Marine Le Pen en sintonía con la patronal francesa

Romaric Godin

09/03/2024

La "normalización" de Marine Le Pen llega a las costas del capital. El jueves 29 de febrero, la ex candidata del Rassemblement National (RN) fue honrada con las páginas de opinión del único diario económico francés, Les Echos, propiedad del grupo de artículos de lujo LVMH. En la página 13 de la edición en papel, publicó un "punto de vista" titulado: "Frente al muro de la deuda, la urgencia de una estrategia nacional". Con un llamamiento en el titular.

El texto de Marine Le Pen responde a lo que desde hace tiempo se presenta como la debilidad de su partido: la "credibilidad" económica. Esta credibilidad no es una bendición metafísica -los evidentes y repetidos fracasos de la economía ortodoxa habrían colocado, en este caso, a cohortes de economistas en las listas de France Travail-, es el producto de las fuerzas sociales dominantes que validan o no ciertas propuestas.

En este contexto, no hay que subestimar la importancia de la publicación de este breve texto. Incluso su publicación en un periódico dirigido por el hombre más rico de Francia, Bernard Arnault, es una bendición. Pero esta bendición va obviamente de la mano del contenido propuesto por el líder de extrema derecha.

La líder ultraderechista hace cundir el pánico ante una crisis de la deuda pública, apoyándose, por supuesto, en las cifras habituales -la relación entre la deuda bruta y el PIB, el importe nominal de la deuda, la comparación del importe de los intereses pagados con los presupuestos de los ministerios-, pero retomando también las críticas de Pierre Moscovici, Presidente del Tribunal de Cuentas.

Búsqueda de credibilidad

"Esta deriva de las finanzas públicas constituye una amenaza para la soberanía nacional en un contexto de tipos de interés a largo plazo", insistió la diputada. Podría pensarse que se está escuchando a Édouard Philippe (Horizons), quien, apenas tres días antes, en las columnas del diario libertario L'Opinion, había declarado que la deuda pública "debería ser una obsesión política, porque cuando se la deja escapar se pierde poco a poco la soberanía".

Así que no es difícil entender la búsqueda de respetabilidad de Marine Le Pen en este caso. En la primera parte de su texto, utiliza argumentos que resultarán familiares a los lectores habituales de Les Echos. Por ejemplo, un editorial del 18 de enero advertía de la "montaña de deuda" del Estado, basándose en la misma advertencia de Pierre Moscovici.

La propia expresión "muro de la deuda" aparece en el título de un artículo de opinión escrito el 21 de junio de 2022 por Agnès Verdier-Molinié, directora del instituto Ifrap y profetisa favorita de los grandes medios de comunicación sobre el hundimiento del país bajo el peso de su deuda pública.

Marine Le Pen no tiene ninguna dificultad en adoptar la crítica libertaria del macronismo, considerado demasiado derrochador y que, hasta ahora, parecía patrimonio de Édouard Philippe y del partido Les Républicains. Fustiga el objetivo, que sin embargo implica una severa austeridad, de reducir el déficit al 3% "sólo en 2027". "Demasiado malo para el futuro", dice.

Lo interesante es que esta crítica es una crítica interna al neoliberalismo. Y es precisamente ahí donde Marine Le Pen quería acabar: presentándose como una alternativa no al sistema económico dominante, sino dentro del sistema económico dominante.

Volver a los temas de siempre

Marine Le Pen se complace en proponer una "estrategia ordenada de recuperación fiscal" que apela a los reflejos de las clases dominantes del país. Las propuestas presentadas en este artículo tienen como principal objetivo restablecer el equilibrio presupuestario mediante recortes rápidos de los gastos.

El método propuesto también se hace eco de las propuestas habituales de los políticos partidarios de la austeridad a lo largo de las décadas en Francia. La supresión de "organismos, autoridades o comisiones" forma parte necesaria de la demagogia presupuestaria destinada a hacer creer que el Estado francés es "despilfarrador", aunque sus gastos de funcionamiento estén en línea con la media europea.

En este punto, Marine Le Pen sigue los pasos de Jean-Pierre Raffarin, Nicolas Sarkozy e incluso recientemente Gabriel Attal, todos los cuales han anunciado su deseo de suprimir las "comisiones Théodule", a las que no se puede culpar del empeoramiento de la situación de las finanzas públicas.

En la misma línea, Marine Le Pen anunció que lucharía contra el "fraude fiscal y social", sin entrar realmente en detalles. Pero también en este caso todos los gobiernos han anunciado desde hace tiempo una política seria de lucha contra el fraude, empezando por el gobierno de Jean Castex, cuyo ministro de Cuentas Públicas, Gabriel Attal, lanzó un gran plan con el mismo espíritu, al igual que Gérald Darmanin antes que él.

Todo ello quedó en nada, y no sin razón: la evasión fiscal es sólo una parte de la optimización fiscal, que es bastante legal. El problema reside también en las montañas de recortes de cotizaciones e impuestos que benefician a las empresas desde hace más de tres décadas. Pero Marine Le Pen no muestra ninguna voluntad de restablecer el equilibrio presupuestario mediante una fiscalidad más justa. De hecho, este tema está completamente ausente de su texto.

Por el contrario, la ex presidente del RN propone "la recreación de una economía de producción arraigada, enteramente centrada en la creación de valor". Un turbocapitalismo nacional basado en un nuevo apoyo al capital identificado como francés, en particular "poniendo fin a las normas escleróticas", "rechazando la competencia internacional desleal" y "aplicando la preferencia nacional a las empresas francesas".

