Estados Unidos: el crecimiento frenado por Donald Trump

Romaric Godin

02/05/2025

El crecimiento del PIB se detuvo bruscamente en el primer trimestre, con un descenso del 0,3 % en tasa interanual. El comercio exterior se deterioró considerablemente, a pesar de que los importadores repusieron sus existencias. El riesgo de recesión es real.

El efecto Trump lo ha arrasado todo a su paso. Incluido el crecimiento. El miércoles 30 de abril, la Oficina de Análisis Económico (BEA) publicó la primera estimación del crecimiento del producto interior bruto (PIB) de la primera potencia económica mundial. En los tres primeros meses del año, se contrajo un 0,3 % en tasa anualizada (lo que supone una caída real del 0,07 %). Aunque estamos más cerca del estancamiento que de la recesión, se trata, no obstante, de la primera caída trimestral del PIB desde el primer trimestre de 2022.

A finales de 2024, la economía estadounidense mantenía un ritmo de crecimiento sostenido (+2,9 % interanual), impulsada por el gasto público y el consumo de los hogares. La cifra del primer trimestre de 2025 supone, por tanto, una verdadera parada de la actividad económica, causada en gran parte por la llegada al poder de Donald Trump.

© Infografía Mediapart

Las cifras detalladas no dejan lugar a dudas al respecto. Ante la amenaza de los aranceles, que se materializó (parcialmente) el 2 de abril, los agentes económicos estadounidenses se apresuraron, durante el trimestre, a importar masivamente bienes y a constituir existencias. El resultado: las importaciones de bienes se dispararon en el primer trimestre un 50,9 % anualizado (+12,8 % real). Algo nunca visto desde 1972.

Esta fiebre de abastecimiento ha elevado el déficit comercial estadounidense a un nivel récord. El 29 de abril, la Oficina del Censo (Census Bureau) indicaba que había pasado de 147 800 millones en febrero a 162 000 millones en marzo. Este déficit ha restado nada menos que 4,8 puntos del PIB anualizado al crecimiento trimestral, lo que es enorme. A modo de comparación, el peor efecto negativo trimestral de los últimos cuatro años fue de 1,1 puntos en el tercer trimestre de 2021.

Sin embargo, hay compensaciones a esta situación. Las empresas han comprado masivamente equipos que consideran amenazados por los aranceles y, por lo tanto, susceptibles de encarecerse o de escasear. Esto ha provocado una explosión de la inversión privada, que ha aumentado un 21,9 % anualizado en el trimestre. Los equipos informáticos representan el 91 % del crecimiento de la inversión fija.

Por lo tanto, parte de las importaciones se ha utilizado directamente para renovar el material y evitar tener que hacerlo en los próximos meses. Pero la mayor parte de estos equipos se han almacenado. Así, las existencias privadas han aumentado en 134 500 millones de dólares, lo que supone un incremento trimestral anualizado del 2645 %. En el último trimestre de 2024, las existencias privadas no agrícolas solo representaban... 4900 millones de dólares.

Así, los 4,8 puntos del PIB restados por el comercio exterior se compensan con una contribución de 3,6 puntos del PIB de la inversión, que a su vez se desglosa globalmente en 2,25 puntos para las existencias y 1,06 puntos para el consumo inmediato de equipos. Una vez más, estas cifras son poco habituales si observamos los últimos años. Todo esto parece más bien pánico.

Ralentización general

La locura importadora de estos tres primeros meses ha reducido, en términos globales, el PIB en 1,2 puntos, pero, sobre todo, ha hipotecado el crecimiento futuro. Lo que se ha almacenado o ya se ha gastado no se fabricará ni se venderá en los próximos trimestres. En otras palabras, el escenario de reindustrialización de Donald Trump no está a la orden del día. Debido a la incertidumbre global, las inversiones «estructurales», sostenidas durante mucho tiempo por las ayudas de Joe Biden, solo aumentaron un 0,1 % anualizado en el trimestre, y las compras de equipos industriales incluso retrocedieron un 0,3 % anualizado.

Más allá de estos grandes movimientos, la economía estadounidense ha experimentado una brusca desaceleración. Es cierto que el consumo de los hogares sigue creciendo, pero la ruptura es clara. En el primer trimestre, aumentó un 1,8 % anualizado, tras un aumento del 4 % en el trimestre anterior y del 2,8 % en total en 2024.

A diferencia de las empresas, los hogares no han acumulado existencias ni han anticipado futuras subidas de precios. Han preferido renunciar a las compras más importantes, las de bienes duraderos, cuyas ventas cayeron en el primer trimestre un 3,4 % anualizado. Es cierto que las existencias se habían acumulado sin duda a finales de 2024, cuando estas ventas se dispararon un 12,4 % anualizado. La mayor parte de este movimiento corresponde al sector del automóvil.

