Mika Etchebéhère, una revolucionaria al mando de milicianos

Amaya Caunedo

22/01/2020

El mando que ejerció durante la Guerra Civil española en el Ejército republicano no fue la única experiencia destacable de la vida apasionante de Mika Etchebéhère. El colectivo Cambalache acaba de reeditar Mi guerra en España. Testimonio de una miliciana al mando de una columna del POUM, un libro escrito por ella y publicado en España en 2003 por Alikornio.

Moisés Ville (traducción al francés de Kiriat Moshé, “Pueblo de Moisés”) fue la primera colonia judía agrícola independiente de la República Argentina, fundada en 1889. Entre las familias que llegaban de la Rusia zarista está la de Micaela Feldman (más conocida como Mika Etchebéhère, cambió la letra “c” por la “k” de su nombre cuando llegó a Europa, adoptando el apellido de su marido Hipólito Etchebéhère). Nació en Moisés Ville el 14 de marzo de 1902. Su padre enseñaba yiddish en la colonia. Los pogromos del viejo continente hicieron que una parte importante de la clase trabajadora asquenazí emigrara a distintos lugares del continente americano durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.

Muchas de estas personas habían tenido contacto con grupos anarquistas y con socialistas, extendiendo por este continente organizaciones como el llamado BUND (literalmente “Unión” en yiddish, que llegó a tener una de las organizaciones de desempleados mayores de todo el continente, declarándose siempre anti-sionistas). Prueba de la conciencia de clase de esta población serán numerosas huelgas, levantamientos… Por citar dos ejemplos no muy conocidos en Europa: en “El levantamiento de las 20.000”, huelga de obreras textiles de Nueva York (22-XI-1909 al 10-II-1910), de cuya lucha surgiría parte del mito de los orígenes de la celebración del 8 de marzo, muchas de “las 20.000” eran obreras asquenazíes. Y lo mismo en Argentina, en una huelga que desembocó en la Semana Trágica de enero de 1919, duramente reprimida por el ejército, rompe-huelgas y nacionalistas argentinos (tal y como harían los somatenes españoles durante las dictaduras de Primo de Rivera y Franco). En el Buenos Aires de entonces, se asimilaba “la rusada” con la población judía, y con todos los sucesos revolucionarios del país.

Un matador de indios

Siendo una niña su familia se muda a Rosario, Santa Fe. Allí su padre abre un pequeño restaurante. A los 14 años, mientras asiste al colegio nacional, forma parte de un grupo anarquista. Poco después, junto a algunas militantes libertarias, fundará la agrupación femenina “Luisa Michel”.

En 1920 Mica se muda a Buenos Aires para estudiar odontología. Allí formará parte del grupo Insurrexit, junto al que será su compañero hasta la muerte de éste en combate en la Guerra Civil española. Desde las páginas de su publicación tratan de informar de los conflictos estudiantiles, intentando promover la unidad de trabajadores y estudiantes. Analiza los cambios sociales en la URSS, la literatura social, así como el análisis de la situación social y política en Argentina. El grupo se definía como “comunista anti-parlamentario”.

Mica Feldman publica un artículo en el número 4 de Insurrexit, en el que fija su posición respecto a la política sufragista, criticándola por dos aspectos. En primer lugar porque afirma (como todas las feministas socialistas de la época) que la revolución social es imprescindible para lograr la emancipación de la mujer y en segundo porque aseveraba que el voto y el parlamento no lograrían la emancipación pregonada por las sufragistas.

En 1924 algunos de los insurrexistas (entre ellos Mica e Hipólito) se afilian al Partido Comunista argentino. Al poco tiempo surgirán las disputas internas y los dos participarán en la fracción izquierdista Partido Comunista Obrero, surgida en enero de 1926, tras el polémico VII Congreso del PCA (diciembre de 1925). Debido a discrepancias políticas ambos fueron expulsados del PCA.

Parten a la Patagonia para ahorrar dinero y viajar a Europa en busca de la revolución. De esta época nos habla Mica: “(…) el inmenso lago Futalaufquen (…). Podíamos haber vivido en sus orillas (…). Fue la tentación más fuerte de toda nuestra vida. (…) nos habíamos impuesto otro destino: el de luchar por la revolución”.  En la Patagonia recogieron testimonios de primera mano sobre las matanzas de obreros e indios perpetradas a órdenes de familias como la Braun Menéndez: “Atendimos en el consultorio a un escocés muy viejo, matador de indios profesional a sueldo de Menéndez”.

Francia y ¿la revolución en Alemania?

Llegan a París en 1931 y siguen militando en grupos de oposición de izquierda sin abandonar el ideario comunista. En octubre de 1932 marchan a Alemania, en busca del país más preparado para la revolución. Se afilian al Partido Comunista Alemán. También formarán parte del grupo de oposición de izquierdas llamado “Grupo de Wedding”. Allí conocerán a Kurt y Katia Landau, quienes, aunque partícipes junto a Trotski de los orígenes de la Oposición Comunista Internacional de Izquierdas, en 1931 se enfrentarán a él, debido a la postura de la pareja, contraria a la fundación de la IV Internacional. Colaborarán luego como propagandistas contra trotskistas y estalinistas en el POUM, partido con el que participarán en la Guerra Civil española hasta el asesinato de Kurt por agentes de la NKVD en septiembre de 1937.

