Venezuela: Crisis constitucional y lucha política. Dossier 2

Esteban de Gori

Marea Socialista

Antonio Maestre

08/04/2017

La semana pasada Sin Permiso publico un primer dossier sobre la situación política en Venezuela como consecuencia del choque de legitimidades constitucionales entre el Gobierno Maduro y la Asamblea Nacional. Reproducimos ahora otras dos contribuciones desde la izquierda al análisis de  esta situación, así como la habitual utilización de la derecha española –que estuvo implicada directamente en el fracasado golpe de 2002 contra Chávez- de los acontecimientos políticos venezolanos para atacar a Unidos Podemos. SP

El desencanto de Caracas

Esteban De Gori

El oficialismo y la oposición venezolanos armaron su último ring en medio de una crisis económica. La decisión y contramarcha del Tribunal Superior de Justicia de asumir las competencias del Parlamento, de mayoría opositora, mostró como trasfondo a una población indiferente, subraya el doctor en Ciencias Sociales Esteban De Gori. Con la anulación de parte de la resolución que causó la última crisis, todo vuelve al orden trabado y asediado.

I.

El chavismo nació cuando Hugo Chávez fue restituido a la presidencia. Cuando el paro petrolero y el intento de golpe –en 2002- no prosperaron. Un sector de las fuerzas armadas y una ciudadanía movilizada pugnaron por su vuelta. Chávez se presentó ante las cámaras con la Constitución en mano y la asociación “Chávez, Pueblo, Democracia y Ejército” se transformó en una fórmula discursiva e imaginaria que organizaría la dinámica política y las estrategias de conservación. Una mayoría te lleva a la presidencia con sus votos; otra mayoría en la calle (apoyada por el Ejército) te devuelve al palacio y quince años después, como decía un militante del PSUV, esa misma “puede joderte la vida y sacarte el real (dinero)”. 2002 es ese “punto cero del chavismo” en que se elaboró una liturgia y una narración –que sería acompañada por importantes evidencias empíricas- que hizo de éste un gobierno bajo asedio (empresarial, político, internacional, etc.). Esta condición comenzó a integrar el vocabulario del oficialismo, de la oposición y, finalmente, de toda la cultura democrática.

La distribución de riqueza, acompañada por la bonanza petrolera y una elite opositora que se fragmentaba entre el golpismo y la opción electoral, permitieron el ascenso de la mayoría chavista a la Asamblea Nacional. “Pese a los coñazos (golpes) ganamos elecciones”, decían algunos los dirigentes del PSUV. La muerte de Chávez y la crisis económica –originada por el desplome del precio del petróleo- fueron metabolizando una oposición más decidida a representar nuevas demandas y malos humores. La oposición ahora se presentaba con la Constitución en la mano, “armaba un partido” –como deseaba el chavismo- y ganaba una elección.

II.

En 2015, la Mesa de la Unidad Democrática logró la mayoría en la Asamblea Nacional y el chavismo –que solo había sido derrotado por una ínfima cantidad de votos en el referéndum de 2007- debió trabajar con otra hipótesis. Un conjunto de rutinas y pronósticos se desplomaron. El Google maps se reseteó solo. Ahora todos estaban “dentro” de la institucionalidad. Pero Chávez ya no estaba; el “pueblo” ya no acompañaba mayoritariamente y la Constitución introducía pluralidades y limitantes no imaginadas en manos de otros. “Estamos en el peor de los mundos”, sugirió una funcionaria mientras juraban los asambleístas.

Oficialismo y oposición quedaron frente a frente. El conflicto comenzó con la supuesta ilegalidad de tres asambleístas electos del Estado de Amazonas. Parlamentarios, que dotaban de mayoría calificada al Parlamento y que podían vetar o posibilitar un conjunto de leyes orgánicas que necesitaba Maduro para superar la crisis económica. La decisión de juramentarlos como asambleístas fue considerada como “desacato” por el chavismo e hizo una presentación frente al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Así comenzó una dinámica –a veces, mediada por la tensión y otras por el diálogo coyuntural- en la que decidieron demostrarse que el otro no podría lograr su cometido. Que ambos estarían rodeados por una última ilegitimidad.

