Dos artículos de James K. Galbraith sobre Grecia

James K. Galbraith

05/07/2015


 

 

Solo el No puede salvar el euro

Grecia va en camino de realizar un referéndum el domingo del que depende el futuro del país y de su gobierno electo, y en el que está en juego el destino del euro y de la Unión Europea. En estos momentos, Grecia no ha pagado al FMI, las negociaciones se han roto, las élites han condenado al gobierno griego y están llamando a votar por el “sí” y a aceptar las condiciones de la reforma que proponen los acreedores con tal de “salvar el euro”. Sentencias, todas ellas, equivocadas, para variar.

Para entender esta lucha encarnizada, hay que darse cuenta de que los líderes de la actual Europa son frívolos, están encerrados en su mundo preocupados por sus políticas locales respectivas y no tienen la preparación, moral e intelectual, para hacer frente a un problema continental. Esto es cierto en el caso de Angela Merkel en Alemania, en el de François Hollande en Francia y también en el caso de Christine Lagarde del FMI. En concreto, los líderes del norte de Europa no han padecido la crisis y no saben de economía, y en ambos aspectos se contraponen por completo a la situación de los griegos.

Para los europeos del norte, los profesionales de las “instituciones” establecen las condiciones y solo hay una posibilidad: conformarse. La negociación a la que accedieron tenía que basarse únicamente en que el lado griego hiciera concesiones. Cualquier retraso u objeción podía ser vista únicamente como gestos de cara a la galería. Este “postureo” es normal, por supuesto, y los políticos ya están acostumbrados. Pero al resto de ministros de Finanzas no se les ocurrió que Yanis Varoufakis, el ministro de finanzas griego, no estaba posando. Cuando Varoufakis no tenía intención de parar, respondieron con aversión y difamación.

A diferencia de algunos comentaristas desinformados, el gobierno griego sabía desde el principio que se iba a encontrar una fuerte hostilidad por parte de España, Portugal e Irlanda, una profunda desconfianza de la izquierda convencional francesa e italiana, muchos impedimentos de Alemania y el FMI, y desestabilización por parte del Banco Central Europeo. Pero durante mucho tiempo estos elementos no estaban demostrados a nivel interno. Hay muchas personas influyentes y próximas a Tsipras que no lo creían. Hay otras que sentían que, al final, Grecia tendría que tomar lo que pudiera. Por este motivo, Tsipras adoptó una postura de ceder terreno. Dejó que negociara un comité aposentado. Tras cada concesión, él asentía con una mueca.

Finalmente, el gobierno griego se encontró con que tenía que inclinarse ante las demandas de los acreedores y cumplir un objetivo permanente de gran superávit primario. Un golpe duro. El gobierno fue elegido para rechazar la austeridad y esto implicó aceptarla. Pero los griegos sí que insistían en el derecho de determinar la forma de austeridad y esa forma iba a ser principalmente el aumento de los impuestos a los griegos más ricos y a los beneficios de las empresas. Al menos la propuesta protegía a los pensionistas griegos más pobres de más recortes devastadores y no se rendía en materia de derechos laborales básicos.

Los acreedores rechazaron incluso esta propuesta. Insistieron en la austeridad y también en dictaminar su forma precisa. En esto dejaron claro que no trataría a Grecia como han tratado a cualquier otro país europeo. Los acreedores pusieron una oferta sobre la mesa del tipo “o lo tomas o lo dejas” sabiendo que Tsipras no la aceptaría. De todas formas, Tsipras estaba jugándosela en todo momento y decidió exponerse al riesgo de una votación.

La reacción de asombro y furia de los líderes europeos no fue, seguramente, totalmente falsa. Quizás no se habían dado cuenta de que estaban negociando con algo que no se había visto en Europa desde hacía años: un líder político. Alexis Tsipras solo ha estado en la escena internacional unos meses. Es desenvuelto pero encantador. Es fácil que gente tan recelosa como los actuales líderes europeos no lograra entenderlo– es decir, que no se dieran cuenta que, al igual que Varoufakis, Tsipras habla en serio.

Con la decisión de Tsipras de realizar un referéndum, Merkel y su Vicecanciller Sigmar Gabriel, Hollande de Francia y David Cameron de Reino Unido – y vergonzantemente Matteo Renzi de Italia – lanzaron mensajes directos al pueblo griego diciendo que se estaba decidiendo la permanencia en el euro. El Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker fue más lejos y dijo que se decidía la permanencia en la Unión Europea. Una amenaza orquestada: o se rinden o ya saben lo que va a pasar.

De hecho, ni el euro ni la Unión europea están en cuestión. El lenguaje del referéndum deja claro que la votación es sobre las condiciones de los acreedores. La amenaza de expulsión de Grecia es evidentemente un farol. No hay manera legal de expulsar Grecia ni de la Eurozona ni de le EU. El referéndum es, realmente, y obviamente, sobre la supervivencia del gobierno elegido en Grecia. Los líderes europeos lo saben y están tratando de asegurarse de que Tsipras caiga.

