Diez rasgos para un ecosocialismo feminista y revolucionario

Daniel Tanuro

09/11/2018

Llamamos ecosocialismo al razonamiento que consiste en vincular personas explotadas y oprimidas. Este razonamiento prepara la llegada de una sociedad socialista democrática, no productivista, sin dominación ni explotación, respetuosa y prudente respecto al resto de la naturaleza.

Concepto abierto, el ecosocialismo implica un cierto número de interpretaciones diferentes. Los francófonos probablemente conocen el ecosocialismo de JL. Mélenchon, que es de tendencia más bien estatista y soberanista. En algunos países, una socialdemocracia de gestión o de los partidos verdes muy mainstream afirman actuar con una perspectiva ecosocialista. No se puede por lo tanto hablar en general del ecosocialismo. Los diez rasgos propuestos más abajo resumen las concepciones ecosocialistas de la corriente marxista-revolucionaria internacional a la que pertenezco.

1. Nuestro ecosocialismo deriva de cuatro declaraciones:

-La necesidad de un programa de transición anticapitalista que ya considere las limitaciones ecológicas y aporte respuestas a la destrucción ecológica. Por lo tanto divergimos de las corrientes políticas que aplazan la protección y la restauración del entorno al “día de mañana” del postcapitalismo;

-la necesidad de una estrategia basada en la acción directa, democrática y auto-organizada de las personas explotadas y oprimidas, en una perspectiva internacionalista y en el respeto a la autonomía de los movimientos sociales así como en el derecho a la auto-organización de las mujeres y en general, de las capas oprimidas;

-la profundísima crisis de sentidos y valores que mina la sociedad capitalista. La dominación del valor abstracto y el patriarcado capitalista son la base de una inversión entre las necesidades y la producción, entre trabajo vivo y trabajo muerto, entre el planeta y el capital. El capital aliena así al ser humano de su naturaleza de animal social pensante, produciendo consciente y colectivamente su existencia;

-el balance ecológico catastrófico de los países del “socialismo real”, simbolizado por la catástrofe de Chernobil, de la desecación del Mar de Aral y de la campaña maoista para la eliminación de gorriones en China, por dar algún ejemplo.

Nuestro ecosocialismo es por lo tanto radicalmente anticapitalista, humanista, internacionalista, feminista y autogestionario. A la vez, es estrategia de lucha, programa de reivindicaciones y proyecto de sociedad.

2. Nuestro ecosocialismo tiene una fuerte dimensión ética que entronca en la perspectiva de una civilización humana digna de tal nombre

Seguirnos las huellas de Marx quien consideraba que “la naturaleza es el cuerpo inorgánico de la humanidad”. La destrucción de la naturaleza de la que formamos parte es nuestra propia destrucción y la de nuestros hijos. La expresión “crisis ecológica” es por eso muy limitada. La situación a que nos enfrentamos es mucho más que una crisis del funcionamiento de los ecosistemas debida a la lógica del beneficio: es una crisis sistémica de la civilización humana agudizada principalmente por una crisis de las relaciones entre la humanidad y el resto de la naturaleza.

Sustituir la producción de valor por la producción de valores de uso determinados democráticamente es una condición necesaria para ponerle fin; pero solo es una condición necesaria. Las destrucciones ecológicas, como la opresión de las mujeres, han existido mucho antes que el capitalismo, aunque fuese bajo otras formas y a escala local más que global. Por otro lado, como se ha dicho, el “socialismo real” burocrático ha sido también tan destructor del entorno como el productivismo capitalista.

Juntas, estas dos realidades, subrayan la necesidad de un proceso de revolución cultural a proseguir mucho más allá de la abolición del capitalismo. Se trata de romper con las visiones dominantes y utilitaristas, para inventar una relación con el entorno basada en el cuidado, la prudencia y el respeto.

