Turquía: Erdogan intenta esquivar su impopularidad

Esen Uslu

27/03/2021

Retirarse de la Convención de Estambul para prevenir y combatir la violencia contra la mujer y la violencia doméstica es parte de un intento desesperado por agrupar un bloque electoral ganador.

Es evidente que el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) del presidente Recep Tayyip Erdogan y su socio de coalición, el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), no podrían ganar unas elecciones generales en un futuro previsible. Erdogan y su camarilla lo entienden bien. Según varias encuestas de opinión sucesivas, la posible cuota electoral de AKP es de aproximadamente el 30%, mientras que MHP tendría mucha suerte de obtener un 7%.

Esto deja a Erdogan dos opciones: deshacerse de las limitaciones que le impone el actual sistema democrático o mantenerlo pero con un nuevo conjunto de reglas. Pero para abolir cualquier pretensión de democracia y retener el poder, necesitaría un cambio sustancial en su política exterior. Por ejemplo, si las tensiones en el Medio Oriente y el Mediterráneo oriental continúan aumentando, provocando una crisis regional o incluso una guerra, podría aprovechar y gobernar por decreto sin elecciones. Lo que, por supuesto, requeriría una diplomacia cuidadosa en relación con EEUU y Rusia, y también tendría que tener en cuenta a otros actores, como Israel, Irán y los jeques del Golfo.

Para hacer que esta situación sea manejable, Erdogan necesita satanizar al movimiento de liberación kurdo como 'terroristas', como el archienemigo. Hacer frente a los 'terroristas' kurdos ha sido el pretexto para invadir y ocupar amplias extensiones de territorio a lo largo de las fronteras con Irak y Siria. Pero si la posible crisis no se materializa (como sucedió en la intervención de Turquía en la guerra civil de Libia, o su disputa con Egipto por la exploración de hidrocarburos submarinos, o la disputa de las zonas marítimas exclusivas con Grecia), Erdogan es lo suficientemente flexible para adaptarse sin perder la cara, mientras mantiene encendidas las brasas, para avivarlas cuando sea necesario.

Para retener el poder jugando a la democracia, Erdogan necesita socavar cualquier indicio de propósito común con la oposición. Necesita obtener apoyo para su actual coalición, o de lo contrario formar una coalición alternativa con aliados previamente descartados. En los últimos meses, por ejemplo, hemos visto como de han dado pasos cuidadosamente planificados para cortejar a los restos del antiguo movimiento islamista Millî Görüş (Perspectiva Nacional), que hoy está representado por Saadet Partisi (El Partido de la Felicidad). Saadet no tiene representación en el parlamento actualmente, pero proporciona una salida para los descontentos dentro del AKP y el conservadurismo islamista en general.

Hagia Sophia, la famosa catedral del Imperio romano oriental, que fue convertida en mezquita en el siglo XV y nuevamente convertida en museo a principios de la era republicana, ha sido una potente causa del revanchismo islamista, y el año pasado Erdogan la convirtió una vez más en una mezquita. Su jefe de asuntos religiosos dio el primer sermón del viernes mientras sostenía una espada que representaba la santa conquista. El gobierno nombró a un conocido fanático religioso, profesor de asuntos religiosos, como imán principal. Y ha aprovechado esta cabeza de puente que le dio el gobierno turco para comentar sobre casi todos los temas políticos.

Erdogan ha visitado al venerable anciano de Visión Nacional, el exministro Oğuzhan Asiltürk, en su casa para rendirle homenaje. Esta ha sido su primera visita a uno de sus mentores desde que formó el AKP. Se calificó de “visita privada” y no se ha revelado nada sobre lo discutido. Sin embargo, es evidente que Erdogan estaba explorando la posibilidad de un nuevo modus vivendi con Saadet.

Una de las objeciones importantes planteadas por Saadet al gobierno de Erdogan ha sido la firma del Convenio de Estambul, elaborado por el Consejo de Europa para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica, alegando que socavaba los valores familiares islámicos tradicionales y los roles de genero. La abrupta retirada de Turquía de la convención hace unos días fue una satisfacción para Saadet, así como para el conservadurismo islamista en su conjunto.

Erdoğan también está tratando de hacer propuestas a İyi (el Partido Bueno), formado después de una escisión del actual socio de coalición de Erdoğan, el MHP, y la unión con ex miembros del CMP, el tradicional partido de la oposición kemalista. İyi ha formado una alianza electoral con el CHP socialdemócrata y ahora es el cuarto mayor partido en el parlamento.