¿Qué gana Tsipras si sale el “no”? Aparte de su supervivencia política, solo esto: es su manera de probar, de una vez por todas, que no puede ceder a las condiciones que se le exigen. Por tanto, la responsabilidad será traspasada a los acreedores y si estos quieren ensuciarse las manos destrozando un país europeo, todos lo verán.

Dicho esto, no hay ninguna garantía de que Tsipras gane el domingo. En las elecciones de enero, este partido solo ganó con el 40% del apoyo y ahora necesita la mayoría. Abundan el miedo y la confusión. Los griegos están, en efecto, escogiendo entre un par de incógnitas que no aseguran nada.

Si los griegos votan “no” hay una gran incertidumbre sobre el futuro económico. Quizás los bancos deban permanecer cerrados, se pierdan depósitos y los acreedores puedan llevar a cabo lo que hasta ahora eran amenazas. La incertidumbre se amplifica, inevitablemente, por el hecho de que el gobierno no puede hacer campaña para continuar en el euro y a la vez explicar cómo gestionaría el trauma de ser forzados a abandonarlo. Si ha habido preparaciones, lo han mantenido en secreto hasta ahora. 

Si los griegos votan “sí”, entonces, la incertidumbre es política. SYRIZA podría dividirse y el gobierno podría caer. Y, ¿qué pasaría entonces? No hay un gobierno alternativo creíble en Grecia. Además, es difícil pensar que cualquier gobierno formado para aceptar la rendición y profundizar la recesión pudiera durar demasiado.

Parece claro que después de un “sí”, de la rendición y la profundización de la depresión, la oposición oficial no va a ser la izquierda pro-europea que está hoy en el gobierno en Grecia. Europa habría acabado con eso. La nueva Oposición, y algún día el gobierno, sería los partidos de derecha o izquierda que se oponen al euro y a la Unión. Podría ser el partido neonazi de Amanecer Dorado. La lección de Grecia tampoco pasaría desapercibida en las oposiciones de otros países, incluso en la ultraderecha que avanza en Francia.

La ironía del caso es que la verdadera esperanza, la única, para Europa está en que gane el “no” el domingo, seguido por unas nuevas negociaciones para alcanzar un acuerdo mejor. El “si” es un voto del miedo y en contra de la dignidad y la independencia. El miedo es poderoso, pero la dignidad y la independencia tienen la costumbre de volver una y otra vez.

http://yanisvaroufakis.eu/2015/07/03/only-the-no-can-save-the-euro-by-james-k-galbraith/

Nueve mitos sobre la crisis griega

Los ciudadanos de Grecia se enfrentan a un referéndum este domingo que podía decidir la supervivencia del gobierno y el destino del país en la eurozona y en Europa. Estrictamente, lo que se votaes si aceptan o no las condiciones que, la semana pasada, dictaban los acreedores. Pero, ¿qué es lo que realmente está en juego? Las respuestas no son lo que ustedes creen.

He tenido una perspectiva privilegiada del proceso tanto desde EUA como desde Atenas,  después de trabajar durante los últimos cuatro años con Yanis Varoufakis, el actual ministro de finanzas griego. Me he dado cuenta de que circulan muchos mitos sobre la crisis; aquí van los nueve que los americanos deberían vislumbrar.

1. El referéndum es sobre el euro. En el momento en que Alexis Tsipras anunciaba el referéndum, Franois Hollande, David Cameron, Matteo Renzi, y el Vicecanciller alemán Sigmar Gabriel, dijeron a los griegos que votar “no” significaría que Grecia abandonara el euro. Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, fue más lejos: dijo que el “no” implica abandonar la Unión Europea. Sin embargo, el gobierno griego ha declarado muchas veces que ambos – si o no – implican un compromiso irrevocable con la Unión y el Euro. Y, legalmente, de acuerdo a  los tratados, Grecia no puede ser expulsada de ninguna de las dos.

2. El FMI ha sido flexible. Christine Lagarde, la directora Gerente del FMI, reclama que su institución se ha mostrado “flexible” en las negociaciones con los griegos. Sin embargo, el FMI no ha concedido casi nada a lo largo de los cuatro meses: ni en los impuestos, ni en las pensiones, ni en la negociación colectiva ni en la cantidad de la deuda griega. El jefe de las negociaciones griegas, Euclid Tsakalatos, hizo circular una nota informativa sobre la ruptura que da algunos detalles y concluye: “¿Qué es lo que piensa el gobierno griego de la propuesta de flexibilidad de las Instituciones? Sería una magnífica idea.”

