Incluso en la mejor tela alemana cae una mancha

Francisco Louça

25/10/2020

Wirecard se benefició de un fuerte apoyo político y reclutó a ex ministros y personas influyentes en círculos de poder para beneficiarse de sus conexiones.

Alemania se ve consumida por el mayor escándalo financiero desde la Segunda Guerra Mundial. La leyenda de la buena regulación del sistema financiero, que dejó atrás un cementerio de víctimas hace una década, ha vuelto a colapsar, incluso allí donde se anunció que sería más estricta. Debemos aprender algo de esto, y el espectáculo no es bonito.

Una estrella en el firmamento

Cuando, en 2018, Wirecard, empresa financiera que procesa pagos electrónicos y que ascendió en el mundo empresarial de Alemania, ingresó en el Dax, el índice de referencia de su bolsa de valores, fue celebrado como un éxito. Reemplazó a Commerzbank en el índice, el segundo banco más grande del país, e incluso anunció que estaba considerando comprar Deutsche Bank, uno de los mayores bancos europeos. En poco tiempo, se convirtió en un gigante. Dos años después, con unas pérdidas abrumadoras y 2.000 millones de euros desaparecidos en las cuentas, con cuatro administradores bajo custodia judicial, incluido el CEO, con uno de los directivos en busca y captura por la policía, Wirecard es el símbolo del fraude.

No habían faltado advertencias. Los periodistas del Financial Times, que cuenta la historia en detalle, habían publicado sus sospechas hace dos años, tras cuidadosas investigaciones. La empresa se movilizó y la justicia de Munich amenazó a los periodistas. Un alto funcionario alemán dice ahora al periódico que "el nivel de delincuencia en Wirecard ha superado con creces el poder de mi imaginación". El consultor que certificó las cuentas, Ernst & Young y el propio Deutsche Bank, que fue socio en algunas de las operaciones más importantes de la agencia financiera, también están bajo presión.

Vínculos políticos

Como en muchos otros casos, y esto se repite como un reloj de cuco, Wirecard se benefició de un fuerte apoyo político y reclutó a ex ministros y personas influyentes en los círculos de poder para beneficiarse de sus conexiones. Estas conexiones llegan tanto a Merkel como a Scholz, el ministro de Hacienda que será el candidato socialdemócrata en las elecciones de 2021, por lo que la investigación parlamentaria que estudiará este caso tiene contornos difíciles de cálculo partidario.

Scholz supervisa BaFin, la agencia pública que regula el mercado financiero, pero también la Unidad de Inteligencia Financiera, que investiga el lavado de dinero y ahora se sabe que ha producido varios informes sobre actividades sospechosas de Wirecard, que pueden haber sido decenas, pero nunca los remitió al fiscal. Así, sus socios de derecha en el gobierno acusan al socialdemócrata de negligencia. El problema es que la propia canciller Merkel se encuentra en una situación comprometedora: en septiembre del año pasado recibió a un exministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg, que tiene como cliente a Wirecard y que llegó a pedirle que intercediese ante las autoridades chinas para permitir la compra de una empresa de pagos, AllScore Financial. En su viaje a Beijing, días después, la canciller planteó el problema al gobierno chino. La empresa fue comprada en noviembre por 109 millones de euros. Wirecard acaba de quebrar.

Empresas que son agencias financieras

Hay un patrón en estos meteoritos corporativos, que capturan enormes inversiones que prometen éxito y son alimentados por la creencia en la magia financiera. Otro ejemplo alemán que demuestra cómo engañar al mercado, a los inversores y al público, es el de Hertz, que se declaró en concurso de acreedores en mayo de este año, con una deuda de 19.000 millones de euros. La agencia de alquiler de coches se ha convertido, a lo largo de los años, en un banco en la sombra, creando una cascada de empresas, llamadas "vehículos especiales" (el nombre no es una alusión al alquiler de coches), algunas refugiadas en paraísos fiscales, que recolectaban inversiones financieras a las que prometían una gran rentabilidad, prestaban a otra empresa del grupo y ésta, eventualmente, a otra, llegando más tarde al negocio automotriz.

El flujo de pagos de los alquileres debía alimentar estos canales, que absorben los beneficios de las operaciones en forma de intereses y con ventajas fiscales. El esquema funciona a medida que crece. Si se detiene, se desmorona. Sucedió con Hertz y Wirecard. Y todos tenían la obligación de saber que así sería.

Economista y activista del Bloco de Esquerda de Portugal, es miembro del Consejo de Estado.
Fuente:
https://www.esquerda.net/opiniao/ate-no-melhor-pano-alemao-cai-nodoa/70790
Traducción:
G. Buster

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