III.

Armaron un ring en el medio de la crisis económica. Se enfrentaron como fuerzas que buscaban doblegarse, más que como representaciones políticas que bregaban por resolver demandas y aspiraciones. Corporativizaron los poderes del Estado y fueron desgastando la vida pública y la división de poderes. El “terreno” se fue preparando. El Ejecutivo buscó evitar y desconocer a la Asamblea y ésta castigar (presionar y destituir) al presidente. A su vez, el oficialismo fue extendiendo la suspensión de las elecciones para gobernadores lo que suscitó mayores suspicacias. Sumado al retiro compulsivo de los billetes de 100 bolívares que fragilizó la gestión económica (Diciembre, 2016), como la reciente escasez de petróleo (Marzo, 2017) en un país de grandes reservas.

Pese a los intentos de mediación vaticana y de varios expresidentes, estos dos conglomerados se fueron “encerrando en su propia disputa” ante una ciudadanía cada vez más descontenta e indiferente. “Un descontento”, como indicó una socióloga venezolana, “que no suma la oposición. Que es del chavismo con el gobierno.” “Muchos chavistas empiezan a creer que no hay opciones fuera de éste, pero que la solución tampoco provendría del chavismo oficial”.  Pese a la hiperideologización discursiva, el desencanto comienza a ganar la sociedad venezolana y al sistema político. Y solo, dentro del chavismo, parecen imaginarse opciones u alternativas al propio oficialismo y a las propuestas opositoras.

IV.

El TSJ a través de su Sentencia 156 asumió las competencias parlamentarias para resolver el “desacato” de la Asamblea. Un alto funcionario del oficialismo dijo: “Estamos metidos en sendo peo (tremendo lío)”. El oficialismo cruzó el Rubicón constitucional. Dinamitó el diálogo. Creyó que la imposición de esa sentencia posibilitaría la aprobación de leyes orientadas a obtener préstamos y reformas económicas necesarias para aliviar la situación. La economía política, a veces, puede llevarse puesto todo. Esta medida judicial provocó asombro y rechazo en sus propias filas. La Fiscal General de la Nación –Luisa Ortega- indicó que se estaba ante una ruptura del orden constitucional. La sensación de que se había cruzado una línea y que el costo sería grandísimo, inclusive para el propio Presidente, permaneció durante horas. El daño estaba hecho. Maduro –aprovechando la posición de la Fiscal- intentó colocar “por arriba” y busco dirimir entre dos posiciones del oficialismo. Todo ello, en un contexto de amenaza de la OEA de aplicar la Carta Democrática y frente a una izquierda regional que miraba con recelo la negación de una representación parlamentaria. Esta vez, el propio campo político del chavismo comenzó a crujir públicamente. La rapidez fue central. Maduro “aconsejó” la vuelta atrás al TSJ. Así desando un acto arbitrario que podría aislarlo de propios y ajenos. Evitó el pronunciamiento de las Fuerzas Armadas, “tiró líneas” con algunos países de UNASUR y volvió a reconocer que el diálogo es la única vía. En la calle, poco y nada. Una amiga se sacaba selfies con sus hijas en un parque caraqueño y escribía: “un día de golpe”, ironizando sobre los sucesos y dando cuenta de la poca movilización que todo había suscitado.