3. Los acreedores han sido generosos. Angela Merkel ha calificado como “muy generosas” las condiciones que los acreedores han ofrecido a Grecia. Pero, de hecho, los acreedores han continuado insistiendo en aplicar el devastador programa de austeridad que se concreta en un objetivo primario que a Grecia le resulta imposible cumplir y en la continuación de las políticas draconianas que ya le han costado a los griegos más de un cuarto de su renta y que han hundido al país en la depresión. La reestructuración de la deuda, que obviamente es necesaria, también ha sido rechazada.

4. El Banco Central Europeo ha protegido la estabilidad financiera de Grecia. Un banco central se supone que debe proteger la estabilidad financiera de los bancos solventes. Pero desde principios de febrero, el BCE ha cortado las líneas de financiación directa para los bancos griegos y, por el contrario, les ha ofrecido liquidez cara con cuentagotas bajo las condiciones especiales de “emergencia”. Esto favoreció una lenta corrida bancaria y paralizó la actividad económica. Cuando se rompieron las negociaciones, el BCE puso límite a las ayudas e incitó un pánico bancario lo cual les dio una excusa para imponer controles de capital y, en efecto, cerrar los bancos.

5. El gobierno griego está poniendo en peligro su alianza con América. Esta es una preocupación concreta de algunos conservadores americanos, que ven un gobierno de izquierdas en el poder y asumen que son pro-rusos y anti-OTAN. Es cierto que la izquierda griega tiene quejas históricas hacia los americanos, sobretodo por el apoyo de la CIA a la junta militar que gobernó desde 1967 hasta 1974. Pero, de hecho, la actitud de la izquierda griega ha cambiado gracias, en parte, a la experiencia con los alemanes. Este gobierno es pro-americano y un miembro firme de la OTAN.

6. Alexis Tsipras dijo que el FMI es una organización “criminal”. Este fue un titular incendiario, para decirlo de una manera amable, que Bloomberg puso en un reportaje sobre un discurso parlamentario muy moderado que señaló, correctamente, que las proyecciones económicas y de la deuda para Grecia que hizo el FMI cuando se impuso por primera vez la austeridad en 2010 eran catastróficamente optimistas. De hecho, cada carta de Tsipras a los acreedores ha hecho uso de un lenguaje formal y respetuoso.

7. El gobierno griego está jugando. Dado que el Ministro de Finanzas griego Varoufakis es experto en teoría de juegos, un campo de la economía, los vagos eruditos han opinado desde hace meses que él está jugando a la “gallina” o a “póker” o a cualquier otro juego. En Heraklion, hace dos semanas, Varoufakis lo negó como muchas otras veces: “No nos estamos echando un farol. Ni siquiera se trata de echarnos un meta-farol”. De hecho, no hay cartas escondidas. Las líneas rojas griegas – los principios sobre los que el gobierno no va a moverse: los derechos laborales, los recortes en las pensiones al nivel de la pobreza y las privatizaciones a precio de saldo – han estado sobre la mesa desde el primer día.

8. El voto al “sí” salvará Europa. El “sí” significaría más austeridad y destrucción social y el gobierno que lo implementara no duraría mucho. El gobierno que le siguiera no estaría liderado por Alexis Tsipras y Yanis Varoufakis – seguramente, los últimos líderes en toda Europa de una auténtica izquierda pro-europea. Si caen, los anti-europeos serán los siguientes, posiblemente incluyendo elementos de la ultra-derecha como el partido Nazi griego, Amanecer Dorado. Se encendería un fuego antieuropeo que se extendería a Francia, Reino Unido y España, entre otros países.

9. El voto al “no” destruirá Europa. De hecho, solo el “no” puede salvar Grecia – y salvando a Grecia, se salva Europa. Un “no” significa que el pueblo griego no se dobla y que el gobierno no cae, y que los acreedores deben, al fin, poner remedio a los fracasos de la política europea hasta el momento. Se podrán reanudar las negociaciones – o, más correctamente, podrán empezar unas negociaciones apropiadas. Esto es vital, si se quiere salvar Europa. Si ha habido una vez un momento en el que Estados Unidos debería hablar de decencia y valores democráticos – así como de nuestro interés nacional – es justamente este.

http://yanisvaroufakis.eu/2015/07/03/nine-myths-about-the-greek-crisis-by-james-k-galbraith/

James K. Galbraith es profesor de gobierno y relaciones empresariales en la Escuela Lyndon B. Johnson de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas. Presidente de la Association for Evolutionary Economics, su último libro publicado es "Inequality and Instability" , una soberbia investigación empírica y teórica sobre el capitalismo de nuestros días. Está actualmente terminando de escribir un libro intitulado The End of Normal (El final de la normalidad).

 

Traducción para www.sinpermiso.info: Laura de la Villa

 

 

Fuente:
Varios

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