La guerra en Israel. Dossier

Zvi Schuldiner

Chiara Cruciati

05/11/2023

La guerra se alarga, pero crece también la ira contra Netanyahu

Zvi Schuldiner

Las guerras "normales" nunca han constituido acontecimientos felices. Pero la actual resulta especialmente trágica. No sólo por sus efectos, sino también por la crisis política, económica y moral que atraviesa Israel. La guerra visible está haciendo estragos principalmente en Gaza y sus alrededores, pero su impacto también afecta a los Territorios Ocupados y a toda la región. La extrema derecha israelí está intensificando sus actividades colonizadoras en Cisjordania, utilizando su control sobre el Ministerio de Finanzas para sus propios fines y señalando ya con el dedo a los "culpables".

En el sur de Israel, cerca de la Franja de Gaza, hay pocos kibbutzs. Aparte de algunos núcleos de población habitados por los más pobres, bastantes de las personas que vivían en estos kibbutzs formaban parte de la izquierda moderada, y algunos de la izquierda más radical.

Es inaceptable echar la culpa a los muertos, pero ya hay quien señala con el dedo: supuestamente, algunos espías pro-Hamás formaban parte de la izquierda que está en el sur. Otros acusan a muchos -incluido el primer ministro Netanyahu- de una debilidad que ha conducido al desastre.

Volvamos a la relación entre Netanyahu y Hamás. En varios artículos anteriores de il manifesto, he señalado el equilibrio de poder y la "conveniencia" mutua que ha caracterizado la relación entre el primer ministro Netanyahu y Hamás, una organización terrorista fundamentalista. Alrededor de 1979, un querido amigo palestino, que había sido un joven miembro del Partido Comunista en 1948, me hizo una visita, tal como solía. Esta vez traía noticias muy preocupantes. Regresaba de una visita a Gaza y me contó que los israelíes estaban reprimiendo a los comunistas y a los activistas de la OLP y alentando a los líderes religiosos palestinos, una alternativa fundamentalista a los dirigentes palestinos de la época. Discutimos acerca de esto. Me llevó tiempo creérmelo. Aunque ha dicho en voz alta que destruiría a Hamás, el gobierno de Netanyahu, por regla general, no ha intentado acabar con la organización. Pero las respuestas militares a las acciones de Hamás siempre se han cobrado un alto precio en víctimas palestinas de los ataques militares israelíes.

Los acuerdos secretos con Qatar y otros países supusieron importantes entradas de dinero en efectivo que ayudaron a Hamás a evitar el descontento entre la población palestina cuando no pudo ya demostrar que era más eficaz que el gobierno de la OLP, derrocado por medio de la violencia en 2007. Los acuerdos con los israelíes permitieron a miles de palestinos volver a trabajar en Israel, satisfaciendo así las necesidades de la economía israelí, hambrienta de mano de obra barata, pero también, en gran medida, ayudando a la empobrecida población palestina de la Franja de Gaza.

¿Qué pasa con los palestinos y con Cisjordania? Cada colono israelí muerto y cada piedra lanzada contra un coche israelí contribuyen a reforzar las voces de los colonos que claman contra el deterioro de las condiciones de "seguridad" en Cisjordania. Hay varios dirigentes de los colonos israelíes que son famosos por su habilidad para interpretar el papel de "pobres y humildes colonos a los que los terribles palestinos quieren matar".

Hubo muchísimas quejas y amenazas, todas ellas fruto de un nacionalismo demagógico utilizado como garrote contra un gobierno de derechas acusado de no ser capaz de defender a los israelíes que luchan por el sagrado objetivo de liberar "la tierra prometida de Dios".

Pero ahora, los judíos que pretenden "redimir Tierra Santa" forman parte del nuevo gobierno, que incluye a fundamentalistas cuya ideología de extrema derecha tiene fuertes raíces en el mismo racismo que, en su versión antijudía, condujo al Holocausto durante la II Guerra Mundial.

