Lo que el BCE no puede hacer es jugar con fuego

Francisco Louça

27/02/2021

La violencia de las respuestas a la propuesta de perpetuar la deuda pública en el banco central sugiere que prefieren ignorar las consecuencias de su alternativa.

La propuesta de varios economistas, incluyéndome a mí, para la perpetuación a interés cero de las existencias actuales de deuda soberana en el balance del BCE provocó una conmoción inesperada. Un ortodoxo sacó su pistola, "ni siquiera se toma en serio" semejante desideratum (Ricardo Reis). Otro descubrió la inflación latinoamericana a la vuelta de la esquina (Abel Mateus), tema que, de paso, se hace eco de quienes, en cuanto a las medidas para relanzar la economía, vislumbran una “presión inflacionaria como no la habíamos visto en una generación” (Summers). Los eurodiputados portugueses del PS y del PSD han aclarado la ilegalidad de tal cosa en los Tratados. Es demasiado tiroteo de quienes tienen tan poco que contraofertar.

Problema 1: la deuda ya está ahí

El BCE tiene 3 billones de euros en bonos soberanos de países de la eurozona. De Portugal tiene 67 mil millones, más del 30% del PIB. Sus programas de compras, acusados ​​de ser ilegales (no previstos en los sacrosantos tratados), absorbieron una deuda superior al 27% del PIB de la eurozona. Los líderes del BCE que tomaron estas decisiones, inaccesibles para la Comisión o el Consejo Europeo, fueron aplaudidos como salvadores precisamente porque rompieron las reglas en un momento de aflicción. Incluso podemos imaginar lo que hubiera pasado si el BCE hubiera mantenido su posición tradicional de espectador. En 2020, cuando ya estaba prevista la reducción de las compras, la pandemia llevó al BCE a reforzar el programa. Compró 27,6 mil millones de euros de deuda portuguesa, que cubre 52,2% de las necesidades brutas de financiamiento del país y determinando así tasas de interés negativas incluso en emisiones a largo plazo.

Por tanto, queda un problema para Portugal y otros países: ¿qué pasa después? El BCE tiene dos soluciones, si quiere cerrar estos programas: o vender la deuda (lo que nunca hará, ya que provocaría el colapso europeo) o cobrar al vencimiento de los bonos (lo que significa que, a partir de ahí, es el salvase el que pueda, y la periferia europea sufre un aumento de los tipos de interés). O puede rechazar estas alternativas, perpetuando la deuda o continuar reemplazando los bonos vencidos con la compra de nuevas emisiones. Como esta es la única alternativa aceptable para Portugal, la pregunta para los ilustres situacionistas es: ¿qué creen que debería hacer el BCE? ¿Disparar el interés? La violencia de las respuestas a la propuesta presentada puede sugerir que prefieren ignorar las consecuencias de su alternativa, que es castigar a las economías periféricas.

Problema 2: falta el relanzamiento

Georgieva, directora del FMI, había dicho durante meses que, “para el FMI, mejorar la arquitectura de la deuda es un tema muy importante para los próximos meses y años”, y dio el ejemplo de la reestructuración de la deuda en Ecuador y Argentina. En el caso de esta propuesta, el efecto de perpetuar los bonos de interés a interés cero sería más sencillo, en la práctica reduciría nuestra deuda al 100% del PIB, lo que nos permitiría aplicar el valor de más de cinco “bazucas” a una década de inversiones. De hecho, no hay duda de su legalidad: es la misma que la de los programas de monetización de la deuda que viene aplicando el BCE.

Por el mismo motivo, el FMI, templo de la ortodoxia, propone ambiciosos planes presupuestarios: en octubre, Vítor Gaspar dijo que “los gobiernos deben tomar medidas para mejorar la fiscalidad e imponer impuestos más altos a los grupos más ricos y las empresas más rentables”, dado que “los ingresos resultantes contribuirían al pago de servicios críticos, como las redes de salud y de protección social, en una crisis que afectó de manera desproporcionada a los segmentos más pobres de la sociedad”. Cuando incluso el BCE y el FMI quieren apagar el fuego, sorprende que haya quien prefiera un incendio.

Economista y activista del Bloco de Esquerda de Portugal, es miembro del Consejo de Estado.
Fuente:
https://www.esquerda.net/opiniao/o-que-o-bce-nao-pode-fazer-e-brincar-com-o-fogo/73026
Traducción:
Enrique García

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