En resumen, un Estado protector al servicio de los capitalistas locales. Libertinaje en el interior, apoyado en el exterior por el proteccionismo. Una visión que no es ajena a ciertas formas de neoliberalismo como el ordoliberalismo alemán. Y tampoco en este caso es casualidad que esta forma de pensar alemana fascine a una gran parte del capitalismo francés, que se ha pasado las tres últimas décadas comparándose con el "modelo alemán".

Por cierto, esta idea no es tan ajena al propio macronismo, que desde la crisis sanitaria no ha dejado de hablar de soberanía e incluso hace flotar la idea de una forma de proteccionismo europeo. Pero esta es la única opción en el marco de la UE, que tiene competencias en la materia -recordemos que el Frexit ya no figura en el programa de RN.

Represión social y étnica como política fiscal

Para financiar este Estado niñera del capital, habrá que recortar los gastos sociales. Es lo que propone Marine Le Pen, retomando una vieja moda neoliberal: la de dividir el gasto público "bueno" y "malo". Quiere dividir el presupuesto en un "presupuesto de inversión", que podría financiarse con deuda, y un "presupuesto de funcionamiento", que debería estar equilibrado.

Pero la idea de que el presupuesto "operativo" representa un gasto malo oculta el hecho de que los servicios públicos pueden funcionar sobre la base de este gasto, que ya está lejos de ser suficiente para satisfacer sus necesidades. El deplorable estado de los hospitales y del sistema educativo nacional no dice otra cosa que los gastos de funcionamiento son insuficientes.

Por supuesto, la diputada de RN dirige su atención a otra parte, a la reducción de las "transferencias sociales", lo que le permite retomar un tema neoliberal clásico: los beneficiarios de la asistencia social. En esto, se inscribe perfectamente en el coro dirigido por el actual Primer Ministro que, desde su llegada a Matignon, no ha cesado de enfrentar a la "clase media" con los que "viven sin trabajar" de la asistencia social. También en este caso, esta demagogia permite a Marine Le Pen integrarse perfectamente en las expectativas de las élites económicas.

Pero el elemento principal de la estrategia presupuestaria de la candidata presidencial de RN es la inmigración. En el texto publicado por Les Echos, repite elementos de su programa para 2022 sobre los "16.000 millones de euros de ahorro" que se obtendrán discriminando abiertamente a los extranjeros.

Evidentemente, se trata de una cortina de humo. Privar a una parte de la población de prestaciones sociales no ayudará en nada a la economía del país. En cuanto al supuesto efecto sobre "salarios más bajos para los franceses", no sólo es cuestionable, sino que no debe inducir a error.

Aunque no hubiera más inmigrantes en Francia -lo cual es una ilusión-, los empresarios seguirían encontrando otras formas de exprimir los salarios de los franceses, y es seguro que lo harían con la ayuda del Estado. La destrucción del seguro de desempleo no tiene otra función, y la reducción de las transferencias sociales, al igual que el fin de las "normas esclerosantes" prometido por Marine Le Pen, no augura nada bueno para los asalariados del país.

Las lecciones del artículo

¿Qué podemos aprender de esta publicación? En primer lugar, en el plano económico, Marine Le Pen intenta posicionarse en términos de una reforma liberal-nacional del capitalismo francés y adopta ahora las palabras y las propuestas de la oposición de derechas al neoliberalismo de Macron.

En segundo lugar, está siendo ayudada en esta búsqueda de credibilidad por el periódico "oficial" de la élite económica francesa. No es poca cosa que Les Echos acepte publicar una opinión que propone abiertamente, por razones presupuestarias, discriminar a una parte de la población. Una propuesta evidentemente contraria a la Constitución, pero que ahora parece lo suficientemente "aceptable" en ciertos círculos como para no pasar de ser una "opinión" en un periódico económico.

Por último, la posición de Marine Le Pen se ve muy facilitada por la evolución del propio macronismo, que, desde este punto de vista, está estirando las varas para ser fustigado. No sólo la mayoría ha decidido, presa del pánico, volver a hacer de la deuda pública una prioridad, a pesar de que su historial en la materia es poco gratificante, sino que ha abierto debates en los que Marine Le Pen puede estar cómoda: la lucha contra el "asistencialismo" y la discriminación social con el cuestionamiento de la cobertura médica universal (ahora llamada Puma). ¿Cómo se puede considerar "extremista" a Marine Le Pen cuando sus propuestas se sitúan en estos mismos niveles?

Lo que dice esta publicación es bastante preocupante: el capitalismo francés está ahora dispuesto a considerar aceptable la opción de extrema derecha precisamente porque responde a sus exigencias. En otras palabras, la RN está dentro de la zona de credibilidad definida por las élites económicas francesas.

es periodista desde 2000. Se incorporó a La Tribune en 2002 en su página web, luego en el departamento de mercados. Corresponsal en Alemania desde Frankfurt entre 2008 y 2011, fue redactor jefe adjunto del departamento de macroeconomía a cargo de Europa hasta 2017. Se incorporó a Mediapart en mayo de 2017, donde sigue la macroeconomía, en particular la francesa. Ha publicado, entre otros, La monnaie pourra-t-elle changer le monde Vers une économie écologique et solidaire, 10/18, 2022 y La guerre sociale en France. Aux sources économiques de la démocratie autoritaire, La Découverte, 2019.
Fuente:
https://www.mediapart.fr/journal/politique/290224/marine-le-pen-en-phase-avec-le-patronat-francais
Traducción:
Antoni Soy Casals

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