¿Cómo de ricos son los ricos? Ay, si lo supierais…

Gil B. Manzon Jr.

19/07/2020

¿Te sobran 250 millones de dólares? Si formas parte del 0.1 %, probablemente sí.

“Si los pobres supieran lo ricos que son los ricos, habría disturbios en las calles”.

El cómico y actor Chris Rock hizo esta sagaz declaración durante una entrevista en 2014 con la revista New York, refiriéndose al abismo cada vez mayor entre ricos y pobres. Al hacerlo, fue a dar con un reto fundamental en el estudio de la desigualdad.

¿Cuál es la mejor forma de medirlo?

La mayoría de los estudios de la desigualdad se han centrado en los ingresos, cuyas estimaciones están disponibles de modo generalizado. Sin embargo, ser rico no tiene que ver con un solo año de ganancias sino más bien con la acumulación de riqueza con el tiempo. En el pasado, cuantificar eso ha sido cosa difícil.

Los ricos preferirían probablemente seguir en la obscuridad respecto a su riqueza, sobre todo para evitar los disturbios antes mencionados. La gente que como yo estudia el tema anda siempre a la busca de más datos y de formas mejores y más precisas de medir la brecha entre ricos y pobres. Y si bien no soy de los que propugnan la violencia en las calles, sí creo que es importante que los ciudadanos sean plenamente conscientes de los niveles de disparidad que hay en su sociedad.

El modo más revelador de llevarlo a cabo consiste, en mi opinión, en examinar la desigualdad de la riqueza.

Para medir la brecha entre ricos y pobres

Hay varios modos de medir la desigualdad.

Uno de los más populares consiste en estimarla por medio de los ingresos. Eso se debe en buena medida a que hay más datos y resulta mucho más difícil de medir. Pero esta medida es sólo una instantánea.

La riqueza, por otro lado, supone una agregación, que se ve afectada no sólo por los ingresos reales sino por las ganancias acumuladas en años anteriores y por anteriores generaciones. Sólo estudiando la desigualdad de ingresos llegan los investigadores y los planificadores de medidas políticas a estimar de modo profundo y amplio la brecha entre los ricos y todos los demás.

De cuánta riqueza dispone una persona resulta asimismo una medida mejor de su calidad de vida y sus oportunidades. Determina la capacidad de invertir en educación, activos financieros y la comodidad y seguridad de la jubilación propia. La riqueza mitiga también las preocupaciones por la variabilidad salarial o los gastos inesperados. Gozando de abundancia, el coste repentino de cambiar un calentador de agua estropeado o pagar una factura médica no provoca ni mucho menos tanta tensión como si eres pobre.

El ‘excepcionalismo’ norteamericano

Cuando vemos los datos sobre desigualdad de la riqueza en los EE.UU., resulta duro y empequeñece los del resto del mundo desarrollado.

El conservador Instituto Hudson informó en 2017 que el 5 % más rico de los hogares norteamericanos poseía el 62,5 % de todos los activos de los EE.UU en 2013, cuando treinta años antes era el 54,1. Por consiguiente, la riqueza del otro 95% cayó del 45,9 % al 37,5 %.

Como resultado, la riqueza media de las familias de ingresos superiores (que ganan de media 639.400 dólares) constituía siete veces la de los hogares de ingresos medios (96.500 dólares) en 2013, la brecha más ancha en al menos treinta años.

Lo que es más notable, investigadores de la desigualdad como Emmanuel Saez y Gabriel Zucman descubrieron que el 0.01 % superior controlaba el 22 % de toda la riqueza en 2012, cuando era sólo el 7 % en 1979.

Sólo con que mirásemos los datos sobre desigualdad de renta, veríamos, sin embargo, una imagen distinta. En 2013, por ejemplo, el 5% superior de los hogares ganaba sólo el 30% de todos los ingresos de los EE.UU. (comparado con lo que es poseer casi el 63 % de toda la riqueza).

