La renta básica supera el trabajo asalariado. Entrevista a Karl Reitter

Karl Reitter

23/04/2020

Una entrevista a un veterano profesor de filosofía y militante de Die Linke. Aborda con profundidad algunos de los aspectos más actuales sobre la renta básica: relación con el empleo, el feminismo, la libertad, la socialdemocracia, los sindicatos. SP

 

El mundo entero se encuentra ante una tremenda conmoción. A causa del coronavirus se ha paralizado la vida económica en gran parte del mundo. Los estados tienen que ayudar a sus poblaciones con gigantescas medidas alimentarias. Algunos hablan ya del fin del capitalismo.

Karl Reitter fue durante muchos años docente en las universidades de Viena y Klagenfurt, profesor no titular de filosofía y miembro honorario del grupo de trabajo federal sobre la renta básica de Die Linke. Fue co-editor de la revista Grundrisse y es miembro del consejo de redacción de la revista mensual austríaca Volksstimme. Desde hace muchas décadas ha estado investigando sobre la renta básica incondicional (BGE) (1). La posibilidad o incluso la necesidad de un modelo de renta básica se ha convertido en un tema de actualidad de manera difícilmente predecible a raíz del coronavirus.

Entrevista realizada por Frank Jödicke.

Sr. Reitter, ¿cómo está y cómo afronta el actual aislamiento causado por las restricciones para contener la pandemia del coronavirus?

Karl Reitter: Francamente, no muy bien. Económicamente no me falta de nada, como pensionista obtengo un ingreso básico de facto. Pero echo mucho en falta los contactos sociales. Nuestra vida social, cultural y política no se puede trasladar a internet, eso es una ilusión o, si uno quiere, una mentira. Durante décadas hemos desarrollado internet. Sin embargo, los eventos en vivo están en auge como nunca antes. Como seres sociales el contacto directo es irreemplazable.

En los EE.UU., el secretario del tesoro Steven Mnuchin envía ahora cheques a la población. ¿Se trata ya de una renta básica incondicional o corresponde más bien al plan de Friedrich August von Hayek, que quería que la asistencia social fuera lo más simple posible en términos administrativos, según el lema: da a la gente algo de comer y déjala a su suerte?

Karl Reitter: Dejemos claro de antemano lo que la renta básica persigue realmente. Los que la defendemos queremos una sociedad que garantice de por vida a cada individuo una provisión material básica, sin importar lo que haga o deje de hacer. La sociedad debe comprometerse con este derecho básico. También creemos que se dan las condiciones económicas y sociales para ello. Tanto para Friedrich August von Hayek como para el repetidamente mencionado Milton Friedman, tal objetivo sería absurdo, económicamente perjudicial y opuesto a su concepto de libertad. Para Friedman, en un libro titulado Capitalismo y Libertad, se trataba de una cobertura mínima; según el poder adquisitivo actual, proponía un impuesto negativo de un máximo de 214 dólares al mes. Si la existencia material del individuo está asegurada por la sociedad como un derecho fundamental, nadie puede ser excluido de ella. Quien pregunta por qué los millonarios deberían recibirla, no quiere entender el concepto.

Por extraño que parezca, incluso los gobiernos conservadores no temen la bancarrota si se lanzan ahora a pactos de ayuda que superen los límites de deuda anteriores. ¿Esto expone la falsedad de los dictados de austeridad y prueba que el dinero para medidas (incomparablemente más baratas) como la renta básica siempre habría estado ahí?

Karl Reitter: Los actuales paquetes de ayuda que se han decidido son de un tamaño impresionante, pero están concebidos solo como un pago único. Que los círculos neoliberales gobernantes actuales estén dispuestos a renunciar a su dogma del cero negro (2) en el presupuesto ya se demostró en la crisis financiera de 2008.

Una renta básica establecida a largo plazo requiere un marco financiero del 25% al 35% del producto interior bruto. Una verdadera renta básica solo puede financiarse mediante un enorme aumento de los impuestos sobre los ingresos más altos y las grandes propiedades. Por eso, incluso críticos como Alex Gourevitch y Lucas Stanczyk han escrito "recientemente, incluso los multimillonarios han estado prestando atención a la idea", pero mantienen: “Debe quedar claro que la clase empresarial no aceptará voluntariamente expropiarse a sí misma.”

¿Qué entiende usted exactamente por una verdadera renta básica y por qué no es una forma de asistencia social, como el modelo de prestación social básica de los Verdes austríacos, que aún querían comprobar la "disposición al trabajo"?

