¿Qué era la socialización? Una mirada al pasado

Jacob Blumenfeld

20/01/2023

En la crisis económica y política actual son muchos los que defienden la socialización de bienes públicos como la vivienda o las infraestructuras. Hace un siglo tuvo lugar un debate similar en la Alemania de postguerra, en plena revolución alemana de 1918-1919. Puede ser útil revisitar esos debates, sobre todo para clarificar el significado del término “socialización”.

¿Qué es la socialización? es uno de los siete artículos que el jurista Karl Korsch escribió sobre este tema entre 1919 y 1920. Korsch estudió en Jena, fue un miembro del SPDI, trabajó en la Comisión para la socialización en Berlín y escribió muchas obras seminales sobre derecho laboral, consejos de trabajadores y filosofía marxista. Este texto en concreto de 1919 proporciona un claro programa para socializar la economía mediante transformaciones en la propiedad y el control de los recursos que se realizarían de abajo arriba y de arriba abajo, de cara a proteger el orden económico socialista previsto de las posibles amenazas de controles antidemocráticos que vinieran desde arriba o de los intereses provincianos que vinieran desde abajo. El texto es una continuación de otra contribución suya de 1912, titulada La fórmula socialista para la organización de la economía, en la que criticaba a los socialistas alemanes de la época por no disponer de un programa económico claro. Escribió:

"Si uno pregunta a un socialista qué entiende por “socialismo”, en el mejor de los casos recibirá una respuesta que incluye una descripción del “capitalismo” y el argumento de que el socialismo eliminará ese capitalismo mediante la socialización de los medios de producción.

Socialismo significa anticapitalismo. El término “socialización de los medios de producción” tiene un claro sentido negativo, su aspecto positivo está vacío y falto de sentido.

Este vacío de la fórmula socialista para organizar la economía era y es inocua en la medida en que la efectividad práctica del socialismo esté limitada a combatir y eliminar los malestares existentes. Se vuelve pernicioso en el preciso momento en el que el socialismo, de alguna manera, se hace con el gobierno en alguna parte y ahora está llamado a llevar a cabo la organización socialista de la economía".

Desafortunadamente, la crítica de Korsch de la vacuidad de la socialización como fórmula no fue asumida. Incluso él mismo renunció a responder a la cuestión en los siguientes siete años. Qué es la socialización es su primer intento de teorizar una respuesta adecuada. Comienza asentando que:

"La socialización [Sozialisierung] exigida por el socialismo implica una nueva regulación de la producción que tiene el objetivo de reemplazar la economía capitalista privada por una economía socialista comunal. Su primera fase consiste en la socialización [Vergesellschaftung] de los medios de producción y la emancipación del trabajo que resulta de ella. Su segunda fase consiste en la socialización del trabajo (Korsch, 1919, p. 60)."

Korsch es claro: la socialización no es una cuestión de “medidas parciales” como el reparto de beneficios, las reformas laborales o las políticas económicas mixtas. En vez de ello, busca introducir una Economía socialista comunal (Gemeinwirtschaft) al transformar el control, la propiedad y la regulación de la producción, lo cual a su vez permite la reorganización del trabajo. Según Korsch, existen dos estrategias socializadoras, dependiendo de si se da una expropiación de los propietarios privados o no:

"Uno puede socializar sacando los medios de producción de la jurisdicción de los capitalistas individuales (expropiación) y colocándolos bajo la jurisdicción de los funcionarios públicos (nacionalización, comunalización y otras formas). Y uno puede socializar mediante la transformación a nivel interno del contenido de la propiedad privada de los medios de producción, sin expropiar a los propietarios (p. 66)."

Korsch defiende la primera opción argumentando que una socialización sin expropiación no es una verdadera socialización. “¡No puede haber socialización de los medios de producción sin eliminar completamente, de forma gradual o de un plumazo, al propietario privado del proceso social de producción!” (p. 66). Criticando las posturas de algunos como Eduard Bernstein, Karl Kautsky u otros que querían mantener algunas formas de propiedad privada en ciertas industrias, Korsch cree que dejar intacta cualquier forma de propiedad privada en los medios de producción bloquea la posibilidad de regular la economía concebida en su conjunto, y esa es la primera condición para una economía comunal socialista.