No pocos oficiales fundamentalistas se han incorporado a las fuerzas armadas y difunden no sólo el "espíritu de Dios", sino también consignas fascistas militantes. Pero destacan especialmente dos ministros de la nueva coalición. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, conocido por ser un destacado exponente de la ideología de derechas, y sobre todo el nuevo ministro de Finanzas, Bezalel Smothrich, cuya misión número uno es seguir desembolsando fondos para la colonización y diversos proyectos fascistas mientras sigue reteniendo fondos que ya han sido asignados a los asentamientos árabe-israelíes, con diversos pretextos.

¿Y qué pasa con los rehenes?

Adicto como me he vuelto ahora a las noticias de la televisión, veo todos los días dos o tres historias terribles sobre los rehenes. Niños de apenas 2 ó 3 años, mujeres jóvenes, hombres mayores, israelíes, trabajadores agrícolas tailandeses o cuidadores a domicilio. Una de las promesas de la actual operación militar consistía en liberar a más de 230 de ellos. Pero cada día está más claro que lo más probable es que pocos regresen y muchos mueran.

La ira contra el gobierno se ha generalizado. Los pocos ministros que se atrevieron a dar la cara en público, por ejemplo, en hospitales y centros asistenciales, se vieron ahuyentados por la ira popular.

Pero la rabia creció enormemente el sábado, al cruzar una línea cuando la "familia real".

Tras un vacuo discurso televisado de Netanyahu, con la presencia simbólica e inane del ministro de Defensa, Yoav Galant, y del general Benny Gantz -antigua gran promesa de la oposición moderada-, el primer ministro sólo fue capaz de dar respuestas balbuceantes a unas pocas preguntas. Después, pasada la medianoche, aparentemente a instancias de su esposa o de sus asesores, el primer ministro envió un tuit en el que echaba toda la culpa del sangriento atentado del 7 de octubre al ejército y a los servicios de inteligencia. Netanyahu no sabía nada, afirmaba; el gran jefe, el rey en persona, era inocente y todos los demás, culpables. Era la una de la madrugada, las fuerzas israelíes ya estaban arriesgando la vida de los soldados y Netanyahu seguía intentando echar una mano a sus hoy inciertas perspectivas de futuro, desde luego no a las del país. La increíble furia desatada por su tuit le llevó a borrarlo diez horas después. Pidió disculpas, pero se trataba de un acto más en lo que muchos ven como una especie de repetición de la caída de la familia Ceausescu.

Las numerosas muertes israelíes prefiguraban el número mucho mayor de víctimas palestinas de los últimos días. Las horribles imágenes de niños y adultos israelíes asesinados parecen presagiar la muerte violenta de tantos palestinos. Y más allá del recuento de cadáveres, hay un pensamiento ineludible: el horror y la venganza están haciendo que la posibilidad de un futuro acuerdo de paz sea cada vez menor.

Fuente: il manifesto global, 4 de noviembre

Intercambio, política, asedio: las tres vías de las familias de los rehenes israelíes

Chiara Cruciati

Las pancartas están colocadas contra un banco de la calle Kaplan, frente a la sentada permanente organizada por las familias de los rehenes: en ellas se lee "Hoy todos por todos" y "Acuerdo de prisioneros para la supervivencia de Israel", un lema escrito con rotulador rojo que se ve por encima de los demás.

En esta calle del corazón de Tel Aviv, a pocos pasos del cuartel general del ejército, los familiares de los secuestrados por Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre se niegan a rendirse. Han instalado una tienda de campaña, sillas de plástico, paquetes de botellas de agua. Una señora ha traído una tarta de chocolate.

De un árbol cercano han colgado cuerdas amarillas ("Como las estrellas de la Shoah") y mariposas de origami con los nombres de algunos de los rehenes. Sus rostros están por todas partes: en las paredes, en las paradas de autobús, en las centrales eléctricas, en las señales de tráfico. Rostros, nombres, edades y hashtags: #Bringthemhome, #HamasisIsis.

