Shlomo Sand
09/08/2017
El historiador israelí Shlomo Sand responde al discurso de Emmanuel Macron, ante Benjamin Netanyahu, en conmemoración de la redada de judíos de 1942 en Vel d’Hiv, Francia. “¿Cómo antiguo estudiante de filosofía, ayudante de Paul Ricœur, ha leído tan pocos libros de historia que no sabe que muchos judíos o descendientes de la herencia judía siempre se han opuesto al sionismo, sin que ello les convierta en antisemitas?”
A medida que leía su discurso en la conmemoración de la redada de Vel d'Hiv [1], me sentía cada vez más agradecido hacia usted. En efecto, a la luz de la larga tradición de los líderes políticos, tanto de izquierda como de derecha, pasados y presentes, que han negado la participación y la responsabilidad de Francia en la deportación de ciudadanos de origen judíos a los campos de exterminio, agradecía que adoptase una posición clara, sin ambigüedades: sí, Francia es responsable de las deportaciones; sí, hubo antisemitismo en Francia antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Sí, tenemos que seguir luchando contra todas las formas de racismo. Vi estas tomas de posición como una continuidad con la valiente declaración que hizo en Argelia, al afirmar que el colonialismo constituye un crimen contra la humanidad.
Pero para ser totalmente franco, estaba bastante molesto por la invitación a Benjamin Netanyahu. Netanyahu debe, sin duda, ser clasificado en la categoría de los opresores, y no puede ostentar la representación de las víctimas de antaño. Por supuesto, hace mucho tiempo que se que es imposible separar memoria y política. ¿Tal vez estuviera implementando una sofisticada estrategia, todavía no revelada, cuyo objetivo sea contribuir a alcanzar un compromiso equitativo en Oriente Próximo?
Dejé de ser capaz de entenderle cuando, en el curso de su discurso, declaró que “el antisionismo ... es la forma reinventada del antisemitismo”. ¿Está declaración buscaba complacer a su huésped, o es pura y simplemente una señal de falta de cultura política? ¿Cómo antiguo estudiante de filosofía, ayudante de Paul Ricœur, ha leído tan pocos libros de historia que no sabe que muchos judíos o descendientes de la herencia judía siempre se han opuesto al sionismo, sin que ello les convierta en antisemitas? Me refiero a casi todos los grandes rabinos de antaño, pero también a las posturas adoptadas por una parte del judaísmo ortodoxo contemporáneo. Y también a figuras como Marek Edelman, uno de los líderes y superviviente del levantamiento del Gueto de Varsovia, o a los comunistas de origen judío que tomaron parte en la resistencia francesa en el grupo Manouchian, en el que murieron combatiendo. También pienso en mi amigo y maestro Pierre Vidal-Naquet y en otros grandes historiadores y sociólogos como Eric Hobsbawm y Maxime Rodinson, cuyos escritos y cuya memoria son tan queridos para mí, o de hecho Edgar Morin. Y, finalmente, me pregunto si en serio espera que los palestinos no sean antisionistas.
Sin embargo, supongo que particularmente no aprecia a las personas de izquierda, o, tal vez, a los palestinos. Pero sabiendo que ha trabajado en el Banco Rothschild, voy citar a Nathan Rothschild. El presidente de la Unión de Sinagogas de Gran Bretaña, fue el primer judío elevado a la categoría de “Lord” en el Reino Unido, de cuyo banco central fue gobernador. En una carta de 1903 a Theodor Herzl, el capaz banquero escribió que estaba preocupado por el plan para establecer una “colonia judía”; que “sería un gueto dentro de un gueto con todos los prejuicios de un gueto”. Un estado judío “sería pequeño e insignificante, ortodoxo y anti-liberal, y mantendría lejos a los no-judios y a los cristianos”. Podríamos concluir que la profecía de Rothschild era equivocada. Pero una cosa es segura: ¡no era antisemita!
Por supuesto, ha habido, y hay, algunos antisionistas que también son antisemitas, pero también estoy seguro de que podríamos encontrar antisemitas entre los aduladores del sionismo. También puedo asegurarle que un cierto número de sionistas son racistas y su estructura mental no difiere de la de los judeófobos: incansablemente buscan un ADN judío (incluso en la universidad en la que enseño).
Pero para aclarar que es un punto de vista anti-sionista, es importante empezar por ponerse de acuerdo sobre la definición del concepto de “sionismo”, o por lo menos, sobre una serie de características propias de este termino. Voy a tratar de hacerlo lo más brevemente posible.
En primer lugar, el sionismo no es el judaísmo. Incluso constituye una revuelta radical contra él. A través de los siglos, los judíos piadosos han alimentado una profunda pasión por su tierra santa, y más particularmente por Jerusalén. Pero acatan el precepto talmúdico que les indica que no deben emigrar colectivamente allí antes de la venida del Mesías. De hecho, esa tierra santa no pertenece a los judíos, sino a Dios. Dios la dio y Dios la tomó de nuevo; y enviará al Mesías para restaurarla, cuando quiera. Cuando apareció el sionismo, quitó de en medio al “Todopoderoso” y lo sustituyó por un sujeto humano activo.