Debe decirse, sin embargo, que la idea de socialización de Korsch que exige una ruptura radical no era la norma en esa época, sino más bien una visión minoritaria. Para muchos socialistas las condiciones de socialización estaban ya presentes en las propias fuerzas productivas gracias a la naturaleza tremendamente concentrada de muchas industrias durante la guerra y después de esta, junto con su mostrada capacidad de eficiencia técnica. Para Eduard Bernstein y Rudolf Hilferding, por ejemplo, la socialización implicaba radicalizar las tendencias socializantes que estaban en marcha en la economía actual, y no romper con aquellas. Por su parte, Korsch, igual que Rosa Luxemburgo o Richard Müller, defendieron una ruptura radical con el orden político y económico. Para él, no había forma de evitar enfrentarse a los dueños del capital y a sus defensores políticos. Cualquier otra cosa les dejaría intactos con el suficiente poder económico como para obstaculizar una mayor socialización.

La novedad clave en Korsch es su idea de que la socialización no puede consistir simplemente en una forma de transferencia de la propiedad al público, o a los trabajadores, sino que debe desarrollar niveles intermedios de autonomía entre el Estado y los productores de tal manera que se garantice que el capitalismo no reaparecerá aunque hayan cambiado los propietarios. Previno en contra de priorizar los intereses de los consumidores o de los productores cuando se determinase el cómo regular las relaciones sociales de producción: esas “supuestas” socializaciones solo reemplazarían el capitalismo con un “nuevo capitalismo” (p. 68). Esto quiere decir que, para Korsch, socialización no quiere decir simplemente nacionalización (a la que él llama Capitalismo de Estado o del Consumidor) ni tampoco sindicalización (a la que llama Capitalismo de Productores) sino autonomía industrial, que implica el control de los trabajadores, cuya propiedad es comunal, con instituciones anidadas de autonomía regulada entre los trabajadores, las plantas, los sindicatos y el Estado.

¿Cómo alcanza uno ese objetivo? Korsch argumenta que existen tres vías para la socialización en el presente: la legislativa, la cooperativa y la lucha de clases. La primera vía confía en la acción política para forzar al Parlamento y a las autoridades locales para que socialicen ramas individuales de la producción; la segunda está basada en la creación libre de cooperativas de producción y de consumo que puedan ganar en la competición a otras formas de producción; y la tercera consiste en la lucha de clases de los trabajadores para conseguir más derechos de codeterminación y reconocimiento de las asociaciones obreras y sus representantes en el puesto de trabajo. Para Korsch, solo la tercera opción tiene el potencial, en los momentos revolucionarios, de “eliminar al empresario capitalista del control del proceso productivo y colocarle bajo el control de la totalidad de los que participan a nivel de planta” (p. 81).

Esto quedó ejemplificado notablemente, según él, en el programa de la Liga Espartaco, escrito por Rosa Luxemburgo. Es más, esta acción tenía una ventaja psicológica sobre otras formas de socialización en la medida en que la lucha de clases de los trabajadores por autodeterminarse en el propio puesto de trabajo desarrolla fuertemente “esos impulsos psíquicos en el proletariado sin los que la economía no puede existir” (p. 81). En otras palabras, socializar mediante la acción de los trabajadores crea también las condiciones subjetivas (no solo las objetivas) para que la socialización general pueda triunfar. El problema de esta acción es, en primer lugar, que depende de momentos de "fervor revolucionario" y, en segundo lugar, que sus acciones también deben ser legitimadas retroactivamente por cualquier "poder supremo" que llegue al mando después de la revolución (p. 81). Cuando ya no hay posibilidad de estas tres formas de socialización, solo quedan los esfuerzos educativos para mantener viva la idea para el futuro. La creación de una cultura de socialización es, por tanto, tarea de aquellos individuos con "anhelo apasionado y exuberancia revolucionaria" que nunca quedarán satisfechos "por el desarrollo siempre lento, a menudo vacilante y regresivo de las relaciones sociales de producción" (p. 81).

