Unión Europea: los nuevos ejes del NO

Michael R. Krätke

03/03/2013

Cumbre de la UE.— En el compromiso
presupuestario provisional, Londres y Berlín coincidieron como hacía mucho que
no lo hacían. París erró el cálculo, pero el Parlamento de la UE interpondrá su
veto.

Consuelo:
la cumbre presupuestaria de la UE en Bruselas fue el comienzo, no el final de
la pugna en torno a las finanzas de la Unión Europea. Esa comunidad de Estados
se permite el lujo de una suprema autoridad presupuestaria escindida: el
Consejo europeo y el Parlamento europeo tienen, los dos, la palabra. Los 27
jefes de gobierno presentes en el Consejo sólo pudieron acordar unánimemente de
forma provisional –la cosa merece destacarse— el recorte del proyecto
presupuestario de 960 mil millones de euros presentado por la Comisión de la
UE. Los parlamentarios de la UE han dado a entender que no suscribirán ese
compromiso a la baja. Su irritación rebasa las fronteras de partidos: va desde
los conservadores del Partido Popular Europeo (PPE), hasta la alianza de
partidos de izquierda socialista, pasando por los Verdes y la Alianza de
Liberales y Demócratas europeos. El Presidente del Parlamento, Martin Schultz
(SPD), ya dio la nota con su protesta durante la celebración de la cumbre de
Bruselas.

Tras
la fracasada cumbre presupuestaria de noviembre de 2012, esta vez la cosa no
admite ya medias tintas. De no mediar un consenso sobre el próximo presupuesto
de la UE –es decir, sobre los marcos financieros plurianuales (MFP) entre 2014
y 2020—, la unión de Estados deberá operar a partir de 2014 con presupuestos
anuales. Lo que significaría que la batalla por los miles de millones volvería
a tener lugar cada año, sin que se desdibujaran demasiado los frentes de
combate. Los grandes contribuyentes netos –Gran Bretaña, Alemania y Holanda—
insisten en elevar a rango de norma de la UE su política nacional de ahorro.
Francia, Italia y otros miembros abogan por unas políticas de crecimiento y de
estructuras adecuadas a la situación de crisis en que se halla la Unión.
Tampoco la Comisión de la UE espera nada de un presupuesto de ahorro que
paraliza a la federación de Estados para los próximos años: lo que quiere son
inversiones comunitarias de futuro.

Defensa de las rebajas en
las contribuciones

Los
vencedores fueron, por lo pronto, los fanáticos del ahorro. Del billón
propuesto inicialmente por la Comisión, quedaron 960 mil millones de euros
–exactamente un 1% del PIB de la UE— para los próximos siete años, 12 mil
millones menos que el compromiso que se preveía todavía posible en noviembre de
2012. La magnitud de la  sangría puede
apreciarse en los 994 mil millones de euros en que se fijó el presupuesto de la
UE para el período anterior (2007-2013). Salta manifiestamente a la vista la
diferencia entre los 960 mil millones ahora acordados para obligaciones de pago
de los países de la UE y los 908,4 mil millones habilitados para pagos en
efectivo de la central de Bruselas: un hiato de 52 mil millones. En plata:
conforme a eso, la Comisión de la UE tendrá que desembolsar en los próximos
siete años menos que lo presupuestariamente dispuesto. Y como es harto sabido,
los Comisarios no están para contraer deudas.

La
Canciller Angela Merkel se jactó en Bruselas de haber defendido los medios que,
procedentes del Fondo Regional de la UE, irán a parar a las regiones estructuralmente
débiles del este alemán. El premier británico,
David Cameron, estaba radiante con la “rebaja británica” –de, finalmente, 3,6
mil millones de euros—, obtenida sin la menor concesión de su parte. Ambos
practican la política europea como política de intereses nacionales, y no
pierden de vista las ventajas que eso reporta en la propia política interior.
De modo que los alemanes –como los holandeses, los suecos y los austriacos—
pueden considerarse también vencedores en la pugna por las rebajas contributivas.
Tras larga brega, Dinamarca consigue asimismo un pequeño descuento.