La oposición, pese a la vuelta atrás, apuesta a capitalizar el error chavista. Creen tener “oro en polvo” entre manos y no van a soltarlo. Por ahora, poca movilización y activación desmedida en redes sociales. Venezuela parece que ha retornado al orden. Con un oficialismo, de manera inédita, fragilizado por sus actores internos y con una costosa vuelta a las fronteras del Rubicón. Todos vuelven al orden trabado y asediado. Todos vuelven al orden precario, así Venezuela se queda.

http://www.revistaanfibia.com/, abril 2017

 

Tiempos de turbulencias y lucha política y social en Venezuela

Equipo Operativo Nacional de Marea Socialista

El recule casi instantáneo del intento del TSJ de cortar de un tajo el hilo constitucional, abrió una nueva coyuntura en el país. Este intento  antidemocrático no fue el único ni el primero. Y, lamentablemente, tampoco será el último[1]. En este caso el presidente Maduro y la mayoría de la cúpula del PSUV chocaron de frente con su propia debilidad. Ésta se basa en el repudio popular masivo hacia su gobierno, construido por tres años de contrarreformas políticas y contrarrevolución económica. Y tuvieron que recular, por ahora, con el intento de eliminar otros derechos y garantías de la Constitución. Pero es bueno tener en claro que este retroceso es parcial,  ya que se mantienen en pie, en las resoluciones cuestionadas  (155 y 156 del TSJ[2]), los numerales que facultan al Ejecutivo a tomar decisiones inconstitucionales y entreguistas sobre los recursos de hidrocarburos y mineros  y otras medidas económicas tan entreguistas al Capital Financiero internacional como las anteriores. Y que todavía está vigente la estructura que limita duramente los derechos políticos de la constitución expresada en el Estado de Excepción permanente que vive nuestro país, entre otras limitaciones.

La correcta actitud, en este caso, de la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz, al declarar que las Sentencias del TSJ rompían el hilo constitucional, mostraron al mundo, la grave deriva totalitaria que, como política de Estado ha emprendido el gobierno del presidente Maduro. Hecho esto con el sórdido acompañamiento de un Tribunal Supremo de Justicia dócil, complaciente y cómplice.  Pero más todavía, dejaron a la vista una fractura política en el chavismo oficial hasta hoy oculta. Sale así a la superficie el malestar social hacia el gobierno de una parte sustantiva  y mayoritaria de la base del PSUV y del proceso que hasta ahora era contenido por el miedo y las amenazas.  Un dato marginal pero importante de lo que decimos es la participación de Redes, partido del GPP recientemente ilegalizado con la maniobra de la renovación de los partidos políticos, en el rechazo a las sentencias y en apoyo a la decisión de la Fiscal que convocó Marea Socialista en conjunto con la Plataforma en Defensa de la Constitución. Esa visibilización de la fractura en el chavismo cupular y el reforzamiento del que se da en la base, es en realidad la principal novedad política de la coyuntura que empieza.

La ofensiva totalitaria del gobierno, frenada parcialmente por el momento, es la consecuencia directa de la necesidad de una transformación contrarrevolucionaria, bonapartista,  del sistema político de la Constitución Bolivariana para aplicar el plan económico de entrega que tiene como símbolo el Arco Minero del Orinoco, pero que se extiende a toda la actividad económica descrita en los lamentables 15 motores y en las Zonas Económicas Especiales. Así los actores económicos estrella de este momento son, junto con las transnacionales mineras, petroleras y financieras, los miembros locales del gran capital como los Vollmer y los Cisneros entre muchos otros. Esta entrega y sus consecuencias antipopulares y antinacionales, en hambre, miseria y entrega de soberanía, sólo se puede sostener sobre la base de un sistema político totalitario y represivo que para legitimarse necesita a la cúpula corrupta de la MUD como rueda de auxilio del plan de entrega.

El otro hecho novedoso que dejó este intento de autogolpe, o más precisamente como diría Carlos Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte, un nuevo “golpe en miniatura”, por ahora frenado, es que poniendo al gobierno a la defensiva, se abre un periodo, de duración incierta, donde lo dominante será la inestabilidad y crisis política, los intentos de contraofensiva autoritaria y represiva del gobierno, y lo más importante, la posibilidad de desarrollar la lucha política por recuperar los derechos, libertades y garantías vulnerados. Además, de la manifestación social en las calles por detener el ataque al salario, la alimentación, la salud y todas las conquistas socio económicas que nuestro pueblo obtuvo en la época anterior.