En los artículos sobre la socialización que escribió después de este texto, Korsch desarrolló con más profundidad sus ideas, centrándose en dos demandas. La primera, que la socialización es la unidad práctica de la teoría de la praxis, y la segunda, que la socialización no puede venir exclusivamente desde arriba (con su déficit democrático) ni exclusivamente desde abajo (con su déficit de planificación), sino que necesita una coordinación entre cuerpos intermedios, que no son sino los consejos. En “La cuestión de la oscialización antes y después de la revolución” (1919), el rol del control obrero y la participación en el proceso de socialización cobra una importancia inusitada:

"Hoy, cuando se reclama la "socialización", ya no se exige simplemente que los medios de producción pasen a ser propiedad del conjunto o que se ejerza un "control desde arriba". Más bien, junto a este control desde arriba, cualquiera que sea la forma en que se lleve a cabo, debe existir un "control desde abajo" igualmente eficaz, en el que la propia masa de trabajadores (manuales e intelectuales) participe decisivamente en la gestión de las empresas, o al menos en el control de esta gestión" (Schriften Zur Sozialisierung, p. 53).

La socialización tiene, pues, dos exigencias: la planificación económica desde arriba y la democracia laboral desde abajo. Por un lado, la producción privada según los caprichos de los empresarios debe ser sustituida gradualmente por una "gestión planificada de la producción y la distribución por la sociedad", y por otro, la "autocracia" de la clase patronal debe ser eliminada ya mismo (p. 53). Mientras que la planificación económica solo puede hacerse tras una ruptura revolucionaria, la democracia en el lugar de trabajo puede conseguirse ya. Pero, ¿cómo pueden combinarse de forma adecuada? La respuesta de Korsch a esta cuestión de la coordinación entre planificación y democracia es el sistema de consejos. Cómo se haría exactamente es algo que no deja claramente explicitado aquí. Sin embargo, desde entonces han sido muchos los pensadores que han intentado abordar este problema: desde el sistema de consejos puro de Richard Müller hasta los planes de socialización completa de Otto Neurath, desde los defensores del socialismo algorítmico hasta los que propugnan por una democracia iterativa.

En nuestro momento actual, en el que los llamamientos a la socialización han vuelto a hacerse realidad, revisar este debate no podría ser más urgente. Korsch presenta solo un ejemplo de la diversidad de planes de socialización para la transición económica hacia una economía comunal de las necesidades. Sin embargo, hoy en día muchos llamamientos a la socialización no se centran en la economía en su conjunto, ni siquiera en industrias concretas, sino en bienes públicos básicos para los consumidores, como el transporte, la vivienda, la atención sanitaria y la energía. Esta es una diferencia clave con los conceptos de socialización del pasado, que se centraban más en los beneficios de la socialización para los trabajadores en particular y para la economía en general. Esto significa que la demanda actual de socialización requiere necesariamente diferentes justificaciones normativas y diferentes estrategias de aplicación, dado el diferente tipo de objeto a socializar. No obstante, todavía hay mucho que aprender de la claridad conceptual, la pluralidad económica y las visiones integrales del primer debate sobre la socialización, que no sólo incluía planes específicos de reforma económica como los de Korsch, sino que, lo que es más importante, destilaba confianza en que la transformación fundamental de las relaciones de propiedad en la sociedad en general era posible, realista, incluso obvia.

Bibliografía:

Kellner, Douglas (ed.), Karl Korsch: Revolutionary Theory (Austin: University of Texas Press, 1977)
Korsch, Karl, “Die sozialistische Formel für die Organisation der Volkswirtschaft”. Die Tat, IV/9, (1912)
Korsch, Karl, “What is Socialization” (1919), New German Critique, No. 6 (Autumn, 1975)
Korsch, Karl, Gesamtausgabe, Band 2, ed. Michael Buckmiller (Hannover: Offizin, 1980)
Korsch, Karl, Schriften zur Sozialisierung (Frankfurt am Main: Europäische Verlagsanstalt, 1969)

 

es asistente de investigación en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Oldenburg. Actualmente trabaja en dos proyectos de libro: en primer lugar, una monografía sobre la propiedad y la libertad en Kant, Fichte y Hegel, y en segundo lugar, un libro sobre la expropiación y la socialización de la propiedad.
Fuente:
Strukturwandel des Eigentums, 15 de enero de 2023
Traducción:
Julio Martínez-Cava

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