En ese sentido, Erdogan está jugando la carta kurda. Como la mayoría del CHP, İyi parece encantado con los ataques del régimen contra el movimiento de liberación kurdo, y permanece en silencio ante las graves atrocidades cometidas por las fuerzas armadas.

Erdogan está tratando de dividir al bloque electoral CHP-İyi usando las importantes divergencias que tienen entre ellos sobre la guerra en Kurdistán. Por ejemplo, utilizó el fracaso de la operación de rescate para liberar a los soldados turcos capturados y retenidos por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La operación de cuatro días a mediados de febrero terminó en un baño de sangre. Todos los cautivos, así como muchos soldados del ejército y combatientes del PKK, murieron en Gâre, en el Kurdistán iraquí.

Erdogan confiaba en tener éxito. Prometió en uno de sus discursos a la nación que volvería con buenas noticias. Pero cuando llegó el día y quedó claro que la operación había fracasado, decidió dejar que su ministro de Defensa arreglara el desastre; este último presentó todo como un éxito.

HDP y elecciones

En el panorama electoral, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), pro-kurdo de izquierda, al menos ha mantenido su cuota de votos y tal vez esté consiguiendo algo de apoyo entre las clases medias urbanas descontentas.

Pero Erdogan ha tomado medidas legales para prohibir el HDP. Sabe muy bien que ilegalizar el HDP no significaría mucho, ya que ya se ha creado un partido embrionario de reemplazo para hacerse cargo. El fiscal ha emprendido acciones legales en el tribunal supremo, pero una manifestación masiva para celebrar Newroz, la festividad del año nuevo kurdo, ayudó a hacerlo evidente. Los kurdos no se dejan intimidar por la opresión estatal.

Eliminar al HDP exigirá una preparación cuidadosa, dispersar el bloque parlamentario kurdo y asegurar una victoria para Erdogan en las elecciones previstas para 2023. Tendrá que decapitar al partido encarcelando a sus dirigentes más importantes. Mientras tanto, Selahattin Demirtaş, ex copresidente del HDP, sigue en la cárcel a pesar de un fallo del tribunal constitucional, por no hablar de la Corte Internacional de Derechos Humanos. Demirtaş ha sido condenado por una sentencia adicional de tres años por difamar al presidente Erdogan

Casi todos los alcaldes electos de las ciudades kurdas están ahora en la cárcel, después de haber sido reemplazados por administradores municipales designados por Erdogan. La mayoría de los parlamentarios del HDP que llevaron a cabo negociaciones de "paz" con el gobierno también han sido encarcelados. Incluso el reconocido defensor de los derechos humanos islamista, Ömer Faruk Gergerlioğlu, exlíder de Mazlum-Der (la Asociación para los Derechos Humanos y la Solidaridad con los Oprimidos) y diputado del HDP, ha sido condenado con una acusación falsa y despojado de la inmunidad parlamentaria. Intentó organizar una protesta encerrándose en las oficinas parlamentarias del HDP. Pero fue detenido a primera hora por la mañana por la policía cuando estaba haciendo su ablución ritual en preparación para las oraciones matutinas.

No tardaron en ponerse en marcha más preparativos para manipular las próximas elecciones. Los límites provinciales de Diyarbakır han sido modificados por un decreto presidencial, con una proporción considerable de la población transferida a la provincia de Muş con fines electorales, lo suficiente como para cambiar el equilibrio a favor de Erdogan. Se espera que sigan muchas otras medidas de manipulación, incluida la propia ley electoral. El infame umbral electoral, según el cual se necesita el 10% del voto total para que cualquier partido esté representado en el parlamento, se ha convertido en una desventaja para los aliados de Erdogan del MHP. Se analiza reducirlo al siete o incluso al cinco por ciento. También es posible un nuevo sistema mayoritario de distritos electorales unipersonales.

Si bien las maniobras de Erdogan y compañía son bastante claras, la respuesta de la oposición no lo es en absoluto. La falta de un partido de izquierda con un programa democrático claro es dolorosamente obvia. Esperar que el HDP cumpla ese papel ha resultado insostenible en una atmósfera en la que cualquier apoyo al movimiento de liberación kurdo se convierte en un ataque a los intereses nacionales turcos, y se ha convertido en una chaqueta de fuerza contra la izquierda patriótica. Tenemos un largo camino por recorrer para actuar juntos.

es un analista político residente en Estambul que contribuye artículos regularmente a las revistas Sercesme y Sakayak.
Fuente:
https://weeklyworker.co.uk/worker/1340/erdogan-tries-to-cheat-unpopularity/
Traducción:
Enrique García

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