Karl Reitter: Una verdadera renta básica puede definirse por cuatro criterios: tiene que asegurar la existencia, tiene que ser pagada individualmente, tiene que ser para todos, sean o no ciudadanos, y sobre todo es incondicional. Y aún más, no está vinculada a la voluntad de aceptar un salario o un empleo remunerado, ni tiene en cuenta la posible posesión o ingresos de cualquier tipo.

En lo que respecta al modelo social verde, toda la literatura científica sobre el tema se refiere a la transformación del estado de bienestar original en un estado de trabajo (workfare state) neoliberal. Concebidas originalmente en la fase de auge de la posguerra y el pleno empleo para los hombres como un seguro contra los riesgos de la vida laboral, las prestaciones sociales para los desempleados y los necesitados se han convertido en gran medida en un medio de disciplina y adoctrinamiento. Por lo tanto, Michael Hirsch tiene razón al hablar del "paternalismo punitivo" del estado de bienestar. Aunque la Ley del Ingreso Mínimo Verde aboga por controles más leves, se mantiene dentro del marco del estado de trabajo.

La crisis del coronavirus muestra que la reforma neoliberal del sistema sanitario tiene consecuencias fatales, por ejemplo, cuando poderosas empresas farmacéuticas venden productos a precios excesivos y protegen sus patentes en lugar de ayudar. En contraste, parece ser el "estado fuerte" el que ahora está salvando vidas. Así, si el capitalismo parece haber sobrevivido en muchas áreas, ¿por qué salvarlo con la renta básica en lugar de aspirar ahora decididamente a una transformación socialista del estado?

Karl Reitter: Gracias por esta importante pregunta. La renta básica resta fuerza a la institución básica del capitalismo: la necesidad del trabajo asalariado. Para Marx, el trabajo asalariado es el núcleo de la socialización capitalista. Las grandes formas históricas de la economía capitalista - es decir, el producto del trabajo se convierte en una mercancía, los medios de producción y la tierra se convierten en propiedad privada - son su consecuencia directa. "El salario es una consecuencia directa del trabajo alienado, y el trabajo alienado es la causa directa de la propiedad privada." (MEW 40; 521)(3)

Así que tenemos que superar tres formas elementales de socialización capitalista: el trabajo asalariado, la condición de mercancía del producto del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción y la tierra. Por lo tanto, una sociedad socialista y comunista también debe haber aplicado la renta básica.

Su concepción reside en un concepto de libertad más sofisticado; parece que usted trate, en términos kantianos, menos de "estar libre de" que de "ser libre de". ¿Qué significa la libertad obtenida a través de una renta básica?

Karl Reitter: Significa estar activo en libertad. Como marxista defiendo un concepto empático del trabajo. Solo como una libre actividad el trabajo puede convertirse en lo que realmente puede ser: "la primera necesidad vital" (MEW 19; 21) de las personas. Muchos críticos aquí practican el etiquetado fraudulento. Hablan de pleno empleo en lugar de trabajo asalariado y suprimen las sólidas críticas de Marx. La idea de que el trabajo asalariado puede ser en realidad aquella libre actividad que Marx pretendía para superar el capitalismo es absurda desde una perspectiva marxista.

Marx ya reconoció el problema por el cual las economías postcapitalistas deben poseer medidas que puedan representarse en cifras para lograr una justicia distributiva. Aquí hay dos problemas: primero, ¿cómo se puede medir la utilidad social del trabajo no productivo, ya sea el trabajado doméstico no asalariado o el de la actriz? En segundo lugar, ¿cómo se puede introducir una magnitud de cálculo fija, en la que la cantidad de un trabajo realizado corresponda a un salario? Desde Lenin pasando por Trotsky hasta Pannekoek, no se han encontrado soluciones satisfactorias a estos problemas. Por cierto, el poeta ruso Velimir Jlébnikov tenía una solución (poco conocida): el salario debía determinarse en función del número de latidos del corazón realizados, lo que habría significado que las personas enamoradas ganaran especialmente bien. ¿Se puede decir que al final los intentos del estado socialista del siglo pasado fracasaron debido al problema de las "hojas de horarios de trabajo", porque la estimación del valor fluctuante fue reemplazada por el despotismo del plan?

