"No hecho por esclavos": una economía política laica del capitalismo ético

Browen Everill

27/12/2020

Los académicos tienden a discutir el capitalismo y la esclavitud a través de la contribución de la esclavitud a la inversión de capital que hizo posible la industrialización;[1] de las innovaciones de crédito a largo plazo y seguridad; de las hipotecas que permitió el comercio de esclavos;[2] o de las culturas de capitalismo industrial que emergieron de la disciplina del trabajo esclavo.[3] Los historiadores también han usado las culturas del capitalismo industrial para explicar el ascenso del sentimiento abolicionista en la Era de las Revoluciones.[4] Pero, ¿qué pasa con el abolicionismo allá donde la industrialización no se estaba dando, en partes de África Occidental, por ejemplo? ¿Por qué actores alrededor del Mundo Atlántico pudieron enmarcar sus objeciones a la esclavitud en forma de abstención, boicots y sanciones comerciales? ¿Y por qué algunos de quienes se oponían al comercio de esclavos y al trabajo esclavizado vieron el consumo como una solución, una forma de activismo que puede resultar familiar a los compradores de café de comercio justo, o de ropa de origen ético o huevos de corral?[5]

En mi nuevo libro, Not Made By Slaves: Ethical Capitalism in the Age of Abolition (Hardvard UP, 2020), veo cómo la revolución de consumo del siglo XVIII conformó la manera en la que los abolicionistas alrededor del Mundo Atlántico se implicaron en el problema de la esclavitud. Enfocando tanto el lado de la oferta como el de la demanda, el libro atiende al desarrollo de las prácticas cotidianas del negocio «ético» con fines a socavar el comercio atlántico de esclavos y, después, el trabajo esclavizado.

Llegué a este tema por mi interés en el Free Produce Movement [boicot de productos hechos con mano de obra esclava y promoción de aquellos elaborados con trabajo libre] y en compañías, como la empresa británica Macaulay & Babington o la Brown & Ives en Rhode Island, que estuvieron haciendo negocios en lugares como Sierra Leona tras la abolición del comercio legal de esclavos. Quería conocer más sobre cómo estas empresas se vinculaban: ¿cómo encontraron mercados para productos de África Occidental vendedores del «comercio legítimo» como Macaulay & Babington? ¿Explotaron la existencia de demanda, o usaron sus credenciales antiesclavistas para apelar a los consumidores? ¿Y cómo generaban sus productos las tiendas Free Produce? ¿Se coordinaron con comerciantes legítimos o buscaron sus propias cadenas de suministros? ¿Y cómo se aseguraban los consumidores de esas tiendas de que estaban comprando productos que eran genuinamente «no hechos por esclavos»?

Lo que emergió de esta investigación en el cambio de la ética empresarial, sin embargo, fue una cantidad prolífica de escritos que exploraban y explicaban la moral racional que lo sustentaba. Periódicos, poemas, polémicas, tratados religiosos, actas de reuniones de accionistas, correspondencia empresarial y publicidad impresa: todo esto contribuyó a formar algo así como una economía política laica del capitalismo ético. En el corazón de ella estaba la cuestión de la responsabilidad del consumidor dentro del mercado. Los abolicionistas argumentaban que los consumidores incentivaban a los productores a usar trabajo esclavizado al comprar sus productos. Algunos argüían que abstenerse de esos productos sería el mejor camino para cambiar el sistema, pero otros sostenían que encontrar, en su lugar, alternativas de trabajo libre llevaría a la emancipación, en tanto que los propietarios de plantaciones de algodón y azúcar que habían estado sacando beneficio del trabajo esclavizado se darían cuenta de que la «producción libre» era lo que el consumidor demandaba. Estos abolicionistas quisieron defender que los mercados por sí mismos podían forzar a consumidores y productores a un comportamiento más moral, y experimentaron con diferentes fuentes de suministros, diferentes regímenes de tarifas y diferentes métodos de producción en orden de intentar baja los precios.

Uno de los principales argumentos del libro es que África Occidental fue un sitio donde tuvo lugar mucha de esta experimentación para determinar qué era ético y cuál era la mejor fuente de productos de trabajo libre. El comercio internacional jugó un importante papel en forzar a mercaderes, productores y consumidores a resolver qué era y qué no era ético en el comercio, ya que tuvieron que negociar a través de diferentes normas culturales y religiosas. ¿Cómo serían cobradas las deudas comerciales cuando no pudieran ser usadas como avales las personas esclavizadas cautivas? ¿Cómo responderían los mercados de consumo de África Occidental frente a un cambio en el papel-moneda y a una huida de dinero-mercancía? ¿Qué bienes podrían ser considerados éticos en los estados revolucionarios fulanis?  La comprensión de cómo se desarrollaron normas comerciales y cambios de ideas en la economía política en lugares como Futa Toro o Sokoto, o entre los Temne en Sierra Leona, ayuda así a explicar por qué el comercio atlántico en África Occidental se desarrolló de la manera en que lo hizo tras la abolición de la trata legal de esclavos.