Los postes de los semáforos están cubiertos de pegatinas: La cara de Benyamin Netanyahu con la huella de una mano manchada de sangre encima, o con la palabra "Dimisión". Alguien intentó tapar esa palabra con pintura negra: "partidarios del primer ministro", nos dicen.

Entre las pegatinas, vemos asomar algunas sandías, con el lema "Descolonizar Palestina". Esta fruta, que tiene los mismos colores que la bandera palestina, es desde hace años un símbolo mal disimulado de protesta.

Los manifestantes de la calle Kaplan parecen tener una estrategia clara en mente para traer a casa a los 240 rehenes -militares y civiles, muchos ancianos y niños- que siguen en manos de Hamás: el intercambio de prisioneros. "Me llamo Leone y estoy aquí por Noa Argamani", nos dice uno de los manifestantes. Noa Argamani es la joven de un vídeo que ha dado la vuelta al mundo, en el que se ve cómo sus secuestradores la obligan a subir a una motocicleta mientras ella grita llamando a su novio, Avinatan. "Estoy cuidando de su madre, está en el hospital", nos dice Leone. "Venimos aquí a menudo. A las 17:30 rezamos juntos para enviar un mensaje de que no olvidaremos a nadie".

Leone habla del intercambio de detenidos políticos palestinos por rehenes: "No tengo miedo de que los liberen. Los enviaremos de vuelta a Gaza, y luego ya veremos qué hacer". Un poco más allá, Ruth sostiene una pancarta con el rostro de su tía, Ophelia Roitman, de 77 años, secuestrada en el kibutz Nir Oz: "Vino de Argentina en el 95. Destruyeron la casa y el estudio de mi tío, que es pintor. Sólo este sábado nos confirmaron que estaba ella entre los secuestrados".

En Nir Oz, de 400 habitantes, apenas hubo combates. Los guardias del kibutz intentaron detener a los milicianos de Hamás y consiguieron matar a uno de ellos. La policía israelí llegó horas después. "Exigimos un intercambio de prisioneros con los palestinos: acuerdo ya", dice Ruth. "Son 6.000 por 240: los queremos a todos de vuelta, soldados y civiles", añade su amigo Dean. "Devolvámoslos, luego pensaremos en Gaza".

Noa, junto a las dos chicas, se suma a la conversación: "Pueden enviarlos a un tercer país…a los presos palestinos. No todos tienen las manos manchadas de sangre, muchos están en la cárcel por otras razones". La impresión que tenemos es la de un propósito común consciente, madurado durante estas semanas de angustia y abandono: una negociación. Luego ya veremos. Gaza apenas sale en la foto.

En la calle paralela a Kaplan hay otra sentada con un mensaje muy distinto. Familiares de los rehenes acampan frente al Museo de Arte. Aquí las pancartas son diferentes: "Dice: 'Bloqueo total', asedio total", traduce Boaz el mensaje en hebreo impreso sobre los rostros de algunos de los niños secuestrados. Está aquí por su hermano secuestrado, Omri. "Y dice: 'Prohibida la ayuda humanitaria hasta la liberación'. ¿Cómo podemos enviarles camiones de ayuda, alimentos y medicinas si no quieren negociar?", añade.

La solución es matar de hambre a Gaza, ya que "sólo entonces se volverán contra Hamás", interviene uno de los familiares de Boaz. "Al gobierno le exigimos asedio total, presión sobre la población, bombardeos de alfombra. Tienen que bombardear todo lo posible, ejercer presión militar y humanitaria. Hamás se debilitará y se verán obligados a negociar en serio".