Entramos en un nuevo interregno, donde la debilidad de la cúpula madurista la llevará por su propio agotamiento a contestar con una represión indiscriminada pero a la defensiva y donde progresivamente se ha comenzado a perder el miedo a la soberbia criminal de esa cúpula.

Las dudas sobre la probable respuesta de nuestro pueblo deben dejarse a un lado. Debemos confiar en un pueblo maltratado, agobiado y angustiado por tres años continuos de hambre creciente, miseria y ataques a su nivel de vida y de derechos, pero al que debemos estimular, develándole la debilidad, traición y manipulación del gobierno. Darle chance a que este demuestre que no fue derrotado por los usurpadores y traidores de lo positivo del legado de Chávez.

Al tiempo que se escribe este texto se están desarrollando acciones de calle de la MUD que son violentamente reprimidas. Sostenemos que se deben respetar los legítimos derechos a la protesta a la movilización y a las exigencias de todos los sectores sociales y políticos. Y esto sin condiciones. Sin embargo estamos en la obligación de alertar a los sectores populares que apoyan a esa dirección política:

Afirmamos que la cúpula de la MUD, por su parte, actuará como hasta ahora. Facilitando por acción u omisión las acciones del gobierno. Está en su naturaleza, en su esencia neoliberal y entreguista,  la insistencia en el apoyo a la injerencista Carta Democrática, que refleja su desprecio encubierto por una salida verdaderamente democrática a la crisis actual. La dirigencia de la MUD, aunque afirma luchar contra el gobierno, es un aparato adaptado al régimen autoritario, rentista y clientelar que viene construyendo el ejecutivo. Su ausencia de programa y propuestas políticas para detener la crisis económica y para la reconstrucción de un proyecto nacional, así como la participación directa en la jornada de relegitimación de partidos (en la que solo ganan las grandes maquinarias, ampliamente financiadas)  y la aceptación a las condiciones antidemocráticas establecidas por el CNE, demuestran su adaptación y vocación de disputa en el reparto estatal de la renta petrolera.

En esta nueva coyuntura estos viejos politiqueros, buscarán ganar la calle pero lo harán con un doble objetivo: a) recuperar el caudal de apoyo electoral que perdieron durante 2016 por su pusilánime respuesta a los atropellos del gobierno y su capitulación en las mesas de dialogo; b) sostener un esquema electorero del que solo ellos, además del PSUV sean parte, dejando por fuera a aquellas organizaciones que como Marea Socialista y muchos otros estamos por una verdadera recuperación democrática. Este esquema que no toma en cuenta a una parte importante de la población que no se siente representada por ninguna de las cúpulas.

Por eso tanto sus marchas, movilizaciones, declaraciones y discurso pseudo democráticos son funcionales a la instauración de un nuevo régimen político más autoritario que el de la IV república y similar al que quiere imponer el gobierno.

Las tareas que preveíamos para el 2017 en el Editorial #18 se han acelerado con el intento anticonstucional del TSJ y su recule parcial. Ratificando en primer lugar la lucha contra los intentos totalitarios y nuestro reclamo por la plena vigencia de los derechos democráticos.

Reclamamos, también, el retiro total de las sentencias 155 y 156. La eliminación de los decretos de Estado de Emergencia que no son otra cosa que Estados de excepción antidemocráticos. La plena libertad y derecho a la legalidad y constitución de todos los partidos políticos ratificando de facto la vigencia de los partidos que participaron de las elecciones de 2015 y facilitando la inscripción de los nuevos.

Exigimos la restitución completa de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. No solo en los derechos políticos sino también en los derechos económicos y sociales vulnerados.

Para enfrentar de manera autónoma a las viejas cúpulas del PSUV y la MUD y con una política a favor del pueblo que vive de su trabajo convocamos a todos los sectores con los que venimos trabajando a dar pasos urgentes en la puesta en pie de la nueva referencia política que necesitamos, democrática, plural, anticapitalista, ecologista, feminista…

Frenado por ahora el impulso totalitario, vienen tiempos turbulentos, pero lo verdaderamente importante es que estos también son tiempos de lucha política y social, potenciales para la victoria del pueblo en lucha.

