Guillermo Oglietti
16/05/2024¿Es lo mismo Milei que Meloni?, ¿Trump que Bolsonaro? o ¿el uribismo colombiano que la derecha ecuatoriana? ¿A quién se parece a Bukele? Presentamos un juego de similares para encontrar las diferencias en la derecha global. Analizamos las posturas de 7 líderes conservadores (5 latinoamericanos, Milei, Bolsonaro, el uribismo, la derecha ecuatoriana de Lasso y Noboa y Bukele, más Trump y Meloni), respecto a un listado de 18 políticas económicas que nos permiten identificar sus preferencias en función de las políticas o la retórica que al respecto sostiene cada uno (véase más adelante el cuadro). La primera conclusión es que la etiqueta “derecha” describe poco y nada. Hay muchas diferencias y solo una coincidencia.
El menú de alternativas de políticas económicas es amplio y los líderes conservadores se mimetizan con las preferencias ciudadanas y descartan, cuando conviene, las ideológicas. Es así, incluso para el nuevo profeta de la Libertad, Javier Milei, quien renunció al principio del anarcocapitalismo cuando comenzó a regular los precios de las empresas de medicina prepaga a tan solo 3 meses de haberlo liberalizado apenas inició su mandato. Es que la gran mayoría de los ciudadanos no son absolutamente de izquierdas ni absolutamente de derechas, sino más bien son biconceptuales (concepto desmenuzado por George Lakoff), es decir, que sobre algunos temas de la realidad asumen posiciones de derecha y, sobre otros, de izquierda. Así, las diferencias que vemos entre las derechas regionales pueden responder a la disyuntiva entre ajustarse a sus principios ideológicos o aproximarse a las preferencias biconceptuales de su electorado. Como veremos al finalizar, la segunda conclusión es que las derechas más jóvenes, como la de Milei y la ecuatoriana, son más radicales que las derechas con más historia, como la de los países desarrollados y el uribismo. Bukele no es una excepción a esta conclusión, porque Bukele es tan biconceptual como sus electores.
Veamos los parecidos y diferencias:
Obsesión con el déficit fiscal
No todos están obsesionados con el déficit fiscal como Milei. Para el resto de las derechas, el déficit es amor. Ni Trump, Bukele, Bolsonaro, ni Noboa o Meloni hacen de la retórica anti déficit una cuestión de Estado ni una prioridad. La posición de Milei es definitivamente más extrema incluso que la del uribismo ya que este nunca sacrificaría sus objetivos primordiales para lograr el superávit fiscal.
Ajuste del gasto
En lo que todos los líderes de la derecha coinciden, y en lo único que concuerdan, es en reducir el gasto público. Este es el caballito de batalla sobre el que galopa toda la derecha global, aunque hay muchas diferencias sobre cómo lograr esta reducción del gasto. Veamos las diferencias:
- Reducción gasto social
Afortunadamente no todos ponen el énfasis en el ajuste del gasto social, que recae sobre las espaldas de los ciudadanos de a pie. Ni Trump, ni Bukele, ni el uribismo, quienes de ninguna forma podrían ser considerados líderes humanistas a juzgar por sus acciones represivas y militares, consideran que los esfuerzos de ajuste deben depositarse sobre el gasto social. Milei, Bolsonaro, Lasso/Noboa y Meloni, por el contrario, prefieren ajustar las políticas sociales desarmando lo poco que exista del Estado de Bienestar en cada país.
- Reducción del empleo público
Al parecer, la reducción del empleo público tampoco es una prioridad para la derecha de los países desarrollados. Ni Meloni, ni Trump apuntan a esta vertiente para reducir el gasto público, a diferencia de todos los líderes latinoamericanos conservadores, para quienes los trabajadores del Estado son más enemigos públicos que empleados.