3. El balance ecológicamente destructivo de la URSS, China y los países del Este se debe ante todo a la degeneración estalinista burocrática de la revolución

Esto ha implicado a la vez la renuncia a la revolución mundial y al abandono de las experiencias y concepciones ecológicas más avanzadas que se han desarrollado durante los primeros años del poder soviético. Pero el estalinismo no lo explica todo: a finales del XIX y principios del XX, el movimiento obrero y su ala revolucionaria estaban mayoritariamente impregnados por una visión de la naturaleza como materia a dominar, a modelar sin límites según la voluntad humana. Esta visión estaba presente y dominaba también a los oponentes de izquierda al estalinismo.

4. La emancipación de las mujeres requiere un movimiento autónomo y la construcción en su seno de una tendencia socialista. Por lo mismo, parar la destrucción ecológica exige la construcción en el seno de la izquierda de una corriente ecosocialista que intervenga, por así decirlo, en nombre del resto de la naturaleza en una perspectiva anticapitalista, internacionalista y anti-burocrática

Rechazamos la idea de que esta corriente esté condenada a predicar en el desierto por el hecho de que el Homo sapiens sea destructor e insensible por naturaleza. La humanidad ha causado muchas destrucciones ecológicas, pero no hay ninguna razón para pensar que la inteligencia y la sensibilidad humanas sean insuficientes para reaprender lo que hemos olvidado, cuidarnos del entorno, reconstruir los que se pueda, inventar una nueva relación con la vida en general.

5. Nuestro ecosocialismo es radicalmente anticapitalista y en consecuencia marxista

Encontramos en Marx no solo una crítica irreemplazable de la lógica del capital sino también ideas preciosas y a menudo desconocidas que nutren directamente nuestra reflexión ecosocialista. Las principales son las siguientes:

-La naturaleza y el trabajo son las únicas fuentes de toda riqueza, la naturaleza es la fuente principal de los valores de uso;

-La única agricultura racional es la basada en los agricultores independientes o en la propiedad comunitaria del suelo (¡a distinguir de la propiedad estatal de los koljoses!). La única explotación forestal racional es la que huye de la búsqueda del lucro “cortoplacista”;

-La búsqueda de rentas (superbeneficio) estimula continuamente el pillaje de los recursos naturales, minerales y orgánicos, sobre todo la tendencia a una agroindustria cada vez más intensiva que agota los suelos, practica el monocultivo y privilegia la producción de carne;

-El capitalismo se basa en la desposesión. No hay capitalismo sin crecimiento y por lo tanto, sin reproducción ampliada constante, con un doble movimiento: por una parte, apropiación/explotación de la fuerza de trabajo contra un salario, y por otra, apropiación/pillaje de recursos naturales.

-El capital no es una cosa sino una relación social de explotación del trabajo que exige inputs en recursos naturales y orientado a la producción de plusvalor. “El único límite del capital, es el propio capital”, decía Marx: enigmática a simple vista, la frase significa simplemente que el capital proseguirá su obra de destrucción tanto tiempo como disponga de fuerza de trabajo y de otros recursos naturales para explotar. Por ello, el capital no puede fallar hasta haber franqueado los límites. Ningún mecanismo endógeno le permite considerar las fronteras de la sostenibilidad (“boundaries”).

-En consecuencia, la producción de plusvalía implica necesariamente la ruptura de los equilibrios en el intercambio material entre la humanidad y el resto de la naturaleza (“metabolic rift”). La acumulación capitalista agota a la vez la tierra y a la clase trabajadora. Parar el pillaje de recursos (la “gestión racional del intercambio material” sociedad-naturaleza) exige la abolición de la explotación de la fuerza de trabajo y la reducción del tiempo de trabajo.

6. Sin embargo, la obra de Marx y Engels está en tensión

Primero, está marcada en cierto grado por las ilusiones del progreso y la perspectiva de un “crecimiento ilimitado de las fuerzas productivas”; Segundo, su pensamiento debe pasar la criba de los análisis (eco)feministas sobre el patriarcado.