Cada uno de nosotros puede dar su propia opinión sobre la cuestión de si el proyecto de crear un estado exclusivamente judío en un trozo de tierra con una población muy grande de mayoría árabe es una idea moralmente aceptable. En 1917 Palestina contaba con 700.000 árabes musulmanes y cristianos y alrededor de 60.000 judíos, la mitad de los cuales se oponían al sionismo. Hasta entonces, la masa de gente que hablaba yiddish y que querían huir de los pogromos del Imperio ruso preferían emigrar al continente americano. De hecho, dos millones así lo hicieron, escapando de la persecución nazi (y de la persecución bajo el régimen de Vichy).
En 1948 en Palestina había 650.000 judíos y 1,3 millones de árabes musulmanes y cristianos, 700.000 de los cuales se convirtieron en refugiados. Con esta base demográfica nació el Estado de Israel. A pesar de ello, y con el trasfondo del exterminio de los judíos de Europa, una serie de antisionistas llegó a la conclusión de que para evitar nuevas tragedias similares lo mejor era aceptar al estado de Israel como un hecho consumado irreversible. Un niño nacido como resultado de una violación tiene de hecho derecho a vivir. Pero, ¿qué ocurre si el niño sigue los pasos de su padre?
Y luego vino el año 1967. Desde entonces, Israel ha gobernado a más de 5,5 millones de palestinos, a los que se niega los derechos civiles, políticos y sociales. Israel los somete a control militar: una parte de ellos en una especie de “reserva indígena” en Cisjordania, mientras que otros están encerrados en una especie de gallinero de “alambre de púas” en Gaza (el 70% de la población son refugiados o sus descendientes ). Israel, que proclama constantemente su deseo de paz, considera los territorios conquistados en 1967 como parte integral de la “tierra de Israel”, y actúa como considera oportuno. Hasta ahora 600.000 colonos judíos e israelíes se han instalado allí ... ¡y esto aún no ha terminado!
¿Es eso el sionismo hoy? ¡No!, responden mis amigos de la izquierda sionista - que se reduce constantemente. Me dicen que hay que poner fin a la dinámica de la colonización sionista, que se debe crear un pequeño estado palestino al lado del Estado de Israel, y que el objetivo del sionismo era establecer un estado en el que los judíos serían soberanos y no la conquista de la “la antigua tierra” en su totalidad. Y lo más peligroso de todo esto, a sus ojos, es que la anexión de los territorios amenaza el carácter de Israel como Estado judío.
Así que hemos llegado al momento adecuado para explicar por qué le estoy escribiendo, y porque me defino como no sionista o antisionista, sin convertirme por ello en antijudío. Su partido ha puesto la palabra “République” en su nombre. Así que supongo que usted es un ferviente republicano. Y, a riesgo de sorprenderle: yo también. Así pues, siendo demócrata y republicano no puedo - como todos los sionistas, de izquierda y derecha, sin excepción - apoyar un Estado judío. Según el Ministerio del Interior de Israel el 75% de los ciudadanos del país son judíos, el 21% musulmanes y cristianos árabes y el 4% como “otros” (sic). Sin embargo, de acuerdo con el espíritu de sus leyes, Israel no pertenece a los israelíes en su conjunto, aunque si pertenece a todos los judíos de todo el mundo, a pesar de que no tengan la intención de ir a vivir allí. Así, por ejemplo, Israel pertenece mucho más a Bernard Henri-Lévy o a Alain Finkielkraut que a mis estudiantes palestinos e israelíes, ¡que hablan hebreo a veces mejor que yo! Israel espera que un día todas las personas del CRIF ( “Consejo Representativo de las Instituciones Judías en Francia”) y sus “seguidores” emigren allí. Incluso conozco algunos franceses antisemitas que están encantados con esta perspectiva. Por otro lado, hay dos ministros israelíes cercanos a Netanyahu que defienden la idea de que es necesario fomentar la “transferencia” de los árabes israelíes, sin que nadie haya exigido su cese.
Por todo ello, señor presidente, no puedo ser sionista. Soy un ciudadano que desea que el estado en que vive sea una República de Israel, y no un estado judío-comunalista. Como descendiente de judíos que sufrieron tanta discriminación, no quiero vivir en un estado que, según su propia definición, me convierte en un ciudadano privilegiado. Señor Presidente, ¿cree que eso me convierte en un antisemita?
Notas:
[1] En 1942 hubo una redada masiva de más de 13.000 judíos por la policía francesa, que poco después fueron transportados a Auschwitz:https://en.wikipedia.org/wiki/Vel%27_d%27Hiv_Roundup