- Subsidios a tarifas
En donde más disiente la derecha es en cuanto a los subsidios. Solo Milei y la derecha ecuatoriana se concentran en recortar los subsidios a las tarifas u otras actividades económicas. Por el contrario, no es un problema para el uribismo, ni para Trump, Meloni, Bolsonaro y Bukele. Por pragmatismo político o por prioridad productivista, estos 5 países son capaces de ir contra la doctrina liberal y evitar el desguace de las políticas que crean trabajo, inversión o producción, mientras que la derecha ecuatoriana y Milei, por el contrario, dan la vida por el dogma.
- Recorte del gasto en salud
Al parecer, para los conservadores la salud es un gasto y no una inversión. Con las excepciones de la derecha de Colombia y Bukele, todos los conservadores parecen considerar que la oferta de salud pública debe reducirse, incluida la europea Meloni, que en este aspecto disiente de la mayoría de sus colegas europeos.
- Recorte a la educación
En cuanto a la educación pública, Trump, Bolsonaro y la derecha de Ecuador están a favor de ajustarla. Son países donde la educación de calidad ha sido desde siempre un lujo para la élite porque el mercado así lo resuelve y solo puede educarse quien puede pagarlo. A este grupo se suma ahora la argentina de Milei, que sostiene el mismo criterio a contramano de la larga tradición de la escuela pública en Argentina. Por el contrario, ni los colombianos, ni Bukele, ni Meloni tienen a la educación como uno de sus blancos preferidos para reducir el gasto público.
- Recorte a las pensiones
La única derecha latinoamericana que no propone reducir las pensiones es Bukele, que coincide en este aspecto con Meloni y Trump. En cambio, ajustar las pensiones, es decir, la calidad de vida de los mayores, es un eje para Milei, Bolsonaro, el uribismo y la derecha de Ecuador.
- Inversión pública
La inversión pública, un componente importante de las erogaciones del Estado, son parte activa de las políticas de Meloni, Trump y Bukele, mientras que, por el contrario, las derechas sudamericanas menosprecian este instrumento y coinciden en el objetivo de reducir la inversión pública, a pesar de los déficits de infraestructura que padece el cono sur.
Proteccionismo
Donde las derechas latinoamericanas más se diferencian respecto de sus pares europeos es en el comercio internacional. El modelo de globalización de libre mercado que promovió el Consenso de Washington de los 90s, fue sentenciado a muerte en el mismo tribunal que lo parió, con Trump a la cabeza de la cruzada antiglobalizadora y Meloni acompañando este liderazgo de cerca. En cambio, la derecha Latinoamericana adscribe, sin matices, a las versiones más globalizadoras del comercio internacional. No perciben los cambios tectónicos en la geopolítica global. La asimetría de políticas, entre el proteccionismo del norte y el librecomercio en el sur, es el fertilizante que nos conduce de retorno al modelo de colonia proveedora de materias primas y consumidora de bienes industriales que rigió desde 1942.
Soberanía monetaria
Solo Milei tiene la ocurrencia de abandonar la moneda nacional. Hay otros 3 países dolarizados en la muestra, es decir, países que tuvieron esta ocurrencia en el pasado: Ecuador, que se dolarizó en 1999, Italia que abandonó la Lira al unirse al euro en el mismo año y El Salvador que se dolarizó en 2001. La derecha ecuatoriana no ha demostrado intenciones de volver a la moneda propia. Meloni sostuvo una retórica contra el euro cuando era candidata, pero no ha movido fichas desde que alcanzó el gobierno. Bukele no parece conforme con la dolarización a la que considera una debilidad y, dado que carece de moneda propia, al menos apunta a la competencia de monedas, en especial, apostando por el Bitcoin.
Moneda competitiva
Bolsonaro, el uribismo y Trump comparten la preocupación sobre la pérdida de competitividad que genera una moneda propia apreciada. Meloni tiene poca capacidad de influencia sobre las políticas cambiarias del Banco Central Europeo, pero su rechazo al aumento del tipo de interés del Banco Central Europeo puede interpretarse de la misma forma que una preferencia por una moneda europea más competitiva. Los restantes líderes conservadores latinoamericanos, entre ellos Milei, toman al tipo de cambio como una variable que define el mercado sin percibir la importancia que esta variable tiene sobre las capacidades productivas de un país y el bienestar de sus ciudadanos.