Mika e Hipólito abandonarán Alemania en mayo de 1933, derrotados moralmente tras haber observado el ascenso del nazismo. Impotentes tras observar cómo un partido comunista con 6 millones de votos se mantenía en posiciones contrarias a formar una alianza de izquierdas que frenara el ascenso nazi, tildando a los obreros socialdemócratas de “socialfascistas”.

Vuelven a París y, junto a los Landau, los Rosmer y otros, fundan la revista Que faire?, cuyo primer número aparecerá en diciembre de 1934 y se interrumpirá con la II Guerra Mundial.

La Guerra Civil española

En la primavera de 1936 los Etchebéhère llegan a España. Mika recuerda: “Habíamos hecho proyectos de amor y de vacaciones. Las del verano de 1936 debían transcurrir en Asturias para visitar los lugares donde los mineros habían combatido en 1934, y recoger material para el libro que queríamos escribir”.

El relato de Mika sobre su participación en la Guerra Civil española, al frente de una columna del POUM, se interrumpe tras la caída de Málaga en febrero de 1937. ¿Qué le pasó hasta 1939? ¿Por qué interrumpe su relato en ese momento? ¿Por qué no cuenta nada sobre su persecución política a manos de estalinistas españoles y agentes soviéticos?

A lo largo del libro nos explica por qué se alistaron voluntarios, la convicción profunda en la abolición del sistema capitalista, rayando en la fe propia de todas las mártires y heroínas, fe laica, pero fe al fin. Ella les llevó a mudarse de país en país, rechazando cualquier otra orientación para su vida, como por ejemplo la de tener descendencia: “No, (…). Lo habíamos decidido con mi marido para no tener ataduras que impiden cumplir el deber de revolucionario. Hay hijos de sobra en el mundo”. E hizo que ella siguiera luchando después de la muerte en combate de Hipólito en agosto de 1936.

Uno de los aspectos más interesantes del libro es el de su condición de mujer y capitana en un ámbito claramente masculino. La obra de Mary Nash Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra Civil apunta que las mujeres fueron una minoría en las milicias republicanas y la mayoría de las voluntarias se dedicaron a tareas ligadas al mundo de “los cuidados” (limpieza, cocina, etc.), históricamente unidas en el patriarcado a las mujeres.

Sin embargo Mika señala que en la columna a su mando esas obligaciones se repartían entre todos por igual. Famosa es la cita que hace de las palabras de una miliciana comunista de la columna Pasionaria (enemigos políticos de Mika), que solicita entrar a formar parte de la columna del POUM, ante la sugerencia de que tal vez pueda quedarse a barrer y guisar. Manuela (miliciana del PCE) afirma: “Eso sí que no. He oído decir que en vuestra columna las milicianas tenían los mismos derechos que los hombres, que no lavaban ropa ni platos. Yo no he venido al frente para morir por la revolución con un trapo de cocina en la mano”.

A lo largo del relato abundan las referencias a la compleja relación establecida con sus compañeros de columna, que la respetan como mujer y capitana. En su labor de “intendencia” llega a conseguir jarabe para la tos y a pasarse el día por las trincheras de Madrid con el jarabe y la cuchara repartiendo entre los milicianos enfermos de su columna.

¿Pero qué ocurre cuando una mujer heterosexual está rodeada de hombres, algunos atractivos para ella? Su actitud está siempre ligada a las reflexiones que ella misma hace sobre el tema: “Luego soy para ellos una mujer, su mujer, excepcional, pura y dura, a la cual se le perdona su sexo en la media en que no se sirve de él, a la que admiran tanto por su valentía como por su castidad, por su conducta. ¿Puedo correr el riesgo de faltar a ese compromiso tácito, tener un amante y que ellos lo sepan, portarme como un hombre y conservar al mismo tiempo su respeto y la admiración que me manifiestan a la hora de la verdad? La respuesta es ‘quizá’, si yo fuese capaz de mandarlos pistola en mano, infundirles temor, si me portara como un hombre de guerra, más hombre que todos ellos en la mala acepción del término. Pues bien, no, no quiero, sigo siendo la que soy, austera y casta como ellos me quieren, mujer o un ser híbrido, no tiene importancia. Lo que cuenta es servir en esta revolución con el máximo de eficacia y que se vaya a la mierda el pequeño tirón de la carne”.

Regreso a Argentina y Francia

En 1939 Mika pasa varios meses escondida en un liceo francés de Madrid, de donde sale gracias a las presiones que sus camaradas franceses hicieron al Ministerio de Asuntos Extranjeros. Tras pasar por París, vuelve a Buenos Aires. Escribe artículos en distintos periódicos sobre la guerra europea, la situación en Argentina y su primer relato de la Guerra Civil (acerca de uno de los niños-milicianos de su columna).

En 1943 llega el golpe militar y la irrupción del peronismo. Mika contempló cómo el movimiento anti-fascista se alejó de las luchas internacionalistas, para caer en el nacionalismo.

Ante esta situación Mika vuelve a Francia en 1946. Se encuentra con viejas amistades y camaradas, entre otros con  sus grandes amigos Marguerite y Alfred Rosmer. Mika trabaja como traductora y vive en París. Junto a sus camaradas constituye el “Circulo de Zimmerwald”.

En mayo de 1968 Mika, con 66 años, ayuda a levantar barricadas. En 1978 participa en la “ciudad de la luz” en las  marchas contra la dictadura militar argentina. Falleció en 7 de julio de 1992.

historiadora
Fuente:
https://www.atlanticaxxii.com/mika-etchebehere-una-revolucionaria-al-mando-de-milicianos/
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