Karl Reitter: Para Marx, el concepto de justicia no es una idea fundamental. La economía capitalista hace que las condiciones parezcan diferentes de lo que son. En particular, el hecho científico de la explotación no es evidente. Marx señala la razón: "Por lo tanto, se entiende la importancia crucial de la transformación del valor y el precio de la fuerza de trabajo en la forma del salario o en el valor y el precio del propio trabajo. Es sobre esta apariencia, que hace invisible la relación real y muestra justo lo contrario, donde quedan retratadas todas las concepciones jurídicas del obrero como del capitalista, todas las mistificaciones del modo de producción capitalista, todas sus ilusiones de libertad, todas las tonterías apologéticas de la economía vulgar." (MEW 23;562) Y debemos añadir también: muchas nociones de justicia. La explotación ha pasado de una categoría analítica a una categoría moral. El comunismo no quiere hacer justicia, quiere la libertad de asociarse con otros a través de una actividad autodeterminada.

En cuanto al concepto de las hojas de horarios de trabajo que Marx esbozó en su crítica del programa de Gotha: en el llamado socialismo real, se guardaba silencio al respecto, solo el grupo de Comunistas Internacionales con la colaboración de Anton Pannekoek, que usted mencionó, vio en ello una alternativa económica a la economía dirigida estalinista.

Considero que el concepto de Marx de las hojas de horarios está poco desarrollado. Deja demasiadas preguntas abiertas: ¿Quién determina qué es el trabajo, quién trabaja y cómo se mide el trabajo? Pero la intuición básica de Marx es correcta. Una sociedad en transición hacia el comunismo no puede permitir un consumo ilimitado. Debe ser limitado por primera vez. ¿Qué hay de malo en distribuir el producto total socialmente producido de la manera más equitativa posible entre todos? Un aparato estatal necesariamente más fuerte que decida sobre el trabajo y su extensión sería entonces superfluo.

¿Cómo puede la renta básica resolver esta dificultad y acercarnos a un sistema económico “de cada uno según sus capacidades a cada uno según sus necesidades"?

Karl Reitter: Marx no escribió deliberadamente un plan para la transición al comunismo. Pensar de forma marxista significa reconocer las posibilidades objetivas que existen de forma velada en el capitalismo y tratar de utilizarlas políticamente. Éstas vienen dadas sobre todo por el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo. El concepto de renta básica tampoco es una receta integral para dicha transición. Simplemente le quita fuerza a la institución básica de la sociedad capitalista, el empleo asalariado y remunerado. Al mismo tiempo, esboza un posible principio de distribución de una sociedad libre.

Si se trata, en definitiva, de la realización de la personalidad, lo que precisamente impide la actividad económica y el consumo capitalista, entonces el problema está en el concepto de trabajo. Después de todo, la existencia social en general de las personas solo puede apreciarse si se supera el concepto reducido de trabajo. ¿Cómo puede la renta básica ayudar en este sentido?

Karl Reitter: La comprensión socialmente hegemónica del trabajo lo equipara con el salario y el empleo remunerado. El trabajo doméstico y de cuidados, el trabajo en contextos sociales, culturales, políticos y artísticos no se reconoce y se devalúa como trabajo. Corresponde a esta visión completamente abreviada del trabajo la idea de que nuestra sociedad se está desmoronando en una esfera productora, que es la economía capitalista, y en una esfera meramente consumidora, que serían todas las demás áreas de la sociedad. Esto da lugar a la acusación de que la renta básica no sostendría a los trabajadores asalariados.

Esta oposición es profundamente ideológica. Basta con considerar los factores de la potencia productiva del trabajo. Se basan, como muestra Marx, en condiciones sociales generales que no pueden asignarse ni localizarse. El capitalismo se basa en condiciones que no puede producir ni reproducir, pero que necesita indispensablemente para su existencia.

Es un orden económico sustancialmente parasitario. No puede existir por sí mismo. El renombrado economista marxista Michael Krätke formula este hecho de la siguiente manera: "Por razones sistemáticas, este no es el caso, el capitalismo sólo puede ser pensado como un sistema 'abierto'. Es decir, como un sistema que no puede producir algunos prerrequisitos esenciales para su existencia y desarrollo completamente ‘fuera de sí mismo’, o sea, con sus propios medios. Una producción capitalista privada de trabajadores asalariados o de recursos naturales no es concebible y no existe.”

Especialmente desde el lado socialdemócrata se puede escuchar: Quien no reconoce el trabajo como la base de la sociedad, persigue un mundo ilusorio mejor y alejado de la realidad que solo a los intelectuales cínicos se les puede ocurrir. ¿Qué es lo que responde un defensor de la renta básica contra el argumento de que la gente simplemente quiere trabajo y únicamente este los emanciparía?

