David Dayen
30/01/2021
El primer proyecto de ley que ha presentado Biden, antes incluso de tomar posesión, ha sido un Plan de Rescate Norteamericano (American Rescue Plan), de 1.900 billones [sic] de dólares, que recoge realmente la mayoría de los elementos restantes de ayuda durante la pandemia que los demócratas no pudieron introducir en la Ley CARES y en la ley de ayuda para la Covid de diciembre. Dos cosas destacaban en la ley: la subida de los cheques de 600 dólares de diciembre a 2.000 dólares y la financiación para que se produzca y distribuya la vacuna.
Esos dos elementos gozan probablemente de apoyo suficiente en ambos partidos para que se aprueben, hasta en un Senado con 60 votos [los de los demócratas tras su victoria en el estado de Georgia el pasado 5 de enero]. Los cheques son increíblemente populares y los republicanos jugarían con fuego de demorarlos, sobre todo si saben que se pueden meter de todos modos en un proyecto de ley de reconciliación de presupuesto con voto mayoritario (dicho de otro modo, habrían votado mal para nada). Y no hay, literalmente, cantidad alguna de fondos dedicados a las vacunas que no vaya a amortizarse, y hasta más, al llevar a reabrir el país a toda máquina.
De modo que hay una argumentación que se está presentando, sobre todo en el seno de la Cámara de Representantes, para aprobar esos dos elementos —lo que estoy llamando “cheques y pinchazos”— por el procedimiento habitual, y habérselas después con el resto del Plan de Rescate Norteamericano. Esto supondría un doble beneficio diferenciado. En primer lugar, Biden conseguiría una temprana victoria legislativa bipartidista, dando impulso a su presidencia. Ese es probablemente el beneficio de menor entidad, pues lo del “impulso” no es realmente gran cosa.
Más importante es que un proyecto de ley por vía ordinaria despacharía rápidamente los cheques y pinchazos. La reconciliación lleva tiempo, y a lo que parece, la Cámara no se reunirá la semana que viene. Una ley completa que incluya la reconciliación se enfrentará a la fecha límite de ampliación de [la cobertura del] desempleo. Por contra, una ley de cheques y pinchazos se podría someter a discusión casi inmediatamente.
Los cheques circularán por la economía: la actual version de 600 dólares está impulsando ya los restaurantes. Con un desempleo todavía elevado, hay que poner en marcha enseguida cualquier cantidad que pueda ayudar a la gente. Y el dinero para las vacunas es vital. Sé que el sector privado —Dios nos ayude— quiere hacerse cargo de su aplicación, pero tengamos en cuenta que ahora mismo la parte que peor va en su distribución es la del esfuerzo de Walgreens/CVS por vacunar las residencias. Quién distribuya las vacunas es menos importante que si se financian para ese esfuerzo de manera coordinada, con un Cuerpo de Empleos de Salud Pública (Public Health Jobs Corps) de cien mil efectivos y un gobierno central que organiza clínicas móviles y todo lo demás. Y puesto que estamos en una carrera con la variante más transmisible, el tiempo es esencial.
En tercer lugar, ya lo he recalcado, se trata de un ejercicio de creación de confianza. Los demócratas hicieron campaña y ganaron en Georgia gracias a los cheques. La presidencia de Biden se levantará o caerá con la aplicación de las vacunas. Conseguir que se cubran estas prioridades le mostrará a la opinion pública que se pueden cumplir las promesas. Sé que hay mucho Twitter con quejas para que los cheques sean de cerca de 2.000 dólares frente a los de 1.400. Creo que es probable que el Congreso se quede con los de 1.400 dólares, pero una ley autónoma que no ponga en riesgo el resto del paquete es asimismo terreno más fértil para abogar por cheques mayores.
Punchbowl, que algo ha informado acerca de esto, lo describe como un “mordisquito” o un “bocado grande”. Pero cheques y pinchazos suponen en realidad una porción significativa del Plan de Rescate Norteamericano. La estimación en el caso de cheques de 1.400 dólares, sobre todo los que incluyen a dependientes como es el caso de[l proyecto de] de Biden, está entre 435.000 y 465.000 millones de dólares. Añádanse 600 dólares [a cada cheque] y serán otros 200.000 millones. Y los “pinchazos”, definidos en términos de programa nacional de vacunación, son 160.000 millones. Si se incluye el Cuerpo de Empleos de Salud Pública y el incremento de pruebas para abrir las escuelas e invertir en tratamientos de Covid, rascamos unos 400.000 millones, que es lo que pone la ficha técnica de Biden como “medidas críticas para encarar la Covid-19”. De modo que este “escuálido” proyecto de ley está entre 595.000 millones y 1,07 billones. ¡No tan escuálido! Se puede ver cómo se va convirtiendo en algo comparable a la ley de ayuda de 900.000 millones de dólares aprobada hace un mes.
Mis fuentes en el Senado describen los cheques y pinchazos como una opción, pero también como una apuesta. Existe esta idea de que los componentes populares pueden impulsar al Congreso a aprobar un acuerdo mayor, y que sin ellos, podría quedar varado un acuerdo más importante. Pero esto da por supuesto que hay algún apoyo a una ley mayor por parte de los republicanos, lo que no es el caso. Los que pasan por moderados, como Lisa Murkowski y Mitt Romney, ya lo están rechazando. Si se va a aprobar la ley grande, será con 50 votos. Y al menos para Joe Manchin [el más conservador de los senadores demócratas –por Virginia Occidental en su caso -, que suele votar con los republicanos], sacar los cheques con esa gran ley ayuda para que se apruebe, al convertirlo en algo más enfocado.
Si puedes conseguir cheques y pinchazos, ganar puntos y dejar además disponible una ley de reconciliación para un paquete de ayuda más grande, es lo que haces. Fin de la cuestión.