Todos
los demás –señaladamente Francia— se ven forzados a aceptar ese feo juego,
mientras logren mantener sus intereses consolidados (subvenciones agrarias y
excedentes procedentes del Fondo regional y del Fondo estructural). En la
cuneta quedan las planeadas inversiones de la UE en infraestructura para
transporte y redes transnacionales de energía y telecomunicaciones, en
investigación y protección climática. Severos recortes por doquiera. También
los funcionarios de la UE –blanco privilegiado de ataques populistas durante la
preparación de la cumbre presupuestaria— tendrán que pechar con medidas de
ahorro.

La
aspirante a la UE Croacia –tiene que ingresar en julio— sabe ya que tiene que
rebajar sus expectativas de ayudas comunitarias. Ni que decir tiene, por lo
demás, que este presupuesto monta tanto como un veto indirecto a cualquier
nuevo ingreso hasta 2020. Ya se trate de la resignada Turquía, ya de los
estados balcánicos (Serbia, Montenegro y Macedonia), ya de un candidato como
Albania: todos están en una lista de espera que puede dilatarse una década.

Eurobonos demonizados

¿Y
qué pensar de esos 6 mil millones de euros reservados para el más perentorio
problema de la UE, un exorbitante paro juvenil en la Europa meridional? Hace
mucho que hay dineros disponibles del Fondo Regional de la UE para protegerse
de ese desastre. Si hasta la fecha poco se había alcanzado, lo menos que cabe
decir es que esos seis mil millones para siete años no resultan muy a
propósito. Toda una generación puede quedar descolgada. Los parados entre 18 y
30 años en España, Grecia o Italia, pero también en Eslovaquia o Rumania, a
menudo están bien y aun excelentemente formados: necesitan puestos de trabajo,
no los onerosos cursos de reorientación formativa propuestos por la Comisión de
la UE.

Indudablemente,
el eje germano-francés ha aceptado, con este compromiso, profundizar los daños;
la estrecha alianza germano-británica no es más que un eje del NO. Ni Merkel ni
Cameron tienen nada parecido a una estrategia para la UE. Lo que les une es un
fanático yerro cognitivo, y es a saber: que actuando cada quién para sí y todos
de consuno pueden esquivar una crisis financiera y una recesión mundiales. Don’t waste a good crisis, no
desperdicies una buena crisis, como dicen los británicos.

Merkel,
Cameron y no en menor medida el jefe del gobierno holandés, Mark Rutte, no
quieren perder la ocasión de imponer ampliamente en Europa el mantra neoliberal
de la austeridad. Y por mucho tiempo. A ese objetivo sacrifican
irresponsablemente el futuro de la Unión. El dogma de la austeridad amenaza
ahora con dañar la colaboración entre los gobiernos nacionales y el Parlamento
europeo. Con toda la razón exigen muchos europarlamentarios una reforma
financiera de la UE que ponga fin a las rebatiñas por las contribuciones, al
indigno juego de las rebajas y al resto de intereses creados. Para ello
necesita la UE, ni que decir tiene, más “medios propios”, es decir, impuestos
propios. Tienen éstos que ir mucho más allá de los ingresos arancelarios y
mucho más allá de la ocasional participación en el impuesto sobre el valor
añadido. Un impuesto sobre las transacciones financieras a escala europea sería
un comienzo. O podría reservarse a la UE el derecho a empréstitos propios, los
famosos eurobonos demonizados por Berlín desde el estallido de la eurocrisis.

Según
están las cosas, el Parlamento europeo no conseguirá ni una cosa ni otra. En el
mejor de los casos, los diputados obtendrán algunas reformas, inveteradamente
fallidas, en materia de práctica presupuestaria. Podrían pelear por el derecho
a transferir al siguiente ejercicio presupuestario los dineros no gastados en
el presente; o tratar de arrogarse el poder de ir revisando el plan septenal en
curso hasta 2010. Desprenderse de lastres acumulados en el gris pasado, ya
sería algo. Desgraciadamente, no lo bastante como para poner a salvo a la UE de
una depresión mundial.

Michael R. Krätke, miembro del Consejo
Editorial de SINPERMISO, es profesor de política económica
y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al
Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de
economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la
Universidad de Lancaster en el Reino Unido.

 

Traducción para www.sinpermiso.info:
Amaranta Süss

 

Fuente:
Varias

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