© Infografía Mediapart

Por lo tanto, el consumo se ha reducido al mínimo: servicios esenciales y gastos obligatorios. El alquiler, el agua, la electricidad, la calefacción y la salud representan así dos tercios del aumento del consumo de los hogares. Este último, en definitiva, aporta aún 1,2 puntos de crecimiento anualizado en el trimestre.

Sin embargo, dado que, paralelamente, la contribución del Gobierno al crecimiento es negativa en 0,25 puntos del PIB anualizado, el crecimiento estadounidense ha entrado en terreno negativo. Esto se explica menos por el efecto del método de Elon Musk, que ha despedido a gran parte de los empleados de las agencias federales, que por la caída del 2,8 % del consumo federal en el sector de la defensa, que representa el 85 % de la disminución de la contribución federal al crecimiento.

¿Hacia la recesión?

En definitiva, la economía estadounidense se ha preparado para el impacto de los aranceles, en particular los que gravan los productos procedentes de China, que sigue siendo un importante proveedor. Se han reconstituido las existencias y se ha renovado parte del material. A su vez, estas medidas han favorecido las exportaciones de China y del sudeste asiático entre noviembre y febrero. Pero ahora parece que la economía mundial está entrando en una fase difícil. El índice PMI Caixin manufacturero indicó, también el miércoles 30 de abril, que el sector industrial chino había entrado en recesión en marzo. En Estados Unidos, los indicadores adelantados no son muy alentadores.

El índice de confianza de los consumidores del Conference Board, publicado el martes 29 de abril, cayó 7,9 puntos en abril hasta alcanzar los 86 puntos, un nivel cercano al mínimo registrado durante la crisis sanitaria de 2020. Pero lo más preocupante es el subíndice de expectativas, que pierde 12,5 puntos en un mes hasta situarse en 54,4, su nivel más bajo desde octubre de 2011. Los economistas suelen considerar que un nivel inferior a 80 indica la entrada en recesión de la economía estadounidense.

Índice GDPNow de la Fed de Atlanta. © Fed de Atlanta

De hecho, el ritmo de creación de empleo no agrícola se ralentizó considerablemente en abril, con 62 000 puestos de trabajo frente a los 147 000 de marzo y los 186 000 de enero. Las cifras del primer trimestre parecen, en definitiva, bastante halagüeñas a pesar del ligero descenso del PIB, ya que están artificialmente impulsadas por los efectos del almacenamiento y el consumo anticipado. Pero una vez que se apliquen los aranceles, la economía podría paralizarse: las empresas reducirán sus gastos y vaciarán sus existencias, mientras que los consumidores se mostrarán muy cautelosos.

Lógicamente, la economía estadounidense no debería escapar a la recesión. La Reserva Federal de Atlanta publica una evaluación, denominada «GDPNow», de la evolución del PIB a partir de los datos disponibles. Esta evaluación cayó bruscamente a principios de año y se sitúa actualmente entre el -2 % y el -3 %. Paralelamente, cada vez son más los analistas que revisan a la baja sus previsiones de crecimiento para Estados Unidos, y muchos de ellos anticipan un retroceso del PIB en 2025.

Donald Trump celebró con bombo y platillo sus cien días en el poder y sigue prometiendo una «economía más fuerte que nunca». Según la lógica libertaria, se trata solo de un mal trago que hay que pasar para fortalecer la economía. Pero la realidad parece muy lejos de ese sueño. Han sido necesarios cientos de miles de millones de dólares de los planes de Joe Biden para que la economía estadounidense recuperara el ritmo anterior a la crisis sanitaria.

En el capitalismo contemporáneo, las recesiones no refuerzan el ritmo global de crecimiento, sino que, por el contrario, lo debilitan de forma duradera. La posibilidad de una reindustrialización masiva de Estados Unidos parece improbable y la vulnerabilidad de esta economía a las cadenas de valor internacionales se ha construido a lo largo de cuatro décadas.

Por supuesto, en un primer momento, la importancia de las existencias podrá ralentizar la transmisión de los aranceles a los precios. Pero, con el tiempo, el ajuste es inevitable, ya que las ganancias de productividad de la economía estadounidense no permiten absorber un choque de tal magnitud. En una población aún traumatizada por la inflación de los años 2022-2023, el efecto no podrá ser insignificante.

es periodista desde 2000. Se incorporó a La Tribune en 2002 en su página web, luego en el departamento de mercados. Corresponsal en Alemania desde Frankfurt entre 2008 y 2011, fue redactor jefe adjunto del departamento de macroeconomía a cargo de Europa hasta 2017. Se incorporó a Mediapart en mayo de 2017, donde sigue la macroeconomía, en particular la francesa. Ha publicado, entre otros, La monnaie pourra-t-elle changer le monde Vers une économie écologique et solidaire, 10/18, 2022 y La guerre sociale en France. Aux sources économiques de la démocratie autoritaire, La Découverte, 2019.
Fuente:
Mediapart 30 de abril de 2025
Temática: 
Traducción:
Antoni Soy Casals

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