El armamentismo contra la vida

Antoni Soy Casals

15/05/2025

Vivimos en un mundo muy poco atractivo. Con muchas guerras (Ucrania-Rusia, el genocidio palestino y la situación explosiva de todo el Próximo Oriente, como las más importantes), conflictos territoriales, violencia relacionada con el crimen (México) o las limpiezas étnicas. Con desigualdades crecientes entre los países de Norte global y el Sur global, y dentro de la mayoría de los países -también los más desarrollados- entre el 1% de los más ricos (¿oligarcas?, ¿plutócratas?, da igual) y el resto de la población, especialmente los más vulnerables. Con la espada de Damocles de la crisis climática, que día a día va empeorando y que nos lleva a un conflicto definitivo entre las actuaciones del hombre y la naturaleza, como se puede comprobar en los crecientes desastres (naturales o causados por las actuaciones humanas) que provocan muerte y destrucción. Y con el crecimiento continuado de la extrema derecha en todo el mundo, un fenómeno que se aprovecha de los problemas de la gente, del caos y del miedo para crecer, y que él mismo da pánico.

Así, por ejemplo, en Cataluña las cifras son claras. Según los datos que nos proporciona la nueva "Encuesta de Condiciones de Vida" (ECV) del IDESCAT (Institut d'Estadística de Catalunya) de 2025, el funcionamiento del sistema capitalista en que vivimos nos empuja hacia una desigualdad cada vez más grande entre las personas ricas y las personas pobres en riesgo de exclusión social. El 33,8% de la población menor de dieciocho años (niños y jóvenes) se encuentra en riesgo de pobreza y, por lo tanto, de creciente exclusión social. El 29, 8 de los inquilinos arrendatarios están en riesgo de pobreza, cosa que demuestra como la vivienda se está convirtiendo en un factor generador de desigualdades. El 25% de las mujeres catalanas se encuentran en situación de exclusión social. El 45% de la población catalana con nacionalidad extranjera vive en riesgo de exclusión social. Según datos del IDESCAT de 2023, un 46% de las familias de la sociedad catalana tenían dificultados para llegar a final de mes.

Un informe muy reciente del sindicato catalán la Intersindical constata que el conjunto de los trabajadores catalanes pierde poder adquisitivo año tras año, y lo cuantifica: el salario medio bruto que perciben los trabajadores catalanes ha tenido una pérdida de 56.000 € acumulados desde 2004 a 2023; las causas son suficientemente conocidas: recortes, congelaciones salariales, aumento del coste de la vida (alimentos, energía, vivienda...), a consecuencia de un modelo económico basado en el turismo, los servicios de bajo valor añadido y la especulación inmobiliaria. Y en España tendríamos unos datos similares. Todo esto, por cierto, con la inestimable colaboración de los sindicatos del consenso, muy bien subvencionados por las administraciones públicas, que en España son CCOO y UGT.

En cuanto a la crisis climática, en Cataluña, en poco tiempo, hemos vivido un gran corte eléctrico (también en el resto de la península); han caído granizadas, más grandes y más intensas de lo habitual, que han perjudicado mucho a nuestros campesinos de la fruta, la viña o los cereales; se ha pasado de una sequía de años con los pantanos bajo mínimos a estar, algunos, demasiado llenos. Y en otras zonas ha habido grandes incendios, importantes inundaciones (como la DANA en el País Valencià) y otros tipos de desastres naturales. Las características comunes a todos estos fenómenos son su carácter imprevisto, su magnitud, gravedad y capacidad destructiva. Cada día se hace más difícil diferenciar entre las diferentes estaciones del año; para poner solo un ejemplo, cuando ahora hace poco tuvimos las importantes lluvias que rellenaron los pantanos, en plena primavera en el Maresme (una comarca costera en Catalunya) salieron algunas negrillas - Tricholoma terreum-, una seta propia de muy entrado el otoño o, incluso principios de invierno.

Y mientras tanto, que hacen los políticos europeos (dejamos de lado ahora las locuras y los bandazos de Trump), donde cada vez tiene más importancia la extrema derecha, no tanto por méritos propios, diría, como por la carencia de alternativas atractivas para la gente por parte de los partidos tradicionales de derechas (el partido Popular Europeo) o de "izquierdas" (los Demócratas y Socialistas Europeos), y también evidentemente los Liberales, los Verdes, y al menos una parte -importante de la mezcolanza de los autodenominados "The Left". Ya que, la prioridad de estos políticos (con la excepción de una parte de "The Left") ahora mismo, tanto en Europa como en sus respectivos países, es el aumento del gasto en la industria armamentística. El armamentismo, que es diferente a la defensa. El keynesianismo armamentista en términos económicos. O sea, gastar más y más en armas, es decir, en destruir vidas y, en consecuencia, menos y menos en las urgentes e imprescindibles, transición ecológica y justicia social que son necesarias para la continuidad y la mejora de la vida de la mayoría de la gente y de la vida de la naturaleza y del planeta.

Y lo que es cómico, si no fuera trágico, de esta política -que nos recuerda un poco, con diferencias evidentes, a la de antes de las guerras mundiales- es que se quiere justificar por el peligro que significa Rusia para Europa, puesto que, dicen los que la defienden, el objetivo de los rusos, y de Putin en particular, es empezar a conquistar países europeos, empezando por el Este. Uno de los politólogos más importantes del mundo, el norteamericano John J. Mearsheimer ha argumentado en gran cantidad de ocasiones y con mucha contundencia contra esta hipótesis que considera totalmente no realista. Cosa que no quiere decir, que teniendo en cuenta la nueva política de los EE. UU. en el actual periodo Trump II, los países europeos, particularmente los más importantes, y ante una Europa que no funciona como tal, no tengan que mejorar su defensa que, repito, no quiere decir armamentismo. Pero, en ningún momento tienen que olvidar que los retos más relevantes que tenemos ahora son, repito de nuevo, la transición ecológica y la justicia social. Siempre, evidentemente, que creamos que lo más crucial es la vida digna de la mayoría de la gente y la vida de la naturaleza y del planeta.

Aun así, no sé si los que pensamos esto estamos en nuestro mejor momento. Como ejemplo, y no es que yo tenga la solución, ¿de verdad no se puede hacer nada, realmente efectivo, para evitar el genocidio de los palestinos? ¿Para evitar la locura de Netanyahu y su gobierno, con el apoyo de los Estados Unidos, y también el de muchos países europeos, sea activo (vendiéndolos armas o reprimiendo gente que se manifiesta contra Israel) o pasivo (con un silencio escalofriante)?

es economista, profesor jubilado de la Facultat d'Economia i Empresa de la Universitat de Barcelona. Escribe periódicamente en La Directa y El Punt-Avui. Colabora con Sin Permiso y está activo en otras organizaciones y movimientos sociales.
Fuente:
https://directa.cat/larmamentisme-contra-la-vida/
Traducción:
Antoni Soy Casals

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