Si bien los EE.UU. no son el único país desarrollado que ha visto aumentar la desigualdad de la riqueza en las últimas tres décadas, constituye un caso aparte. El 5% más rico de los hogares norteamericanos dispone de casi 91 veces más riqueza que el hogar norteamericano medio, la brecha más amplia entre los 18 países más desarrollados del mundo. El siguiente son los Países Bajos, que tiene una proporción que es menos de la mitad de eso.

¿Se elevan todas las barcas?

Se esperaba que la Ley de Recortes de Impuestos y de Empleo [Tax Cuts and Jobs Act] de 2018 hiciera empeorar con mucho este problema.

Entre las principales características de la ley se cuenta la de doblar la deducción tipo de los contribuyentes individuales, una reducción temporal del tipo fiscal marginal superior del 39,6% al 37 %, una reducción significativa del número de familias sujetas al impuesto de sucesiones y un recorte de impuesto de sociedades del 35% al 21%.

El impacto principal, no obstante, se inclina del lado de los ricos. Así, por ejemplo, el 20 % inferior de los hogares tendrá una factura de impuestos de unos 40 dólares de media, comparada con la de 5.420 dólares de los que están en el quintil superior. Mientras tanto, el 0.1 % más rico ahorrará 61.920 dólares. Para 2025, los más ricos verán aumentar sus beneficios hasta 152.200 dólares, mientras que el resto no verá grandes cambios. Todos los recortes individuales están destinados a concluir en 2026.

Lo contribuyentes más ricos también se beneficiarán de otras características de la ley. Por ejemplo, la investigación muestra que la mayoría de los beneficios de rebajar los impuestos empresariales afecta a los ricos, y menos estados con impuesto de sucesiones significa más acumulación de riqueza entre generaciones.

Los partidarios de la ley fiscal afirman que no hará aumentar los niveles de desigualdad porque el dinero que ahorren los ricos “se filtrará hacia abajo” [“trickle down”] a otros hogares norteamericanos y elevará también sus barcas.

La evidencia empírica, sin embargo, sugiere otra cosa. Concretamente, que encauzar más dinero hacia los ricos, por vía de recortes de impuestos, no mejora el crecimiento económico, empeora las oportunidades educativas e incluso reduce la esperanza de vida, que decayó por segundo año consecutivo en 2017.

Conozcamos los hechos

Así pues, ¿lleva razón Chris Rock en que los norteamericanos simplemente no son conscientes de los niveles de disparidad en su sociedad?

Las encuestas sugieren que sí. Quienes respondieron a una encuesta nacional de 2011, por ejemplo, “subestimaron drásticamente” los niveles de desigualdad de la riqueza en los EE.UU.

La encuesta, igual que otras investigaciones, también afirmaba parcialmente que la otra mitad de esta cita al mostrar que de modo general los norteamericanos se preocupan por la desigualdad de la riqueza y preferirían que fuera menor.

Si la desigualdad de riqueza existente en los EE.UU. es social o moralmente sostenible – o podría conducir a los disturbios que imaginaba Chris Rock – constituye una pregunta abierta.

Pase lo que pase, lo primero es lo primero, tenemos que saber y comprender es hasta qué punto es mala la desigualdad en los EE.UU. Lo que decidamos hacer después con ello ya es cosa nuestra.

es profesor asociado de Contabilidad en la Carroll School of Management de Boston College. Trabajó anteriormente como consultor y auditor de la empresa General Electric. Ha publicado artículos en revistas especializadas como Tax Law Review, Journal of Finance, Journal of the American Taxation Association, Journal of Financial Research, y en el Journal of Accounting and Public Policy.
Fuente:
The Conversation, 5 de febrero de 2018
Temática: 
Traducción:
Lucas Antón

Subscripción por correo electrónico
a nuestras novedades semanales:

El responsable de tratamiento de tus datos es Asociación SinPermiso y la finalidad del tratamiento es hacerte llegar nuestras novedades. Puedes ejercer tus derechos en materia de protección de datos contactando con nosotros*. Para más información consulta nuestra política al respecto (*ver pie de página).