Diez años después del derrumbe: ¿Hemos aprendido las lecciones de Lehman?

Yanis Varoufakis

Ann Pettifor

19/09/2018


No ha disminuido el riesgo, sólo ha dejado de estar a la vista  

Yanis Varoufakis


Diez años después de haber experimentado algo cercano a la muerte, el capitalismo ha vuelto por donde solía.


El rescate para unos pocos y la austeridad para muchos han provocado un aumento de la deuda global del 40% desde 2007. Sí, los bancos británicos y europeos se han contraído (a medida que las autoridades norteamericanas le exigieron a Barclays, Deutsche Bank, etc., que achicaran su negocio en dólares) y las hojas de balance se ven constreñidas por reglamentos nacionales más rigurosos.


Sin embargo, esto ha provocado que la intermediación financiera se desplace de los bancos a los mercados de capital. Al hacer más seguros algunos bancos, el riesgo ha pasado al sistema bancario opaco, que ha crecido de 28 billones de dólares en 2010 hasta 45 billones de dólares en 2018, y de Occidente a los mercados emergentes, que han pedido préstamos por valor de 3,7 billones de dólares en la pasada década, con los resultados que hoy vemos en Turquía y Argentina. En resumen, no ha disminuido el riesgo, sólo ha dejado de estar a la vista y se ha dispersado geográficamente. Además, la política tóxica ha asegurado que los dos estados que salvaron el capitalismo en 2008, los EE.UU. y China, no puedan repetir y hacer doblete.


¿Qué habría que hacer? En primer lugar, nos hace falta un programa de inversión verde para destinar a un propósito útil la sobreabundancia global de ahorro improductivo. Una asociación multilateral de bancos de inversión pública podría emitir bonos de forma coordinada, que apoyarían sus respectivos bancos centrales en los mercados secundarios. De este modo, los ahorros globales podrían revitalizarse como inversiones de envergadura en empleos, en las regiones, en proyectos de salud y educación, y en las tecnologías verdes que la humanidad necesita.


En segundo lugar, los acuerdos comerciales deben comprometer a los gobiernos de los países más pobres a un salario mínimo para sus trabajadores. En tercer lugar, necesitamos un nuevo acuerdo de Bretton Woods que reequilibre el comercio, vuelva a poner en conexión los flujos comerciales y de capital, devuelva a la botella al genio de las finanzas y cree un fondo internacional de riqueza para aliviar la pobreza y apoyar a las comunidades marginadas de todo el mundo.


Para impedir otra crisis, que vuelva Keynes

Ann Pettifor


Las lecciones no se han aprendido. La crisis se manifestó como forma de consolidación del orden financiero global existente. Hoy los negocios van mejor que de costumbre para los banqueros, respaldados en buena medida por las garantías de los gobiernos y la largueza de los bancos centrales. Ha habido algún remiendo en los márgenes del sistema bancario tradicional. Los reguladores indicaron a los bancos que retuvieran más capital para contrarrestar los riesgos que tomaban. Pero se hizo muy poco por restringir los riesgos que se toman o por regular el sistema bancario opaco últimamente en expansión.


Hoy, respaldadas por los gobiernos y bancos centrales más poderosos del mundo, las instituciones financieras privadas globalizadas son demasiado grandes para venirse abajo y sus jefes demasiado grandes como para meterlos en la cárcel. 


Así que no, el mundo no está seguro.


Hacer seguro el mundo exigirá que los gobiernos democráticamente elegidos se responsabilicen de gestionar el sistema financiera ahora globalizado, en lugar de dejar la gestión de esa sistema a los especuladores autorregulados egoístas de los mercados de capital globales. Es de la máxima importancia la gestión de los flujos de capital transfronterizos, la tasa de cambio, la creación de crédito y la tasa de interés aplicada en todo el espectro de préstamos. 


Hasta que no gestionen los flujos transfronterizos reguladores que rindan cuentas democráticamente, no será posible gravar fiscalmente a las grandes empresas que operan más allá de la jurisdicción de la democracia regulatoria. Hasta que no gestionen los bancos centrales los tipos de cambio, la volatilidad y los desequilibrios financieros y comerciales seguirán acosando a los gobiernos. Hasta que no se gestione y dirija la creación de crédito hacia la actividad productiva, no especulativa…podemos esperar que se hinchen volúmenes impagables de deuda. A menos que los bancos centrales carguen con la responsabilidad de gestión de la tasa de interés en todo el espectro de préstamos, podemos esperar que los emprendedores se encuentren con que resulta inasequible pedir préstamos para una inversión productiva y a largo plazo.


Keynes enseñó esas lecciones después de la Gran Depresión. Para impedir otra crisis, que vuelvan la teoría monetaria y las medidas políticas de Keynes.
 

Co-fundador del Movimiento por la Democracia en Europa (DIEM25), Yanis Varoufakis es profesor de economía de la Universidad de Atenas, ex-ministro del Gobierno de Syriza, del que dimitió por su oposición al Tercer Memorándum UE-Grecia. Es autor, entre otros, de El Minotauro Global.
es directora de PRIME (Policy Research in Macroeconomics – Investigación de Políticas Macroeconómicas) y miembro de la New Economics Foundation.
Fuente:
The Guardian, 14 de septiembre de 2018
Traducción:
Lucas Antón

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