El foco en África Occidental ayuda también a iluminar las preguntas sin respuesta de a quién supuestamente beneficiaría la abolición; ¿para quién era un capitalismo más ético? Los abolicionistas que se centraron en las soluciones de mercado para el problema de la esclavitud apelaron con regularidad al interés de los consumidores –creyeron que los bienes del trabajo libre serían más baratos. Esperaban que los consumidores incentivarían entonces la emancipación entre los productores que usaban a personas esclavizadas como fuerza de trabajo. En África Occidental, sin embargo, los mismos abolicionistas esperaban que el cambio a un comercio legítimo mostraría una transición comercial sin daños para los beneficiarios de la trata de esclavos, los consumidores de África Occidental que hicieron posible el comercio de personas esclavizadas. Como sostengo en el libro, mientras que los supuestos beneficiaros del capitalismo ético fueron los fabricantes, los argumentos más persuasivos e influyentes formulados por esos movimientos eran aquellos que promovían el poder del consumidor –tanto de recibir beneficios del capitalismo global como de dirigir su moralidad.

Incluso África Occidental puede ayudarnos a recordar que la relación entre abolicionismo y capitalismo era algo más que desarrollo industrial: tenía que ver con la responsabilidad moral de los consumidores dentro de la economía de mercado global.

 

Más lecturas:

Brown, Christopher Leslie. Moral Capital: Foundations of British Abolitionism, Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2006.

Clarence-Smith, William Gervase. Islam and the Abolition of Slavery. Oxford: Oxford University Press, 2006.

Diouf, Sylviane A., ed. Fighting the Slave Trade: West African Strategies. Athens: Ohio University Press, 2003.

Everill, Bronwen. Not Made By Slaves: Ethical Capitalism in the Age of Abolition. Cambridge, MA: Harvard University Press, 2020.

Glickman, Lawrence. Buying Power: A History of Consumer Activism in America. Chicago: University of Chicago Press, 2009.

Greene, Sandra. “Minority Voices: Abolitionism in West Africa,” Slavery & Abolition vol. 36, no. 4 (2015); 642-661.

Holcomb, Julie. Moral Commerce: Quakers and the Transatlantic Boycott of the Slave Labor Economy. Ithaca: Cornell University Press, 2016.

Jones, Hilary. The Metis of SenegalUrban Life and Politics in French West Africa. Bloomington, IN: Indiana University Press, 2013.

Law, Robin, Suzanne Schwarz, and Silke Strickrodt, eds., Commercial Agriculture, the Slave Trade and Slavery in Atlantic Africa. Rochester, Boydell and Brewer, 2013.

Major, Andrea. Slavery, Abolitionism, and Empire in India. Liverpool: Liverpool University Press, 2012.

Scanlan, Padraic. Freedom’s Debtor’s: British Antislavery in Sierra Leone in the Age of Revolution. New Haven: Yale University Press, 2017.

Ware III, Rudolph T. The Walking Qur’an: Islamic Education, Embodied Knowledge, and History in West Africa. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2014.



[1] Eric Williams, Capitalism and Slavery (London, 1944) [trad. cast.: Capitalismo y esclavitud (Madrid: Traficantes de Sueños, 2011)]; Joseph Inikori, Africans and the Industrial Revolution in Britain (Cambridge, 2002).

[2] Robin Pearson and David Richardson, “Social Capital, Institutional Innovation and Atlantic Trade before 1800,” Business History vol. 50, no. 6 (2008): 765-780; Joseph Inikori, “The Credit Needs of the African Trade and the Development of the Credit Economy in England,” Explorations in Economic History vol. 27 (1990): 197-213; Bonnie Martin, “Neighbor-to-Neighbor Capitalism: Local Credit Networks and the Mortgaging of Slaves,” in Slavery’s Capitalism, ed. Sven Beckert and Seth Rockman (Philadelphia, 2016), 107-121.

[3] Caitlin Rosenthal, Accounting for Slavery: Masters and Management (Cambridge, MA, 2018).

[4] Thomas Haskell, David Brion Davis, and John Ashworth in Thomas Bender, ed. The Antislavery Debate (Chapel Hill, 1992).

[5] Ver, por ejemplo, Julie Holcomb, Moral Commerce (Ithaca, 2016); Lawrence Glickman, Buying Power (Chicago, 2009).

 

es doctora en Historia por el King’s College de Londres e investigadora en la Universidad de Cambridge. Autora de Not Made By Slaves: Ethical Capitalism in the Age of Abolition (Harvard UP, 2020) y Abolition and Empire in Sierra Leone and Liberia (Palgrave, 2012) y coeditora de The History and Practice of Humanitarian Intervention and Aid in Africa (Palgrave, 2013).
Fuente:
https://ageofrevolutions.com/2020/10/16/not-made-by-slaves-a-laymans-political-economy-of-ethical-capitalism/
Traducción:
Roberto Álava

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