Para Marx, como hemos visto, “el capital agota las dos únicas fuentes de toda riqueza, la tierra y el trabajador”. En esta cita, “el trabajador” incluye la trabajadora. Por lo tanto el trabajo está feminizado. Las mujeres asumen gratuitamente la mayoría de los trabajos de reproducción en el marco de la familia, y este trabajo esta “invisibilizado” en la sociedad capitalista. Marx dijo también, que “la apropiación privada de la Tierra, parecerá un día tan bárbara como la apropiación privada de un ser humano por otro”. Y por tanto, el capitalismo ha integrado el patriarcado preexistente que constituye una forma de apropiación de un ser humano por otro. Engels, lo había señalado: “en la familia, el hombre es el burgués, la mujer el proletario”.

Nuestro ecosocialismo desarrolla por tanto la frase de Marx para integrar explícitamente el trabajo de reproducción. La lógica capitalista que aumenta la explotación del trabajo asalariado y de los recursos tiende también a aumentar la opresión patriarcal de las mujeres. La apropiación del cuerpo de las mujeres, el trabajo doméstico que prestan gratuitamente y su discriminación en la esfera productiva, constituyen una forma específica de apropiación de riqueza por el capitalismo. Esta forma debe evidenciarse para que la crítica de este modo de producción sea completa.

7. Nuestro ecosocialismo trata de integrar todos estos aspectos

La opresión de las mujeres se combina con la explotación del trabajo asalariado y el pillaje de recursos, con la ruina de los campesinos independientes y la destrucción de comunidades indígenas.

Las luchas de las mujeres forman parte de la lucha de clases, sin limitarse a eso, porque la opresión patriarcal es una de las bases del capitalismo. Las luchas ambientales forman parte de la lucha de clases, sin limitarse a eso, porque el apetito insaciable del capital para consumir recursos es la inclinación de su dependencia del trabajo vivo que, por una parte, transforma esos recursos en valor, y por otra, reproduce en el ámbito doméstico, la fuerza de trabajo,

Las luchas campesinas y de los pueblos indígenas, forman parte de la lucha de clase, sin limitarse a eso, porque la bulimia capitalista implica la apropiación de todos los recursos y la mercantilización de todas las relaciones y en consecuencia también la proletarización generalizada.

Nuestro ecosocialismo es por lo tanto, no únicamente alianza antiproductivista de lo social y lo ambiental; es decir, alianza social-obrero-campesina-pueblos indígenas, sino que también tiene en cuenta el feminismo en lo social y lo ambiental. Es decir, eco feminismo socialista. Esta visión es la base de nuestra estrategia eco socialista de convergencia de las luchas.

John Bellamy Foster estima que hay una “ecología de Marx”. Su libro en este aspecto es claro y pone el reloj en hora respecto al pretendido productivismo marxista. Pero rechazamos la apología. “La ecología de Marx”, en nuestra opinión, es una obra inacabada. Nuestro ecosocialismo comporta  rematar la construcción, superando los límites y, acaso, las contradicciones. Esta visión sin anteojeras es indispensable para considerar las nuevas cuestiones como los “derechos de la Madre Tierra”, el sufrimiento animal, etc.

8. Es una ilusión creer que un modo de producción basado en la apropiación del cuerpo de las mujeres y en la explotación de la fuerza de trabajo humana como recurso natural podría engendrar en la mayoría de la población una conciencia social respetuosa con los recursos naturales y con la naturaleza en general

En un sistema de producción generalizado de mercancías, es decir, de “cosificación” generalizada. La ideología dominante frente a la “naturaleza” forzosamente es una ideología del mercado, que considera el entorno como una reserva de recursos gratuitos. Las luchas ecológicas deben vincularse y acompasarse con las económicas y feministas, para transformarse en fuerza social de transformación del orden existente, Las cuestiones del trabajo, de la producción, de la reproducción y del desarrollo están en el centro de nuestro ecosocialismo. La naturaleza del Homo sapiens es producir socialmente su existencia mediante la expresión del trabajo, relación ineludible entre humanidad y naturaleza,

Pero la naturaleza humana solo existe en concreto mediante sus formas históricas. La respuesta a la crisis ecológica no consiste en “salir del trabajo” en “salir del desarrollo”, en “salir del consumo”, en “salir del crecimiento”, etc., que son abstracciones a- históricas. Consiste en salir del trabajo abstracto productor de valor, por tanto salir del modo de desarrollo capitalista centrado en el crecimiento del beneficio y del modo de distribución/consumo que de él se deriva.