Notas:

[1]Editorial #18 Marea Socialista https://www.aporrea.org/actualidad/n306246.html

[2] TSJ http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/marzo/197364-156-29317-2017-17-0325.HTML

http://portaldelaizquierda.com/2017/04/editorial-19-de-marea-socialista-tiempos-de-turbulencias-y-lucha-politica-y-social-en-venezuela/

 

Venezuela, el burdel propagandístico de la derecha española

Antonio Maestre

En la agenda política española desde que apareció Podemos es recurrente la aparición de la actualidad venezolana con mucha más fuerza que cualquier otro tema internacional. Los problemas que sufren los venezolanos se utilizan de manera burda como arma arrojadiza en nuestro país. La instrumentalización de la información internacional para influir en la política interna es habitual, ocurrió también con Grecia: la propaganda como recurso de presión. La derecha mediática española acude de manera interesada a Venezuela como si fuera un burdel propagandístico del que sacar beneficio internamente para luego abandonarla a su suerte cuando preste el servicio.

Esta semana una decisión del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela ha sido la que ha provocado la vuelta a la omnipresencia venezolana en la agenda pública. La oposición calificó la sentencia de golpe de Estado. El hecho de que solo 48 horas después y por la intercesión del ejecutivo de Nicolás Maduro se haya revertido la decisión ya muestra lo irregular de esta. Pocas dudas pueden quedar sobre la escasa calidad democrática que se vive en el país sudamericano, unas circunstancias en las que operan tanto los que ocupan el poder como los que aspiran a ocuparlo.

El “golpe de Estado”

Llamar a un suceso golpe de Estado no es algo inocuo. La carga de profundidad del término al recibir la información es muy importante. Los golpes de Estado pueden ser evidentes, con militares entrando en el Congreso o tomando el poder de forma sangrienta. O más quirúrgicos, con tomas de decisiones de gobiernos elegidos democráticamente y que convierten un Estado democrático en otro autoritario o tiránico. Así pues, el hecho de que Nicolás Maduro haya sido elegido en las urnas no le exonera de poder dar un golpe de Estado para dotarse de mayor poder. Que en esta ocasión haya sido así es algo interpretable. El hecho de que se revirtiera la sentencia constata sin duda que la decisión fue antidemocrática. Pero el uso torticero del término “golpe de Estado” por parte de la oposición en Venezuela y los medios en España no ayuda a la comprensión de la realidad.

La periodista Rosa María Calaf ha comentado, en referencia a la calidad informativa en nuestro país, que se informa de sucesos y no sobre procesos. Un problema que es extensible a casi cualquier realidad del ámbito internacional, por ejemplo la victoria de Donald Trump. Esta situación en Venezuela se torna dramática debido a los intereses empresariales de los medios que marcan la agenda en España, además de por los réditos electorales que otorga asociar a Podemos al gobierno de Nicolás Maduro. Intentar comprender la realidad venezolana con los sucesos sueltos y deslabazados con los que se informa aquí del país latinoamericano es lo mismo que intentar comprender la realidad de España sin conocer el proceso de la transición de 1978.

Transmitir lo ocurrido en Venezuela como un golpe de Estado supone esconder en información lo que es una interpretación de un proceso complejo. Se utiliza una parte para simplificar el todo privando al lector del contexto. El suceso por el proceso. La opinión por la información.

La denominación de golpe de Estado en todos los medios españoles nació de la interpretación que la oposición hizo de la decisión del tribunal venezolano. Henrique Capriles, gobernador del Estado de Miranda, fue uno de los que así llamó al hecho. Algo que no es novedad, porque también el pasado mes de octubre llamó golpe de Estado a la no aceptación por parte del gobierno del proceso revocatorio. Llego a pedir al ejército que interviniera para “defender” la constitución. Si tomamos como referencia a la oposición venezolana, hubo un golpe de Estado en octubre y otro más hace 48 horas. En términos periodísticos su opinión no debería ser determinante a la hora de calificar uno de los sucesos habituales en el campo de disputa de la política venezolana. No es fiable ni riguroso.