Karl Reitter: La posición de que el empleo asalariado y remunerado es de la mayor relevancia para la vida económica, social y cultural del individuo y, por lo tanto, el trabajo asalariado es una esfera decisiva de nuestra vida social no es más que una tautología gigantesca. Ese es, en efecto, el hecho. Y no solo para el propio individuo, sino también para sus parientes, hijos y nietos, amigos e incluso conocidos.

Pero el trabajo asalariado como modo de integración social no es la solución, sino el problema. El trabajo asalariado es inevitablemente jerárquico. Si trabajo como conductor de carretilla elevadora o como médico la diferencia está en todos los aspectos. No extraña que los ideólogos neoliberales afirmen que el individuo puede desarrollarse en un empleo asalariado y remunerado, pero que esto sea compartido por los sindicatos y la socialdemocracia sí que sorprende. Mientras que la actividad laboral se considera meramente como la producción de valor de uso, esta requiere y promueve las competencias y habilidades del individuo, y como proceso de explotación está sujeta a las leyes de producción de beneficios y de maximización de la ganancia.

Hay algo cínico en hablar de la integración social a través del trabajo asalariado. Es un hecho que la marginación y la exclusión social también se producen en y a través del trabajo asalariado. La trabajadora doméstica migrante está excluida, está marginada. También lo están los trabajadores de la industria cárnica alemana que vienen de Rumanía o Bulgaria. ¿Se les percibe como parte de la sociedad alemana? ¿Se les tiene en cuenta cuando salen de vez en cuando de sus tugurios?

Ya decía Marx: “Tan pronto como no haya coacción física o de otro tipo, se huirá del trabajo como de la peste.” ¿No existe el peligro de que muchas tareas impopulares, pero socialmente importantes ya no sean asumidas una vez que se introduzca la renta básica?

Karl Reitter: Cuando se habla con las personas que llevan a cabo tales actividades, ven el problema no tanto en el trabajo en sí mismo, sino en las circunstancias en las que debe llevarse a cabo. Si las condiciones son buenas, el trabajo es apreciado por completo. En Viena, los empleos de la recogida de basura siguen estando solicitados. Una renta básica permite decir "no". Si la necesidad cae, el trabajo desagradable debe estar mejor pagado y/o las condiciones de trabajo deben ser mejoradas. Palabra clave: el mobbing.

Hoy en día, la renta básica enfrenta un clima de vigilancia y en el que se alimenta el temor hacia la “gente perezosa”. Esto esconde que aquí el trabajo sea entendido como una plaga y un castigo mayormente inútil. El sentimiento básico de "odio mi trabajo de mierda", como lo describió recientemente David Graeber, está generalmente asumido. Por el contrario, la crítica se acerca a lo absurdo, ya que ¿por qué alguien debería simplemente embolsarse su renta básica sin tratar de usar sus ideas y mano de obra para mejorar su propia vida o la de sus semejantes?

Karl Reitter: La exigencia de una renta básica se basa en la suposición de que la persona es un ser que se esfuerza por estar activo. Estar condenado a la inactividad a largo plazo es mental y físicamente difícil de soportar. Las personas ya están activas en las áreas más diversas. Una renta básica permitiría trabajar realmente para la comunidad sin tener que preocuparse por su existencia, sin que el producto del trabajo tenga que tomar el carácter de una mercancía.

La renta básica trata de lograr una especie de economía del valor de utilidad. ¿Puede explicar en qué medida esta apoyaría los objetivos feministas o ecológicos?

Karl Reitter: la renta básica no debe conducir solo a una economía del valor de utilidad pura. Incluso ahora, los artistas, científicos y pequeños autónomos están exigiendo un ingreso básico. Por supuesto que quieren vivir de su trabajo, pero a menudo esto no es posible o es solo temporal. Una renta básica proporcionaría seguridad material y eliminaría el temor de quedarse sin ingresos si se pierden empleos.

En cuanto a la objeción de que una renta básica empujaría a la mujer de nuevo a la cocina, se puede decir lo siguiente: con una renta básica, el ama de casa también tiene sus propios ingresos y ya no dependería completamente de los ingresos del hombre. Esto es especialmente importante en el caso de los divorcios, que a menudo suponen para las mujeres graves dificultades materiales.