9. Rechazamos la idea de que “la naturaleza” sufre a la humanidad como una enfermedad

La humanidad forma parte de la naturaleza que transforma. Otras especies han transformado la naturaleza en profundidad. Pero la transformación del Homo sapiens es distinta: lejos de ser “natural”, está determinada históricamente por las relaciones sociales de producción. Así, no hay “capacidad de carga” específica de la especie humana. En función de la productividad del trabajo, la “capacidad de carga” humana ha variado, por ejemplo, desde 8 humanos/km², para la agricultura de “tala y quema”; 25 humanos/km² para los primeros agricultores sedentarios; 100 humanos/km² en la agricultura de regadío del Antiguo Egipto,..

Por otro lado la historia presenta varios casos en que el progreso de la productividad del trabajo ha sido ecológicamente positiva (por ejemplo, en Europa Occidental el descubrimiento del papel de  las leguminosas como “abono verde” ha frenado la deforestación). Actualmente, las tecnologías energéticas renovables suponen un progreso de la productividad cuya extensión generalizada se impone de manera urgente para evitar el cambio climático hacia un “planeta invernadero”. Pero en el marco capitalista productivista y “adorador del crecimiento”, tales tecnologías se añaden a las energía fósiles en vez de reemplazarlas, y se despliegan al servicio del beneficio. Razón por la que no detienen la destrucción medioambiental.

Así se ve bien, que el problema no es el progreso general, sino lo que Michael Löwy llama el “progreso destructivo” del modo capitalista de producción. Ese “progreso” produce bajo nuestros ojos y cada vez más rápido una naturaleza transformada y empobrecida. Está a punto de destruir millones de formas de vida, amenaza la existencia de cientos de millones de pobres, crea el riesgo de una caída de la humanidad en la barbarie, e incluso podría, eventualmente, a fin de cuentas, amenazar a la especie humana en su conjunto.

10. La “auténtica naturaleza” virgen no existe

Aquellos que piensan que la “auténtica naturaleza es la naturaleza sin Homo sapiens”, no tienen ninguna solución para la crisis sistémica. Su única alternativa lógica consistiría en desear la desaparición de los humanos (¡en tal caso, que nos muestren el ejemplo!)...Frente a estas concepciones misántropas, la cosmogonía de los pueblos indígenas (la Madre Tierra) constituye una fuente de inspiración. Pero no nos equivoquemos: esta cosmogonía no implica “defender los bienes comunes” que lo serian por naturaleza. En efecto, esta noción de los bienes comunes implica en cambio que ciertos bienes no serían, naturalmente, comunes. Muy al contrario, se trata de afirmar la legitimidad de un proceso de construcción social DEL COMÚN.

Ese proceso de definición democrática de lo que queremos instituir como común no está limitado a priori por ninguna naturaleza de las cosas. Una sociedad eco-comunista, sin clases, recuerda en ciertos aspectos a las llamadas sociedades “primitivas”. Ella instituiría LO común, Sin embargo será muy diferente, visto el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Esta sociedad elaborará un concepto de las relaciones humanidad-naturaleza que probablemente recordará en ciertos aspectos a la de los pueblos indígenas, pero también será diferente. Un concepto en el cual las nociones éticas de precaución, de respeto y de responsabilidad, así como maravillarse ante la belleza del mundo, se nutrirán permanentemente de la aprehensión científica a la vez más sutil y al mismo tiempo claramente incompleta. Pues a mayor progreso de la ciencia, más crece la conciencia de lo que no explica…

El texto que presentamos fue la intervención de Daniel Tanuro en la escuela de ecología del Center for Alternative Researches and Studies (CARES), recientemente inagurado en Senlis-sur -mer, Isla Mauricio.

Ingeniero agrícola, ecologista y activista socialista valón, es dirigente de la LCR-SAP del Reino de Bélgica.
Fuente:
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article46769
Traducción:
Ramón Sánchez Tabares

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