El País calificó lo sucedido como golpe de Estado. El hecho de hacerlo en su editorial sí puede ser correcto porque entra en el campo de la opinión. “Es un auténtico golpe de Estado para el que no cabe la más mínima matización”, decía el diario de Cebrián. Las propias páginas del periódico sí realizaron matices ante el golpe militar que en 2002 desalojó del poder a Hugo Chávez.

En el año 2002 un editorial titulado Golpe a un caudillo defendía la asonada militar de Efraín Vásquez que puso a Pedro Carmona como presidente de Venezuela en lugar del elegido democráticamente: “En Venezuela el ejército sigue siendo el árbitro de última instancia. A la luz de los hechos, hay que elogiar al menos la decisión de la cúpula militar de ceder el poder a un civil, aunque resulte singular que el elegido sea el presidente de la patronal”.

Creado el marco del debate propicio para unos determinados intereses, llega la ofensiva. El Paístitula: Podemos evita condenar la anulación del Parlamento en Venezuela. En España, quienes llevan considerando una dictadura a Venezuela desde que apareció Hugo Chávez en escena, y con más fruición cuando Podemos llegó al panorama nacional, han denunciado el “golpe de Estado” e inmediatamente lo han utilizado para sus propios intereses. Esperanza Aguirre ha sido una de las primeras en hacerlo contra el gobierno del Ayuntamiento de Madrid al asegurar que apoya a Nicolás Maduro. A pesar de las declaraciones de Aguirre, Manuela Carmena y Ahora Madrid votaron a favor de la moción que pedía la liberación de Leopoldo López y Antonio Ledezma. La posverdad de Aguirre que ha sido su mentira de siempre.

El modo en el que el PP instrumentaliza la situación en Venezuela contra Podemos siempre ha adquirido tintes grotescos. Teodoro García Egea, diputado del PP por Murcia, ha comparado lo sucedido estos días en el país latinoamericano con la situación de Murcia declarado: “Cómo no va a estar PODEMOS de acuerdo con el golpe de Estado en Venezuela? Si quieren hacer algo parecido en Murcia…” .

Si una moción de censura con el apoyo de todos los grupos de la oposición para desalojar del poder a un presidente de una comunidad autónoma imputado por corrupción es un golpe de Estado como el de Venezuela, es muy difícil tomarse en serio a los que así analizan la actualidad de lo que ocurre allende los mares.

Uno de los gobiernos que ha denunciado lo que sucede en Venezuela ha sido el de Paraguay. En un comunicado conjunto junto al de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, y Uruguay ha condenado la situación creada por el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela. Al mismo tiempo, el presidente conservador de este país, Horacio Cartes, ha reformado la constitución, que actualmente no permite la reeleción, para poder volver a presentarse a los comicios más allá de 2018. La reforma ha provocado unas protestas muy importantes en el Congreso y graves disturbios. La policía entró a la fuerza en la sede del partido de la oposición y asesinó a un joven militante del Partido Liberal Radical Auténtico, el principal opositor de Horacio Cartes, que se encontraba dentro. La respuesta a la diferencia de tratamiento en España de lo que sucede en Venezuela y Paraguay se llama Pablo Iglesias.

http://www.lamarea.com/2017/04/02/la-informacion-venezuela-herramienta-propaganda/

Doctor en Ciencias Sociales e Investigador Asistente del CONICET y del Instituto Gino Germani. Trabaja como docente en la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad de Buenos Aires. Participa del Grupos de Estudios sobre Centroamerica del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, ha publicado artículos en distintas revistas nacionales e internacionales y es autor de “La República Patriota”, editado por Eudeba.
antigua corriente de activistas sociales y sindicales bolivarianos y socialistas que participó en el PSUV hasta su expulsión en 2014 por la dirección de Nicolás Maduro y se constituyó en partido independiente.
Periodista. Miembro de la redacción de la revista electónica española La Marea.
Fuente:
Varias

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