La crítica general de que la renta básica no aboliría automáticamente el dominio del hombre sobre la mujer es completamente correcta. La renta básica no vence por sí misma ninguna forma de dominación social. Ni impide un estado de vigilancia autoritario, ni hace desaparecer el racismo o el antisemitismo. Pero no debemos olvidar que toda forma de norma social y de discriminación social es aprovechada por el sistema económico dominante. En otras palabras, los hombres ganan y poseen más que las mujeres, los autóctonos más que los migrantes y las personas legales más que las ilegales. Una renta básica relativiza la expresión material de las formas de control social.

La experiencia demuestra que una mayor proporción de mujeres con empleo remunerado no ha conducido en modo alguno a una mejor posición social de la mujer. Las estructuras patriarcales afectan tanto en el empleo remunerado como en la esfera privada. Nuestros críticos no quieren admitir esto. La mujer con trabajo remunerado está insertada en una jerarquía social y su discriminación se aprovecha adicionalmente. Ella sabe ahora también que su nómina vale menos que la del hombre.

El argumento de la “bonificación para quedarse en la cocina” refleja la desconfianza fundamental de muchos críticos de la renta básica hacia el individuo. Una renta básica abriría nuevas oportunidades de emancipación; que tales oportunidades se aprovechen o no es otra cosa. Además, no hay ninguna medida económica que pueda provocar la emancipación automática. ¿Por qué otra razón se debería obligar a una mujer a aceptar un trabajo remunerado a cualquier precio?

El neoliberalismo ha eliminado el salario familiar fordista. Casi ningún hombre hoy en día puede mantener fácilmente a toda la familia con sus ingresos. ¿Y el resultado? Una doble y triple carga para la mujer. Una sociedad que se apoya en los firmes cimientos de una renta básica relativiza la importancia del empleo asalariado y remunerado. Todos los géneros pueden pasar por igual entre el trabajo remunerado y el no remunerado.

¿Y cuál es la conexión entre una renta básica y una economía más ecológica?

Karl Reitter: La renta básica tiene, en efecto, una dimensión ecológica. Es evidente que la naturaleza y el medio ambiente también se sacrifican en el altar del trabajo asalariado. Con el argumento de la creación de puestos de trabajo, el capital no sólo llega a las arcas fiscales públicas, sino que también socava la reglamentación ambiental y las normas ecológicas.

El puente entre el movimiento por una renta básica y el escenario de decrecimiento se ha construido hace mucho tiempo. El término decrecimiento puede ser traducido como crítica al crecimiento. La idea básica es simple y obvia. El planeta Tierra no puede soportar más crecimiento lineal del aumento del consumo de recursos en todo el mundo hasta el nivel del Norte del planeta.

Dado que la economía capitalista, impulsada por la espiral de acumulación dinero - mercancía - más dinero, exige inevitablemente más "todo", el movimiento de decrecimiento, que se ve a sí mismo como la respuesta a la catástrofe ecológica que se avecina, tiene sin duda una orientación anticapitalista. Una renta básica relativizaría por lo menos la incesante presión por más empleos, más producción, más crecimiento económico, más consumo de recursos.

¿Cómo valora los intentos de introducir una renta básica, por ejemplo, en Finlandia?

Karl Reitter: Se han escrito muchas tonterías sobre el experimento en Finlandia. Un gobierno conservador y una renta básica de 560 euros, y se concluyó rápidamente que el neoliberalismo estaba ensayando la destrucción del estado de bienestar. Ni una palabra sobre el muy complicado sistema social finlandés.

Toda persona que esté desempleada allí recibe una cantidad respetable de ayuda durante 500 días, pero después de eso depende de toda una serie de diferentes prestaciones sociales. Se garantizó que las 2.000 personas seleccionadas para la prueba no sufrieran ninguna pérdida económica, todas las personas seleccionadas estaban económicamente mejor con este ingreso básico que sin él. El experimento no fue cancelado, como se afirma, sino que se completó según lo previsto.

El resultado: este grupo de personas no encontró trabajo más rápido que otros desempleados, pero declaró que estaban más satisfechos y más sanos que antes. ¿Y qué se desprende de esto? No sorprende que la gente esté mejor cuando sus preocupaciones sobre la vida cotidiana se alivian o incluso se superan. Un resultado muy similar se logró con un experimento en la región austríaca de Waldviertel con 44 personas desempleadas. En los EE.UU. y Canadá, hubo algunos experimentos de renta básica con grupos muy pequeños alrededor de 1968. Aquí también se observó una mayor satisfacción, mejor salud y mayor éxito escolar de los niños. Igualmente positivo fue un experimento realizado en una pequeña aldea de Namibia, que también produjo cierto impulso económico.

