles son sus principales características?

Ilya Budraitskis: Figuras destacadas como Petro Grigorenko, Raisa Lert, Leonid Plyushch, y Roy Medvedev. Ejemplos de grupos importantes como el Grupo de Krasnopevtsev de la Universidad Estatal de Moscú a finales de los años 1950, La Unión de Comuneros de Leningrado a comienzos de los años 1960, y los “Jóvenes Socialistas” en el Moscú de finales de los años 1970.

Vasile Ernu: ¿Qué pasó con estas personas y grupos después del fin de la Unión Soviética? ¿Dónde fueron a parar? ¿Había una gran diferencia entre los disidentes de izquierda y los liberales? ¿Cuales eran sus principales características?

Ilya Budraitskis: Prácticamente todos los participantes en estos grupos socialistas fueron reprimidos por la KGB: muchos acabaron en los campos políticos y las prisiones, otros simplemente vieron sus vidas destruidas y perdieron sus puestos de trabajo. A principios de la década de 1980, la escena disidente había sido básicamente barrada por una poderosa ola de represión, que formó parte del clima político de rechazo a la “distensión” y del fortalecimiento de la posición de Andropov. A principios de la Perestroika, la mayoría de los antiguos disidentes socialistas eran ya personas diferentes, algunas desaparecieron en la vida privada o el trabajo académico, mientras que otros, que giraron a la derecha del espectro político, siguieron participando en la vida política, pero ya no como socialistas. Por supuesto, unos pocos se mantuvieron fieles a sus convicciones. Incluso si no hubo realmente ninguna continuidad significativa entre los disidentes de izquierda soviéticos y el movimiento de izquierda post-soviético, es importante para mi restaurar esta genealogía. En los últimos años, ha habido más y más artículos científicos dedicados a la historia de determinados grupos socialistas clandestinos en la era soviética. Espero que mi ensayo sea una contribución modesta para recuperar la memoria de este patrimonio olvidado de la izquierda no estalinista post-soviética actual.

Vasile Ernu: Hay un mito sobre la llamadapersona roja, el eterno problema de la marca indeleble de la “mentalidad soviética”. Hay quién cree que todo en nuestras sociedades es un desastre a causa de esa mentalidad, ese legadodel pasado. Y el discurso dominante nos dice que todo ira bien si nos liberamos de ella. ¿Cómo se explica este fenómeno?

Ilya Budraitskis: Dedico todo un capítulo de mi libro, titulado “La caza eterna de la persona roja”, a este tema. Es una investigación de esta cosificación de la retórica liberal predominante del “pasado invicto”, que ha producido la imagen de un“Homus Sovieticus” sumiso, envidioso y amargado, no adaptado al mercado, sospechoso de las minorías, y sin interés en la en alta cultura. Es el concepto conocido en Rusia como “sovok ”, que sigue dominando la antropología diaria incluso 25 años después del fin de la URSS y la expansión del mercado. La Rusia de Putin, en esta lectura, es una especie de reserva natural, habitada por estas personas dañadas por la ingeniería social soviética. El programa de reformas, por lo tanto, debe consistir en recuperar esta población a las normas aceptadas. Esta falsa idea de la “persona roja” secuestra el debate sobre las contradicciones presentes ( sin que, por supuesto, Rusia deje de ser parte del capitalismo global), sustituyéndolo por una lucha simbólica sobre nombres y monumentos. Por otro lado, el espantapájaros de la “persona roja” ha facilitado el éxito de la retórica anti-occidental del establishment ruso, porque supone que nosotros, como portadores de una alternativa, nos oponemos a Occidente en nombre de un conjunto de valores. Mientras que en realidad, el individualismo agresivo y el desprecio por el interés común mostrado por las elites rusas, que anualmente sacan miles de millones de dólares fuera del país a cuentas en el exterior, de ninguna manera son moralmente  o tienen normas y valores distintos de los del mercado.

Vasile Ernu: Hay un mito muy extendido en Rusia de que la intelectualidad liberalanhela la libertad, pero que la gente quiere un “régimen despótico”. Usted defiende que no es así. ¿Cuál es su explicación? ¿Qué sucede realmente?

Ilya Budraitskis: Este mito, que es extremadamente útil para las autoridades, se remonta al siglo XIX, cuando los entonces gobernantes racionalizaron la unión del pueblo y el gobierno autocrático afirmando la necesidad de reprimir constantemente la naturaleza humana imperfecta. Konstantin Leontiev incluso se refirió a la autocracia como una forma de “auto-tortura del pueblo ruso”. Hoy en día esta imagen sadomasoquista de la vida nacional es utilizada tanto por aquellos en el poder, como por los intelectuales liberales, para los que la lucha por la libertad es un proyecto personal, sin relación con la reconstrucción de un país que no tiene esperanza. Esta visión pesimista de la naturaleza, este organicismo del Putinismo, debe ser objeto de una crítica sostenida.

(1981) es historiador y activista cultural y político. Doctor por el Instituto de Historia Mundial, de la Academia de Ciencias de Rusia, Fue uno de los organizadores rusos de las movilizaciones contra el G-8, los Foros Sociales Mundiales y europeos. Desde 2011 ha sido activista y portavoz del Movimiento Socialista Ruso. Miembro del consejo editorial del Moscow Art Magazine.
Fuente:
http://www.criticatac.ro/lefteast/dissidents-among-dissidents-interview-with-ilya-budraitskis-about-his-recent-book/
Traducción:
Enrique García

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