"Yo digo: ¿Quieres agua? Devuélveme a mi hermano", dice Boaz secamente. Ha venido desde el norte, donde vive, y está aquí todos los días con el resto de su familia. Coinciden con el grupo de la calle Kaplan en una cosa: quieren la cabeza del primer ministro Netanyahu. "Ha entregado a nuestros hijos a Hamás", dice Boaz. "Tiene que dimitir, es el único responsable", nos dice Noa. "Antes no me gustaba, ahora me gusta aún menos", añade Dean.

Después de tres semanas, el cansancio es palpable, pero también lo es la concentración en lo que cada una de estas familias considera su estrategia personal. Es como si el frente estuviera dividido, sin dejar de exigir lo mismo.

También hay una tercera vía, que estuvo representada el sábado en Tel Aviv en una protesta improvisada y (según la policía) ilegal: Los activistas israelíes pidieron un alto el fuego, y punto. No más bombas sobre Gaza porque "el luto no tiene fronteras". Esta es la tercera vía: una solución política.

Nos lo cuenta Lior Peri. Hamás mató a su hermano Dani y secuestró a su padre Jaim. Dani era ciudadano británico, tenía 34 años y había venido a Nir Oz de vacaciones. Se suponía que se encontrarían ese mismo sábado. Su padre, de 79 años, fue secuestrado, pero su madre esquivó ese destino.

Jaim consiguió mantener la calma: cuando los milicianos intentaron entrar en la casa, escondió a su mujer y salió con las manos en alto. Lo atraparon a él, pero nunca la encontraron a ella. Lior supo que seguía vivo por las dos mujeres liberadas el 23 de octubre, Yocheved Lifshitz y Nurit Cooper: Jaim está bien, ileso, dijeron.

"Preferimos una solución política a largo plazo, no militar. Esta última la han intentado muchas veces en el pasado y no ha funcionado", nos dice Lior. "No pueden decir que van a la guerra para vengarse, la venganza no es un objetivo. El primer ministro dice que Hamás probará nuestra ira. No puedes decir que ese es el objetivo de una operación". En reuniones sin periodistas presentes, el ministro de Defensa nos dice a nosotros, los familiares, que debemos ganar la guerra, que debemos acabar con Hamás. Es muy frustrante".

La prioridad, insiste Lior, es liberar a los rehenes: "Mi padre no querría que enviáramos soldados para liberarlo. Ya han muerto once. Reaccionar con la guerra es arrogante; es la prueba de que el gobierno no sabe qué hacer. Nos ha demostrado que no sabe qué hacer, que no entiende nada de Hamás".

Un frente común, muchas perspectivas diferentes. Y un gran punto ciego: faltan en el discurso y en las fotos pegadas en las paredes de Tel Aviv los rehenes de las clases más bajas, los que ya habían sido olvidados en primer lugar.

"No sólo secuestrados a residentes de los kibbutz, sino también a judíos mizrahi y trabajadores tailandeses y nepaleses explotados", nos cuenta el historiador Gadi Algazi. "Gente de la clase más baja, ancianos, beduinos, toda gente que ya había sido olvidada por el Estado". La matanza también es terrible por la composición social de sus objetivos: la clase y la etnia también marcan la diferencia a la hora de sufrir la violencia".

Fuente: il manifesto, 3 de noviembre de 2023

especialista en el conflicto palestino-israelí. es jefe del Departamento de Administración y Políticas Públicas en el Sapir College, junto a Sderot, en el desierto del Negev israelí, y colaborador frecuente de “il manifesto” y de distintas publicaciones académicas sobre Oriente Medio.
colaboradora del diario italiano “il manifesto” especializada en Oriente Medio, es redactora jefa de la agencia de información Nena News. Ha publicado con Michele Giorgio “Israele, mito e realtà. Il movimento sionista e la Nakba palestinese settant’anni dopo” (Alegre, 2018) y “Cinquant’anni dopo. 1967-2017. I territori palestinesi occupati e il fallimento della soluzione dei due Stati” (Alegre, 2017).
Traducción:
Lucas Antón

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