Sin embargo, soy bastante reservado sobre estos experimentos. Los cambios en la sociedad en su conjunto no pueden probarse a pequeña escala. Es probable que una renta básica permitiera restar fuerzas a la cultura dominante del trabajo asalariado, posibilitaría nuevas perspectivas de vida, llevar a un enfoque diferente con la educación, aunque soy bastante cauteloso al hacer pronósticos sobre el futuro.

Hay numerosos llamados a una renta básica como las iniciativas Top-Down. Generalmente, parece como si, cuando se trata de sus demandas de ingresos básicos, los jefes de las empresas buscasen aprovecharse de la manera de pagar salarios más bajos y aun así conservar a los consumidores solventes. ¿Cómo lograr desmarcarse de este concepto de renta básica?

Karl Reitter: Un ataque típico contra la renta básica es la afirmación por la cual esta significaría de facto subsidios salariales. Los sindicatos se verían anulados y gracias a la renta básica se podrían pagar salarios muy bajos. De hecho, sin la renta básica, la cosa evoluciona exactamente en la dirección prevista: la cuota salarial se hunde y las relaciones laborales se vuelven cada vez más precarias. La renta básica toma nota del hecho de que la perspectiva sindical tradicional es cada vez menos efectiva.

Lo que ha funcionado en las medianas y grandes empresas fordistas está fallando ante las condiciones de trabajo precarias y fragmentadas. No ha sido hasta recientemente que se ha negociado con éxito en Austria un convenio colectivo para empresas de reparto con bicicleta. Sin embargo, este éxito también muestra que los instrumentos de acción industrial de antaño sólo tienen un efecto limitado hoy en día. Demasiados colegas están trabajando simplemente como empleados y falsos autónomos.

La renta básica eleva el conflicto entre el trabajo y el capital desde el principio a un nivel de la sociedad en su conjunto, por encima del de la empresa y las industrias. Corresponde a situaciones de vida cambiantes y biografías rotas. No sólo permite decir "no" a un trabajo, sino que también fomenta la resistencia, incluyendo la sindicalización, ya que la amenaza de despido es una espina clavada. Se puede suponer que la renta básica tiene efectos opuestos. Algunos - ¡como ahora! - estarán dispuestos a trabajar por poco o nada de dinero, estoy pensando ahora en trabajos en prácticas mal pagados. Pero algunos trabajos probablemente tendrán que ser pagados con salarios decentes. Me atrevo a dudar de si, con una renta básica europea o incluso mundial, los migrantes seguirán dispuestos a trabajar como esclavos por salarios miserables y condiciones de trabajo horribles.

Y una cosa más. Detrás del argumento del subsidio salarial hay una cantidad insana de desconfianza en el individuo. El paternalismo de los sindicatos en particular es enorme. Dar a los individuos el poder de actuar sólo puede terminar de manera problemática a sus ojos. La mujer regresa a la cocina, el hombre trabaja por un salario más bajo, esa es la subordinación. El ámbito de la lucha sindical tradicional es siempre local, limitada al sector y a la empresa. La renta básica, por otra parte, tiene un efecto tanto en la dimensión social general como en la dimensión individual, que es su gran fortaleza.

Desde su punto de vista, ¿puede dar una visión del desarrollo económico y social en los próximos meses y años después del coronavirus? En vista de la situación, por favor, de una perspectiva optimista en lo posible...

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...y ahora el pronóstico pesimista?

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Señor Reitter, muchas gracias por esta entrevista.


Notas:

(1) (BGE) Bedingungsloses Grundeinkommen, Renta básica incondicional (N.d T.)

(2) Schwarze Null o “cero negro” es la expresión de un signo de identidad de las políticas neoliberales alemanas: ni déficit ni deuda (N.d T.)

(3) MEW (Marx-Engels Werke), Obras completas de Marx y Engels (N.d T.)

fue durante muchos años docente en las universidades de Viena y Klagenfurt, profesor de filosofía y miembro honorario del grupo de trabajo federal sobre la renta básica de Die Linke. Fue co-editor de la revista Grundrisse y es miembro del consejo de redacción de la revista mensual austríaca Volksstimme.
Fuente:
https://www.heise.de/tp/features/Grundeinkommen-ueberwindet-mit-der-Lohnarbeit-den-Kern-der-kapitalistischen-Vergesellschaftung-4701442.html
Traducción:
Jaume Raventós

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